Cuando Julio César, según la tragedia de William Shakespeare pero en circunstancias muy similares a las leyendas que el pueblo de Roma contó durante siglos, acudía al Circo Máximo para los festejos durante los cuales le sería ofrecida la corona de rey, un viejo y ciego augur le gritó desde el público: ¡¡¡ GUÁRDATE DE LOS IDUS DE MARZO !!! El anciano se refería, según la cronología actual, al periodo que comprendían los días 13 al 15 del mes, en este caso marzo del año 44 antes de nuestra era, y César, que despreciaba tanto a sus rivales de entonces que incluso infravaloraba las amenazas que pudieran surgirle de ellos, respondió que ya estaban en los Idus y que nada le había ocurrido. “Sí, pero los Idus aún no han terminado”, añadió el ciego. Y como todos sabemos, acertó.
El extraordinario director, guionista y productor Joseph Leo Mankiewicz adaptó en 1953 la magistral tragedia compuesta por William Shakespeare y realizó una magnífica película en la que se dan la mano la Historia, la leyenda, la mejor Literatura y un conjunto de interpretaciones soberbias, excelentes, inigualables, que sin duda merecerían ser objeto de análisis minucioso en cualquier escuela de arte dramático. Shakespeare y Mankiewicz tienen, en primer lugar, el enorme acierto de situar la trama en el momento más preciso. Ni la película hace un panegírico de la figura de César, uno de los personajes más importantes de la Historia de la Humanidad (inventor entre otras cosas de la burocracia, en especial de la parlamentaria y presupuestaria), gran político, filósofo, militar, humanista y literato, generoso con sus amigos y más aún con sus enemigos, ni se pierde en innecesarios epílogos que recojan los avatares del Segundo Triunvirato y las luchas entre Octavio y Marco Antonio. La película comienza precisamente en los festejos en los que César, sabio manipulador de las masas, rechazará por tres veces la corona de rey que le ofrezca el Senado, obligado a ello por un pueblo que adora al dictador (surgido de una familia de la aristocracia agraria, pero pobre como casi todos ellos) y que es escéptica frente a los aristócratas y burgueses del Senado. La película nos muestra el complot para libertar a Roma del tirano, la gestación de la conjura, con Casio a la cabeza, y las dudas de Bruto, que finalmente se entregará en cuerpo y alma por el futuro de Roma. Avanza con el asesinato de César y por los acontecimientos posteriores que sacudieron a la capital del mundo, desde la gestación del Segundo Triunvirato (el Primero lo formaron César, Craso y Pompeyo) por Marco Antonio, Lépido y Octavio (magistral también la escena en la cual los tres se reúnen en la mesa de César ante su silla vacía para elaborar el reparto de poder en la futura Roma, y Brando, al final de ella, tras haber despachado al anciano Lépido y al enfermizo, aunque inteligentísimo y prudente, Octavio -fue de hecho quien terminaría años más tarde quedándose con todo en una maniobra maestra- se deja caer en la silla del dictador, marcada con el águila que Octavio convertirá en imperial bajo el nombre de Augusto), hasta el ostracismo de los asesinos, su rebelión militar en el oriente del imperio, su derrota definitiva en Filipos ante Marco Antonio y Octavio y la muerte de los conjurados.
La película, partiendo de una puesta en escena teatral como no podía ser de otra forma tratándose de Shakespeare y Mankiewicz, sin embargo evoluciona con un lenguaje puramente cinematográfico a través de las vicisitudes de la historia, de los juegos de poder, las traiciones, las conjuras, los dramas y las perfidias de unos personajes que buscan hacerse con el legado del hombre más grande de la Antigüedad, junto quizás a Alejandro Magno. Pero además de un texto sobresaliente, que incluso atrapa a los detractores de la retórica o de la teatralización en el cine, lo que más destaca de la película son sin duda el magnífico reparto y las interpretaciones de primerísimo orden que todos los actores realizan. El elenco no tiene desperdicio: un sólido Louis Calhern como César, la gran Deborah Kerr como Calpurnia, su última esposa, la misma que le advierte que esa mañana no acuda al Senado porque ha soñado con su cuerpo muerto bañado en sangre, los estupendos secundarios Greer Carson y Edmond O’Brien, conspirador pérfido y lleno de dobleces, cuya tendencia a la traición se marca a la perfección en su rostro duro, su sonrisa impostada y su mirada insolente y huidiza, y el extraordinario John Gielgud como Casio, el líder de la conjura, eterna voz de la traición en la conciencia de Bruto, que logra convencer a éste de la necesidad de acabar con un tirano al que ama por el bien de Roma.
Sin embargo, de entre tanta maestría destacan dos interpretaciones principales: James Mason como Bruto y Marlon Brando como Marco Antonio. Mason retrata a la perfección el hijo atormentado por las dudas, roído por la comezón interior y por las influencias externas, pero que una vez decidido y consumado el asesinato realiza un discurso enormemente efectivo ante el pueblo que rodea el Senado y que tras escucharle comprende las razones del magnicidio e incluso lo justifica. Mason realiza quizá su mejor papel en el cine en la recreación de Bruto, sobre todo en la consecución de una mirada triste, líquida, dubitativa, soñadora y también arrepentida. Su discurso es de una perfección retórica, de una fuerza y tensión contenidas al alcance de muy pocos. Todo lo contrario que Brando, que derrocha fuerza, pasión, ardor. Marco Antonio, con el cuerpo de César presente ante la multitud, realiza uno de los mejores monólogos de toda la Historia del cine en lo que es un magistral reflejo de la manipulación política del pueblo, de los ánimos encendidos, de la tensión, el descontento y la frustración. Descubriendo el testamento de César, por el que, tal como fue en el suceso real, dejaba una pequeña parte de su gran fortuna a cada ciudadano romano y además sus magníficos jardines eran donados a la ciudad como parque público, logra que el pueblo, en principio agradecido a los conjurados que lo habían librado de la opresión en busca de devolverle las “libertades” del periodo de la República, llore por César, clame contra los asesinos y organice su búsqueda y depuración mediante los disturbios y la violencia de los linchamientos. Es uno de los momentos cumbre de la interpretación dramática en toda la Historia del cine, aunque no resulte adecuado a la verdad histórica, que nos dice que Marco Antonio contemporizó al principio con los asesinos, amnistiados por el Senado, que concedió además a Bruto y a Casio el gobierno de las provincias de Macedonia y Asia, estado roto cuando Octavio, convertido por el testamento en heredero de César, logró el poder y persiguió a los asesinos y derrotó a Marco Antonio y Cleopatra por la hegemonía romana.
(La secuencia de la escena es la siguiente: Antonio enaltece en primer lugar las palabras de Bruto «an honorable man», como dice Brando, que ha hablado justo antes de que él mismo haya aparecido con el cadáver en brazos y lo haya depositado a la vista del pueblo. Pero sólo es retórica, porque tras afirmar como Bruto el carácter ambicioso de César y su avaricia, primero lo rebate con la triple negativa del dictador ante el ofrecimiento de la corona de rey, y después mostrando a todos el generoso testamento de César, y rescatado para la memoria del pueblo por un Brando que realiza un magistral ejercicio de manipulación de masas, con la ayuda de los habituales agentes políticos infiltrados entre el populacho tan típicos de la historia de Roma como lo son hoy en los medios de comunicación:»pueblo de Roma, ¿cuándo volveréis a tener a otro como él?», dice Marco Antonio para terminar; una mujer del pueblo responde entre sollozos:¡»NUNCA»!. El destino de los conjurados está escrito, aunque Marco Antonio no sabe que el destino de Roma le dejará fuera a él más tarde):
Es sin duda una obra maestra en la que Mankiewicz escruta hábilmente el interior de unos personajes sometidos a la codicia, a los juegos de poder, seres faltos de escrúpulos, avariciosos, ambiciosos, que manipulan al pueblo en su propio interés y para los que nociones como los derechos individuales o valores como la libertad, la justicia o la equidad, o sentimientos como la piedad no tienen cabida. La película nos habla también de la vigencia de una Historia, la de Roma, que día a día nos enseña que cualquiera de los recovecos de sus avatares históricos sigue sirviéndonos de ejemplo para huir de los falsos profetas que en aras de las libertades y de nuestro supuesto bienestar juegan con el poder y deciden cada día quién ha de vivir o morir sin que nada cuente para ellos más que su codicia.
Cuánto tiene que enseñarnos la Historia de Roma, que es el origen de la nuestra, y qué olvidada la tenemos…
Sir, una muestra del cine grandioso, con actores grandiosos, con el siempre impagable Brando(que es un cañón).
Un abrazo súper.
Nota: Has visto «Perhaps love», la descubrí hace una semanas. Confieso que la escogí entre todas primero porque el actor es guapísimo, pero claro si no me hubieran llamado la atención las entrañas(no del actor, que la peli es un musical,ja,ja,ja) expuestas en la sinposis no la hubiera metido en la cesta. Ahora, desde que te conozco el cine asiático siempre entra en mis planes.
Alfredo, este post sí que es una obra maestra, no sólo nos has dado una lección de cine sino que también sobre historia. Me descubro ante vuecencia.
Un abrazo.
Me uno a Lucía.Magnífico texto Alfredo.Yo leí las obras de Shakespeare en un hospital tras una larga recaída.Fue verdaderamente iniciático.A Mankiewicz todavía le visito para asegurarme de que no he perdido del todo la razón.
Un gran abrazo,amigo.
Sonia, verás que he retocado tu comentario. He pensado que era mejor que borrarlo.
En efecto, Brando es un cañón, por lo menos de 88 mm.
Un abrazo híper
Gracias, Lucía, aunque exageras. La historia de Roma es un periodo apasionante que el cine apenas ha tocado de manera superficial (el peplum), manipulada o directamente tergiversada («Gladiator», por ejemplo).
Un abrazo
Gracias, Francisco. Mankiewicz es lo que los marinos llamaban «un puerto seguro». Da gusto acudir a su cine cuando nos inunda la banalidad.
Abrazos
Gran entrada.
Por cierto, respecto lo que hablabais sobre Roma y el cine, totalmente de acuerdo, con la genial excepción de la serie Roma. Magnífica recreación, buen guión, grandes actores… totalmente recomendable.
Un saludo.
Recuerdo cuando vi esta película en la televisión, en el famoso Cine Club de la2. Ya no sé si seguirá. Pero a mí Brando es que me pierde en cada película que le veo. Me deja pegado a la pantalla.
Puro Teatro. Lo suyo es Puro Teatro
Abrazos
A los venezolanos, que hemos sufrido de los prolongados funerales de Hugo Chávez, nos suena muy familiar esta retórica de Marco Antonio enalteciendo al dictador usando las dádivas que les da a los romanos. Entonces y ahora, ¡Puro populismo! Como siempre, Shakespeare lo dijo todo. Insuperables Brando, Mason, et al. PROHIBIDO VER ESTA PELÍCULA CON DOBLAJE AL CASTELLANO, ESPECIALMENTE PENINSULAR .
Digamos que, como siempre, es recomendable ver las películas en versión original, si es necesario subtitulada. Y eso que pertenece a la época buena, de las mejores, del doblaje. Pero perderse a Mason, Brando, Calhern, etc., es mucho perderse.
Y en cuanto a lo de Chávez, más o menos lo que pasó aquí con Franco o pasará con el Rey. La historia de siempre.
Lo siento, es viernes por la noche y sólo estoy para superficialidades. Así que digo que Brando posiblemente sea el hombre más sexy que haya existido jamás. Que me perdone el resto.
Ah, Hatt, la serie «Roma» es estupenda. Y la ambientación huye de la edulcorada recreación del peplum (la faldita, los baños, las esclavas limpias y perfumadas y los atrios luminosos y llenos de estanques) para crear una escenografía más ajustada al urbanismo que ha llegado intacto gracias a Pompeya y Herculano. Incluso con un bonito y soez detalle al que el cine nunca ha prestado atención: los graffitis, a menudo de contenido sexual, de los que la ciudad estaba llena de parte a parte.
Saludos
AdR, Cine Club sigue, afortunadamente. Es uno de los últimos refugios que nos quedan. Una excepción para Brando: «La isla del Dr. Moreau». Ni los más grandes se salvan de cagarla de vez en cuando.
Abrazos
Noe, vaya, ya tienes cuerpo de fin de semana… Totalmente de acuerdo con Brando. Yo intenté parecerme a él, pero al final sólo logré parecerme a Karl Malden…
Perdonada.
Magnífica reseña, sí señor, que, como la película, hay que ver dos veces, por lo menos, por la amplitud y diversidad de contenidos.
Si Brando está magnífico -que lo está- puedes afirmar que el resto no le va a la zaga; un conjunto de intérpretes que casi dan miedo, por el talento desplegado a las órdenes de un director que supo mejor que nadie sacar partido de los textos teatrales.
Recuerdo haberla visto en la tele hace tiempo, y recuerdo que el doblaje al castellano era muy bueno.
Tengo que agenciarme el dvd, está claro: otro a la lista.
Saludos.
Sabrosa entrada, Alfredo. Muy bien. Coincido con Noé: ¿quién sabe qué habrá pasado para que terminase de tal forma?
No la he visto, hace parte de los huecos grandes en el cine clásico que tengo. Al menos para hoy tengo Las Reglas del Juego.
fuerte abrazo,
espléndida escena, en verdad, aunque marlon y joseph y mason son grandes, creo que el texto de don william es verdaderamente majestuoso…además estaba «inventando» las actitudes, recovecos y rebuscamientos del hombre, y el pensamiento, modernos.
Recuerdo que a mi madre le encandilaban estas películas porque, creo, le parecían absolutamente verdaderas. Las creía a pies juntillas y eso tiene su mérito. Seguro que si le pregunto ahora recuerda alguna escena con detalle: una mirada de Brando o ese alzar la barbilla tan «patricio» de Deborah Kerr.
Magníficas películas que encandilan sin más pero que mejoran y abren su espectro después de verlas con tus ojos.
Eso siempre exige un «re-visionado» que parece imprescindible en gran parte del cine clásico.
Besos.
Josep, la gran pregunta que cabe plantearse es por qué en 1953 se hacían cosas como esta película y también peplums para pasar el rato y hoy sólo existen los segundos. ¿Qué pasa con el cine histórico-literario de calidad?
Saludos
Malvisto, la borrachera de éxito y una personalidad siempre conflictiva que afloró al final. Te la recomiendo, aunque la de Renoir ya vale su peso en oro.
Abrazos
Cacho de Pan, Shakespeare resume en su obra al ser humano en su totalidad, lo bueno, y sobre todo, lo malo.
Mima, el poder del cine, del buen cine, sobre todo entonces tal y como estaba la vida era proporcionar otras vidas, y quienes así lo tomaban recuerdan las películas y sus sensaciones como si de cosas personales se tratara.
La gran virtud del buen cine clásico es convertirse en un pariente lejano, en un pedazo de nuestra memoria, de nuestra historia.
Besos
Buena pregunta, que me permito ampliar: ¿hay ahora público interesado en el cine histórico-literario de calidad? ¿Saldría rentable el esfuerzo económico?
Porque hoy, reunir tal cantidad de talentos cuesta una pasta, que los actores van todos por libre y no hay contratos que los sujeten a los estudios; el «star system» tenía ventajas, también, no hay duda. Y hoy el público en masa huye de cualquier película que les obligue a estar atentos al diálogo.
Esta cuestión daría para un comentario que sería desolador y pesimista; no me apetece afrontarlo, francamente.
Saludos.
Josep, personalmente creo que había exactamente el mismo público que ahora; si me apuras, te diré que menos, por una mera cuestión de la carestía de la vida. El hecho de que la gente elija determinadas cosas no deja de ser tramposo: la gente, en el cine, en la tele, tiene su capacidad de elección totalmente disminuida. Y poco a poco, también su capacidad de gusto propio, de espíritu crítico.
Pero tienes razón, mejor dejarlo para no ponerse de mala uva…
Saludos
Red Ciudadana
Lo que comenzó como un impulso individual, se está convirtiendo en una plaza de encuentro para la discusión y el debate. Generación Y ha logrado involucrar a un montón de personas en todas partes del mundo que me ayudan con la actualización, las traducciones y la difusión de los textos. La colaboración principal ha sido para colgar los posts, pues desde la última semana de marzo no he podido acceder al sitio en los cibercafé públicos ni en los hoteles. De manera que envío mis textos por email, algunos amigos los publican y me mandan -también por correo electrónico- los comentarios que dejan los lectores. Soy una blogger a ciegas, una cibernauta con una balsa que hace aguas y que logra flotar gracias al apoyo de una espontánea red ciudadana.
Todo el portal http://www.desdecuba.com sigue bloqueado en los servidores de locales públicos. He ido haciendo una copia de los mensajes de error que muestran los navegadores cuando intento acceder y aquí les dejo una muestra. También sé que el apagón no es total. Amigos que tienen internet en sus centros de trabajo pueden visitar el sitio, pero eso me sirve de poco, pues a esos lugares soy yo la que no puedo entrar.
No obstante, tengo los mismos deseos de escribir en esta bitácora que cuando empecé. Ahora con más testarudez, pues no hay nada que me resulte más atractivo que aquello que se me impide hacer. Para saltar las dificultades de la conectividad y llegar a los lectores dentro de la Isla, otros amigos han creado un minidisk con el contenido del Blog, que distribuyen gratuitamente. A todos quiero agradecerles el apoyo, los remos y el viento que me permite mantener el rumbo.
Escrito por:
Yoani Sanchez, Blogg Generacion Y, 1 Julio 2008
Blogera cubana perseguida por la dictadura cubana
Exigimos
Libertad de expresiòn en Cuba
Libre y total acceso a Internet para el pueblo cubano
Cese a la represiòn y persecuciòn polìtica
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¡Viva Cuba Libre!
pienso que brutu actuo de mala fe. pues no sabia que le esperaba a roma. pues el no anticipo lo que le sucedia a la nacion depues de la muerte de cesar.. bueno el fue intelilgente para algo pero no analizo. muy bien los hecho
Agustín, cualquiera que cosa a puñaladas a un señor, aunque no sea Julio César, me parece que actúa de mala fe, ¿no crees?
Gracias por tu comentario.
NO ME GUSTA PA NA LA LITERATURA Y ESA COSAS
Excelente película y excelente crítica que le haces. Hay que recomendar además la «continuación», en relidad la panorámica mayor, CLEOPATRA… con un Marco Antonio muy distinto, y un Octavio bastante parecido.
Gracias, José Ángel. Lo que pasa con la continuación es que fue tan controvertido su rodaje, hubo tantos problemas y fue tan estrepitoso su fracaso, que casi ni se habla de ella salvo para mal.
Gratificantes selección y comentario sobre una entre dos cintas de Mankiewicz (con ‘All About Eve’) que incluyo entre las cien mejores de cualquier nacionalidad.
Bueno, Mauricio, quedarse en cien y determinar quién está dentro y quién no quizá es una tarea tan subjetiva que, por fuerza, deviene en poco rigurosa como estéril. Pero entiendo que te gusten, es normal.
Me encanto la pelicula con una magnifica interpretacion de marlon brando dando el discurso ala pleve romana y mostrando al cesar caido
Desde luego, Carlos, el que señalas es el momentazo: intenso, arrebatador, emocionante, y todo una puesta en imágenes de lo que constituye el ejercicio de manipulación de masas al que hoy tan acostumbrados, por desgracia, estamos.