La tienda de los horrores – La búsqueda

Algunas críticas sobre las andanzas de este Indiana Jones urbanita del siglo XXI y con cara de estar siempre asomado han dicho: «el argumento continuamente da giros según la libre interpretación que Cage hace de unas ridículas claves encriptadas», «Es tan tonta que los Monty Python podrían hacer una versión usando el mismo guión, línea por línea», «Este último asalto a la inteligencia colectiva de los amantes del cine (…) es una especie de El Código Da Vinci para tontos», «Es En busca del arca perdida para aquellos que se durmieron en clase de Historia de América», «No es que sea difícil de creer, es que es imposible», «National Treasure, que es de la Disney, se supone que es una película amigable, para toda la familia; acción y aventuras sin demasiada violencia y sin lenguaje soez. Esto es, sin duda, admirable, pero con cintas así de ‘amigables’ la familia no necesitará pastillas para dormir»… Sí, también hay críticas buenas. Allá ellas.
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Cine de papel – El príncipe y la corista

Programa de mano cedido por Marta Navarro García, co-mantenedora del imprescindible (pero de verdad) blog Entrenómadas.

En 1957 Laurence Olivier concibió (con la financiación de Marilyn) esta obra pensando en su propio lucimiento y terminó consagrando involuntariamente a su ‘partenaire’ en detrimento de sí mismo con esta brillante comedia en la que él interpreta al Gran Duque de Carpatia, de paso en el Londres de 1911 para asistir a la coronación del rey Jorge V, y que se deja seducir por la neumática Marilyn Monroe en la piel de Marina, la cantante del Coconut Cabaret, lugar donde el Gran Duque ha querido vivir la noche londinense, en un combate de talentos en que la Monroe cañoneó al egocéntrico Olivier en toda la línea de flotación.

La película, estrenada en España tarde, como casi todo por aquel entonces, llegó al Cine Goya de Zaragoza a finales de 1958 y para la ocasión E. Zaragoza Deportiva imprimió 4.000 ejemplares de un programa de mano de 8,8 x 12 cm. que en el anverso retrataba de forma caricaturesca al dúo protagonista, y en la parte de atrás daba rienda suelta a las alabanzas pertinentes:

CINE GOYA
(El salón que selecciona sus programas)

ESTRENA

El film aclamado por todo el mundo

La pareja más sensacional que ha aparecido en la pantalla

Una obra maestra de gracia, ligereza y humor

Triunfo del actor

LAURENCE OLIVIER
Y
MARILYN MONROE

Más bella y atractiva que nunca

(Autorizada mayores 16 años)

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‘Escalofrío en la noche’ con Clint Eastwood

¿Cómo es posible que Clint Eastwood no haya aparecido antes en este blog después de más de un año de películas y directores? Quienes lo han juzgado como pedazo de carne con ojos que se limitaba a mover su corpacho por una serie de películas de disparos y mamporros a mansalva es evidente que no han profundizado mucho en su filmografía y que sus trabajos, sobre todo a lo largo de la última década y media para el gran público, pero desde mucho antes para los aficionados, demuestran la categoría como cineasta del californiano. Más allá de la leyenda nunca confirmada de que podría ser hijo de Stan Laurel (sí, sí, aparentemente surgida de un acopio de datos meramente circunstanciales difícilmente oponibles a la acreditada identidad de su padre, Clint sénior, pero no por ello menos carente de casualidades más que chocantes), hay que reconocer que independientemente de los gustos personales, Eastwood es mucho más cineasta que ese actor circunspecto que arrastraba su poncho desgastado, su barba de tres días y sus puritos por Almería. Porque apenas cinco años después de finalizar su trabajo para Leone como el pistolero sin nombre y mientras rodaba con Don Siegel el inicio de otra de las series que lo consagró, nada menos que interpretando a Harry Callahan ‘El Sucio’, Clint Eastwood preparaba, insistimos, sólo siete años después de su debut en el cine, su desembarco en la dirección y producción con una temática alejada de lo que se esperaba de él.
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Música para una banda sonora vital – Lost in translation

En esta controvertida película de Sofia Coppola de 2004 (de cuya famosa escena final, el chismorreo de Bill Murray al oído de Scarlett Johansson se ha desvelado por fin el secreto) la maciza oficial del cine actual (juzgue cada uno en qué grado la acompaña el talento dramático) hace sus pinitos en un típico karaoke japonés destrozando este clásico de 1979 de The Pretenders, Brass in pocket, algo así como «pasta en los bolsillos», mientras se contonea de forma torpemente sensual y luce una ridícula peluca malva (episodio aparentemente banal pero trascendental desde el momento en que a algún idiota se le ocurrió que podría grabarle un disco y martirizarnos con voz tan horripilante). Por supuesto, nos quedamos con el vídeo del grupo. Ay, esos clips de los setenta-ochenta… Para compensar, incluimos un vídeo más reciente en directo de Chrissie Hynde (y lo que queda de su banda) para demostrar que quien tuvo, retuvo con The night in my veins. Un temazo.

Ernest Lehman, gran guionista

Pocas veces puede señalarse la importancia para la Historia del cine de un guionista con apenas una docena de películas escritas. Pero este precisamente es el caso de Ernest Lehman, seis veces nominado al Oscar y recompensado con un galardón honorífico en 2001, cinco años antes de su muerte. Nacido en el seno de una familia acomodada del Este venida a menos como consecuencia de la Gran Depresión de 1929, Lehman, instalado en Nueva York, se dedicó a escribir novelas y pequeñas historias para diversas publicaciones periódicas de la época, llegando a despertar el interés de la Paramount, que le ofreció un primer contrato como guionista gracias al cual vio la luz, entre otras, la comedia romántica Sabrina (1954), de Billy Wilder.

Sin embargo, su fama mundial y su gran reconocimiento como guionista le llega, como a otros muchos, de la mano de Alfred Hitchcock y del guión de Con la muerte en los talones (North by northwest, 1959), en la que la ingeniosa trama y su importancia a la hora de crear modelos de los que el cine ha bebido constantemente durante décadas le colocan entre los guionistas más importantes e influyentes de Hollywood. Hitchcock, cosa rara en él, quedaría muy satisfecho del trabajo de Lehman, y, tras recurrir a él puntualmente en diversas situaciones, finalmente contaría de nuevo con un guión suyo para el rodaje de la que sería su última película, La trama (Family plot, 1976).
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Cine en serie – Vatel

CINE PARA CHUPARSE LOS DEDOS (IV)

Esta película, como todas las que van completando esta mini-sección, va mucho más allá de la gastronomía o del acto de disfrute de la comida, pero quizá más que ninguna otra de las precedentes o de las que vengan, en un sentido mucho más amplio. En este caso nos encontramos en la Francia de Luis XIV con la historia basada en hechos reales de Vatel (Gerard Depardieu), maestro de ceremonias del Príncipe de Condé (una de las casas nobiliarias más importantes de la Francia de entonces), que debe diseñar las diversiones, entretenimientos y banquetes de la corte del Rey Sol en el castillo de Chantilly durante la estancia del soberano como invitado de su amo.

Roland Joffé (Los gritos del silencio, La misión) nos introduce hábilmente en los entresijos de la corte versallesca, en los juegos de poder y en la crisis y pérdida de valores de una aristocracia autocomplaciente, dedicada al despilfarro y al lujo, sin ocupación efectiva ni otra forma de entretenerse que con las intrigas políticas y amorosas, los combates por los privilegios y la quema constante de enormes fortunas en diversiones superfluas, síntomas que un siglo después llevarán al país a la Revolución en busca de la eliminación de una clase social que, lejos de guiar como antaño los destinos de un país, se había convertido en un baldón, una carga que los hombros de los pobres debían soportar. Ello queda bien reflejado en la película con la contraposición de los dos ambientes principales: la corte, el lujo de los grandes salones, las partidas de caza, los bailes y los entretenimientos (fuegos artificiales, por ejemplo) para los nobles, mientras los sótanos, cocinas, graneros almacenes, bullen de actividad con los criados y siervos cumpliendo las órdenes de Vatel para que todo salga perfecto y proporcionar una estancia digna del soberano y también de su amo, que se juega en el envite la vara de medir con la cual serán juzgados todos sus hechos y opiniones frente al rey y a los demás nobles. Porque Vatel de repente se encuentra con un inmenso poder en sus manos: de su trabajo depende el contento del rey, el de su amo y las habladurías, apoyos, quejas, rencores y chismorreos que surquen la corte de parte a parte en los próximos meses, más si cabe, teniendo en cuenta que el futuro de Francia y de Europa va a labrarse en esas jornadas de Luis XIV en Chantilly, puesto que va a decidir la entrada en guerra con los Países Bajos, mientras los bandos cortesanos a favor y en contra intrigan y conspiran para lograr sus fines.
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La tienda de los horrores – El Bar Coyote

Manifiesta gilipollez producida por el magnate del cine de acción Jerry Bruckheimer y Touchstone (Tostón) Pictures y dirigida en 2000 por David McNally (director también de Canguro Jack, trinca y brinca, lo cual lo dice todo…) esta película de apenas hora y media de duración es un suplicio. Protagonizada por Piper Perabo (¿quién decía que hacía falta un nombre artístico para abrirse paso en Hollywood? ¿qué clase de nombre es ese?), la película, azucarada y almibarada hasta más allá de lo admisible y rodada como un film calentorro de baratillo, nos cuenta la historia de una jovencita de provincias de voz dulce y aterciopelada educada en los coros de iglesia wasp que marcha a Nueva York (aunque, al contrario que en la horripilante canción de Mecano, no especifica si llevaba o no la botella de Fundador) a convertirse en cantante y/o letrista de éxito. Lo que pasa es que la nena, buena y dócil cual pajarillo campestre, va a caer en un antro de perdición y lujuria, el Bar Coyote, cuyo atractivo básico consiste en que las camareras, tías buenorras donde las haya, visten de manera provocativa y cuando toca se suben en la barra a contorsionarse lúbricamente para calentar al personal masculino y parte del femenino meneando el pandero y aumentar así la cantidad de consumiciones gracias al bamboleo de su silicona y la flexibilidad de los pespuntes heredados de su paso por el cirujano plástico.
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Cortometraje – ‘El talento de las moscas’, de Laura Sipán

Este hermoso y multipremiado cortometraje de la zaragozana Laura Sipán (pincha aquí para leer una entrevista exclusiva con la directora), basado en una historia de Óscar Sipán, deja al espectador boquiabierto al primer visionado, perplejo, noqueado, vencido por su profunda sensibilidad, cautivado por su sencillez, su sutilidad, por su economía narrativa y la, no obstante, profundidad y riqueza de temas, perspectivas, propuestas, que van desde la guerra, el exilio y la derrota, al amor, las dudas, la dificultad ante la toma de decisiones, y que seduce desde el mágico primer instante en que asistimos atónitos a la caída libre en paracaídas de Antoine de St. Exupéry en el jardín de Sofía. Especial mención a la voz en off narrativa de la gran actriz española Mercedes Sampietro. Lo ofrecemos en dos partes sin cortes publicitarios y por el mismo precio. Imprescindible su visionado, incluso más de una vez (duración aproximada total, 16:02 mins.).

Agradecemos a Pat su sugerencia para su inclusión en esta escalera, y más en un día como hoy, cuando hace exactamente 112 años de la primera proyección cinematográfica en España (aunque el dato sea cuando menos discutible).