Mis escenas favoritas – Plácido

Nada mejor que una de entre las muchas escenas gloriosas de esta obra maestra de Luis García Berlanga para, por un lado, desearos a todos, creyentes y no creyentes, una Feliz Navidad, y también para reflexionar, creyentes y no creyentes, acerca de la hipocresía colectiva, el escaparatismo moral y el barniz artificioso de buenos sentimientos, marketing de encomiables propósitos y falsedad generalizada de estas fechas, que, afectándonos a todos en mayor o menos medida, alcanza cotas inigualables en fenómenos tales como telemaratones, subastas benéficas, eventos varios a beneficio de no se sabe quién… Todo aquello que Berlanga y Azcona, como siempre, consiguen sacar a la luz de la alfombra bajo la que lo escondemos para arrojárnoslo a la cara con una sonrisa y un buen pescozón.

Feliz Navidad a todos los escalones.

26 comentarios sobre “Mis escenas favoritas – Plácido

  1. Esta tarde de navidad he vuelto a ver dos películas que hacía tiempo que no veía, Alfredo; la 1ª El tren (no hay nada como recurrir al buen gusto de los amigos, para retomar placeres olvidados) y la 2ª Plácido (como es de recibo por estas fechas).
    Felices fiestas.

  2. Plácido debería ir adosado al turrón cada año. Yo diría que es una cuestión de higiene mental. Una joya, soberbia(dos veces he utilizado esta palabra en tu post), voy a hacer como Raúl , voy a ir a verla en un ratico esta noche.

    Un beso

    M

  3. Felices fiestas…, empieza la cuenta atrás y a 2008 le quedan unos pocos días. Un nuevo año lleno de nuevos acontecimientos espera.
    ¡¡¡Plácido!!! es una pasada, como con una risa y sonrisa continua, nos va desgranando verdades como puños. Me encanta.
    Por lo menos, sabemos que en el 2009 seguiremos teniendo mucho cine… y muchas palabras para poder escribir o charlar sobre él.
    Besos
    Hildy Johnson

  4. Yo , como Marta, creo que debería ser un clásico imprescindible, junto al Cuento de navidad y los fantasmas de lo que fuimos y seremos… En fin, un mensaje muy adecuado y un buen tirón de orejas a los herederos de aquella no tan lejana sociedad. Un abrazo.

  5. Feliz Navidad, aunque sea a toro pasado.

    Ya es curioso que esa grandísima película casi nunca se ofrezca por estas fechas (ni por otras) cuando es más adecuada que la de Capra.

    Un abrazo.

  6. qué grande Alfredo, y qué oportuno, qué razón tienes… dejo a fin de año el blog sabiendo que tú vas a mantener viva la antorcha de la pasión y reflexión cinéfila, y de la vida. Un abrazo muy fuerte y feliz año.

  7. Plácido es una obra maestra,mire por donde se mire.Plácido es no sólo uno de sus mejores trabajos, sino además el más complejo desde el punto de vista técnico. Pero es precisamente en este terreno en donde el guionista ha desplegado sus mejores dotes profesionales a lo largo de su carrera.Cuando vuelvo al cine de Berlanga-Azcona siento nostalgia por el cine de calidad.

    Un fuerte abrazo,mi querido amigo y un muy buen fin de año.

  8. Gracioas a todos, amigas y amigos. Creo que debería instaurarse como tradición particular sustituir el tradicional pase de las pelis de Capra por estas fechas por esta magnífica obra, que huye de sentimentalismos y pasteleo para ofrecernos una historia dentro del más puro estilo de humor negro hispánico, inteligente, aguda, divertidísima, compleja, imprescindible.
    Besos y abrazos respectivos para todos.

  9. Que peliculón nos traes querido…que maravilla.
    Ayer andaban reponiendo (por millonésima vez) Lo que el viento se llevó por la tele: hubiese sido mejor volver a Plácido, por supuesto (aunque se que mi madre disfrutó como una loca).ç
    Me encanta esta peli, me encanta Berlanga, me encanta Azcona.
    Besos mil.

  10. Bueno, lo de las reposiciones en estas fechas es lo que tiene. Pones una peli de cuatro horas y te sale gratis la programación del día… Personalmente Lo que el viento se llevó me gusta sin apasionarme. Plácido me apasiona.
    Besos.

  11. Un nefasto universo provinciano, un entorno burocratico kafkiano, señoritingos que tratan de conseguir favores y prevendas con el consabido «que hay de lo mío». Como si no fuera bastante jodido tener que pasar unas navidades muy negras en la España del hambre, por culpa del protesto de una letra, para que encima tengas que hacer la pelota a las fuerzas vivas de una ciudad de provincias, tan preocupadas por el «qué dirán…». Fabuloso film, muy osada la utilización del villancico en un patético final.

  12. No, a Berlanga siempre se le había aplicado una censura muy fuerte, estuvo cuatro años sin rodar antes de este film, después de la censura eclesiástica de «Los jueves, milagro» (1.957); y su siguiente film fué co-producido con italia, la vitriolítica «El verdugo» (1.963). Al final se le hincharon las narices y hacía cine facilón, porqué al menos se divertía en los rodajes, con sus amigos.

  13. Ya bastante daño hicieron la censura franquista, y Pilar Miró, a L.G. Berlanga.
    Incluso ahora, cuando intento hablar con álguien, presuntamente entendido, sobre estas películas, prefiere hablarme de J. A. Bardem, o de Marco Ferreri, -a quienes no voy a desmerecer-. Aún ahora Berlanga para muchos surte el efecto de un veneno. Los repartos de sus películas, repletos de muy buenos actores de comédia, que el público se había hartado de ver haciendo «españoladas» a porrillo,- como Jose Luís López Vázquez y Pepe Isbert-, para mucha gente pasan por encima de los elaboradísimos planos-secuéncia de todo el cine de Berlanga. Lo cierto es que dentro de su filmografía hay Belangas muy buenos, Berlangas pasables o flojos y Berlangas infumables, pero la técnica siempre está elaborada.
    Y lo mismo pasa con el genio de Rafael Azcona, un hombre extremadamente modesto con un maravilloso trabajo tras de sí.
    El mejor guionista de España y no está lo suficientemente valorado. La gente no se dá cuenta cuando álguien se molesta en escribir una película desde la sinceridad y desde la experiencia propia, a lo mejor les molesta reconocer a sus padres y abuelos en estas películas.

  14. Mi escena favorita de «Plácido» es la de la del pobre que agoniza en casa del republicano; entran en aquella casa como 25 personas que no se callan nisiquiera durante la esperpéntica boda entre dos invisibles sociales: viejos y pobres. Solo hay un par de segundos de silencio cuando Amelia de la Torre coge la cabeza del pobre agonizante para obligarle a asentir su patética boda con Julia Caba Alba.

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