Gosford Park: el mejor Robert Altman

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De vez en cuando los cineastas veteranos, aquellos que durante sus largas carreras se han anotado importantes aciertos y algún que otro tropiezo, que ya peinan canas, de los que apenas se espera ya nada aparte de fórmulas repetidas o el rodaje de una misma película año tras año, ocasión tras ocasión, se desmarcan con auténticas joyas que dejan a todo el mundo boquiabierto y convierten la famosa expresión «quien tuvo, retuvo» en algo más que un refrán. Así ha sido el caso de Woody Allen con Match Point, de Sidney Lumet con la reciente Antes de que el diablo sepa que has muerto, o como fue en 2001 con esta maravilla de Robert Altman.

Y Altman, creador irregular donde los haya, vulgar hasta decir basta cuando filmaba vulgaridades, sublime cuando se ponía a hacer cine, nos regaló una obra excelente, a priori sin elementos especialmente sorprendentes, pero con un resultado soberbio. Porque ni narrativa ni estilísticamente ofrece algo que no hayamos visto antes, pero la factura final, el altísimo nivel de las interpretaciones, el cuidado en la puesta en escena y la magnífica labor de dirección hacen de esta película un placer de 137 minutos. Cuando comienza Gosford Park, uno sabe instantáneamente que se está asomando a cine de muchos kilates.

La acción se sitúa en la mansión propiedad de Sir William y Sylvia McCordle en el noviembre de 1932, en la cual va a tener lugar un aristocrático fin de semana de caza al que está invitado los más granado de la alta sociedad de los contornos y algún ilustre invitado extranjero. El marco es incomparable, valga la frase hecha: un paisaje hermosísimo, unos bosques tupidos, un cielo azul casi transparente, larguísimos campos y praderas por los que galopar o enviar a los perros tras un venado, una enorme mansión repleta de lujos, amplias estancias, salones, bibliotecas, salas de baile y de billar, comedores kilométricos y dormitorios lujosos y aptos para escaramuzas nocturas con captura de prisioneros incluida. Pero como toda gran casona nobiliaria, en los subterráneos hay otro mundo: cocinas, cuartos de lavar, dormitorios del servicio, estancias para los más diversos oficios, talleres, garajes, despensas, bodegas…, por los que pululan los elegidos para atender hasta la más ínfima y denigratoria necesidad de los privilegiados. La organización de semejante evento social, uno de los principales de la temporada, no sólo reúne en la mansión McCordle a algunas de las principales personalidades del orbe aristrocrático acompañados de insignes invitados (como un ídolo de la I Guerra Mundial, un famoso productor de cine norteamericano -quizá menos famoso de lo que él cree-, o el ídolo de masas Ivor Novello, principal estrella del cine mudo británico en películas como por ejemplo El enemigo de las rubias, de Alfred Hitchcock, galán envidiado y deseado por las mujeres y en realidad un homosexual practicante y muy promiscuo, además de adicto a sustancias varias), sino también a sus respectivos servicios, que convertirán los sótanos de la casa en un constante ir y venir de secretarios, mayordomos, criados, doncellas, asistentes, ayudas de cámara y chicos/as para todo.

De entrada, como tantas y tantas veces, la diferencia entre las lujosas y sibaritas estancias de la casa construidas sobre el suelo y los oscuros y toscos subterráneos, marca uno de los niveles de lectura de la trama, no sólo el clasismo, las diferencias sociales entre servidores y servidos que dé paso a una crítica de la corrupción, la podredumbre ética y la ligereza de costumbres de las clases adineradas y el resentimiento, la envidia y la ambición de quienes viven bajo ellos, sino también a la doble moral compartida por unos y otros y a las relaciones sumergidas que constantemente se establecen entre quienes viven arriba y quienes viven abajo (como una famosa serie de televisión británica que explotaba esta misma situación). Ese será principalmente el hilo narrativo de la película: tras el planteamiento de los múltiples dramas y situaciones que salpican al enorme y magnífico reparto coral (como casi siempre en Altman), serán las relaciones ocultas entre sirvientes y señores, la mezcla, la necesidad, no sólo práctica, sino personal, entre unos y otros, la que marcará el desarrollo del film, introduciéndonos en un soterrado intercambio de situaciones, causas y consecuencias que directamente nos ofrecen un retrato de las bajas pasiones humanas en las que, más allá del nivel de comodidades de que disfrutemos, todos nos asemejamos enormemente. La película, por tanto, más allá de la fantástica, meticulosa, impactante y abrumadora escenografía, utiliza ésta para realzar aún más el contraste entre el mundo de escaparate en el que se desarrolla todo, y el mucho más real y concreto mundo de mentiras, medias verdades, hipocresías, corruptelas y apariencias en el que viven tanto unos como otros, todos representando un personaje tras el cual todos se parecen más de lo que creen, que los iguala a la baja.

La película va encadenando tramas y situaciones que pronto nos revelan un pasado cuyas consecuencias parecen abarcarlo todo y cuyos tentáculos amenazan los designios de los personajes, que vuelven implacables en forma de asesinato. Y aquí (en opinión de este humilde comentarista, demasiado tarde con respecto al metraje total de la cinta) es donde tiene lugar el nexo de unión entre el simple (aun siendo magnífico) drama aristocrático de lucha de clases y desigualdades sociales con estructura de culebrón con las historias de detectives clásicas, por un lado, y del drama sembrado de finísima ironía británica con un más directo y presente tratamiento de la comedia, por otro.

La comisión de un asesinato en la casa nos coloca en la tesitura de las clásicas historias modelo Agatha Christie: fin de semana, un lugar cerrado repleto de gente, un crimen, múltiples sospechosos que esconden cientos de secretos y matices, y un sabueso aplicado, ingenioso y mordaz que husmea en todas partes hasta dar con la clave. Pero la cosa se queda en mero planteamiento, porque enseguida vemos que el detective es lo más deastroso en cuanto a las artes de la percepción, la intuición y la discreción, y que precisa de la colaboración desinteresada y un tanto condescendiente de sus subalternos de uniforme, no ya para indagar y encontrar pistas fiables, sino para enterarse hasta de lo más mínimo o desempeñar la más rutinaria tarea de su oficio, de tal manera que, aunque técnicamente resuelve el crimen, nosotros sabemos que no ha resuelto el verdadero crimen. Son éstas, las relaciones entre detective y asistente de uniforme los momentos de comedia más explícitos de la cinta, y resultan realmente deliciosos.

Gosford Park es uno de los mayores placeres cinematográficos de 2001. A un reparto amplio y magnífico (Michael Gambon, Kristin Scott Thomas, Maggie Smith, Charles Dance, Geraldine Somerville, Tom Hollander, Jeremy Northam, Bob Balaban, Alan Bates, Helen Mirren, Eileen Atkins, Derek Jacobi, Emily Watson, Stephen Fry o Clive Owen, entre muchos otros) que desarrolla un trabajo realmetne inmejorable, hay que unir un guión brillante, lleno de situaciones riquísimas, frases fantásticas y diálogos irónicos y agudos, una puesta en escena de diez y una historia redonda y perfectamente cerrada que atrapa, interesa, despista y deja con buen sabor de boca. Si hay que poner una pega ésta es, como decíamos más arriba, que la deriva de la trama en una historia detectivesca sucede quizá demasiado al final. Esto, que a priori puede no resultar un problema puesto que la resolución de una trama criminal no es el hilo conductor de la cinta, sí pudo ser un inconveniente para aquellos que vieron la película en salas en su momento. Los sucesivos trailers y promociones de la cinta incidían en exclusiva en dos aspectos de la cinta: la historia de detectives clásica y el humor contenido en ésta, de tal forma que muchos espectadores se encontraban en el cine con una película que no permitía adivinarse por los spots promocionales.

Lo que por lo general es una gran virtud (nada peor que un trailer que destripa todo lo que va a suceder en una película) puede convertirse en defecto si no logra transmitirse el verdadero sentido de la trama de la película, lo cual pudo llevar a la decepción a aquellos espectadores que, esperando ver una historia de detectives llena de humor británico se encontraron con un drama íntimo de dos horas con un episodio criminal que dura apenas los veinte minutos finales. Sin embargo, una vez visionada la película, no cabe sino rendirse al estado de gracia de Robert Altman y a la extraordinaria factura de esta gran película.

37 comentarios sobre “Gosford Park: el mejor Robert Altman

  1. A mi hasta cuando desbarra me parece un director muy interesante, quizás algo excéntrico, y bastante travieso. Pero eso no me molesta mucho y aunque los resultados no siempre le acompañen, creo que hay que agradecerle la valentía de algunas de sus pelis. Digo, no sé. Y MASH fue la pera. Gosford Park también me parece magnífica, mucho.

    Besos

    p.d. y disculpas, no llegué (bueno llegué tarde, ayss)

  2. Pues es verdad, Troncha. Su cine es eso. Altman por un lado y a menudo Berlanga por otro, con sus fotogramas repletos siempre de gente, sus tramas paralelas, sus conversaciones encadenadas, mezcladas, coincidentes, simultáneas, a veces hasta me agobian. Demasiadas cosas a las que prestar atención. Pero cuando sale bien, ambos son geniales.
    Saludos.

    No problem, Luisa.
    Yo, exceptuando Pret a porter, que debió costarle una condena de prisión por lo menos, me gusta bastante lo que hace, incluso lo más flojo. Cookies Fortune, por ejemplo, es una pequeña joya, por no mencionar los clásicos más evidentes.
    Besos

  3. Pues, aunque parezca contraproducente, en realidad es buena noticia. Que haya cine que se nos atragante no deja de ser algo de lo que regocijarse: eso quiere decir que arriesga, que toma decisiones, que intenta ir más allá de lo convencional. Puede fallar o no, pero el valor está en el intento. Al igual que dijo ayer Goytisolo, que si le dan premios es cuando empieza a preocuparse y que cuando lo critican y lo atacan sabe que tiene razón, esto es parecido: si nos hace pensar, aunque sea mal, hay algo. Ay de la película que no te provoca nada…
    Abrazos

  4. Qué quieres que te diga, yo le adoro hasta cansarme. Y supongo que a estas alturas no te extrañará, teniendo como tengo la adicción a meter trescientos personajes en mis obras. La verdad es que es cierto que no todos los resultados son iguales, pero yo a él, se lo perdono todo.

    Sir, no veas lo que me acordé de ti el sábado cuando vi por mílesima vez (no me pude resistir) la escena de: ¡Señoritooooo!
    Qué grande…

    Besazo

  5. Para mi también supuso una alegría Gosford Park, y eso que recuerdo que alguien la tildó de «excesivamente clásica», que digo yo..que significa eso? jeje. Me alegré especialmente porque Altman llevaba una racha considerablemente mala desde mediados de los 90 hasta la creación de esta película. No creo que le quede mucha cuerda, pero a ver si aún nos ofrece algo interesante.
    Saludos Alfredo

  6. Para mi esta es una de sus mejores obras, en general las obras corales le salían geniales. Yo por mi edad, a mi me recordó a esa gran serie que era «Arriba y abajo» ¿no sé si a usted mi estimado 39 escalones le dirá algo? Pero a mi si. Me gustó sobre todo por su ingenioso guión.

  7. Una maravilla. Resumes muy bien la sensación que tuve cuando salí del cine: acababa de ver un clásico, una perfecta muestra de cine mayúsculo, en la difícil, por no decir casi que imposible, calificación de «película coral», porque destacar un sólo elemento por encima de los otros me resulta imposible, aún después de haberla visto varias veces.
    Es de esas películas que uno nunca se cansa de ver, porque cuando no disfrutas con la ambientación, disfrutas con el trabajo soberbio de los actores, cuando no siguiendo las líneas de diálogos, así como la perfecta trama, aún conociendo de antemano el desenlace.
    Desde su estreno, la veo por lo menos una vez al año, siempre que me apetece dar un tiro seguro, y siempre encuentro algún detalle que no recordaba.
    Para mí Altman siempre ha sido el paradigma contemporáneo de las «películas corales» y ésta, de todas ellas, es la que más me gusta, aunque Cookie’s Fortune también me encanta.
    Saludos.

  8. Estando bien realizada e interpretada, me pareció el guion poco original, como repetido en series -Arriba y abajo-, novelas o películas.
    No la considero de las mejores de Altman, sinceramente. Nashville, M.A.S.H., Los vividores o El juego de Hollywood me parecen más redondas.
    Saludos.

  9. AUnque «Gosford Park» es una de sus mejores películas, sin duda, me quedo con el vitriolo descarnado de «El juego de Hollywood», y también destacaría su última película, «El último show», a la que me acerqué con desconfianza (el country y yo somos conceptos contrapuestos, y encima sale Lindsay Lohan) y me pareció una pequeña maravilla libérrima y desenfadada, y una despedida explícita del cine y, quizás, de la vida. Muy recomendable.

  10. Quizá tenga que ver con eso, Noe, con que tarda un poco en entrar en materia. Uno no sabe por dónde va a salir la trama, y creo que, como decía más arriba, el problema sea que lo hace demasiado tarde.

    Vaya, Mónica, ¿influencias «altmanianas o altmaniescas»? Pues no había caído, fíjate. Menudo piropazo que te acuerdes de mí viendo a Fernán Gómez (y sin que diga, «¡¡a la mierda…!!»
    Besos

    Iván, «excesivamente clásica» significa que no encontraron ninguna cuña por donde ponerla a parir, supongo. Me recuerda al emperador de «Amadeus», cuando para sacar algún defecto a la obra de Mozart le dice «había demasiadas notas». En fin.
    Por cierto, que no sé si a Altman le quedará cuerda o no pero, si no recuerdo mal, ¿no la palmó ya?
    Un abrazo

    Alfie, me dice algo, me dice. Yo la veía de canijo en casa con mi madre cuando no tenía cole por las tardes… En efecto, no he mencionado otras obras de Altman por no quedarme en las más evidentes o en las mejores (y no obligarme así a citar las peores…).
    Saludos.

    Efectivamente, Josep, es una apuesta segura. Sin duda va para clásico imperecedero.
    Saludos.

    Castedo Merinero, en efecto, ofrece pocas cosas nuevas. Pero la factura es impecable, las interpretaciones son soberbias y los diálogos son magníficos. También esas me parecen más redondas (como digo más arriba, tengo problemas con el ritmo y el orden y el momento de exposición de algunos aspectos de la trama), pero por el momento en que esta aparece, en plena caída del cine en la banalidad más absoluta, me apetecía rescatarla.
    Saludos.

    Marbranches, esa me la perdí, por eso, porque country + Lindsay Lohan es más de lo que puedo soportar. Pero tomo nota.
    Saludos.

  11. Alfredo, que despiste XDD, con tanto fallecimiento en los últimos años se me había pasado por alto, y leyendo mi mensaje otra vez tiene un humor negro que no buscaba, jeje, pues nada, nos quedamos con lo visto.
    Saludos!!

  12. Sólo te digo una cosa. ¿Sabes que haría yo ahora mismo?
    Pues ir a mi casa, tumbarme en el sofá y ver esta película otra vez.
    Un día un sobrino me preguntó: ¿eso del clasismo que es?
    Yo le contesté, vamos al cine, vas a ver Gosford Park, vas a ver una parte del significado de esa palabra.

    Cuando la vio me dijo algo así como. Pues son una panda de imbéciles y cursis, marcianos me parecen.
    Mil gracias a ese gran director que fue y será siempre Altman.

    Un beso,

    Marta

  13. Cuando uno ha visto hasta cuatro veces la serie completa de «Arriba y abajo»; cuando uno ha visto «Lo que queda del día», o «Regreso a Howards End»; uno tiene que ver también «Gosford Park».
    Además a mí Altman me cae de lo más simpático, y aunque objetivamente reconozco sus pifias, que las tiene, me cuesta mucho no poder hablar bien de un tipo como éste. Su cine es arriesgado, y sus puestas en escena, complicadisimas.

  14. Pues no Iván, no me parece nada desacertado tu comentario. Veamos, ¿sería o no noticia que Altman dirigiera otra obra maestra? Notición, sin duda. Ya veo a Íker Jiménez indagando. No me negarás que sería «algo interesante». Eso como poco.
    Pero de tu comentario se deduce otra cosa mucho más importante: la huella que dejan algunos y la poquita que van a dejar otros.
    Un abrazo.

    Marta, my darling, ya sabía yo que esta te molaba… Es una cinta muy didáctica. Es otra de las que yo proyectaría obligatoriamente en las enseñanzas secundarias.
    Besos

  15. Así es, Raúl. Altman se apuntó el notable mérito de arriesgar, algo que hoy en día ya no se lleva. Cuando arriesgas puedes cagarla, como así le ocurrió más de una vez, pero cuando aciertas, ay cuando aciertas… Y él acertó muchas más veces.

  16. Un comentario buenísimo, Alfredo, para una película que es una delicia. Lo de los trailers, la mayoría de los trailers son mejores que las películas… a veces podrían ahorrarse hacer esas malas películas. Gosford Park… podrían hacer más películas así… ah, olvidaba que para eso hace falta talento. Un saludo.

  17. Hombre, esta peli es muy Agatha Christie y a mí me gustó porque la vi en un momento en que estaba enganchado 100% a las novelas de misterio de este estilo.
    La vi en cine y fui el único que casi no se duerme y le gustó (iba con dos amiguetes del barrio, creo recordar). Todos los personajes (o casi todos) me parecían interesantes, aunque Altman no profundice en muchos durante el filme.

    Confieso que años después la echaron en TV y no fui capaz de verla entera de nuevo…

    Saludos!

  18. Sí, Alberto, pero durante dos horas es casi una crónica de la clasista sociedad británica de los años 30 (y anteriores), y sólo deriva en el modelo «Christie» cuando queda media hora para el final. Como decía más arriba, casi que demasiado tarde.
    Una cosa curiosa: en el pase televisivo me costó verla a mí también…
    Saludos

  19. El cine de Altman es irregular y muchas de las veces frustrante.Admiro su espíritu,su moral,pero su cine me deja algo indiferente.Mash es una película que nunca me gustó.Nashville no logra transmitir la profundidad del tema en sí.Vidas cruzadas me dejó un poco frío,quizá por la admiración que tengo por la obra de Carver.El juego de Hollywood un tanto de lo mismo.Gosford Park no es una mala película,pero poco más.Y su última película no la he visto.No sé porque siempre que se menciona a Robert Altman viene asociada la frase «el último independiente cineasta americano».En fin,que le admiro por su personalidad pero no por su cine.Quizá debería de repasar de nuevo su obra.
    Excelente post,Alfredo.

    Un fuerte abrazo.

  20. Gracias, Francisco. Yo creo que Altman pretendía decir y hacer tantas cosas en cada película suya que la idea final, el tema, la forma, quedaba un tanto desdibujada. En Gosford Park eso se nota menos, es más convencional y clásica, pero en otras películas, incluso en las buenas, muchas ideas que quedan apuntadas no se desarrollan y muchos hilos narrativos quedan sin explotar. A veces su cine alcanza cotas magníficas, como en este caso, a veces naufraga por sí solo ya como concepción. Su mayor valor era el riesgo.
    En cuanto a su carácter de «último independiente», no deja de ser otro eslogan sin contenido. Marketing puro.
    Abrazos.

  21. Uhmmm… reconozco que cuando fui al cine al verla, fui porque pensé que sería como ver alguna trama de Agatha Chritie. Y sí, ahora que lo dices, si que aparece algo tarde el asesinato, si hubiera aparecido antes tal vez resultáse algo más dinámica. De esa parte me desencantó muchísimo que el detective fuera, por así decirlo «más corto de miras que el chaleco de un guarda», la verdad. Respecto al resto, me gustó bastante cómo a lo largo del metraje perfilaba a los personajes, tanto a los de arriba como a los de abajo, sobre todo me encanta Maggie Smith, una de las que mejores frases tiene. Y otra cosa que me alucinó es como dirige a tantos personajes a la vez, es como un encaje de bolillos y sin apenas perder puntada.

    Besotes

  22. Supongo que Altman no quería hacer una película de Agatha Christie, por eso todo sucede al final y por eso el policía es tan tonto… No está mal, pero la película va de otra cosa.
    Yo creo que las películas corales son complicadísimas de dirigir, tanto o más que las que contienen grandes batallas o espacios abiertos. Y son dificilísimas de escribir.
    Besos

  23. Aun estando muy cuidada, y con mucho trabajo de mucha gente, y teniendo elementos positivos como los que destacas, esta película es soporífera. Le falta vida, chispa… a mí me pareció una película desorientada.

  24. Cierto, José Ángel. De ahí que personalmente me queje de que durante muchos minutos uno no sabe qué es exactamente lo que va a ver y que el asunto de la intriga final entre en escena demasiado tarde. La película cae en el eterno problema de Altman, la indefinición. Sólo que éste a veces es un acierto y a veces un baldón. Aquí, personalmente, me hubiera gustado que se definiera antes.
    Saludos.

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