El escritor Robert Bloch tuvo la buena o mala suerte, según se mire, de que un genio como Alfred Hitchcock llevara al cine su novela «Psicosis». La película, indudablemente mejor que el relato, eclipsó al magnífico escritor que era Bloch, un autor imprescindible para los amantes de la literatura fantástica y de terror. La editorial Valdemar reivindica a este maestro de historias perversas y malignas con la publicación del libro de cuentos «El que abre camino» y la novela «Pirómano».
Robert Bloch (Chicago, 1917-Los Ángeles, 1994) fue un prolífico autor que escribió unos cuatrocientos relatos cortos y más de veinte novelas. Este admirador de H. P. Lovecraft y Edgar Allan Poe fue de los primeros que descubrió la veta que suponía el advenimiento de la televisión, medio en el que colaboró alumbrando media docena de capítulos para la teleserie «Alfred Hitchcock presenta» y los libretos de 20 episodios de «La hora de Alfred Hitchcock». No obstante, su más popular contribución a la pequeña pantalla fue la escritura de tres historias originales para «Star Trek».
«El que abre el camino» (1945) recopila los primeros relatos escritos por Robert Bloch, entre los cuales destacan «Madre de las serpientes», que versa sobre los misterios del vudú, o el muy comentado «Suyo afectísimo, Jack el destripador», en el que el asesino de Whitechapel reaparece un siglo después en el Boston de los años cuarenta. El relato «El que abre camino», que da título al volumen, y «Los ojos de la momia» son de ambientación egipcia, mientras que «El vampiro estelar» bebe del horror cósmico de Lovecraft, escritor con el Bloch mantuvo un intercambio epistolar muy fructífero que influyó notablemente en su formación como escritor.
Últimos relatos
La antología editada por Valdemar reúne tres de los últimos relatos del autor de «Psicosis», escritos en 1991: «Las cuatro esquinas de la cama de la vida», «Atrapada en el saco» y «Un exhorto creativo».
La etapa más sobresaliente y creativa de Bloch es la que abunda en lo lóbrego y lo sobrenatural, etapa que coincide con sus colaboraciones para la revista «Weird Tales», publicación que empezó a leer a los diez años. Precisamente en esta revista apareció en 1935 el relato legendario «El vampiro estelar», en el que un trasunto de Lovecraft muere desangrado de forma terrible. Bloch pidió permiso a su maestro para «matarle», solicitud a la que accedió encantado el profeta del terror. Éste se tomó la revancha y continuó con el juego macabro haciendo víctima a su colega de la vesania de Azathot en el cuento «El morador de las tinieblas».
El interés del escritor por los asesinos en serie, así como sus esfuerzos por aunar el género policíaco, el de terror y la crónica de sucesos germinó en novelas como «Pirómano» (1961), un «thriller»que relata las vicisitudes del reportero Philip Dempster, encargado por el diario «Globe» de investigar unas sectas locales. Estas organizaciones son atacadas violentamente por un pirómano y Dempster debe afrontar su pánico ante el fuego.
Robert Bloch fue uno de los miembros más apasionados del llamado «Circulo Lovecraft», al que también pertenecieron August Derleth, Frank Belknap Long y J. Ramsey Campbell, entre otros. Bloch contribuyó a la serie de relatos Los Mitos de Cthulhu, creada por el maestro Lovecraft, con la invención de dos libros versados en la ciencia esotérica.
Noticia publicada en Heraldo de Aragón, 24 de abril de 2007
Esta información le vendrá muy bien a una amiga mía a la que le interesa mucho todo sobre «Lovecraft». Ya le pasé tu dire de blog, pero anda algo liada. Se la voy a volver a enviar porque es muy interesante este post.
Ella me ha hablado alguna vez de Robert Bloch, pero yo es que soy muy simple, ya sabes que me gusta «MATRIX». Ella lo detesta.
Haz favor de venir hoy al Blogge. Te haces con un clon o lo que quieras pero aparece. Julia está en Huesca y quizá venga.
Nunca se sabe con ela. Yo que soy la más lianta de todas, voy seguro.
Marta
Me vas a crucificar con lo de «Matrix»… Si vieras las cosas que me gustan a mí, me matabas.
Al final he podido arreglar lo del bloggellón, así que allí nos veremos.
Besos