Durante años, Robert Ressler, especialista en psiquiatría del FBI de Estados Unidos luchó contra la obcecación de sus superiores a efectos de convencerles de la necesidad de pensar en los asesinos psicópatas como en un fenómeno de delincuencia propio, diferente al de los homicidas comunes, que necesitaba estudios, análisis y atenciones especiales y precisas, a fin de poder conocer mejor el funcionamiento de este tipo de criminales y poder, si no prever su aparición, cosa imposible, si minimizar los efectos de su conducta homicida. Fruto de sus entrevistas con asesinos en serie y de sus estudios acerca de los más legendarios criminales de la Historia y de la vida criminal de las últimas décadas de Estados Unidos (Ed Gein, Ted Bundy, John Gacy, el carnicero de Milwakee, etc.), surgió la Unidad de Ciencias del Comportamiento del FBI, especializada en la captura de asesinos múltiples, en serie, sistemáticos y psicópatas (tipologías diferentes de criminalidad en cuya distinción no vamos a entrar). En Robert Ressler (del que, por cierto, aparece un trasunto en la excelente y monumental novela de novelas 2666, del chileno Roberto Bolaño) se inspira el personaje de Jack Crawford que interpreta Scott Glenn en El silencio de los corderos.
Esta película de 1991 es un hito del cine de suspense-terror. Pero, cosa que mucha gente no sabe, no era la primera película sobre el psiquiatra caníbal Hannibal Lecter. Este honor le cabe a esta película rodada en 1986 por Michael Mann, por aquel entonces director de la famosa serie televisiva Miami Vice (Corrupción en Miami) y luego especializado en cine de acción (por ejemplo, Heat), que adaptó la famosa novela de Thomas Harris El dragón rojo, nuevamente llevada al cine una década después (con Anthony Hopkins, Edward Norton, Harvey Keitel, Philip Seymour Hoffman o Ralph Fiennes) aprovechando el tirón del éxito de la cinta de Johnattan Demme de 1991. En esta primera aproximación a la figura de Lecter, el veteranísimo Brian Cox (Agenda oculta, Match Point, entre otras muchísimas películas) interpreta al famoso psiquiatra, y un excelente William Petersen (el famoso jefe de equipo de la serie CSI Las Vegas) da vida al agente Graham, inspirado igualmente en Ressler. En esta película el FBI intenta convencer al agente Will Graham para que vuelva al servicio ante una oleada de truculentos asesinatos que se están sucediendo, en el pensamiento de que su profundo conocimiento de la mente de este tipo de criminales puede ser muy útil para su captura. Para ello, sería de gran ayuda entrevistarse con Hannibal Lecter, el último criminal que Graham ayudó a capturar y cuyos juegos mentales llegaron casi a destruirle, viéndose obligado a pedir un retiro voluntario del servicio. A partir de ahí se sucede un juego psicológico entre ambos personajes, salpicado con terroríficas puestas en escena de rocambolescos crímenes y enfermizas patologías que no se limitan tan solo a los presuntos criminales, sino que terminan afectando a quienes les persiguen, con un guión preciso y sólidamente fundamentado por especialistas y un ritmo firme que explota a la perfección el interés creciente y los momentos de clímax.
Vibrante thriller, de atmósfera inquietante y de estilo preciosista, en el que destacan las interpretaciones de los actores principales (que, además de los mencionados, incluyen a Dennis Farina o a Joan Allen), en especial la extrema frialdad de Cox (obvia inspiradora de la caracterización de Hopkins apenas cinco años más tarde) y la intensidad emocional de Petersen, diluido ahora en mero comparsa de una serie televisiva y que sin duda pudo dar mucho más de sí.
Una película que, además de erigirse en uno de los mejores thrillers de los ochenta, ha contribuido de forma decisiva a la elaboración de una estética y de unos tópicos luego repetidos hasta la saciedad tanto en el cine (El coleccionista de amantes, por citar una de los más vulgares remedos) como en la televisión (como la estupenda serie Millenium, de Chris Carter). Para terminar, un aviso para navegantes: a todos los enamorados de El silencio de los corderos, a todos los entusiastas seguidores de una serie que nunca debió pasar de la primera entrega, o también a todos los que se estremecieron con las andanzas de Lecter, Clarice Starling y Buffalo Bill, una advertencia: no habéis visto nada, no os habéis asustado aún si no habéis visto Manhunter.
Estoy de acuerdo con la valoración de la película, yo recuerdo haberla visto de pequeño en alquiler con mi tio, me gustaban estos thrillers de calidad, curiosamente no recordé apenas la película cuando se estrenó «El silencio de los corderos» (quizás un poco mejor que Manhunter), hasta que las relacionaron, después le di la oportunidad de un nuevo visionado y me gustó aún más. Buen thriller, sin duda.
Saludos
Tienes razón, Iván, incluso hay otros thrillers de esa época bastante decentes (como «Los crímenes del rosario», que aun siendo notablemente inferior a ésta, es bastante resultona, pero hay muchos otros títulos). Yo con «El silencio de los corderos» tengo una opinión contradictoria que emitiré en su momento.
Un abrazo.
Pues esta no me la pierdo (cuando la encuentre, claro) porque El Silencio de los Corderos me dejó clavada en la butaca…(aunque no he seguido la saga. Sinceramente no tenía confianza en que mereciese la pena..y por lo que cuentas fue un buen pálpito).
Besos.
Toy temblando, el actor se parece a un ex-vecino mío muy rarito.
La veré pero con precaución, que las pelis de psicópatas me dan un miedo!!!
kisses
LaMima, te gustará, seguro. Hiciste bien en evitar las demás, sobre todo el otro «Dragón Rojo».Besos.
Entrenómadas, por favor, prepara un post sobre tus vecindarios y ex-vecindarios, ya. A lo mejor un post es poco; igual sería mejor una película.
Besos.
esperaba un post sobre la peli Noviembre….ja,ja,ja…abrazos.
Alfredo, amigo, a mi este tipo de pelis me dan un mieeeedooo .. que ya estoy temblando.
Me acuerdo de pequeño en Irlanda veíamos alguna peli de miedo y me subía por los sofas, me mordia las uñas y hasta cerraba un ojo tapándome el otro para ver más pequeñito.
¡Oye, que no miento!! que me dan un miedo. la de Hannibal, me gusto aunque como tú tengo opiniones contradictorias. Aún así, el papel lo bordó Hopkins. Es un actor que me gusta, se mete mucho en la piel de sus personajes.
Esta que aquí recomiendas, no la he visto, pero te prometo que la veré, aunque me tenga que subir a un sofá. ¡Qué miedo! Cerraré los cerrojos, mirare por debajo del sofá, hasta debajo de la cama para cerciorarme que no me siguen.
Bueno, Alfreo, amigo mil gracias. Me voy de viaje. Hasta el lunes.
Un abrazo,
Fernando, para que no te quejaras decidí omitir «Noviembre» y «Noviembre dulce» y tampoco puse la música «November rain»… Ya ves que me preocupo por tus ataques nostálgicos…
Un abrazo.
Diego, personalmente nunca entiendo a la gente que siente miedo en el cine… ¡si todo es mentira! A mí me gustan, me relajan, a veces porque son muy malas y te ríes mucho, y otras para descargar tensiones. Yo apuesto por el uso terapéutico del cine de terror cuando se sabe enfocar bien. Mano de santo.
Un abrazo.
Alfredo, amigo, ¿qué no me entiendes? sólo hay que ponerse en la piel del otro para conocer su sentir. Esto es tener, lo que llaman, empatía emocional.
Me alegro, que en tu caso, te sirva de terapía. Ya intentaré superar mis fobias y miedos enfocando bien.
Un abrazo,
Yo tengo el mismo problema que Diego, lo paso fatal viendo estas películas, mi marido me dice: «distanciamiento crítico», pero yo ni distanciamento ni ná, me meto en la situación y a sufrir. Para ver el Silencio de los Corderos tuve que obligar a mi hermana a que me la contara primero y cuando ya sabía lo que me esperaba la vi. (Se guardó de contarme algunas cosas y pegué algún salto en la butaca). Así que para ver ésta no sé cómo haré, tengo que buscar un conejillo de indias que la vea primero y me informe.
Qué desperdicio el Petersen en CSI, mira que tiene un papel soso, con el partido que le podían sacar.
Besos.
Lucía, si te fijas en el amigo Petersen, cuando camina sólo le falta el caballo en medio (sus problemas de salud también han influido en su carrera), es el tipo más garroso que he visto nunca, lo cual limita al mínimo sus apariciones de cuerpo entero.
Fíate de mí, ésta es menos cruda de ver que las siguientes, de verdad te lo digo, y desde luego, nada que ver con la posterior deriva pseudo-gore de la serie Lecter.
Besos
Upa!, pues estos thriller bien llevados me enganchan. Me gusta esta clase de películas en las que uno se sumerge en las pistas, en los rastros, en las cacerías…. qué bueno. 😉
Y si existe un criminal grande y bien interpretado: pues ya solo hay que ir por las palomitas.
A mí también, Malvisto, me lo paso bomba con un malo malísimo criminal inteligente y lúcido que vuelve a todos locos. Sobre todo cuando las pistas incluyen despistar también al espectador…
Abrazos
PS. Yo no soy nada de palomitas; no me gusta comer mientras veo cine (ni que los demás coman, pero tú tienes permiso).
Yo tampoco soy mucho de comer mientras veo una película, y si es en casa menos aún, alguna vez me ha pasado que el sonoro ruido de las patatas me ha impedido escuchar algún dialogo y he tenido que retroceder para escuchar la conversación, aunque bueno, siempre se puede elegir algún film mudo, o en su defecto, alguno actual que mejor sería que fuera mudo.
Por cierto, a mi de las secuelas del Silencio de los Corderos, la de Hannibal me resultó entretenida, debo reconocerlo, la del Dragon Rojo provoca miedo, y no precisamente por el argumento, ya me entienden.
Saludos afectuosos
Curiosa mezcla de cine y comida, película + patatas + Hannibal… ¿No es en «Hannibal» donde Hopkins toma pinchitos morunos del cerebro de Liotta después de abrirle el cráneo en plan abrelatas? Eso sí que impide comer mientras lo ves… Vi gente incapaz de terminarse el paquete de palomitas.
Un abrazo.
http://www.nytimes.com/indexes/2007/12/02/style/t/index.html#pageName=02portman_img
Lucía, hija, recuérdame que en una vida ulterior te adopte. Ya me las encuentras por ahí sin que te lo pida, me lees el pensamiento. Oye, lo tuyo es algo serio.
Gracias infinitas y continuas inclinaciones, postraciones y reverencias agudas. Besos.