Revolución, de Hugh Hudson y Al Pacino

El 4 de julio es la fiesta de la independencia de los Estados Unidos ese gran país en tantos aspectos (por ejemplo, el cine) y ese pérfido invento en otros muchos, desde que tal día de 1776 se firmara la Declaración de Independencia respecto al rey de Inglaterra, Jorge III por parte de sus antiguas trece colonias de Norteamérica y que supondría el origen del imperio que actualmente padecemos y que no vaciló en asumir las enseñanzas filibusteras de su antigua metrópoli y explotarlas al límite durante los últimos doscientos y pico años. Sabido es que la revolución americana, como cualquier otra revolución, no supone más que un forzamiento para que las clases privilegiadas admitan en sus círculos privados a las clases dirigentes del proceso revolucionario, momento a partir del cual el pueblo y los valores pasan a importarles un pimiento morrón, lo cual queda constatado en esta guerra revolucionaria por la que las antiguas colonias, con el apoyo «desinteresado» de Francia y España, llegaron a constituir tras siete años de combates un Estado de aristocracia económica, que mantuvo la esclavitud legalizada durante casi cien años más, y que desde el momento de su fundación realizó una ingente labor de limpieza étnica con la población autóctona norteamericana a la par que un acoso y robo de tierras a sus vecinos mexicanos en lo que sería el antecedente de la famosa doctrina Monroe («América para los [norte]americanos»), política que, contraviniendo todos y cada uno de los elevados postulados por los que se decía buscar la libertad y que venían expresados en la Declaración de Derechos de Virginia y en la propia Declaración de Independencia, ha mantenido en las formas y lugares más dispares durante el resto de su breve historia, haciéndonos saborear las «mieles» de la democracia liberal a tiro limpio, con la implantación o mantenimiento de largas y sangrientas dictaduras a la menor ocasión o con la financiación y equipamiento de grupos terroristas que al tiempo han supuesto una amenaza para todos. Y aunque haya quien se derrita de gratitud por la feliz circunstancia de que fueran los Estados Unidos los que «salvaran» al mundo de la pesadilla del nazismo, quizá convendría señalar algunas razones para tal acto de «generosidad», como son el deseo (mantenido aun hoy) de que Europa no esté nunca unida bajo un único mando común (sea nazi, comunista o democrático, para lo cual cuentan con la inestimable ayuda quintacolumnista del Reino Unido a la que aspiran a añadir otras como Turquía) que suponga una competencia letal para sus intereses, o la necesidad de ocultar la contemporización de los sucesivos gobiernos americanos con los nazis y la germanofilia de muchos dirigentes políticos y económicos de Estados Unidos hasta 1941, incluidos los abuelos del actual (por poco tiempo, afortunadamente) presidente Bush o los padres del «heroico» presidente-mártir Kennedy, al que para mitigar los devaneos de su familia con los nazis hubo que inventarle apresuradamente un historial heroico que incluir en su hoja de servicios militar. Una democracia en que son tantas las leyes que prohíben, censuran y restringen como las que reconocen derechos, si no más, derechos que sólo parecen haber estado vigentes para los ciudadanos de pasaporte norteamericano pero de los cuales, a su entender y con el alto objeto de «proteger su modo de vida», es decir, el dólar, no son sujeto los seres humanos del resto del mundo.
Feliz 4 de julio a todos.

Muchas son las películas norteamericanas que, como no podría ser de otra manera tratándose del segundo productor mundial de cine (tras India), han reflejado aquel episodio histórico de un modo u otro, pero generalmente de la forma patriotera, propagandística, demagógica y psicológicamente ramplona con la que suelen tratar su propia Historia, y lo que es peor, la de los demás. Revolución, dirigida en 1985 por Hugh Hudson, coproducción con Reino Unido, es una irregular cinta en la que se conjugan los hechos militares y políticos con la historia personal de un hombre que se ve inmerso en un conflicto que a priori no supone nada para él. Tom Dobb (Al Pacino) es un trampero pobre y sin educación que malvive de su oficio entre el mundo comercial de las ricas colonias británicas y las tierras vírgenes de los indios. Cuando estalla en Nueva York el levantamiento contra las fuerzas del rey, se halla allí casualmente con su hijo, y, tras la confiscación de la barca con la que trabajan y por la que les expiden un bono de guerra en un mugriento pagaré, ambos son reclutados a la fuerza para la lucha. La guerra no va con ellos, ya que en ningún caso su modo de vida tiene que ver con lejanas cortes europeas o ricos despachos de Boston o Nueva York, pero tras unos meses de penurias y la constatación del grado de maldad y perversión al que pueden llegar los británicos para con los «inocentes» ciudadanos de Norteamérica, fenomenalmente retratada en el personaje interpretado por Donald Sutherland, sin duda lo mejor de la película (junto a la aparición de la hermosa Nastassja Kinski como niña bien consumida de ardor revolucionario), un ambiguo, cruel y siniestro militar británico que «adopta» al hijo de Tom, éste asume la causa estadounidense como propia y se pone a la cabeza de la lucha contra los británicos. Es decir, algo parecido a lo que años después y en plan tontarras intentaría hacer Roland Emmerich junto a Mel Gibson con la infumable aunque entretenida El Patriota.

La película, de ritmo irregular y de estética y ambientación más bien sombría, contiene algunas buenas escenas de acción y de batallas con el colorismo habitual de los uniformes y tácticas de combate del siglo XVIII, pero cuando realiza saltos temporales en la trama, intenta imponer pausas o detenerse en momentos dramáticos o reflexivos puede incluso llegar a aburrir o a desesperar (por ejemplo, la escena final) por su exceso de estatismo, por detenerse en el éxtasis contemplativo, la pérdida del pulso y en ocasiones incluso su abandono de la trama principal, sin duda elementos que provocaron la masacre de la película por parte de la crítica y la ausencia de las salas por el público, todo lo cual puso en una delicada situación económica a los productores ingleses y amenazó con la crisis a Paramount Pictures, además de cuestionar el crédito de Hugh Hudson como director.

La banda sonora de John Corigliano, la más que correcta ambientación histórica, la interpretación de Sutherland, algunas escenas puntuales (sobre todo los hechos revolucionarios en la ciudad, con mención especial a la decapitación de la estatua del rey, y determinadas escenas rodadas en exteriores, así como los combates) y la aparición en un pequeño papel de la cantante, por entonces, de Eurythmics, Annie Lennox, son de lo poco recuperable (ni siquiera la actuación de Al Pacino merece ser reseñada) de esta cinta que pertenece a ese club de películas malditas, aquellas que teniéndolo todo a favor (presupuesto, estudios, un director competente, un buen reparto, una buena historia a priori), terminan durmiendo (por mérito propio, en este caso) el sueño de los justos del olvido.

18 comentarios sobre “Revolución, de Hugh Hudson y Al Pacino

  1. Hablamos de una «superprodución» con ínfulas y pretensiones. En el tono general, creo que fue fallida. Sin embargo, coincido plenamente con las notas positivas que le concedes; el personaje de Sutherland está más que logrado (ya la sola elección del actor, es un acierto); la ambientación (dados los medios económicos con los que contó) acertada; buena fotografía (el apagado de los colores, en conosonancia con lo lóbrego del mensaje); la música…
    Yo destacaría además, que sin excesivos subrayados, la relación paterno-filial (condicionada por el dramatismo de las circunstancias en las que se desenvuelve) no chirría en absoluto en cuanto al trato que el director le da.

  2. En efecto, muy pretenciosa y muy fallida. Quizá tienes razón en cuanto a la relación paterno-filial, aunque no sé si es virtud de la película o la impresión se debe a que el resto de relaciones entre personajes están realmente desdibujadas.

  3. Después de un tiempo out, vuelvo a disfrutar de tus estupendas reseñas Alfredo, ésta no estoy seguro si la he visto, con lo cual la veré pronto a ver que tal, y con respecto al día de hoy, pues como ya sabes, tengo una relación amor/odio con la sociedad americana, por una parte me fascina su cine históricamente y me encantan ciertos aspectos de su sociedad, y por otro me dan escalofríos otros menos recomendables. Si tuviera que poner una balanza, me quedo con los positivos, pero vamos, me dan algo de miedo esta gente, jaja.
    Por mi parte, he felicitado a algún conocido de allí que conservo buena amistad y a mi mejor amiga que anda desde hace dos días estudiando intensivo por Berkeley.
    Saludos!!

  4. Estoy muy de acuerdo con el primer párrafo, descripción brillante para los huérfanos de conocimientos históricos entre los que me hallo, en parte por propia convicción, que me lleva normalmente a rehuir productos «históricos» como el que ocupa el resto de tu excelente reseña. nunca me han gustado las películas «históricas» con pretensión de verismo; prefiero con mucho los leotardos verdes de Robin Hood (sobre todo si los lleva Errol Flyn) y desconfío de los mensajes patrioteros como el que relatas.
    De modo que, en esta ocasión, aún degustando una buena reseña, permaneceré ignorante de la película objeto de la misma.
    Saludos.

  5. El amor-odio. Seamos positivos. Es un país cojonudo. Es su política lo que no lo es. ¿Hay algún país en que eso sea distinto? Lo malo es que la incompetencia de nuestros políticos sólo la pagamos nosotros, la de los suyos, todo el planeta. Es lo que tiene ser un imperio.
    Pero desde luego, hoy me he tomado unas birras a la salud de los norteamericanos de bien, que los hay, aunque no suelan estar igual de presentes que los hdps…
    Un abrazo

    Josep, pienso igual (exceptuando los leotardos…). No me tira para atrás el cine histórico, sino el cine que pretende pasar por histórico pero que en realidad intenta presentar un mensaje político, generalmente en clave actual.
    Sin embargo, la película posee suficientes pegas por sí misma para que te surjan dudas en cuanto a su visionado, independientemente de su intención histórica.
    Saludos

  6. Red Ciudadana

    Lo que comenzó como un impulso individual, se está convirtiendo en una plaza de encuentro para la discusión y el debate. Generación Y ha logrado involucrar a un montón de personas en todas partes del mundo que me ayudan con la actualización, las traducciones y la difusión de los textos. La colaboración principal ha sido para colgar los posts, pues desde la última semana de marzo no he podido acceder al sitio en los cibercafé públicos ni en los hoteles. De manera que envío mis textos por email, algunos amigos los publican y me mandan -también por correo electrónico- los comentarios que dejan los lectores. Soy una blogger a ciegas, una cibernauta con una balsa que hace aguas y que logra flotar gracias al apoyo de una espontánea red ciudadana.

    Todo el portal http://www.desdecuba.com sigue bloqueado en los servidores de locales públicos. He ido haciendo una copia de los mensajes de error que muestran los navegadores cuando intento acceder y aquí les dejo una muestra. También sé que el apagón no es total. Amigos que tienen internet en sus centros de trabajo pueden visitar el sitio, pero eso me sirve de poco, pues a esos lugares soy yo la que no puedo entrar.

    No obstante, tengo los mismos deseos de escribir en esta bitácora que cuando empecé. Ahora con más testarudez, pues no hay nada que me resulte más atractivo que aquello que se me impide hacer. Para saltar las dificultades de la conectividad y llegar a los lectores dentro de la Isla, otros amigos han creado un minidisk con el contenido del Blog, que distribuyen gratuitamente. A todos quiero agradecerles el apoyo, los remos y el viento que me permite mantener el rumbo.

    Escrito por:
    Yoani Sanchez, Blogg Generacion Y, 1 Julio 2008
    Blogera cubana perseguida por la dictadura cubana

    Exigimos
    Libertad de expresiòn en Cuba
    Libre y total acceso a Internet para el pueblo cubano
    Cese a la represiòn y persecuciòn polìtica
    Libertad a los presos politicos, a los periodistas encarcelados

    ¡Viva Cuba Libre!

  7. ¿Has visto Noe qué invitada de lujo ha sembrado este comentario a lo largo y ancho de este blog? desde luego, nos sumamos a su reivindicación, faltaría más. Incluso me atrevo a añadir, Viva Cuba Libre de los dictadores… y de los yanquis.
    El encanto de lo imprevisible.

  8. Esto de los fenómenos hstóricos y su manipulación. Me atrevo a preguntar con la reciente liberación de Ingrid Betancourt: ¿hasta qué punto una noticia de tal calibre puede llegar a ser trillada por los medios? He escuchado de todo: que no se cortó el pelo, que no se lo tiñó, que Carla le dio dos besos, y Sarkozy sólo uno. Todo esto para mitigar aquello de: si lo dice la paramount es cierto, si lo dice tal iglesia es cierto, si el libro está publicado y está muy bien reseñado, es cierto. Hay una clase de sospecha que uno nunca deberia dejar de aumentar. Tragar entero es mucho más fácil de lo que se piensa.

    Por otro lado, gracias por el mensaje, y espero que hayan sido unas beunas copas.

    Un fuerte abrazo, hermano

    andrés

  9. Tema peliagudo el que apuntas, Malvisto. Sin embargo, creo que no vas desencaminado; aún faltan muchas cosas por saberse. Por otro lado, esto es como el cuento del lobo. Hay quien ha estado tantos años manipulando, mintiendo, escondiendo, tergiversando, que ya es imposible no llegar a sospechar de todo y de todos cuando se nos cuenta algo. Inevitable pensar si no quieren convencernos de que las cosas han sido de una forma concreta, cuando han sido al revés.
    Abrazos

  10. Nos estamos metiendo en jardines, pero me da igual. Yo vi la noticia de la liberación de Betancourt en la televisión francesa y creí que era la versión gabacha de «Dónde estás, corazón».

  11. Cierto, Noe. Yo no he visto los programas ni las noticias francesas, pero el circo que ha montado Sarkozy con el tema para ver si le salpicaba algo de «gloria» es morrocotudo. Y bastante miserable.

  12. es una de las peliculas de alpachino donde mas enrgia transmite, haciendo de esta unas de las peliculas mas imbulcrativa del cine de accion de epoca. un gran saludo para ese monstruo que a todos nos conmueve cada que trabaja en cualquiera de sus papeles, y pilar a emular para tantos que no llegan a su talante.gracias alpachino.

  13. MENOS SOPORTABLE SON 90 MINUTOS DE FUTBOL Y EL 65% DE LA POBLACION LO TOMAN COMO UNA RELIGION, AL MENOS CON ESTA PELICULA TIENES LA OPCION DE PODER UTILZAR EL MEDIO DE TRANSPORETE MAS RAPIDO, LA IMAGINACION, LA CUAL TE PUEDE DESPLAZAR A LUGARES Y EPOCAS JAMAS DESCRITAS TAN EXACTAMENTE DE FORMA VERBAL POR NADIE. A LA HORA DE ELEGIR UN MEDIO DE COMUNICACION DONDE SENTIRNOS PARTE DE LA ACCION ES PORSUPUESTO QUE SIN EL BUEN HACER DE LA LABOR DE ACTORES,NO PODRIAMOS RECURRIR A OTROS QUE NO FUESE EL CINE, AUNQUE DE UNA MALA PELICULA ESTUBIESEMOS HABLANDO.

  14. Fuera de consideraciones políticas sobre el gran monstruo que efectivamente es USA, a mi juicio «Revolución» es una gran película, digna de ser revisitada, que gana con el tiempo, con unas secuencias inolvidables (la cacería del zorro, las escenas en el puerto de New York, las batallas, las apariciones de Nastassia, etc..), una fotografía, dirección, actuaciones y banda sonora de gran altura, que por su carácter casi de «cine de autor» pasó a la lista de película «maldita», lista que con el tiempo pone a sus integrantes en donde se merecen: en el olimpo de las mejores películas.

  15. Bueno, Federico. No te falta razón en parte, reconociendo que es mucho mejor película de lo que se percibió en su momento y aun después, pero posee carencias, de ritmo por ejemplo, que le hacen determinados olimpos muy caros.

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