Ha muerto, tras una larga enfermedad, Mtislav Rostropovich, probablemente el mejor intérprete de violoncelo del mundo y un gran director de orquesta.
Nos quedamos con una de sus interpretaciones, de la Suite nº 3 de Johann Sebastian Bach, como homenaje a este hombre nacido en Azerbaiyán, que supo ganarse el respeto de todos durante los duros años de la Guerra Fría con su actitud dialogante y conciliadora pero no exenta de críticas a ambos bloques. No es de extrañar que cuando se pensó en alguien para ponerle música al acto formal de la caída del muro de Berlín en 1989, el elegido fuera él.
Dicen que su viejo violoncelo Stradivarius no le ha dejado ni un momento hasta su último suspiro, que ha permanecido en la misma habitación, esperando que el viejo maestro se levantara de la cama para tocarlo una vez más. Eso ya no ocurrirá. El violoncelo se queda solo.
La verdad es que cuando me he enterado me ha dejado tristísima. No sabia ni siquiera que estuviera enfermo. Qué maravilla de interpretaciones las suyas. Qué pena.
Pues sí, efectivamente, una pena enorme. Tenía cáncer de páncreas desde hacía bastante tiempo, pero jamás dijo nada al respecto o canceló una interpretación por ello. Cuando sucedía, siempre eran ‘indisposiciones’. Y además, cuando además de gran intérprete, tiene fama de hombre bueno, la pena es aún mayor. En cualquier caso, una vez pasado el trago, cuando escuchemos su música, no estaremos tristes.