Chita cumple 75 años

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El chimpancé (pues es él, no ella), Chita, ha cumplido el pasado lunes día 9 nada menos que 75 años, aunque viéndolo nadie le daría más de 70. Se trata de una vida de lo más dilatada, pues no es en absoluto normal que los chimpancés vivan tantos años. La fotografía pertenece al momento en que una delegación del Festival de Cine de Comedia de Peñíscola le entregaba el año pasado el premio ‘Calabuch’ a toda su carrera.
En la actualidad Chita vive tranquilamente dedicado a su principal afición, la pintura (sus cuadros se venden a un precio en torno a los ciento cincuenta dólares), y, aunque la edad ya no le permite ciertos excesos, el día de su cumpleaños se comió todo el pastel que le prepararon para celebrarlo, en detrimento de su habitual dieta de frutas. Si alquien quiere comprobar sus progresos en la pintura, puede entrar en http://www.cheetathechimp.org
Pues nada, muchas felicidades. Ankawa, Chita, ankawa…

Cine para pensar – Kandahar

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Esta película puso nuevamente a occidente ante una de sus pesadillas, en principio, superadas: la dictadura religioso-político-cultural que anula la inteligencia de las personas. Ese es precisamente el punto más inquietante de la película, el hecho de que su mensaje no pasará fácilmente de moda, y que si sirve para ilustrar el Afganistán actual, también sirve para ayudar a imaginarnos el pasado de occidente cuando se ha visto envuelto en regímenes confesionales radicales como el talibán. En este caso, el radicalismo islamista se nos muestra como una terrible dictadura de la conciencia, muy alejado, en realidad, de lo que es el fundamento del islam real, que sigue los preceptos al pie de la letra por muy absurdos que éstos sean y por poco adecuados que sean a la época actual. Realmente, tal como muestra la película, el radicalismo talibán supone un retorno a la Edad Media, a un régimen de dueños y siervos, en el que no existen las instituciones modernas, solamente las religiosas que utilizan el Libro Sagrado no como fuente de inspiración, sino como código legal y sistema de imposición de penas. La película muestra igualmente a quienes viven cómodamente en este sistema, crean en él o no, o por razones de interés personal (sobre todo económico), pero también a esa minoría silenciosa que lo tolera o se allana a él porque no tiene los medios para oponerse, para intentar un país distinto, pero que espera agazapado su momento, el día en que la pesadilla pase de largo por fin.

La cinta, una coproducción franco-iraní, cuenta la historia de Nafas, que vuelve de Canadá a su país de origen en busca de su hermana, que ha perdido las piernas por culpa de una mina antipersonas y que pretende suicidarse. La película utiliza la ficción y el documental para mostrar la crudeza de las condiciones de vida del país, la crueldad del régimen talibán, pero a pesar de tan terrible testimonio, las imágenes resultan de gran belleza, como un contrapunto a la miseria moral que se enseña.
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