Cine para pensar riendo – El Gran Dictador

Tras regresar de la Conferencia de Munich de 1938, el primer ministro británico Chamberlain, ingenuo y con cara de panoli, mostraba sonriente a la prensa en la misma pista del aeropuerto y nada más descender del avión, un documento firmado por Hitler en que comprometía su palabra por la paz. En Munich acababan de reunirse los dirigentes de Alemania, Italia, Reino Unido y Francia para discutir las exigencias nazis sobre Checoslovaquia, principal aliado franco-británico en Centroeuropa, y la declaración final de la conferencia concedía plenas atribuciones de hecho a Hitler para que hiciera con Checoslovaquia lo que quisiera. Y vaya si lo hizo; de hecho, esa fue la carta blanca para lo que vino después. No es de extrañar que Hitler firmara tras conseguir todo lo que quería, podemos imaginar el valor que tenía su palabra.
Muchos intelectuales europeos comenzaron su lento pero incesante exilio hacia occidente desde la llegada de Hitler al poder, en 1933, pero desde la bajada de pantalones de las ‘democracias liberales’, el número de huidos aumentó exponencialmente. Muchos escritores y cineastas no se dejaron cegar por la estupidez de Chamberlain y vieron que el desastre se estaba fermentando, que la tormenta se estaba fraguando, como escribió Churchill. En el cine se rodaron películas que ya trataban el nazismo y los fantasmas de la guerra inminente de manera directa, aunque vistas ahora provocan el escalofrío al darnos cuenta de que ellos no eran capaces de imaginar ni una mínima parte de lo que iba a suceder.

Hubo quienes utilizaron el humor para ridiculizar las ideologías totalitarias que se estaban extendiendo por Europa, especialmente al nazismo, siguiendo el viejo axioma de que sólo los niños y los locos (y los cómicos) dicen la verdad, y de que con el humor se pueden decir cosas que en serio no serían diplomáticamente aceptables. Quizá los ejemplos más claros sean Ser o no ser, del gran Ernst Lubitsch, con la prematuramente fallecida (y quién sabe dónde hubiera llegado) Carole Lombard, y por supuesto, El gran dictador, de Charles Chaplin, que no sólo sería una feroz parodia del régimen nazi, sino que supuso también en parte, junto con todo el metraje de Tiempos Modernos, con su mordaz crítica del capitalismo industrial y absolutamente partidaria del proletariado, la condena al propio Chaplin cuando su nombre salió a relucir en el Comité de Actividades Antiamericanas del famoso senador McCarthy. Su famoso discurso final, aparte de ser un ataque a la línea de flotación de las dictaduras europeas y a las democracias que las habían consentido y que no podrían ya sino declarar la guerra para tratar de impedir lo que por su culpa ya era inevitable, era también demasiado subversivo para el timorato y conservador sistema político norteamericano. La acusación de comunista contra Chaplin no tardó en surgir y la necesidad de partir al exilio de Suiza tampoco. Una vez más vemos que de una auténtica dictadura y de una falsa democracia las consecuencias que surgen son idénticas, en este caso, el exilio.
En El Gran Dictador, Chaplin vuelve al personaje del vagabundo, aunque esta vez en la piel de un barbero judío que ha perdido parcialmente la memoria en los combates de la Primera Guerra Mundial y se encuentra en un hospital de reposo. El comienzo de la película es todo un alegato contra los ejércitos y contra la guerra.


El barbero se fuga del hospital y vuelve a su negocio, aunque Tomeinia (la Alemania de la película), ha caído bajo el gobierno de Astolfo Hynkel, el dictador, cuyo parecido físico con el barbero es más que sorprendente. Los judíos viven en el guetto y son perseguidos (aunque ni siquiera Chaplin podría imaginar lo que iba a ocurrir en los años siguientes), lo que genera divertidísimos gags no exentos de carga simbólica y de advertencia demoledora.
Pero Hynkel es el dueño de la situación, y quiere ser el dueño del mundo, aunque éste le explosione entre las manos.

El retrato del dictador es el de un payaso, infantil, torpe, ingenuo, inmaduro, caprichoso, y su relación con sus subordinados (los remedos de Göring, Heydrych o Goebbels están muy conseguidos) da pie a múltiples y cébebres momentos de humor: el traje antibalas, el dictado de cartas a la secretaria, la huelga («Protestan por la calidad del serrín en el pan», le informan al dictador, que contesta: «Pero, ¿de qué se quejan? Es de la mejor madera que muelen nuestros molinos»), los estupendos momentos de la visita de Napoloni, el dictador de Bacteria (un fantástico Mussolini, cuya caracterización es incluso mejor que la de Hitler), los cabreos que se agarra gritando sus belicistas discursos a los micrófonos y echándose agua fría en la entrepierna para bajarse los humos… En cambio, el judío es el tipo entrañable, tolerante, cándido, que busca el amor en Hannah, la joven que han acogida en su casa los vecinos. Sin embargo, el barbero judío también nos proporciona momentos espectaculares, como éste, una cima del humor de todos los tiempos.

Con todo, por muy tranquilos y al margen que quieran vivir los judíos, la situación del país cada vez les afecta más: registros, palizas, detenciones, desapariciones. Schulz, antiguo camarada de Hynkel que ha perdido su favor por no estar de acuerdo con su doctrina belicista y al que el barbero salvó la vida en la Gran Guerra, se ha refugiado en el guetto huyendo de la policía, y convence a los judíos de que para salvar el país, es necesario eliminar al dictador, y la única forma de hacerlo será sacrificándose uno de ellos. ¿Quién será el elegido? El azar de una moneda oculta en uno de los pudins que les sirven decidirá quién va a salvar a Tomeinia del dictador.

El país llega a una situación límite con la confrontación con Napoloni por la invasión de Osterlich (el auténtico Anschluss de Austria, en 1938, por el que este país se integró en el Reich alemán). Finalmente, Tomeinia invadirá el país, y la esperada confusión entre el barbero y el dictador se produce allí. Será el barbero quien, para intentar mantenerse en la confusión y así intentar huir y mientras el auténtico dictador es confundido con el barbero huido del hospital, tendrá que pregonar a los cuatro vientos uno de los tres o cuatro discursos más recordados de la historia del cine.

Para los críticos, generalmente esta película no entra entre las mejores de Chaplin, o incluso entre las mejores películas de todos los tiempos porque se considera anticinematográfica la irrupción de un discurso como este y su ruptura del ritmo dramático así como el hecho de que la historia de los personajes principales quede sin terminar, y el futuro no sea más que un final abierto. A veces, los criterios cinematográficos deben supeditarse al mensaje. Esta película no entra dentro de la mera creación artística, o al menos no solamente. No es tampoco solamente una película con contenido político. Esta película, es política, o mejor dicho, el deber ser de la política. En este caso, ponen los pelos de punta las razones, los mensajes, las esperanzas que pone sobre la mesa esta película de 1940. Era lo que había que decir y lo que nadie había dicho, pero incluso siendo así Chaplin tuvo problemas con los conservadores americanos y el potente grupo de presión filonazi que había en Estados Unidos.
Esta película es un alegato aún más impresionante si tenemos en cuenta la actual vigencia de su mensaje. Volvemos de nuevo a tiempos de dictaduras de pensamiento y de falsas democracias y, por desgracia, también a tiempos en que discursos como el de Chaplin son perseguidos o sus autores defenestrados.
Cuando era pequeño vi esta película en el colegio. Creo que debería ser obligatoria.

18 comentarios sobre “Cine para pensar riendo – El Gran Dictador

  1. Chaplin fue enormemente valiente. Se atrevió a descolgarse con una película como ésta, cuando en Estados Unidos todavía se trataba de contemporizar con Hitler. Después de leer el post no me ha quedado más remedio que dedicar media hora a repasar los momentos cumbre de esta obra maestra.
    Saludos

  2. Pues así es. Y hay que pensar que para el gran público Chaplin ya estaba desfasado en 1940. Quizá por eso fue más fácil su condena. Todavía haría una genialidad más: «Monsieur Verdoux», en 1947.

  3. Es una de mis películas favoritas de Chaplin. La escena que dejas aquí en la que juguetea con el globo terráqueo me parece una auténtica maravilla tanto visualmente como en su mensaje.
    Voy repasando poco a poco tu blog (no tengo muchos ratos libres) y me voy encontrando post estupendos como éste.Te ha cundido mucho en tan poco tiempo….
    Me alegro de haberte encontrado. Saludos.

  4. Muchísimas gracias, me alegro de que encuentres cosas que te gusten. En particular, este post pasó bastante desapercibido en su momento.
    Como buen primerizo, el blog va poco a poco, pero lo he cogido con ganas. Sobre todo, en los tiempos que corren en que todo está devaluado y no existe la memoria, creo que hacen falta espacios para recuperar lo bueno que se va dejando atrás.
    Gracias a ti por habernos encontrado. Un abrazo

  5. hacer pensar riendo, qué difícil es eso, pero los genios son capaces de hacerlo, y Chaplin lo era. Qué artículo, valdría mucho la pena una recopilación de tus artículos en un libro, Alfredo, espero que alguien te lo proponga algún día, tienes conocimiento y talento de sobra. Un saludo.

    1. Gracias, Sam. Si alguien me propusiera semejante cosa no sé qué haría (si llevo una semana con un artículo de ocho páginas comiéndome el tarro…). No creas que no lo he pensado, pero, honradamente, hay libros recopilatorios de artículos (Cabrera Infante, Javier Marías, por citar dos) que me parecen inconmensurables. Cualquier pretensión de similitud por mi parte me provoca sonrojo y no podría evitar verme como un pretencioso. Pero gracias de todas formas.
      Saludos.

  6. no sería raro, Alfredo, fíjate ya dónde has llegado, tu blog está entre los mejores por El Mundo y escribes también para cinissimo, y si miras el panorama editorial sobre cine… hay cosas de mucho nivel pero otras son tirando a flojas pero con muchas fotos, desde luego te harías tu hueco, porque además de conocimiento, rigor y amor al buen cine y a la vida sabes añadirle una chispa de humor. Los autores que dices, bueno, yo te entiendo, uno cuando lee algunas cosas se dice que ya no se puede llegar más lejos, pero creo que fue Vargas Llosa quien dijo que tan importante como decir algo nuevo es decir de nuevo. Para Llosa Shakespeare ya lo había dicho todo, pero él ha seguido escribiendo. Si tienes alguna vez la oportunidad aprovéchala, que la mereces. Que lleves una semana con un artículo sólo prueba que no te conformas con juntar cuatro tópicos y lugares comunes sino que quieres hacer un artículo digno y original, y por eso un libro sería muy valioso, espero que eso te llegue. Dices de nuevo y dices cosas nuevas, y lo dices con mucha vitalidad. Eso no abunda, y de pretencioso ¿por qué? Lo que pasa es que cuando se mira a lo alto a la mínima es fácil que te llamen esas cosas, pero ¿es mejor ser inconsciente, alienado, como mucha gente? No te compares con nadie, Alfredo, que tienes tu propio estilo y lo que haces tiene mérito. Yo con mis cosillas que he escrito, la verdad cuando leo cuatro versos de Neruda pienso en darle al botón de suprimir, pero luego me digo que quizá a alguien no le parezcan tan poca cosa. Yo soy muy crítico con mis cosas, y quizá a veces uno es el peor juez de uno mismo, no lo sé. ¡Cuántes veces un director reniega de su obra maestra, no está conforme, le añadiría algo, le quitaría! Es un buen síntoma, pero peligroso porque a lo mejor va y la quita de enmedio… es complicado, pero si el mercado editorial no te lo propone es que no tienen ni idea. Un saludo.

  7. Me he puesto colorado como una muñeca pepona, amigo Sam. Peco de perfeccionismo extremo (en dos años sólo he salido contento, satisfecho, de un post o dos como mucho), pero, no se trata de falsa modestia ni mucho menos, pero el otro día Carlos F. Heredero me comentaba que hay mucho hueco en Internet para el cine que sólo se asienta en la expresión de banalidades. Yo, por supuesto, no dije que tenía un blog, pero de inmediato me sentí parte de ese océano de banalidades. No sé si con justicia o no, pero me considero a años luz, por lo bajo, de aquellos que hacen amar el cine sólo con leer de él. Si yo me sintiera capaz de eso quizá me atrevería, pero lo dudo.
    De todas formas, muchas gracias. Tomo nota.

  8. por Dios, Alfredo, qué dices de formar parte de ese mar de banalidades! Yo tampoco me siento satisfecho de casi nada de lo que he escrito en los últimos 20 años, Alfredo, pero aunque mires a lo alto, por Dios, atrévete a decir que tienes un blog de cine, eso ya no es timidez ni falsa modestia, Alfredo, que tienes un blog del que te tienes que sentir orgulloso, que todo es mejorable, claro, pero es que aún tienes mucho que dar. Alfredo, puedes estar seguro de que eres de esos que hacen amar el cine sólo con leer de él, ahí tienes un montón de comentarios en tu blog que lo confirman, no soy sólo yo, y además comentarios de gente que tienen rincones en internet de nivel… a mí me has dejado muchas veces con la miel en los labios, voy tomando nota de muchas películas que comentas y casi paladeo de cómo las cuentas, pero que aún no he visto. El perfeccionismo está bien, pero la perfección es que los genios la alcanzan alguna que otra vez, y por eso son genios, pero no caigas por favor en el error de César o nada, tu blog es bueno y aún será mejor. Yo confieso que entiendo en parte que no le dijeras nada a Heredero, yo no hubiera sido capaz de decirle nada a Aguilar, me escribió él al mail, y aún me parece increíble, pero de no decir nada a que creas que formas parte de lo mediocre… Tú éxito es una prueba de que internet es también una cantera de talentos a punto de explotar, lo mejor que le ha ocurrido a la humanidad en mucho tiempo. En internet una persona a base de esfuerzo y talento puede levantar un blog como el tuyo, sin necesidad de entrar en los mecanismos empresariales, sin censuras, sin que medie el dinero. La crítica de Heredero sobre internet es la misma que se puede hacer a la televisión de hoy en día, pero internet es hoy más vivo que la televisión, hay más vitalidad en tu blog que en la mayoría de programas de la televisión actual. No quiero que te pongas colorado, pero hombre, que te consideres a años luz no significa que lo estés, somos ya bastantas los que te decimos que no estás años luz, que haces amar aún más el cine. Ojalá nos creas y creas más en ti mismo. Un abrazo.

  9. Gracias Sam. Recuérdame que te pague unas birras en cuanto haya ocasión. Más que falta de confianza yo prefiero llamarlo prudencia. No hay nada más insoportable que alguien que se tira flores a sí mismo: si llego a esos extremos algún día espero que alguien me abofetee.
    Gracias por todo. Un abrazo.

  10. No pretendo saber más que tú, precisamente tú, es sólo que me emociona que hoy, 2 de Febrero de 2014, se cumpla el centenario de la primera peli interpretada por Charles y quería mostrar mi emoción.

    1. Bueno, ya sabes más que yo, porque no tenía ni idea. Francamente, recelo del centenario (quiero decir, ¿cómo se sabe eso con seguridad en un tiempo en que no todo estaba tan tasado y certificado como ahora?), pero me uno, por supuesto. Total, algún día tuvo que ser, y este es tan bueno como cualquier otro.

Replica a 39escalones Cancelar la respuesta

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.