La noche americana del gran Truffaut

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Esta magnífica película rodada en 1973 por François Truffaut, cinéfilo antes que director, apasionado antes que crítico, es su personal homenaje al arte del cine, y en concreto, al proceso de rodaje de una película, además de ser una completa delicia de principio a fin para quienes sentimos una atracción infinita por las historias de cine dentro del cine. Como homenaje personal, Truffaut escogió centrar la trama, no en los escenarios, modos y maneras de la nouvelle vague que él mismo contribuyó a generar, sino en el Hollywood clásico que corresponde a las grandes películas que hicieron nacer en él el amor por el cine. Principalmente Truffaut centra ese homenaje en la creación cinematográfica, no como un arte, sino como un ejercicio de elaboración, como un trabajo manual, un puro producto de artesanía (desde luego, el rodaje de la película que constituye el centro de la trama no es precisamente el de una obra maestra que vaya a quedar para los anales de la historia). Es decir, que nos muestra el cine no desde el punto de vista del resultado final, sino desde el complejo proceso de trabajo colectivo que conlleva la creación cinematográfica, mezcla del resto de las artes, y la necesaria conjunción de esfuerzos y resultados de los que depende que una película adquiera una forma definitiva u otra.

Para ello, un Truffaut optimista retrata la colectividad del rodaje de manera amable, un compendio de buenas relaciones y de camaradería completamente distinta a la imagen que del cine dentro del cine han dado otros directores como Godard o Altman, un grupo humano al que dedica una mirada agridulce repleta de lecciones vitales, elucubraciones acerca del amor, del desamor, del abandono, de la necesidad y la falta, pero también sobre el sexo sin amor, la infidelidad y las inseguridades humanas en las relaciones de pareja. Jacqueline Bisset está estupenda (en todos los sentidos) como la actriz felizmente casada que ve su mundo patas arriba cuando otro actor (el recurrente en la cinematografía de Truffaut Jean Pierre Leaud) hace pública su relación, Jean-Pierre Aumont realiza una interpretación eficaz, muy sobria y contenida, Natalie Baye está fantástica como ayudante del director, haciendo gala de enorme equilibrio y tranquilidad, e incluso el propio Truffaut como director (de nombre Ferrand) está excelente (se reserva una de las escenas más bellas e icónicas de la cinta, cuando deja caer sus libros sobre cine al son de la música de George Delerue, la cual se escucha por el hilo telefónico, una forma magistral de rodar una simple escena de vida cotidiana con un profundo lirismo).

Pero a Truffaut le interesa lo efímero, lo provisional, lo transitorio de esas relaciones entre personas a las que ha unido un proyecto cinematográfico que, como todos, no es más que producto de una cadena imprevisible de azares y casualidades, como si el plató de cine fuera un pedazo autónomo de vida con principio y final, donde cabe lo alegre y lo frágil, los sueños y anhelos, las esperanzas, los miedos y las inseguridades, lo frívolo y lo profundo. La película denota por todos lados el profundo cariño que Truffaut puso en ella, una mirada nostálgica pero al mismo tiempo conciliadora con lo que el cine también es, el negocio, y con el hecho de la fama y el aspecto público de quienes intervienen en él (la escena en la que un tipo acusa a los trabajadores del cine de desvergüenza).

Finalmente, La noche americana es un compendio de todas las teorías de Truffaut sobre el estilo cinematográfico, y un resumen de su técnica cinematográfica. La película, poco llamativa en cuanto a la acción y a la fuerza de los diálogos, huye de la ostentación, de lo dramático, de la riqueza visual, apostando por la sencillez y la ligereza como forma adecuada de retratar las situaciones corrientes y normales que viven los personajes, sólo rotas con algún episodio melodramático (como la muerte del personaje de Alexander) que sirven para acentuar los pequeños placeres del ser humano, la intimidad, la complicidad, los amores, la comedia de la vida. En suma, todo un homenaje de Truffaut al cine, a la vida. A su vida. El director francés obtuvo el premio de la Academia a la mejor película de habla no inglesa, y nominaciones como mejor director y mejor guionista. Todo un reconocimiento merecido por su forma de ver el cine, por su forma de retratar la vida misma.

25 comentarios sobre “La noche americana del gran Truffaut

  1. En realidad es un affaire casi profesional más que político, como quisieron verlo otros. Creo que vino por el presunto plagio de Bardem, las supuestas similitudes entre «Muerte de un ciclista» y una película previa de Antonioni. Truffaut, dentro de su actitud crítica en general contra el cine español cuando estaba en «Cahiers de cinéma», fue especialmente duro con Bardem en ese aspecto, cosa en la que, sin embargo, muchos otros críticos, viendo algunas correspondencias entre ambas películas, no se atrevieron a ser tan categóricos y sí reconocieron el valor de Bardem como creador.

  2. Esta de Truffaut no la he visto, me la apunto, hay tantas películas buenas que no he visto… todo por falta de tiempo… lo que decía en otro post mío, que el curro me quita mucho tiempo y no debería ser lo primero 😛

  3. Tienes toda la razón: es nostalgia, y cariño puro el que este hombre siente por el cine; pero no pude, me toca verla por trozos, casi bostezando a veces; se me hizo pesado el digerir la trama… y puede ser que sea cuestión de volver a dirigir el cariño: algo así; es como un abismo cuando uno mismo no entiende lo que tienen para darnos, porque buscamos otras cosas. Y por ello se tiene que ser un poco más cuidadoso; o lo tomas o lo dejas…..

    abrazos!

  4. Es que AdR, esa falacia de que el trabajo hace al hombre, que dignifica, etc., es una trola como un templo. La prueba es que durante toda la Historia de la Humanidad los privilegiados son los que han trabajado lo menos posible. Te recomiendo la película; no es espectacular, pero sí toca la fibra.

    Malvisto, no te creas, que no me sorprende nada. El cine francés a veces tiene estas cosas. Pero seguro que si te pilla en el día bueno, la disfrutas.
    Abrazos

  5. Eres un amor, 39. Desde otras miradas la mirada propia crece. Estoy de acuerdo contigo en todos los puntos y me gustaría preguntarte algo, ¿no te parece que aquí Truffaut se «acerca» mucho a la manera de expresarse de Bergman y que es menos Truffaut que nunca»

    Gracias por darme tu versión de los hechos.

    Un abrazo mega.

  6. Tú sí que eres, Sonia… Estoy muy de acuerdo en que Truffaut se sale un poco de su estilo habitual, que esta película va un poco por libre. Creo que tiene mucho que ver con que en algunas de sus otras películas rasca en su propia memoria para extraer cosas, y en ésta lo que hace es volver una mirada sincera a su pasíón de niñez, adolescencia y madurez. No sé si llega a acercarse estilísticamente a Bergman, que está muy salpicado de una estética, una profundidad y un ritmo muy acordes con las tesis ideológicas de sus películas, que son diametralmente opuestas a las ideas de Truffaut; pero fijándome en lo que dices lo veo más cercano a un director francés muy influenciado por los directores nórdicos, sobre todo por Dreyer, y que es Robert Bresson, «Un condenado a muerte se ha escapado» y todo eso.
    Gracias a ti.

    Un abrazo hiper.

  7. Mira, esta recuerdo haberla visto varias veces. He de decirte que me resulta hasta entrañable ( no sé el motivo: quizá la reponían en TV por algun motivo especial y se me ha quedado grabada) pero creo que es momento, como me ocurre siempre, de que la revise tras tu post.
    PD Pero que estupenda es la Bisset, rediez.

  8. Me alegro que ésta sí la recuerdes, porque como recuerdo cinéfilo, es de los mejores. En lo de la Bisset, yo debo decir «era estupenda» (su carrera ha dado mucho menos de lo que prometía).

    Besos

  9. Bueno, Noemí, no sé si a él eso le haría mucha gracia precisamente… Pero aquí, que enseguida encumbramos mediocridades y condenamos a quienes sí tienen cosas que decir, no nos vendría mal un puñado de tipos como éste.

  10. En efecto, aunque la idea le viene de muy atrás. Sólo con el pequeño salto fuera de Francia que supuso «Fahrenheit» pudo por fin permitirse un presupuesto que le permitiera llevar a cabo el proyecto.
    Saludos.

  11. ¡Qué bella película! ¡qué hermoso y amoroso homenaje al cine mismo! Tengo entendido que Spielberg quedó prendado de esa película y de allí nació una amistad que hizo que Truffaut hiciera un papel especial en «Encuentros cercanos del tercer tipo». También encuentro afinidades temáticas, no estilísticas, con «8 y 1/2» de Fellini. Felicitaciones por tu comentario, 39

  12. Gracias, Flora. Más que una amistad, fue una relación circunstancial; a Spielberg le parecía Truffaut el paradigma de cineasta culto y preparado intelectualmente que él no era; a Truffaut Spielberg le hacía gracia. Le entretenían sus películas, alguna incluso le gustaba mucho, pero si lees algo sobre su relación durante la película que comentas, amistad quizá sea una palabra un poco fuerte.
    En cuanto a las películas que citas, en realidad todo el metacine tiene que ver entre sí.

  13. Es maravillosa, es una de mis películas preferidas del cine dentro del cine. Es un filme que he visto varias y veces y que hace tiempo que no veo. Acabas de despertar mi necesidad de reencontrarme con el maestro.

  14. Pues Aythami, tú sabrás por qué, y me parece muy respetable, pero no hay comparación, me temo. Más que nada, porque la película de Fellini es onanismo puro, abigarrada, abstrusa, excesiva, megalómana. No es cine para el público, sino para sí mismo. Y lo peor de todo: aburrida. Sus puntos de partida son sublimes; su ejecución, contraproducente.

    También lo es mía, mi querido Alfie, y a ella vuelvo de vez en cuando, también por necesidad, no te quepa duda. Y qué guapa está la Bisset…

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