El solsticio de Ingmar Bergman: Sonrisas de una noche de verano

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Con esta deliciosa película de 1955, muy alejada de los caracteres que luego serán frecuentes en el cine de este director sueco y de los tópicos acerca de su densidad o inaguantable pesadez, Ingmar Bergman logró por vez primera el reconocimiento internacional y la crítica especializada volvió la vista al cine que se estaba desarrollando en el norte de Europa, hasta entonces sólo recordado por ser la cuna de actrices como Greta Garbo o Ingrid Bergman, directores como Dreyer o películas como la exótica La carreta fantasma, de 1927.
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