Alfred Hitchcock presenta – Bernard Herrmann

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Es imposible no hacer un homenaje a un compositor de cine que debutó con la música de Ciudadano Kane y se despidió con la banda sonora de Taxi Driver (artículo original, aquí).

Bernard Herrmann nació el 29 de junio de 1911 en la ciudad de Nueva York (EE.UU.) con el nombre de Max Herrmann, que finalmente su padre cambió por el de Bernard. Hijo de inmigrantes judíos rusos, Herrmann se vio avocado a la música gracias a la afición y voluntad de su padre, Abraham, que llevaba asiduamente a sus hijos a la ópera y a todo tipo de conciertos. El hermano pequeño de Herrmann, Louis, decidió orientar su carrera a continuar la profesión de su padre, óptico, mientras que Bernard se decantó por el estudio y la práctica de la música, decisión que se vio seguramente influida por un regalo que le hizo su padre cuando aún era muy joven: un violín.

Durante su época de estudiante en la Escuela Pública de Nueva York, Herrmann cultivó el gusto por la lectura y a los trece años descubrió el que más tarde siempre afirmaría que fue el libro que le hizo decidir su futuro profesional: Tratado de orquestación de Hector Berlioz. Fue compañero de clase Jerome Moross durante su estancia en la DeWitt Clinton High School, en la que ingresó en 1927 para comenzar a formalizar sus estudios en música. Durante esa época, Herrmann entabló relación con multitud de compositores americanos contemporáneos, como Copland o Gershwin, de los que intentó aprender todo lo que pudo acerca de su profesión. Cuando en 1929 Norteamérica se veía sumida en la Gran Depresión, Herrmann estudiaba composición y dirección en la Universidad de Nueva York, asistiendo como oyente a diversas clases en la prestigiosa escuela Juilliard. En 1930 se unió al Young Composers Group, con Aaron Copland a la cabeza, y en 1933 ya había dirigido en numerosas ocasiones a la New Chamber Orchestra, interpretando tanto composiciones propias como ajenas.

Gracias a su talento y a la experiencia adquirida en esos años, Johnny Green, director musical de la CBS Radio, lo contrató en 1934 como su asistente. Allí, Herrmann, al frente de la Orquesta Sinfónica de la CBS, dirigió la música que él mismo elegía para los distintos programas, ganándose el respeto de sus colaboradores y programando piezas originales que nunca antes habían sido escuchadas en la radio. Así, en 1937 fue elegido para componer y dirigir la música del serial radiofónico Columbia Workshop. A éste le siguió The Mercury Theatre on the Air, serie dramática, también de la CBS Radio, que casualmente dirigía un jovencísimo Orson Welles. Su siguiente colaboración en la radio fue la adaptación que Welles preparó del clásico literario de H.G.Wells La Guerra de los Mundos, que causó gran conmoción en todo el país (se emitió la víspera de Halloween y mucha gente creyó a pies juntillas lo que se les estaba contando, creándose una involuntaria y risible situación de pánico en muchas ciudades) y les dio gran fama y prestigio a ambos.

Su colaboración en La Guerra de los Mundos derivó en que Welles lo contratara para musicar la que sería la primera película para ambos (Welles como director y Herrmann como compositor). La cinta en cuestión no es otra que Ciudadano Kane (1941), film que marcó un antes y un después en la historia del cine y que dio como resultado una de las mejores composiciones del músico. La satisfacción lograda por ambos con este trabajo fue tal que, para su siguiente film, El Cuarto Mandamiento (The Magnificent Ambersons), Welles no dudó ni un instante en volver a llamar a Herrmann para que se hiciera cargo de la música. Sin embargo, el compositor vió su enorme ego herido cuando comprobó cómo el estudio había mutilado su trabajo en la edición definitiva de la película, por lo que ésta fue la última colaboración entre Herrmann y Welles, dos genios de marcado carácter que estaban destinados a no entenderse.

Entre esas dos obras, Herrmann compuso la banda sonora de otro film, All That Money Can Buy (The Devil and Daniel Webster), que le reportó su primer y único (increíblemente) Oscar, compitiendo consigo mismo y su Ciudadano Kane, y le garantizó un futuro prometedor en la industria cinematográfica. Sin embargo, Herrmann volvió a la Orquesta Sinfónica de la CBS, donde permaneció trabajando hasta que ésta se disolvió en 1951, creando multitud de piezas orquestales como Aubade (1933), Sinfonietta for Strings (1935), Moby Dick (1938), Symphony (1941) y The Fantasticks (1942). Aún así, Herrman continuó trabajando durante esos años para el cine gracias a los contratos que el director musical del estudio 20th Century Fox, Alfred Newman, le iba ofreciendo. De esta manera, Herrman fue contratado por Newman para realizar los scores de Jane Eyre (1943), Concierto Macabro (1945), Anna y el Rey de Siam (1946), El Fantasma y la Señora Muir (1947) y Ultimátum a la Tierra (1951). Más adelante, Herrmann colaboraría con el propio Newman en Sinuhé, el Egipcio (The Egyptian), aunque esta colaboración se debió a problemas de agenda del primero y no a un plan conjunto previsto y predeterminado entre ambos compositores.

Fue en 1955 cuando por fin comenzó uno de los binomios director-compositor más aclamados y fructíferos de la historia del cine: Alfred Hitchcock y Bernard Herrmann. Hitchcock ya había intentado trabajar anteriormente con Herrmann en los 40, concretamente en su cinta Recuerda (Spellbound), que finalmente musicó Miklós Rózsa. Su primera película juntos fue Pero… ¿Quién mató a Harry? y a partir de ahí, Herrman nos regaló una serie de obras inolvidables entre las que destacan el trinomio formado por Vértigo, Con la Muerte en los Talones y Psicosis, consideradas por muchos las tres mejores películas de Hitchcock y tres de los mejores scores de Herrmann. Otros trabajos en los que estos dos personajes colaboraron juntos son El hombre que sabía demasiado, segunda versión filmada por Hitchcock de la misma historia y en la que Herrmann tiene un cameo como director de orquesta en el Royal Albert Hall de Londres, Marnie, la ladrona y Los pájaros, que aunque no tiene banda sonora cuenta con el nombre de Bernard Herrmann entre sus títulos de crédito como Director de Sonido y Efectos Sonoros. Se dice que fue la discrepancia de opiniones entre los dos, ambos hombres de fuerte carácter, con respecto a esta película lo que agrietó su relación profesional, dando como resultado su separación definitiva en 1966, cuando el score de Herrmann para Cortina Rasgada fue rechazado por Hitchcock y el estudio, que buscaban algo más «moderno» y acorde con los tiempos (finalmente fue John Addison quien realizó el score).

Pero Herrmann no se llevaba mal con todo el mundo. Alguien con quién pareció encajar y disfrutar trabajando fue el creador de efectos especiales Ray Harryhausen, con quien colaboró entre otras en Sinbad y la princesa, La isla misteriosa y Jason y los argonautas, creando espectaculares y evocadores trabajos que se ajustaban a las imágenes a la perfección. Aunque menos conocidos, Herrmann también realizó diversos trabajos para televisión, como los scores de las series En los límites de la realidad (The Twilight Zone) y Alfred Hitchcock Presenta.

Herrmann ya se había ganado una nefasta reputación en Hollywood y el rechazo de su score para Cortina Rasgada fue la gota que colmó el vaso. De esta manera, Herrmann decidió trasladarse a Inglaterra, donde trabajaría con nuevos y prometedores directores que estaban comenzando por aquella época, como Brian De Palma (Hermanas, Fascinación) y Martin Scorsese (Taxi Driver). Precisamente, sólo un día después de finalizar las sesiones de grabación del score de Taxi Driver, Bernard Herrmann falleció mientras dormía.

Algunas anécdotas curiosas sobre Herrmann (nótese que todas tienen que ver con su peculiar carácter) son:

Cuando era pequeño, sus familiares lo llamaban Max, que era el nombre que inicialmente iba a tener. Esto lo fastidiaba sobremanera, ya que siempre afirmó odiar ese nombre.
Existe otro compositor llamado Bernard Herrmann de nacionalidad británica. Este hecho molestaba bastante al Herrmann norteamericano, ya que durante el perido de su vida en el que vivió en Inglaterra recibía por error numerosas cartas de fans del «otro Bernard Herrmann».
Son muchos los que afirman bromeando que uno de los ensayos de James McNeill Whistler, uno de los autores favoritos de Herrmann en su juventud, fue realmente inspirador para el compositor y ayudó a formar (o deformar) su carácter. El título de este ensayo no es otro que El gentil arte de hacer enemigos.

A Herrmann nunca le gustó ser considerado un compositor de cine, profesión que despreciaba y consideraba inferior o de clase baja. Él siempre se definió como un compositor que, ocasionalmente, hacía trabajos para el cine. Paradójicamente, hoy en día es mucho más conocido por sus trabajos para este medio que por sus otras obras.

Según la mayoría de sus amigos, Benny (como le llamaban) no era consciente de lo desagradable y poco amigable que podía llegar a ser, sin embargo, todos coinciden en describir su carácter como excéntrico, irritable e intolerante, aunque muchos piensan que, de no haber sido así, no habría podido transmitir tanto con su música.

Bernard Herrmann fue un mago de la música cuyo peculiar carácter marcó profundamente su carrera y le llevó a ganarse una mala reputación en los círculos donde se movía. Sin embargo, gracias a su enorme talento fue capaz de mantenerse a flote durante toda su vida consiguiendo un nivel altísimo en la mayoría de las composiciones que creaba. El lirismo con que están impregnadas sus obras es todo un punto de referencia para muchos autores actuales y su dureza y formas contundentes a la hora de transmitir tensión son envidiables. En la música de cine, por mucho que a él mismo le pese, Herrmann es todo un referente de la llamada «época dorada» y las dos décadas posteriores, siendo considerado hoy por hoy por muchos aficionados como el mejor y más grande compositor de bandas sonoras de la historia. Herrmann emocionaba y sigue emocionando cada vez que suena alguno de sus scores y eso es algo que jamás nadie podrá negar. Quizás la frase que mejor se adapte a este gran compositor sea el siguiente juego de palabras usado en muchas ocasiones para definirlo: Bernard Herrmann era un «genio»… con mucho «genio».

Ofrecemos aquí una de sus partituras más inolvidables, capaz de trasladar a sonidos armónicos los sinuosos recovecos mentales que provoca la psicosis.

Filmografía:

Taxi Driver (1976)
Obsession (1976)
It’s Alive! (1974)
Sisters (1973)
Endless Night (1971)
The Road Builder (1971)
The Battle of Neretva (1969)
Twisted Nerve (1968)
La Mariée était en Noir (1967)
Torn Curtain (1966)
Fahrenheit 451 (1966)
Joy in the Morning (1965)
Marnie (1964)
Jason and the Argonauts (1963)
The Alfred Hitchcock Hour (1962) Serie de TV (17 episodios)
Cape Fear (1961)
Tender Is the Night (1961)
Mysterious Island (1961)
Psycho (1960)
Journey to the Center of the Earth (1959)
The Twilight Zone (1959) Serie de TV
North by Northwest (1959)
Blue Denin (1959)
The Three Worlds of Gulliver (1959)
The 7th Voyage of Sinbad (1958)
The Naked and the Dead (1958)
Vertigo (1958)
Perry Mason (1957) Serie de TV
A Hatful of Rain (1957)
Williamsburg: The Story of a Patriot (1957)
The Wrong Man (1956)
The Man Who Knew Too Much (1956)
The Man in the Gray Flannel Suit (1956)
The Trouble with Harry (1955)
The Kentuckian (1955)
Prince of Players (1954)
Garden of Evil (1954)
The Egyptian (1954) (Compuesta en colaboración con Alfred Newman)
King of the Khyber Rifles (1953)
Beneath the 12-Mile Reef (1953)
White Witch Doctor (1953)
The Snows of Kilimanjaro (1952)
5 Fingers (1952)
The Day the Earth Stood Still (1951)
On Dangerous Ground (1950)
The Ghost and Mrs. Muir (1947)
Anna and the King of Siam (1946)
Hangover Square (1944)
Jane Eyre (1943)
The Magnificent Ambersons (1942)
All that Money Can Buy (The Devil and Daniel Webster) (1941)
Citizen Kane (1941)

9 comentarios sobre “Alfred Hitchcock presenta – Bernard Herrmann

  1. Bueno, parece que demasiadas veces la genialidad está reñida con el buen carácter ¿no?…no se puede tener todo.
    Magnífico «compositor ocasional de bandas sonoras» (no le ofendamos), me ha encantado recordar la de Psicosis que considero genial, si señor.
    Tendré que hacer por escuchar alguna mas de esa larga lista que has dejado para situarlas ya con nombre propio.
    Empezaré por Ciudadano Kane, que me ha intrigado. No la recuerdo…
    Buen día escalones.

  2. Pues sí, parece que es requisito imprescindible para ser artista de primer orden el ser también un poquitín borde.
    Ya verás ya, como con un par de acordes te viene a la cabeza enseguida la música de «C. Kane». Excelente debut, y qué decir de la retirada…
    Besos

  3. A veces el recuerdo que te queda de una película es la banda sonora, que puede llegar a ser mejor que la propia película. Desde luego es imprescindible.
    Un abrazo.

  4. Tienes mucha razón, incluso en algún caso es lo único a rescatar de algunas películas. La música es el 50% del cine, sin duda. ¿Qué sería de, por ejemplo, «Lo que el viento se llevó» sin su música?
    Abrazos.

  5. La escena de la ducha tiene historia. Primero, fue la que más costó rodar, segundo, se dice que no la rodó Hitchcock, sino Saul Bass (el inventor de los títulos del que hablé el viernes pasado), tercero, es una obra maestra de ingeniería cinematográfica, 76 planos distintos encadenados, y último, justificó el uso del blanco y negro en la película porque resaltaba demasiado la sangre roja en la bañera blanca.
    Y la música de ese instante, soberbia. Son sonidos convertidos ya en clásicos musicales mundiales.
    «Taxi Driver», gloriosa.

    Besos

  6. Genial biografia de otro genial artista, un gran trabajo de documentacion por su parte, me ha encantado. Siga con su trabajo, estoy aprendiendo mucho gracias a su blog

    Un efusivo saludo!!!

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