CINE PARA CHUPARSE LOS DEDOS (VII)
Alfonso Arau, actor mexicano que fue uno de los más habituales rostros del tópico sobre los hispanos en el cine ‘gringo’ (véase, por ejemplo, en Grupo Salvaje de Sam Peckinpah, Los tres amigos, de John Landis, o Tras el corazón verde de Robert Zemeckis) revitalizó en 1992 el cine de aquel país gracias a su versión cinematográfica de la exitosa novela de su esposa por entonces, Laura Esquivel, que se hizo cargo además del guión de esta historia que oscila entre lo cómico, lo dramático y lo surrealista, que combina amor y gastronomía y que fue favorablemente acogida por festivales, crítica y público de todo el mundo.
La trama, centrada en una historia de amor improbable en la zona fronteriza entre México y Estados Unidos en pleno efluvio revolucionario de las primeras décadas de siglo XX, cuenta la historia de Tita (Lumi Cavazos), la joven hija de una viuda terrateniente de la zona, que según tradición familiar, se ve condenada a permanecer soltera para cuidar de su madre cuando ésta no pueda valerse por sí misma. Eso impide el amor de Tita con Pedro (Marco Leonardi, aquel adolescente amante del cine que retrató Giuseppe Tornatore en Cinema Paradiso), el cual, como única solución para estar cerca de su amada, no tiene mejor idea que casarse con su hermana mayor, un matrimonio desgraciado para ambos y que todos reconocen como artificioso.
Contada a modo de flashback por una sobrina de la protagonista desde la cocina (cómo no) de su casa, mientras hojea el antiguo libro de recetas de su tía, salpicada con tintes de realismo mágico (los lloros de Tita al nacer que permitieron llenar varios costales de sal, el líquido amniótico inundando la cocina, los efectos sobrenaturales de los diversos platos de Tita en el ánimo y el cuerpo de quienes los prueban, las diversas apariciones espectrales de la ya fallecida madre de Tita cuando ésta se deja llevar por su pasión, la colcha que la joven teje a modo de una Penélope esperando el momento de su felicidad, los fuegos de la escena final…), la comida es tan protagonista de la historia como cualquier otro personaje, el vehículo de la pasión entre Pedro y Tita, la forma de intercambiar sus sentimientos y emociones (a veces con efectos sorprendentes en la otra hermana de Tita, que, sometida a la voluptuosidad de las codornices en pétalos de rosa que ha preparado la joven, sucumbe a las tentaciones mundanas y abandona el hogar para lanzarse a la vida y a la revolución, en la que se convertirá en una auténtica líder guerrillera, «Mi Generala», como la llaman), el medio por el que mantener un contacto que las conveniencias sociales, la vigilancia de la familia y los celos impiden que sea de otro modo. La película (y el libro, cuya combinación dio origen a una fructífera producción de réplicas editoriales en forma de recetarios, compilaciones culinarias, guías gastronómicas, etc.) es una orgía constante de olores, sabores, pucheros, salsas, aliños, aromas, guisos, asados, cocidos, frituras y hornos, y su visionado despierta el apetito de forma incontenible mientras se disfruta de un drama emocional muy bien construido y de los ocasionales momentos de comedia, unos amables y otros hilarantes (la indigestión colectiva, por ejemplo, o el efecto afrodisiaco de un menú al que ni siquiera el párroco puede escapar) que se incrustan en una historia en la que todos los personajes luchan por ser felices (o se lamentan por las ocasiones perdidas) y en la que los sentimientos se entrecruzan en diagonal de unos a otros sin que lleguen a coincidir plenamente hasta la ardiente eclosión final.
Con una fenomenal ambientación histórica, y al tiempo que refleja tangencialmente ciertos aspectos de la revolución mexicana, además la película permite explorar los encuentros y desencuentros habituales de las zonas fronterizas, las interrelaciones personales entre ambos lados, ese estado de cercanía y distancia propio de toda frontera que, como toda convención artificial, es una barrera burocrática y política pero que no puede evitar que los sentimientos, ánimos y voluntades de las personas puedan entrar y salir a su antojo.
Me gustaron mucho la peli y el libro.
Reconozco que ese mundo mágico, surrealista, que suelen crear algundos ecritores sudamericanos me encanta. Hay una cierta sencillez, un culto a lo básico que me parecen tan hermosos como necesarios.
Esta película es un claro ejemplo, deliciosa.
Buen comienzo de semana sir.
El título de la novela, que al parecer (según leo) hace alusión al punto de ebullición que ha de alcanzar el agua para derretir el chocolate, le pega como anillo al dedo, a esta invitación al paroxismo emocional.
El libro me encantó; la complejidad de la historia se presenta desnuda de todo artificio y eso me gusta. Sin embargo con la película (a ver como digo ésto pues sé que me voy a quedar solo) no acabó de convencerme. Aunque la recuerdo con agrado, dos intentos posteriores que he hecho de volver a verla, han resultado infructuoso.
Mientras en el libro el narrador omniscente resulta, en la película me chirría tanta voz en off. Además esta adaptación de una novela con tanto dato (a pesar de su brevedad) y tanta interrelación de personajes (no deja de ser una peli-saga, y éstas nunca fueron fáciles de filmar) se me antoja, ya digo, que resultó un pelín «enfarragosa». Y ese pelín es el que me perturba.
Inma, a mí en general lo mágico no me atrae demasiado, pero aquí me encaja.
Y además la peli abre muchísimo el apetito.
Besos
Raúl, coincido en parte contigo. Creo que la segunda mitad de la película se resiente un poco, pierde algo el pie, el ritmo. Yo soy poco partidario de la vez en off en general, creo que va contra la propia esencia del cine, que es utilizar la imagen lo más posible, y el texto, lo menos (con salvedades, por supuesto).
Hola, es la primera vez que entro aquí y me ha parecido un blog muy interesante, con secciones como la de la tienda de los horrores, como mola poner los bodrios a parir jejeje ¡enhorabuena!
La película no la he visto, pero a juzgar por tu reseña parece muy interesante…..habrá que hacerse con una copia por el método habitual….
Un saludo!
Pues bienvenida, y gracias por comentar. Te la recomiendo, aunque sea por el método habitual, que no siempre es legal…
Saludos
Bienvenido jejejeje, y de nada por el comentario,ciao!!!!
Tengo problemas para hablar de esta peli. Sí, es buena, pero… no me acaba de…
No sé, lo dejo para luego.
M
Me encanta esta película, pone las emociones a flor de piel, y las papilas gustativas a pleno rendimiento 😉
Entrenómadas, alguna perturbación extrasensorial o extracinematográfica veo por ahí. Cuéntame, cuéntame, a ver si coincide con la mía…
Besos
Minerva, yo salí con un hambre que me fui directamente a por un buen bocata. Cada vez que la veo procuro haberme cebado previamente.
Sí, está bien, pero me deja un regusto de que pudo haber sido mucho mejor. Sorpresa me llevo al enterarme de que es el niño aquél de Cinema.
Un abrazo, y felicidades, hermano.
En realidad, Malvisto, no es el niño de Cinema Paradiso, sino el niño crecidito, el adolescente.
Abrazos, el sentimiento es mutuo
mucho chocolate, querido 39.
Un verano goloso, según se ve.
Para mí no es una película recordable, lo siento.
De la peli lo que más me gusta es el libro, o sea la historia en sí, la mezcla de comida y vida, las sensacioens y emociones como canales de comunicación y exploración de la realidad. Creo que la pelicula, sí, va perdiendo algo el pie conforme avanza. Y no acaba de resolver todos los problemas que tiene planteados en el guión, que no son pocos, todo dicho sea en descargo del director. De todas formas, la recuerdo agradablemente. Hace mucho que no la he vuelto a ver.
AMO el realismo mágico. Este libro está entre mis «pendientes» más apremiantes, en cuanto pueda lo leo… y luego a por la peli, claro (siempre que se basa en un libro voy antes a por el libro).
Tiene muchas cosas que me han recordado a Isabel Allende (adoro a esta mujer), sobre todo eso del nacimiento de Tita y de que la sal que lloró llenó varios costales: en un libro de Allende (creo que «La Casa de los Espíritus», pero no estoy segura) hay un personaje que nace en la mesa de la cocina y también pasa lo de la sal.
Seguro que me gustarán tanto el libro como la película… este género del realismo mágico me apasiona y la historia suena muy bien.
Besos.
Rosa.
Cacho de Pan, curiosamente el cine de Chabrol siempre deja ese regusto de no haber visto nada del otro jueves. Hasta que se vuelve a ver.
Luisa, creo que la peli pierde fuelle a medida que los personajes se van haciendo más mayores. Resulta quizá un tanto difícil comprender determinadas derivaciones de la trama con ciertas edades y más tras algunos acontecimientos previos.
Pues, Rosa, como digo por ahí, es un estilo que a mí no me termina de convencer. A la película le pega bien, pero hay mucho aprendiz de García Márquez suelto por ahí.
Besos
Me encanta esa conexióne entre la cocina, los platos y la forma de transmitir a través de ellos las emociones, eso fue lo que me enganchó a la película y tengo pendiente el libro.
Esta película significó mucho para el cine mexicano entonces el verla fue algo inesperado, de no creerse, por lo mismo seguramente mi recuerdo debe ser mejor de lo que realmente es, tendría que verla de nuevo. Las historias de realismo mágico son frecuentes en México y América latina debido a que muchas familias las han vivido, para ellas son reales.
un abrazo
Esa es otra de las que tengo pendientes de ver; tu sugerente reseña me abre de nuevo el apetito de verla y ya debo ponerme en ello, pues desde que se estrenó y por motivos varios, diversos y pintorescos, nunca he podido disfrutarla. Ya va siendo hora, me digo, de cumplir con ella y darle un buen repaso.
Saludos.
Missing, lo que decribes es un verdadero hallazgo narrativo. En la película está bien reflejado, pero digamos que en la segunda mitad, cuando decrece un poco, eso parece ser olvidado, pasa a un segundo plano, y quizá sea uno de los problemas de la cinta en conjunto.
Alba, fue una sorpresa, y el cine mexicano adquirió un lugar internacional que había perdido en las últimas décadas, preludio de lo que, afortunadamente, ha venido después.
Un abrazo
Josep, seguramente te gustará, aunque también puede dejarte un regusto un poco amargo. Ya me contarás.
Saludos
Una peli como el chocolate… Es un placer volver a este rincón, aunque el mío apenas se mueve me he propuesto ir mejorando la pequeña historia del cine, que no doy por acabada… cuando pueda, que no tengo ordenador y voy de prestado… Un saludo, y siento no haber comentado esto antes, merecías algo más personal que una nota en el blog.
Ya te echábamos de menos, Samuel. Me preguntaba en qué andarías. Anda, espabila, que también echamos de nuevo tu blog.
ando por los Diarios de cine, de Jonas Mekas… intentando ver todo ese cine llamado underground, vanguardista… (intentando) he logrado ver Cenizas y diamantes, qué joya… el blog continúa pero con detalles corregidos, algún añadido, pero sin fechas (si agrupo cosas que he encontrado interesantes en el youtube igual hago un enlace… Un saludo.
La vi hace años y me gustó mucho. Supongo que porque iba en la línea de realismo mágico que tanto me enganchaba en aquella época, por lo que tiene, precisamente, de mágico, de telúrico, de pasional… Aunque no deja de ser realismo. Yo quiero creer que esa magia o ese poder de las cosas y de las personas existe.
Besos
Carlota, ojalá esa magia fuera cierta. Imagínate terminar con el hambre en el mundo gracias a los centenares de millones de toneladas de sal originadas por todos los nacimientos que hay en el mundo en un solo día… Creo que esa es la clave del realismo mágico, imaginar, soñar con que otras realidades son posibles.
Besos
Esta genial esta gran película mexicana, que a decir verdad, no se le ha dado la proyección necesaria en la televisión. La temática es interesante, de cómo el amor que siente una persona a otra se puede expresar no solo con besos, caricias, sino con otras formas. En este caso, la hija menor Tita le expresa su amor al hombre imposible a través de la elaboración de platillos y otros alimentos. Sobre la antigua costumbre de la sociedad mexicana de finales del siglo XIX y principios del XX en el que la hija menor tenía que «casarse» con la voluntad y autoridad de los padres, hasta que murieran. En el caso de que el hijo menor fuera hombre, éste temía derecho a casarse y llevar a vivir a la casa de sus padres a su mujer. Vemos pues, esa conducta desventajosa para la mujer. Y que todavía persistió en la década de los años treinta del siglo XX. Vale la pena verla otra vez.
Marcusse, una película que supuso el despegue del buen cine mexicano que podemos ver hoy.
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este programa es mas fome
me encanto este librooo,,lo lei en clasee y obveooo vi al pelii tmbb
muy buenas amabas!!
me gustaaa la historia,,,,y sobre todooo las delicias d cocina!! :$
besos!!
ESTA MUY BONITA ESTA PELICULA
una gradiosisima pelicula el contenido, las actuaciones, las emociones, la cocina, el zason llegaba hasta el televidente, los secretos todo ,todo me facino spero salga otra parecido o mejor q la renueven ya q estuvo buenisima.
Cuando algo nos ha gustado mucho, Gilbert, mejor que lo dejen como está. Cualquier añadidura lo estropearía todo.
ME DA AMBRE
Sí, tanta que hasta te comes las letras…