Son inusuales los casos en los que un cineasta, con poco más de una docena de películas, haya influido de manera tan importante y decisiva en la Historia del cine. Por eso, la sombra de Stanley Kubrick, cuya grandeza como creador es paralela y directamente proporcional a sus rarezas personales, es, y seguramente seguirá siendo, tan alargada. Su filmografía, aun con diferencias de consideración en algunas películas concretas, suele tenerse por un catálogo de obras maestras, al menos la práctica totalidad de sus cintas suele recibir tal calificativo, y su estilo y su riqueza narrativa han creado escuela.
Caso ejemplar es The killing, considerada como la mejor de sus películas, titulada en España Atraco perfecto, film de 1957 que puede suponerse sin mucha dificultad como la película de cabecera de Quentin Tarantino durante la gestación de sus primeros éxitos, de sus mejores virtudes, la estructura narrativa y la riqueza en los diálogos. Porque Reservoir dogs o Pulp fiction, las dos grandes películas de Tarantino, seguramente no habrían existido, o al menos, no así, si Kubrick no hubiese filmado este magnífico thriller.
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