«Un tipo se tira por la ventana desde un piso cincuenta. Mientra va cayendo piensa: de momento, todo va bien, de momento, todo va bien… Lo importante no es cuánto tiempo estás cayendo, sino cómo aterrizas.»
(…)
– En la escuela me enseñaron que el odio engendra odio.
– Yo no fui a la escuela. Soy de la calle, y en la calle te enseñan que si pones la otra mejilla te dan por el culo.
Son fragmentos del guión de La haine, dirigida en 1994 por el actor y director francés Mathieu Kassovitz (recordado joven romántico en Amelie o sacerdote contestatario ante la tibieza vaticana frente al nazismo en Amén, de Costa Gavras, o director de Los ríos de color púrpura, exitoso thriller francés). Esta película rodada en un espléndido blanco y negro, de ritmo trepidante y de un guión que roza la perfección fue su sorprendente debut (premio a la mejor dirección en Cannes), y a diferencia de lo que podía esperarse vista su carrera como actor deslumbró con esta demoledora crítica de la sociedad francesa de finales de siglo XX.
La película cuenta 24 horas de la vida de tres jóvenes, Vinz (fenomenal, impresionante Vincent Cassel), Saïd (Saïd Taghmaoui) y Hubert (Hubert Kounde; nótese la conservación de sus nombres auténticos para la caracterización de los personajes), que malviven en el parisino suburbio de Les Muguets trapicheando, deambulando por ahí, sin trabajo, sin estudios y sin futuro más allá del día a día. Pero hoy es distinto, porque los suburbios marginales de la Ciudad de la Luz, que aparece hermosa y refulgente en las postales para turistas y reparte imágenes de glamour (sea lo que sea que quiera decir eso) y placeres sibaritas por todo el mundo, amanecen tomados al asalto por la policía, prácticamente en estado de sitio. La razón no es otra que el agitado y violento combate nocturno que las fuerzas de seguridad han librado contra un ejército de jóvenes de esos barrios tras la paliza que Abdel Ichah, de sólo 16 años, ha recibido en una comisaría de policía y que le ha ocasionado heridas que lo tienen a las puertas de la muerte, repitiendo la vieja ecuación «brutalidad policial = revuelta cada vez más violenta», un siniestro bucle que de vez en cuando, desde la lejana fecha de los sesenta, sacude la vida nocturna de París y otras ciudades de Francia y extiende en el tiempo un cúmulo de desgracias anónimas, con policías mutilados o impedidos, jóvenes muertos por disparos, y una solución que no llega y que nadie pretende que llegue para un problema sepultado bajo la alfombra de la hipocresía.
El retrato de las andanzas de estos tres jóvenes por la geografía que habitan es impresionante: los bloques graníticos hechos con molde, los descampados, las azoteas, los parques solitarios y sombríos, las plazas de juegos infantiles abandonadas, tomadas por los camellos y traficantes, por los vendedores ilegales, por todo aquel que tiene algo que ofrecer a cambio de unos francos o de género para revender, túneles subterráneos llenos de graffitis, paradas de metro cerradas de madrugada, vehículos policiales haciendo la ronda, y entre todo ese paisaje, grupos de jóvenes que pretenden sobrevivir como pueden en un ambiente hostil, donde el amigo puede convertirse en enemigo en apenas unos minutos, donde el lenguaje es un ladrido permanente, donde no llegan las ayudas sociales, las ofertas de empleo, la inserción social. Son Los olvidados del próximo siglo XXI, los marginados para los que las reglas de la moral burguesa, lo bueno y lo malo, lo bonito y lo feo, no significan nada, no cuentan cuando de luchar por la supervivencia diaria se trata. La frustración, el rencor, la imposibilidad de abrirse un camino, la lucha estéril por lograr algo que les está vedado es el criadero del odio. El brazo secular de esa acomodaticia sociedad que les niega lo que a otros regala será el objetivo máximo de la lucha: la policía, que a su vez, comprendiendo las causas profundas de la situación se ve en el drama de tener que responder a palos cuando la extrema violencia de los jóvenes supera el límite de paciencia que todo ser humano tiene, y es partícipe también de esa frustración al entender que no puede dar ninguna respuesta coonstructiva al problema, y que el propio poder la utiliza para el camuflaje, el ocultamiento, el borrado de la contestación social a un mundo injusto, obligada a actuar como carne de cañón que hace el trabajo sucio que nadie debe ver.
La policía y los jóvenes, ambos víctimas del mismo orden, establecen así una lucha sordomuda, latente, continua, una guerra civil en toda regla en la que las víctimas somos todos los que no pertenecemos a consejos de administración u obtenemos dividendos en la bolsa, el odio alimentado con odio, la violencia como única forma de sacudirlo, ejercida contra quien se tiene más a mano, la frustración convertida en venganza ciega, en explosión de instintos reprimidos, en protesta contra la injusticia de la vida, la falta de ayuda, y también contra la ausencia de la propia capacidad de los jóvenes para luchar por otro futuro con otros medios, el rechazo a un orden moral impuesto por quienes comen cada día y no tienen que preocuparse por el futuro de sus hijos y que no da respuesta a la insatisfacción de quienes se quedan fuera. Los tres muchachos alternan con otros de igual calaña en su barrio, se pelean, se insultan, discuten, se evaden… Pero también hay lugar para comprobar que bajo el telón de tanto odio, de tanto rencor, hay sitio para los sentimientos sinceros, la amistad y la camaradería, aunque haya que disimularla por el qué dirán.
24 horas en la vida de unos chicos de los suburbios es el plazo que Kassovitz da para encontrar una solución a tanto odio, y para ello utiliza metafóricamente la pistola que un policía ha perdido durante el combate nocturno y que ha caído en manos de Vinz, que pasa el día intentando decidir contra quién va a utilizarla como forma de vomitar toda su violencia contenida, sin darse cuenta que matar a un policía con su propia arma no sería más que otra calle sin salida, una nueva frustración aún mayor cuando comprobara que nada se ha solucionado con esa muerte, que su vida sigue siendo igual de precaria, que Les Muguets siguen siendo un suburbio marginal. La esperanza la ponen Saïd y Hubert, que aun habiendo crecido en el mismo ambiente hostil, son más contenidos, más comprensivos, tienen mayor capacidad de asombro, de imaginación, de evocación, aunque serán devorados por la misma vorágine de la que no pueden escapar, al igual que los policías bienintencionados que sucumben igualmente al clima de odio. En ese aspecto la dura escena final es el mensaje de pesimismo que Kassovitz envía: las víctimas siguen siendo las mismas, cambian las generaciones, los rostros de los jóvenes y de los agentes del orden, pero siguen y seguirán muriendo o sufriendo por ambos lados, y alimentando un odio recíproco que debería dirigirse a otros estamentos.
A la vista de los hechos, Kassovitz no se equivocó. Aún hay restos en los descampados de las marginadas afueras de París con rescoldos de las últimas revueltas de años atrás, con un ministro del interior, el actual Presidente Sarkozy, personajillo de las revistas del coeur que pasea sus asuntos privados en primera plana, vomitando su odio desde la prensa hacia la «gentuza» que «altera» el orden y la ley, como si el capitalismo salvaje que deja fuera a un 30% de jóvenes (en algunas áreas suburbiales de París el desempleo entre la juventud llega a superar el 70%) no supusiera alterar ese orden, o algo peor, el derecho de una vida plena de una parte importante de la sociedad, no ya inmigrante, sino francesa. Francia, tesoro de la cultura y sabiduría mundiales, origen último del modelo de democracia en el que vivimos (y vuelvo a dejar fuera intencionadamente la revolución americana, pese a ser anterior), es al mismo tiempo un país socialmente anclado en un orden antiguo, anquilosado en los cincuenta, sin respuesta para los franceses de segunda y tercera generación, y ni que decir tiene, tampoco para los inmigrantes. Potencia colonial de baratillo (las colonias importantes siempre eran británicas, los eriales, los yermos y los pedregales eran colonias francesas), Francia se nutrió para las dos guerras mundiales que padeció de carne de cañón de las colonias, fomentó su inmigración a Francia para reconstruir el país tras 1945, se benefició del trabajo y los negocios de toda una generación de senegaleses, argelinos, marroquíes, vietnamitas, camboyanos, cameruneses, chadianos, congoleños, guineanos, polinesios, antillanos o mascareños, pero olvida a sus hijos, nacidos franceses, hijos de quienes es esforzaron por la metrópoli buscando una vida mejor, los abadona en bolsas de marginación y los cataloga como presencias incómodas, como recién llegados que no optan al derecho de ser plenamente francés. Su protesta, su frustración, su odio por la injusticia de un orden que se aprovechó de sus padres y quiere deshacerse de sus hijos, es el odio del que nos habla Kassovitz, el mismo que Sarkozy contribuyó a encender. Kassovitz nos dice que Vinz, Saïd y Hubert son tan seres humanos y tan franceses como los policías, y también como esos personajes que no aparecen físicamente en la película, pero que son protagonistas: quienes gracias a ese odio enconado en los niveles más bajos de la sociedad viven tan a gusto sus cómodas vidas sin sobresaltos ni tensiones, quienes intentan apagar el fuego con gasolina, quienes saben que hay que mantener la pelea en otro campo para que nunca llegue a donde debe. En fin, Los «Sarkozys» de este mundo.
Es un peliculón de la vida de unos individuos callejeros chungos. Muy guays, me va la temática como la vida misma. Los rescoldos del capitalismo y demás. Es lo que hay.
Gran post.La fuerza de tu texto es similar a la de esta película.
Mira que llegan a ser necesararios estos filmes;tema delicado y complejo,porque es fácil caer en falsos moralismos,dulcificando el carácter de los marginados,o llevarlos al otro extremo,considerándolos como basura.Los olvidados de Buñuel marcaría un antes y un después.Cuando vemos el cuerpo de Pedro arrojado a un vertedero y la cámara mira hacia las frías estrellas del firmamento;nos está diciendo que ante la inmensidad y la brutal naturaleza todo está justificado.
Perdona por el paréntesis,pero cuando veo películas tan buenas como El odio,mi punto de partida para la reflexión es siempre el chico de Buñuel y las estrellas.
Un fuerte abrazo,amigo.
Anónimo, efectivamente, es lo que hay, por desgracia.
Gracias, Francisco. A mí me parece una obra magnífica, que tiene muy lejos eso de «pasar de moda», por desgracia, y que se ajusta muy bien a lo que nosotros mismos podemos esperar de nuestra propia sociedad en un futuro que ya está aquí.
Buñuel es un excelente punto de partida para casi todo.
Abrazos.
Como ya te había dicho ncreiblemente esta película me la perdía, me la veía cortada, mal doblada, o subtitulada. Me la perdi en cartelera, por dvd, por vhs, en telepago, etc. Hasta hace poco la pude ver completa. Y me ganó lo implacable y lo frenético que es el pulso. El final es bárbaro: se revuelcan las tripas. Aquí no hay medias tintas, como no lo hay en lo que se podría llamar vida real, aunque de real no tiene nada. Tu buen análisis hace que el cine salte la varda y vaya a preguntarles a los mismo protagonistas del día a día porque está bien que un prseidente se conotonee con una modelo de piernas fáciles. No, aquí el cine es mucho más real que cualquier otro día común y corriente.
abrazos…
Malvisto, me alegra que por fin pudieras echarle el ojo. Es vertiginosa, vibrante, y dolorosa. Muy real, demasiado.
Abrazos
qué gran película, y un comentario a su altura, lo que no es fácil, felicidades y me doy una vuelta por el nuevo blog, también es interesante la lengua de las mariposas… Saludos.
Gran comentario, todo lo que se le pasa a un@ por la cabeza viendo esta película lo has puesto tú en esta entrada… y es cierto: no se andan con medias tintas. Yo vi esta película en clase de sociología en segundo de bach. (luego vino un debate sobre el asunto) y es impactante de principio a fin… ¿Qué te parece que cada cierto tiempo vaya indicando la hora? A mí me ponía nerviosa, aumentaba la sensación de que algo (algo mucho peor de lo que había ocurrido ya, quiero decir) iba a pasar de un momento a otro… de algún modo es como la frase: vas viendo pasar el tiempo y vas diciendo: «de momento, todo va bien»(dentro de lo que cabe), aunque cada vez un poco peor… hasta que llega el «aterrizaje».
Grandes momentos los que has puesto del guión… a mí también me gustó mucho la historia que le contó a Vinz en el servicio aquél que había estado en la guerra.
Una gran película (tengo que volver a verla un día de estos), grande, dura y real como la vida misma (nunca mejor dicho).
Rosa.
Samuel, en efecto, es imposible, por muy bien que se pretenda comentar esta película, recoger todos los matices y sensaciones que provoca, todo lo que enseña, todo su desgarro y dramatismo. Pero lo he intentado, y al menos en parte, creo que lo refleja.
Gracias. Saludos
Rosa, menos mal que os ponían estas cosas en clase, veo que no está todo perdido… La hora es esa cuenta atrás de la que hablo; la cuenta atrás para una solución o bien para el estallido definitivo. Está claro quién gana.
Un abrazo
Tengo debilidad por estos filmes duros de la periferia, como «Barrio», de León de Aranoa, aunque muy diferente a «La haine». Yo crecí en un sitio así, de esos que no salen nunca en las postales, y no me gusta que los encierren en el estereotipo. Estas dos pelis no lo hacen.
Yo también soy de un barrio de ésos Noe, a mucha honra. Es una buena escuela.
Un abrazo.
Tras leer este post siento terribles ganas de volver a ver «El odio» una película que me impactó tanto cuando la ví, que 14 años después todavía recuerdo casi fotograma a fotograma el crudo final del film.
Sin duda alguna de las mejores obras de los años escasos y aburridos años 90.
Hombre, Nacho, los 90 no estuvieron tan mal… Bueno, a lo mejor sí.
El final es impresionante.
Saludos.
Increible la película. Te deja un cuerpo muy muy jodido pero es una de las clásicas que hay que ver
Vseo, es un derechazo a la mandíbula del conformismo y de la inconsciencia. Esas cosas están pasando ahí al lado, y por lo que a nosotros nos toca, aún no hemos llegado a la eclosión total. Al tiempo.
La película me ha gustado mucho por todo lo que nos muestra, pero no logro entender el papel de la vaca de Vinz, ¿alquien me lo puede aclarar? A lo mejor no va más allá de un sinsentido, pero me da la impresión de que se me escapa algo ahí y no soy capaz de verlo. Gracias.
A mí también me ha dado un aire a Barrio
En realidad, Cristina, la vaca es uno de los enigmas deliberados de la película, y entre el público hay toda una serie de teorías e interpretaciones de lo más variopinto. En principio, es una mera alucinación. Pero hay explicaciones para todos los gustos: desde el papel simbólico de las vacas como representantes de la fertilidad en las antiguas culturas mediterráneas hasta el hecho de ser el animal que produce el alimento primario, etc. No hay una explicación «oficial» por parte de los autores.
es solo subtitulada
¿Y…?
buenos dias soi javi de hospitalet la primera vez ke vi esta pelicula tenia unos 14 años sin duda esta pelicula marco un antes i un despues en la relacion i afectividad entre un grupo de amigos ke eneste caso somos nosotros mismo creo ke es una de las mejores peliculas ke e visto donde se refuerzam los nudos de la amistad i ni el racismo ni las diferencias puedesn sociales pueden acer meya recomiendo esta peli atodos los chabales de barrio ke la vean seguro ke se reflejan muchas cosas muchas gracias
javier amador hernandez
Hombre, Javier, la película dista bastante de ser idílica o complaciente; más bien al contrario. Precisamente es el racismo, la indiferencia y las diferencias sociales las que llevan la película al punto al que la llevan.
Gracias a ti.
javier aprendé a escribir
Buenas,
Me ha parecido muy acertado tu análisis de la película. Sólo hay una cosa que me llama la atención, y son estas frases:
«la policía, que a su vez, comprendiendo las causas profundas de la situación se ve en el drama de tener que responder a palos»
«al igual que los policías bienintencionados que sucumben igualmente al clima de odio»
¿Qué elementos hay en la película que te hagan pensar que la policía entiende las causas de la situación? y ¿qué te hace pensar que la policía sea en ese caso en particular bienintencionada?
Muchas gracias por el post,
Saludos,
Ane
Hola Ane, bienvenida. Como los gallegos, te contesto con otra pregunta: ¿cuáles serían las consecuencias de negar en la policía la comprensión de la situación o un bienintencionado esfuerzo por comprenderla? ¿El sadismo? ¿El amor por la violencia? ¿La psicopatía?
En particular, las dos frases del texto que citas se fundamentan en la actitud de uno de los inspectores, en sus frases de guión y en su forma de interrogar o de comportarse con los detenidos; dura y contundente, sí, pero a la vez (a diferencia de algunos compañeros suyos, todo hay que decirlo, que sirven para afirmar la tesis contraria), consciente de las causas de los fenómenos a los que asiste (económicas, sociológicas y culturales) y de que únicamente con jarabe de palo no hay solución posible. Personalmente extiendo esa actitud al resto de la policía (excluidos los miembros más primitivos, ignorantes o perturbados), dado que ésta sólo es un instrumento que gestiona una situación de riesgo, no un agente conflictivo por sí mismo (excepto en las dictaduras; no menciono las encubiertas ni las falsas democracias, ése es otro tema). Por eso, de la actitud de ese inspector e incluso de la crueldad de los agentes se deduce todo eso: ¿has probado alguna vez a aguantar insultos y golpes de objetos cayendo sobre ti durante una hora ante centenares de manifestantes? ¿Cömo responderías cuando te ordenan disolverlos o, simplemente, estás autorizado a librarte de esa situación? Pues como todos, a palos. Lo que no quita para que comprendas por qué ellos te sacuden a ti y por qué tu les sacudes a ellos. Por eso hablo de policías bienintencionados que, como ese inspector, que empuña el arma y dispara, se ven abocados al odio. El ámbito en el que se mueven no les permite otra cosa.
Saludos.
Gracias a ti.
Muchas gracias por la respuesta.
Aunque yo parto de otra premisa y es que la policía es represiva y violenta per se, por lo que no les presupongo buenas intenciones. Lo que se pretende conseguir es el monopolio de la violencia, que en algunos casos, como el que plantea la película, se les arrebata.
Es decir, yo apunto directamente a la responsabilidad policial como origen de la violencia posterior, aunque no sean los responsables últimos, sí son los causantes, en última instancia, de esa oleada de violencia colectiva que aparece como telón de fondo.
Otra cuestión es si interesa que esa violencia lantente (que en algunos casos explota) siga manteniéndose en esas esferas, como método de que no transcienda a ámbitos «superiores», en los que cabría alguna posibilidad de cambiar la situación.
En fin, partimos de dos premisas diferentes que nos hace ver las cosas de diferente manera.
Lo dicho, gracias.
Ane.
Sin embargo, tu premisa, y ya disculparás, es errónea: si hay algo represivo será la ley, no quien la mantiene, si hay algo violento, será la violencia que provoca la violencia. Hablar de represión y violencia como carácter inherente a la policía equivale a negar su necesidad, y por tanto es un error. Tampoco estoy de acuerdo en cuanto a que se trata de monopolizar la violencia; es un discurso simplista y poco riguroso, porque de lo que se trata es de controlar la violencia arbitraria, esto es, ejercida fuera de la ley, y si existe monopolio, por tanto, es como consecuencia, no como fin. A no ser que me digas que para vivir en sociedad no hacen falta normas limitativas, en cuyo caso entraríamos en el terreno de la utopía.
Desde ese punto de vista, atribuyendo a la policía responsabilidades que no les corresponden por entero (¿no tienen ninguna responsabilidad quienes ejercen la violencia contra ellos? ¿Son acaso unos benditos? ¿Hay acaso violencia justa e injusta, legítima e ilegítima?
Creo, sinceramente, que tu premisa no es una premisa, sino un prejuicio. Dicho sea desde el respeto, por supuesto.
Gracias a ti, Ane.
Saludos.
Tranquilo(a?), no te disculpes por nada, ahora sí presupongo que todo lo que dices, lo dices desde el respeto, como yo.
En cuanto a que el Estado (y en este caso el Estado representado por una de sus instituciones más visibles, léase, la polícia) se sustenta en el monopolio o en el intento del monopolio de la violencia, lo tendrás que discutir con uno de los fundadores de la Sociología (Max Weber), aunque yo creo que es una definición bastante acertada de lo que pretende ser un Estado: definir qué es legal y qué no, por lo tanto, definir qué tipo de violencia está permitida y cual va a ser perseguida.
En cuanto a que haya violencia buena o mala, no lo creo, creo que siempre es indeseable pero, a veces, desgraciadamente, necesaria, por lo que sí creo que hay violencia legítima e ilegítima (y aquí entraríamos en cuestiones morales, pero, ¿acaso hay algo fuera de esto? ¿las leyes en qué están sustentadas sino en consideraciones morales?).
Yo también creo que tu premisa no es acertada, negar el caracter violento de una institución como la policía es un oxímoron.
(Violencia siempre habrá, la cuestión es: ¿cómo la gestonamos?)
Saludos.
Pero es que reducir las consideraciones sobre la definición de lo legal e ilegal a la violencia es un error, una simplificación reduccionista y nada rigurosa. En todo caso, además, será la sociedad, no el Estado, la violenta por definición, en tanto generadora de conflictos susceptibles de ser afrontados o reprimidos de forma violenta.
Personalmente reduzco la única violencia necesaria al concepto de «defensa propia». Rechazo por tanto la condición de oxímoron de mi afirmación, y no parto de un juicio, sino de un hecho: a mí la policía no me coarta violentamente mis derechos ni mis libertades, ni ejerce ni ha ejercido (por suerte) ninguna violencia sobre mí, y de haber ocurrido, habría que distinguir si hay un comportamiento mío previo en forma violenta, es decir, quebrantando una ley de forma violenta, como para entender si la respuesta policial es «defensa propia» de la sociedad contra mí. Sin embargo, en cambio, sí ha habido ciudadanos «no policías» que han ejercido o intentado ejercer violencia contra mí, y es la policía la que ha respondido a esa violencia.
Tan malo sería pretender monopolizar la violencia como circunscribirla a lo policial sin tener en cuenta que la violencia policial, al menos sobre el papel, siempre ha de ser una respuesta a un hecho violento anterior, nunca existir per se (y vuelvo a referirme a la policía en las dictaduras como elemento de opresión y a distinguirlo, como no puede ser de otro modo, de las sociedades no totalitarias… si las hay).
Insisto, atribuir la condición violenta a la policía, por definición, o a los ejércitos, es un prejuicio, más si afirmas luego que hay violencia legítima e ilegítima (entiendo que no incluyes a la policía en la primera y sí en la segunda, otro prejuicio erróneo).
Saludos.
«a mí la policía no me coarta violentamente mis derechos ni mis libertades, ni ejerce ni ha ejercido (por suerte) ninguna violencia sobre mí»
Yo también me baso, en muchas ocasiones, en mis experiencias personales para formarme una opinión. Y en eso está basada mi opinión vertida aquí.
A esto era a lo que me refería cuando hablaba que partimos de presmisas (probablemente experiencias vitales/sociales) diferentes.
Saludos,
Ane.
Bien, correcto (y ya lo siento), pero en todo caso será un policía (o varios) pero no la policía, de la misma forma que yo no puedo decir que la violencia y la coerción son atributos de la sociedad (si no lo son) porque una parte de esa sociedad me ha atracado o me ha sacudido un mamporro. No podemos extraer conclusiones absolutas de comportamientos particulares, y lo sabes bien. Es como decir que la Iglesia es una institución pederasta o pedófila porque algunos (o muchos) de sus miembros lo son, o decir que los fontaneros, albañiles, etc., son unos estafadores porque algunos (muchos) inflan las facturas…
En cualquier caso, entiendo perfectamente tu opinión fundada en esa clase de experiencia; probablemente yo haría lo mismo.
Saludos.
Ane
¿En qué momento deja algo de ser puntual/anecdótico/personal para pasar a ser estructural?
En este comentario me baso en mi experiencia, pero me podría haber basado en la experiencia de millones de personas.
Es de esa violencia estructural es de la que hablo, en la que discernir entre la persona que la ejerce y la estructura en la que se basa no es posible.
Es evidente que una parte no hace un todo, pero, ¿es el todo el que hace la parte?
En absoluto: ¿descalifica el anarquismo o el comunismo la violencia de anarquistas y comunistas en la guerra civil? ¿Decalifica al Islam la violencia ejercida por Al-Qaeda? ¿Qué es el todo? ¿Qué es la parte? ¿A qué llamas estructural? ¿Eres capaz de establecer distinciones o renuncias a establecerlas por causa de un prejuicio? ¿Qué te lleva a convertir una experiencia personal en una norma general? ¿Por qué millones experiencias en un sentido te llevan a extraer leyes generales y muchos más millones de experiencias contrarias (son muchos más millones de personas los que no reciben violencia policial que los que la sufren) no te llevan a la misma conclusión?
Entiendo que establezcas una confusión interesada entre sistemas y personas cuando se trata de regímenes totalitarios, pero no que a un concepto lleno de matices como es la actuación policial en genérico se identifiquen necesariamente con una estructura de poder opresiva y violenta, porque no lo es. De la misma forma que el comportamiento violento de anarquistas y comunistas en la guerra civil no convierte al anarquismo y al comunismo en ideologías que hagan apología de la violencia o cuyos postulados se basen en ella. La verdad, insisto, partes de un prejuicio, entendible, justificable incluso, pero no aplicable en ningún caso como norma general (afortunadamente, he de añadir).
Sigo:
¿Un sistema que crea esos niveles de exclusión social (y otros mucho peores, que aboca al exterminio de una buena parte de la sociedad) no es violenta en sí misma? ¿No son violentos los mecanismos que se utilizan para salvaguardar un sistema que por definición crea exclusión y muerte?
¿Un hombre que aprieta un botoncito que suelta una bomba atómica que mata a 200.000 personas es violento? Probablemente él no lo crea, y no crea que ese acto insignificante de apretar un botón en sí mismo sea violento, pero son las estructuras las que le permiten que sí lo sea.
Hace poco he leído una anécdota muy reveladora, la dejo aquí por si a alguien le interesa, y ya dejo de dar la chapa ;-):
«Hannah Arendt contaba que, durante su juicio en Jerusalén, el genocida Eichmann explicaba con naturalidad que su trabajo consistía en aligerar el ritmo de la cadena de exterminio de judíos. Así pues, desde su punto de vista, era un éxito laboral el que, gracias a ciertas mejoras técnicas en la rutina del exterminio, se lograra eliminar 25.000 personas al mes, en lugar de 20.000. Ahora bien, en una ocasión en que unos testigos le acusaron de haber estrangulado a un muchacho judío con sus propias manos, Eichmann perdió los estribos y se puso a gritar desesperado que eso era mentira, “que él nunca había matado a nadie”. Estrangular a una persona es insoportable para una conciencia moral normal, administrar la muerte de un millón de personas es pura rutina.»
(http://asturbulla.org/index.php?option=com_content&view=article&id=2041:los-diez-mandamientos-y-el-siglo-xxi-el-articulo-que-no-quiso-publicar-la-fundacion-bbva-carlos-fernandez-liria&catid=79:destacado-nacional-e-internacional&Itemid=208/)
Salduos,
De chapa nada, Ane, al contrario, un gusto (este blog lleva el subtítulo de «reflexiones desde un rollo de celuloide», para eso estamos, para reflexionar.
Te contesto: ¿qué sistema no es así? ¿Qué modelo de sociedad no es así? Achacas a este sistema (deduzco que el actual capitalismo) males que, en primer lugar, son extensibles al resto de sistemas (fascista, comunista, anarquista, fundamentalista religioso, feudal, de subsistencia, etc.) porque se fundamentan en la imperfecta condición humana y en sus instintos más primarios y, por tanto, más egoístas (vestigios de la selección natural, del egoísmo de la supervivencia). ¿Por qué condenar a este sistema y no a las hipótesis de otros o a otros históricamente ya superados que han dado el mismo resultado? ¿Por qué achacar a este sistema defectos que son propios del ser humano cuando vive en colectividad, en cualquier sistema?
En cuanto al resto de tu reflexión, no tiene mucho que ver con la policía (no tienen, de momento, acceso al botón nuclear), ni Eichmann tampoco (puedes citar barbaries similares de otros sistemas políticos diferentes). En cuanto a esa parte de tu comentario, me remito al diálogo de Chaplin en «Monsieur Verdoux» (1947): https://39escalones.wordpress.com/2007/06/05/dialogos-de-celuloide-monsieur-verdoux/
Y, por desgracia, es extrapolable a todos los sistemas y, lo más inquietante, a todas las personas.
Saludos.
¿Y que mi afirmación sea extrapolable a todos los sistemas sociales (aún así, a algunos más que a otros, me atrevo a decir sin un atisbo de rubor) quiere decir que debo dejar de señalar los errores que considero que existen en esta sociedad que me ha tocado vivir?
Se me olvidó firmar, perdón.
Perdonada. Pues no, no debes dejar de señalar los defectos que estimes oportunos pero sí debes tener más cuidado sobre quién cargas las tintas y en qué términos, sobre todo si lo haces desde una posición ideológica que adolece de los mismos defectos (la viga y la paja en la alegoría cristiana, por citar a otros que tal bailan). Escogiendo puntos de partida tendenciosos y sesgados, obviamente las conclusiones derivan en tendenciosas y sesgadas, y no sirven de mucho a la hora de proponer alternativas ni mecanismos de corrección o control. Por no mencionar el hecho de que considerando esos problemas inherentes a cualquier tipo de sociedad, te toque o no vivirla, implica asímismo descargar de responsabilidad a muchos que, a veces por cierta mercadotecnia de lo políticamente correcto o de la moda «revolucionaria» del momento, han de cargar con culpas y tópicos que son globales y que, analizados con seriedad cuando son atribuidos gratuitamente, no pasan de ser meros eslóganes («policía asesina» y otras tonterías que hay que oír a menudo).
Con rubor o no, me gustaría saber cuáles son para ti esos sistemas que, en teoría, acusan en menor medida la violencia, sea ésta institucionalizada o no.
Sistemas en los que se utiliza la violencia de manera menos intensa son sociedades en las que prima la igualdad social, ya que la exclusión social es un tipo de violencia como otro cualquiera, sino el peor. ¿Existe algún modelo ideal? Evidentemente no, pero hay grados dentro de los dos sistemas económicos mayoritarios, que son, por una parte, por ejemplo, Noruega, en el que el desarrollo del Sistema de Bienestar garantiza unas mínimas condiciones de vida a la inmesa mayoría de la gente y por otra parte, Cuba, que intenta garantizar la mayor igual social posible.
Como dicen en el cole: «no se vale». ¿Hablamos de países concretos o de sistemas de convivencia? ¿Entonces tu opinión de la policía no incluye a la noruega o la cubana (con gran estupor por mi parte, en este segundo caso)? Si hablamos de países como excepciones admisibles en un sistema condebido básicamente de manera pérfida, entonces, ¿por qué criticar al sistema -capitalista, comunista, etc.- y no a los países que no saben aplicarlo bien? ¿Por qué buscar las excepciones no en países sino en regiones, ciudades, pueblos, barrios, bloques de apartamento o personas concretas? ¿Por qué los policías están excluidos de esta posibilidad, excepto los noruegos o los cubanos? No me parece un razonamiento válido, pero ya que lo has mencionado, Noruega pertenece a la OTAN, y vota y aprueba sus operaciones, por ejemplo los bombardeos de Belgrado en la guerra de Yugoslavia o las actuales operaciones en Afganistán, por no mencionar otras muchas. ¿Le convierte en una sociedad más justa el hecho de que genere y fomente las desigualdades y la violencia solamente fuera de sus fronteras? A mi juicio, muy al contrario, convierte a países como Noruega (no olvides que existió un importante partido fascista aliado de Hitler y que tiene una altísima tasa de suicidios, que también es violencia), Finlandia, Suecia o Suiza en esencialmente hipócritas (no hay más que ver sus leyes de inmigración y sus exportaciones de armas para darse cuenta de que su bienestar es esencialmente egoísta y que no incluye a nadie más ni ninguna intención de propagarlo ni exportarlo a nadie que no sean sus ciudadanos). ¿Y Cuba? ¿Qué clase de igualdad social es, por un lado, cosa que es cierta, extender la cultura y las mejores condiciones de vida posibles -la sanidad, por ejemplo- a buena parte de su población mientras encarcela, expulsa o impide el retorno de otra parte de ella? Y no me digas que es culpa del bloqueo porque el bloqueo no obliga a tener presos políticos en la cárcel (no sé dónde está la igualdad social ahí, excepto en que encarcelan a todos los que se oponen a la dictadura sin mirar su color o condición social). Esos dos ejemplos no me valen ni, por desgracia, avalan ningún sistema ni excluyen la aplicación de la violencia ni de la exclusión social como forma de mantenerse vigente.
A mí tampoco me valen un montón de cosas que comentas en tu post. Pero vayamos por partes. Ya he dicho que no existe ningún modelo ideal de sociedad, pero hay algunos que se acercan más a mi modelo de sociedad ideal (que no debe ser el tuyo, por supuesto).
Que en Noruega (únicamente, por aclarar) existe una tasa de suicidio altísima es un mito. Los paises nórdicos, al no ser católicos, fueron los primeros que se atrevieron a contabilizar este tipo de muertes, actualmente ocupa el lugar 44 en el ranking mundial. Los primeros puestos los ocupan paises de la órbita soviética, en los que en los últimos años ha bajado la esperanza de vida unos 5 años, junto con Japón, que tiene que ver más con cuestiones de honor.
Por otra parte, hasta donde yo sé (que es muy poquito), en Noruega no existió un partido nazi potente (¿tal vez te confundes con Suecia?), está considerado más bien como una invasión (que no quiere decir que no hubiera colaboracionismo…)
Cito dos frases tuyas:
«y no parto de un juicio, sino de un hecho: a mí la policía no me coarta violentamente mis derechos ni mis libertades, ni ejerce ni ha ejercido (por suerte) ninguna violencia sobre mí, y de haber ocurrido, habría que distinguir si hay un comportamiento mío previo en forma violenta»
«¿Entonces tu opinión de la policía no incluye a la noruega o la cubana (con gran estupor por mi parte, en este segundo caso)?»
Y preguntó: ¿acaso en Cuba sí has recibido malos tratos por parte de la policía? ¿o ahora ya no partes de un hecho, sino de un (pre)juicio?
Y por último, ¿a quién te refieres con lo de presos políticos? ¿a los 50 y pico que hay en cárceles cubanas o a los 250 que hay en Guantánamo? (según AI). ¿Crees que sólo 50 y pico personas están contra el Gobierno cubano? ¿entonces por qué crees que encarcelan a todos los que están contra el Gobierno cubano?
Pero bueno, esto ya está tomando otros derroteros, así que por mi parte lo dejo, que es más ameno discutir esto con una cerveza en la mano ;-). Seguiré leyendo este magnífico blog.
Saludos,
Ane.
Buenooo, si el 44 de alrededor de 200 te parece un puesto no demasiado alto para una sociedad de «capitalismo ideal», acabemos…
En cuanto a los nazis noruegos, te olvidas de «Unión Nacional», el partido nazi noruego de Vidkun Quisling, que si no triunfó fue porque chocó con el rey, a diferencia de otros como el italiano o el holandés que confraternizaron más con el fascismo local. Pero no se te olvide que Noruega, como España, envió batallones dentro de la Wehrmacht para invadir la URSS.
En cuanto a tus preguntas, escoges tendenciosamente mis frases y eludes que he diferenciado la actuación de la policía dentro de las dictaduras como Cuba respecto a las democracias «sobre el papel», pongamos la noruega, por ejemplo. Y la valoración de la actuación de la policía cubana como instrumento de opresión y tortura no es un prejuicio, sino una evidencia cuya comprobación está en las cárceles o en el exilio.
Y por último, eres tú quien ha citado a Cuba como ejemplo de «ideal»; yo no he nombrado como ejemplo de nada a los Estados Unidos. En cuanto al número de encarcelados en Cuba, obviamente, se encarcela el que habla, se postula o se atreve a levantar la cabeza, como en todas partes. ¿Crees que en España sólo odiaban a Franco los que estaban en la cárcel?
Venga esa cerveza… Hasta cuando quieras.
Saludos.
Alfredo
Nacemos,
Nos educa un sistema,
Nos meten 3 comidas al dia, relax y pacisfismo.
Debemos estudiar para ser alguien de provecho,
Acabamos inmersos en una rutina de la que no nos gusta salir,
Casate para que así haya alguien que dependa de ti siempre y no puedas mover un dedo sin pensar en ellos.
La policia protege a los que producen para el estado.
Obreros que viven en una fabrica mundial donde hay una falsa libertad con unos falsos medios, y unas leyes que lo unico que refuerzan es que se continue con el sistema establecido. Si te sales de él la policia te puede zumbar, y no solo eso, te pueden encerrar o hacer lo que quieran contigo, llenan la tele de violencia y muertes en otros paises para que parezca que vivimos en la alegría de la huerta, difuminar los crimenes que cometen los altos cargos; y que los que se quejan lo hacen por vicio o porque son » violentos »
La violencia gratuita no existe, se produce por la necesidad de algunos, pero si estos son controlables, no hay problema, mientras haya una gran cantidad productora que se sienta protegida y que trabaje sin interesarse por los demás.
Una fabrica donde ofrecen oportunidades a todos para que mejoren sus condiciones de vida, donde te dan la oportunidad y sino lo haces es porque no quieres, un engaño de sociedad, de idea de bienestar y de igualdad para las clases bajas.
Como yo veo a la gente es como al hombre que baja las escaleras mecanicas, siguiendo al sistema y que solo hace huelga para que las arreglen.
No creo que la critica que hace del » hasta ahora todo va bien » sea para esa clase k viven en el barrio, muchos de los cuales se mueven como borregos pero donde estoy seguro que hay algunos pocos que imparten unos valores mucho mas intensos y honestos que los que nos guian a nosotros, como el compañerismo, el honor con tu gente, Me recuerda a una frase de otra pelicula » ¿Sabéis lo mejor de todo? No es saber que tus amigos te protegen la espalda, es saber que tú estás detrás de tus amigos»
La mayoría de la sociedad es como ese grupo de skins de la pelicula, niños de papa, asentados que juegan a ser duros y que en cuanto ven la pistola huyen y dejan detras a su compañero, ninguno del barrio lo hubiera hecho.
Trabaja, consume y muere para caer en el olvido de esta sociedad.
Hasta ahora al sistema todo le a ido bien, pero ya se estampara cuando la desigualdad del supuesto progreso ( progreso de unos…. desprogreso de otros….) aumente la cantidad de partidarios catalogados como » violentos».
Es que todo esta movido por lo mismo: ultimos acontecimientos de democracia real, respuesta pacifica…… pues nada mientras los politicos nos ven desde su tele de plasma y su sofa de cuero y dicen, «uiii k bonito, lo acen pacificamente» y se tienen que reir de una manera brutal de todo dios k este alli. Y algunos diran» pero dios mio !, como dices esas cosas que estamos en el siglo XXI eres un animal, hay k razonar las cosas y hablarlas, paz y amor (esto es de conformistas) » Una comida de cabeza mas del sistema. Yo me pregunto » ¿de verdad la gente espera que un politico se levante del sofa y cambie algo, o abandone su puesto como protesta?, es k sinceramente nose que se espera conseguir así.
No os engañeis, la unica manera de combatir es la violencia, una vez que has recibido unas hostias te das cuenta de que no eres cristal y actualmente hay muchos que se consideran intocables y como dijo el padrino » Si hay algo que nos ha enseñado la historia es que se puede matar a cualquiera»
PD: no contestarme personalmente xk e entrado de casualidad aki buscando el significado de la vaca xD
Tidida, tus palabras son un brindis al sol, encomiable en algunos puntos, más que discutible en otros, detestable en su conclusión. Muchas de las cosas que dices son verdad, pero también es verdad que nunca en la Historia de la Humanidad el bienestar, pleno o entendido de algún modo, ha llegado a tanta gente y en tan buenas condiciones como ahora. Posiblemente a un precio demasiado alto, pero el hecho está ahí. También es verdad que no ofreces ninguna alternativa plausible (y la que ofreces es rechazable por cualquiera que se sienta tan humano como has invocado en tus palabras). Y también lo es que esos mensajes bienintencionados van más allá de la utopía: la solución a un sistema pérfido como este no puede basarse en idealismos vacíos sobre el papel. Cualquier sistema que no tenga en cuenta la naturaleza del hombre, desde su lado más sublime y magnífico a su vertiente más perversa y egoísta, es, sencillamente, una estupidez.
Mis felicitaciones por este artículo que, sirviéndose de una película, retrata de forma caleidoscópica y precisa las variadas escenas de esta tragedia llamada «crisis» que nos toca padecer. Que París sea el decorado es, sencillamente, un acierto. La ciudad de ensueño se revuelve en sus entrañas con las sórdidas pesadillas de personas y personajes que no aciertan a encajar porque, quizás, no esté en su mano.
«La policía y los jóvenes, ambos víctimas del mismo orden»
Como diría Sarko: «Chapeau»
Pues muchísimas gracias, Celebes, por asomarte a un artículo de hace casi cuatro años… Qué cosas, cómo pasa el tiempo. Me he vuetlo a releer y te advierto de que hoy escribiría con la misma garra e indignación que aquel día, que no sé por qué estaría yo en un plan tan combativo… En fin, que es uno de los tres o cuatro únicos artículos de este blog de los que estoy satisfecho. Gracias por recordármelo.
¿Cuál es el significado de la vaca?
Pues la leche.
La pelicula es buenisima, pero paso de leer tu peñazo de analisis
Pues si no lo vas a leer y aún así comentas para no comentar nada, ¿para qué vienes? ¿Te aburres? ¿No tienes nada mejor que hacer?
El ser humano, o lo que sea, nunca deja de sorprenderme.
Lo que no entiendo muy bien de esta película es la parte en la que el señor del baño les cuenta eso. Creo que el compañero que va a «cagar» al arbusto, tiene mucha falta de confianza en si mismo y por eso tiene la obligacion de subirse los pantalones, y por eso muere al no coger el tren. Me gustaría leer más opiniones, 1 saludo.
Hombre, eso parece hilar muy fino… Pero vamos, como simbología es de primera. Aunque no olvides que la previa a subirse los pantalones es de lo más humillante. Quizá el mayor simbolismo radique ahí, la oposición baño-arbusto. No olvidemos que durante decenios o incluso siglos, el cuarto de baño era un bien puramente burgués o acaudalado, un signo de estatus, nunca mejor dicho.
Por cierto, vaya temita…
Saludos.
yo también llevo años pensando en qué pinta esta escena en ese momento. Ellos están hablando de matar a un poli y de repente sale el hombre.
Qué quiere decir el señor del baño? y la historia quiere decir algo?
Pues me remito a lo dicho, Ganutza. Poco más puedo decir que en la respuesta anterior.
El señor del baño aparece y les cuenta una historia entre el propio narrador y un camarada, justo cuando Vinz y Hubert discuten por el tema de la pistola y el continuo mal rollo que está causando el primero. Entiendo que lo que nos trasmite el pequeño personaje es que hay que seguir unidos para sobrevivir, ya que sino podemos perder el tren e incluso la vida. La amistad ha de prevalecer por encima de todo.
cierto
Sobre la vaca, hay un interesante artículo: https://cineoculto.com/2018/01/la-haine-retrato-del-gueto-frances-los-noventa/
Muchas gracias. Muy muy interesante.
Me parece muy interesante, gracias.