CineCuentos – Un día en el mundo

Noche de invierno. El hombre gris cruza el desolado parque hacia la solitaria parada de autobús que lo conducirá a su jaula de cemento. Ha parado de llover pero el frío es intenso y algunos charcos ya presentan señales de inminente congelación. El ruido del motor rasga el silencio y el autobús iluminado es un oasis de humanidad en medio de ninguna parte.

El hombre gris paga el billete y el conductor ni se gira. Despoblado, el autobús va perdiendo unidades hasta que el hombre gris se queda como único ocupante, última fila, último asiento. Faltan muchas paradas hasta la suya, la que está cerca de su viejo apartamento, vacío y sucio. Oscuros pensamientos de nostalgia, rencor y abandono ocupan su mente.

Nadie sube ni baja del autobús hasta su parada. Así es cada día, y así será en éste su último trayecto. No volverá a la oficina. Le han pedido que no vuelva, y el hombre gris siempre ha sido muy receptivo a las sugerencias ajenas. Su resentimiento cambia de objeto, de la mujer que perdió al jefe que ha dejado su vida hueca. Antes al menos tenía el trabajo. Desde esta noche de invierno ya no le queda ni eso.

Súbitamente, el autobús se detiene de golpe, como atragantado, e interrumpe el catálogo de odios del hombre gris. Uno más va a unirse a la lista: el conductor le avisa de que el vehículo se ha averiado y de que debe bajarse. Es muy tarde, ya no pasará otro autobús. Solo, rodeado de nada en un barrio desconocido de hormigón, celdas impersonales de una cárcel de corazones, el hombre gris deambula en busca de un taxi para llegar a su cotidiana soledad. A oscuras, cansado, malhumorado, siente la derrota, se declara vencido, claudica al fin ante las penalidades de la vida, felicita al triunfador, hace firme propósito de quitarse de enmedio e incluso una lágrima se asoma al balcón de sus ojos. La lágrima se lo piensa mejor al ver al fondo de una calle un local iluminado por una fuerte luz blanca.

Un cine ruinoso. Cantando bajo la lluvia, anuncia el cartel, sesión golfa, 01:00 horas… El hombre gris piensa en retrasar su llegada a la soledad doméstica. Aborrece los musicales, pero ése no. La taquillera, una mujer gorda y fea que parece vestida con el camisón de dormir le vende una entrada con desgana, sin decir una palabra. El vestíbulo está en penumbra, no hay nadie que corte el papelito naranja que sirve de ticket. Otra mujer parecida a la anterior, quizá la misma vendedora de entradas que se ha teletransportado en un segundo, piensa el hombre gris, vende unos pringosos paquetes de palomitas de la semana anterior. El hombre gris compra uno. Le recuerda su infancia, cuando el sol aún iluminaba la ciudad.

La cortina de terciopelo rojo hace años que dejó de encajar en la definición de limpieza, y la sala vacía no es más que una sábana blanca y unas filas de asientos de madera que vieron pasar mejores días. Los palcos cegados son como ventanas abiertas a otra dimensión y las luces son tan tenues que la piel adopta un blanquecino tono mortuorio.

No es la una, pero la sesión comienza justo cuando el hombre gris se sienta en la última fila, último asiento y antes de que le dé tiempo a recrearse de nuevo en su amargura. Make them laugh. Con el paso de los minutos, una sonrisa se esculpe a duras penas en la acartonada cara del hombre gris. Sus pies cobran movimiento de manera autónoma, y un estridente rugido gutural parecido a un tarareo que proviene de su garganta acompaña los bucles acrobáticos de Gene Kelly en la pantalla.

Cuando sale del cine, el hombre camina deprisa y no puede reprimir dar dos pasos de baile al llegar a una farola, por fin encendida. Un taxi está detenido en la esquina. La taxista es una joven que durante el trayecto le habla de su último verano. El hombre no volverá a sentirse solo.

Benjamin Sullivan
Across the cinema dreams
Niagara. Chicago, 1989.

19 comentarios sobre “CineCuentos – Un día en el mundo

  1. Lo bueno de leer este post tan tempranito es que nadie me molesta y puedo poner todos los sentidos en el texto. Alfredo, me ha gustado mucho, me parece buenísimo. Y la fotografía de las que quedan grabadas.

    Un beso,

    M

  2. un relato magnífico para empezar el día, o para terminarlo… «Cantando bajo la lluvia» es una de esas películas que son un milagro, y que pueden hacer milagros. Un saludo.

  3. No lo conocía, y me parece estupendo. Me pondré al día de los últimos posts en breve, que siempre es un placer hacer más llevadera la vuelta a un lugar con pequeños placeres cinéfilos como este (pequeño no por la valía por supuesto XD).
    Por cierto, he disfrutado mucho de aquellas lejanas tierras hongkonesas Alfredo, ya te contaré a fondo sobre el tema, y alguna otra cosilla.
    Un abrazo

  4. Brutal contraste entre el gris travelling urbano y la pantalla luminosa del cine que canta bajo la lluvia. Yo recuerdo sensaciones similares (no tan deprimentes). La magia existe. Aunque no dura (creo): aunque por si acaso nunca desdeñadermos a Mefistófeles-director de cine.
    Y buen fin de semana festivalero por aquí (uff)
    Besos, besos

  5. Maravilloso post para empezar el día,y ya ves,son más de las doce del mediodía.Tengo delante de la pantalla un café insulso en un vaso de plástico y un cigarrillo que se me apaga constantemente,pero mis ojos han quedado atrapados en este magnífico cuento contrastado con las imágenes,la música y los juegos de sombras.
    Estos 39 escalones es el mejor aliciente para mis estados de ánimo.

    Gracias Alfredo,un fuerte abrazo amigo.

  6. Precioso el texto y ayuda a animarse un rato. De cómo el cine puede hacer feliz a alguien y cambiarle su «estado interior».

    Sobre la canción de los VETUSTA MORLA decir que me gusta este tema (ya lo había oído varias veces) aunque no les sigo demasiado.

    Saludos Alfredo!

  7. Ah, muy bueno: esto fue un duchazo…. aunque me pregunto si será posible darse un duchazo de sol… por aquello de tener frío… y estar solo. Muy bueno, muy buena esta nueva sección, o sesión de ánimo. Grande.

    Un fuerte abrazo,

  8. Feliz regreso, Iván; cuéntame, cuéntame, para despertar mi clásica envidia conchina y asquerosa… El placer es mío.
    Bienvenido de nuevo.
    Un abrazo.

    Luisa, a mí del festival me va a tocar más bien poco… El cine tien magia a veces; dejemos al hombre ex-gris que le dure, mujer, no le amarguemos tan pronto. De todas formas, «Cantando bajo la lluvia» levanta los ánimos.
    Besos

    Gracias a ti, Francisco. Me das ánimos para seguir buscando cuentos inéditos como éstos. No es mala hora para comenzar el día, no está mal. Me alegra contribuir a despejar el sueño.
    Un gran abrazo.

    Gracias, Josep, a ti por leerlo. No son pocas las veces que una película, ni siquiera buena, me ha servido para desterrar fantasmas, aunque sea por un rato.
    Saludos

    Martín Garrido, muchas gracias por venir y comentar, aunque sea por casualidad. No dudes de que una buena película o un buen libro pueden obrar maravillas…

    Alberto Q., yo tampoco conozco mucho a Vetusta, pero los tres o cuatro temas que he oído me gustan mucho.
    El cine tiene poder, desde luego.
    Saludos.

    Hombre, Malvisto, cuánto tiempo… El buen cine insufla ánimos, Andrés.
    Un abrazo

  9. De forma quizá excesivamente desgarrada, pero se refleja perfectamente la potencia del efecto del cine, del buen cine precisaría, en mucha gente. Buen relato.

    Pd.- Antes de darle a «continuar leyendo», el local iluminado por una fuerte luz blanca, pensé que podría haber sido un lupanar. La estertórica vida de alguien, salvada por la compañía de una puta. también hubiera resultado genial. Y muy poético.

  10. Pues sí, Raúl, podría haber sido una prostituta, pero no sabía dónde colocarle una película a la moza…
    El desgarro se debe a circunstancias meramente personales.
    El grupo, espléndido.
    Saludos.

  11. Alentador… Me ha recordado que muchas veces la montaña rusa en la que circulamos nos puede llevar de una caída en picado, a una subida placentera… Y todo empieza por una sonrisa… Espero que no me eches de aquí después de lo que voy a decir… No la he visto; tan solo conozco la escena que todos conocen… Y la canción. La reservaré para un día gris. Un día en el mundo. (sonrisa)
    Besos

  12. Lástima que no la tenga en DVD… Sólo la tengo en VHS y la gente ya no suele tener, pero si no tenía fácil arreglo. Eso sí, la versión es un poco chapucera y han traducido algunas canciones al castellano; es un sacrilegio escuchar «Make’em laugh» doblado…
    Besos.

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