La tienda de los horrores – Resistencia

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Agradecemos encarecidamente al excelente periodista (y, a pesar de eso, mejor persona) Jorge Romance, veterano de la blogosfera de primera hornada y propietario de algunos de los rincones digitales más clásicos y reconocidos de la red aragonesa (Aragón, país de blogs) como por ejemplo éste, el habernos puesto sobre la pista de esta joya (para esta tienda, se comprende), sobre la cual hemos clavado incisivos y caninos dispuestos a despedazarla sin piedad tal y como merece siguiendo la típica receta hollywoodiense de destrozar todo lo que pilla.

Este artículo bien podría titularse «cómo convertir un hecho histórico real, crudo y dramático, en una castaña pilonga en ocho sencillos y cómodos pasos»:

1) Se busca una hecho histórico camuflado en el tiempo, casi olvidado, pero que contenga pinceladas de drama existencial, de lucha por la supervivencia y por la libertad frente a un enemigo implacable y casi invencible, que tenga sus dosis de violencia y acción, de amor, de camaradería, con paisajes bellísimos, en fin, un montón de cosas que todas juntas den pie a la épica. Como Curro Jiménez ya está pillado, Paramount, la autora de la fechoría, sigue su habitual práctica de rebuscar en las montoneras de las librerías de todo a cien hasta que encuentra lo que buscaba, el libro de Nechama Tec, inspirado en un hecho real, que cuenta la odisea de tres hermanos bielorrusos que en 1941 escapan de la muerte segura que acompaña la invasión nazi y que, luchando en un principio por salvar la vida, llegan a erigirse en vengadores del exterminio judío de la zona y a ser refugio y protección de muchos fugitivos que se unen a ellos en su lucha por la libertad, si es que los bielorrusos sabían lo que era eso (de hecho salieron de la sartén para caer en las brasas). Es el producto idóneo para que un guionista de Hollywood que jamás ha estado en Bielorrusia, que cree que los nazis son un grupo de moteros de Illinois y que piensa que 1941 es una peli de Spielberg, coja un hecho real y lo manipule hasta que no lo conozca ni la madre que lo parió.

2) Se contrata a un director lo suficientemente apasionado de la épica grandilocuente y de cartón piedra que tanto gusta en Hollywood, alguien acostumbrado a despilfarrar grandes presupuestos y a rodar mediocridades con ellos, llenas de explosiones, uniformes, pompa y fanfarria, en la que no haya una sola línea de texto que tenga el más mínimo estilo propio o, ya si nos ponemos, sentido, alguien que consiga banalizarlo todo hasta convertirlo en un pozal de almíbar que dé grima. El director de Tiempos de gloria (precursora de todas las cursiladas que hemos oído sobre la era Obama), Leyendas de pasión (anuncio de Marlboro y cúmulo de desgracias de dos horas y media para el exclusivo lucimiento físico de Brad Pitt), En honor a la verdad (truño patriotero sobre héroes de pacotilla vestidos de caqui), Estado de sitio (un golpe de Estado ficticio en USA) o El último samurai (un Bailando con lobos en el lejano oriente, con un cuchillo más largo y ojos rasgados, que ya despedazamos aquí en su día) sería perfecto. Aunque ha hecho una película algo decente (Diamante de sangre), no parece probable que lo repita, así que es ideal para cagarla del todo: Edward Zwick.

3) Para rematar la jugada, encargar el guión a Zwick. Éxito asegurado: catástrofe garantizada. Hay que convencerle de que sea un guión largo y reiterativo, que aburra lo suficiente. Menos de dos horas y cuarto, impensable.

4) Escoger muy bien al trío de hermanos protagonistas. Un actor que haga de James Bond y que tenga ganas de hacerlo durante muchos años, para lo cual se esfuerza en que el resto de sus personajes sean una birria (Daniel Craig), un ex-niño bailarín que ahora va a ser Tintín (Jamie Bell) y un tipo que siempre pone la misma cara (Liev Shreiber) son ideales de la muerte. Es decisivo que el doblaje de los actores al castellano se haga odioso, así completamos unos caracteres cuya mayor expresión de dramatismo es el enarcamiento de cejas.

5) Es importante dirigir la película de manera convencional, nada de riesgo, nada de aportaciones que alguien pueda considerar novedosas, distintas. Lo mejor es asegurarse y caer en todos y cada uno de los tópicos del cine ambientado en la Segunda Guerra Mundial, desde el del tipo que enseña la foto de su novia para caer fulminado a la escena siguiente hasta el discurso «trascendental» bienintencionado y la epopeya de bolsillo.

6) La película, financiada en Estados Unidos y como casi siempre por el lobby judío, ha de contar obligatoriamente con una tesis subterránea que hable del sacrificio judío, de su lucha y de su resistencia, nada que ver con el arquetipo de judío pasivo y dócil enviado en lotes a la cámara de gas. Sin embargo, no conviene exagerar para que no se note mucho la elegía pro-hebrea y, por extensión, pro-israelí. Hay que hacer taquilla en Europa y hay que disimular. Por eso, aunque el resultado es que los judíos quedan todavía más papanatas, sumisos y obedientes que lo que indican los tópicos, hay que darlo por bien empleado.

7) Hay que contratar a un músico extraordinario para hundir su reputación. James Newton Howard es magnífico. Hay que coger su excelente partitura y usarla sin sentido alguno. Pero destrozar una carrera puede ser poco. Mejor acabar también con un director de fotografía. Eduardo Serra es el apropiado. Su fotografía será sin duda grandiosa, pero la ensuciaremos lo sufiente desaprovechándola en cada plano.Total, viene de un país del tercer mundo: Portugal, ese que limita al este con España y al oeste con Guatemala.

8 ) Hay que emplearse a fondo para que la película resulte reiterativa, tópica, por que los diálogos sean artificiosos, forzados, imposibles, que no tengan pasión ni garra, y hay que conseguir que los actores los pronuncien maquinalmente, como si leyeran. Hay que vender la película como un tratado sobre el heroísmo para luego no ofrecer otra cosa que pirotecnia, lugares comunes y un completo vacío. Pero sin pasarse, porque es preciso que los amantes del cine de acción o del bélico tampoco salgan satisfechos…

Y así, en sencillos y cómodos pasos, tenemos una gran historia reducida a mera vulgaridad.

Acusados: Edward Zwick y compañía.
Atenuantes: no ha lugar.
Agravantes: el tufillo forzadamente épico que no está respaldado por unos personajes creíbles ni por una historia que merezca tal calificativo, resulta casi paródica.
Sentencia: culpables.
Condena: excepto Zwick, libertad bajo palabra de no hacer una segunda parte. Zwick deberá engullir dos docenas de albóndigas de cemento sin masticar y sin beber otra cosa que no sea líquido de frenos.

25 comentarios sobre “La tienda de los horrores – Resistencia

  1. Yo también me he reído con la crítica. Coincido contigo, sobre todo en lo de la pirotecnia y las explosiones «a gogo». Yo salí del cine con una gran interrogación en la cabeza, preguntándome qué sentido tenía haberme pegado dos horas y pico incrustada en una butaca para ver explosiones, caras tiznadas (porque los actores siempre llevan las caras artísticamente «enmugrecidas») y batallitas que me recordaban a los niños cuando juegan en el parque a dispararse unos otros con armas de plástico. Dinero malempleado, el de las entradas.

  2. Pues sabes bien qué truño te evitas, Raúl.

    Gracias, Metalia, echarnos unas risas a costa de pifias cinematográcias es precisamente la finalidad de esta sección.
    Saludos.

    Carmen, yo veo todo el cine que puedo de la IIGM porque para mí es un periodo histórico fascinante que nos dejó el mundo en que vivimos hoy. Pero hay cosas que no compensan.
    Dinero tirado, el de las entradas y el de la película.

  3. Ja, ja, ja: estoy en pie aplaudiendo y partiéndome de la risa, porque esta vez has subido el listón muy alto.

    Excelente destripe de un bodrio del que me libré por los pelos, a última hora, renunciando a la supuesta obligación cinéfila de verlas todas, porque ni el Sr. Craig ni Zwick son santos de mi devoción.

    Déjame aplaudir la condena al tiempo que la refino: el líquido de frenos, que sea usado… y a Craig, que le obliguen, en lo sucesivo, a actuar siempre con gafas de sol: total, para lo que sabe expresar con los ojos….

    Saludos.

  4. Gracias, Josep. No veas la vena masoquista que se me enciende cada vez que me enfrento a un bodrio de éstos. Estoy yo solo en el cine o ante la tele y me gotean los colmillos pensando en el momento en que las añadiré a esta sección.
    De buena te salvaste.
    Saludos.

    Marisa, no se merecen otra cosa por pretender tomarnos el pelo o pensar que lo que hacen sirve, no ya para entretenernos, sino para hacernos perder el tiempo.
    Un abrazo.

  5. ¡Jajajaja!
    Muy buena la crítica, y la condena… y además que las «almóndigas» las haya hecho Belén Esteban, que según ella, las hace «como cabezas» XD
    Ésta la vi, pero reconozco que cuando iba por la mitad me puse el mp4 para vencer el aburrimiento.
    Por cierto, ya que hablas de épica y películas basadas en libros… ¿Has visto las de «El Señor de los Anillos»? Me gustaría leer una reseña tuya sobre ellas (aunque las pusieras en esta sección, jajaja!!).
    Besos.
    Rosa.

  6. «¡Albóndigas de cemento!»Ja,ja.No he visto esta película Alfredo ni tampoco tengo ganas de verla y no quiero que te sientas culpable de ello.El resto de la filmografía de Zwick ya habla de por si sola.
    A diferencia de los demás comentaristas yo te he leído muy en serio y la disección que haces sobre las pelis de Zwick deberían estar inscritas con hierro candente en las frentes de algunos guionistas.

    Un fuerte abrazo.

  7. JA JA JA Y JA Que bueno.Yo no la he visto,ni esta, ni ninguna otra del estilo.Como dice Carmen Santos y tu corroboras,dinero
    m al empleado,en la entrada y en la ejecución de semejante ¡BODRIO! Saludicos

  8. Gracias, Rosa, hiciste muy bien al ponerte el mp4, a no ser que me digas que te dedicaste a escuchar a Bisbal, en cuyo caso emitiré orden de busca y captura…
    Efectivamente, he visto la trilogía de los anillos varias veces. Me has dado una idea; creo que dedicaré un espacio dentro de la sección «Cine en serie» a la épica de magia, capa y espada y ahí, por fuerza, tendré que hablar de esta trilogía. Pero no te adelanto nada.
    Besos.

    No la veas, Francisco, evítate semejante decepción. Zwick, Emmerich, y muchos otros, son partidarios de tapar deficiencias y escasez de cimientos con grandilocuencias. Pero bajo sus textos no hay más que lugares comunes y vacío. Paradójicamente, es lo que más interesa a los productores hoy en día, una inversión sin riesgo que por desgracia viene respaldada por el público. La profesión del guionista también se está devaluando por ello. Cuando desaparezcan los tres o cuatro buenos guionistas que quedan y los directores que son capaces de crear sus propios trabajos no nos van a quedar más que series televisivas de dos horas.
    Abrazos.

    Carmen, no la veas, please, te estoy haciendo un favor. Yo como soy algo masoca, corrí raudo y veloz a verla en cuanto me dijeron que era detestable, así tengo la cabeza…
    Saludos.

  9. ¡GUAY, me gusta tu idea, y me gusta el cine de épica, magia y espada!
    Estoy impaciente… 😉
    No, no escuché a Bisbal… estaba desesperada pero no tanto XD.
    Besos.
    Rosa.

  10. ¡Que magico que eres Alfredo,como nos cuidas.Gracias por tu sabio consejo,no,no pensaba verla,pero gracias por preocupate de que mi cabecica no se me desamueble viendo ese tipo de «pelis».Pero ya veo que lo tuyo es masoquismo,pero del bueno,porque si tu no las ves,difícil que nos defiendas ante los HORRORES…..Saludicos

  11. Te felicito, he pasado muy buen rato con tu crítica. Estos pasos los suelen seguir en Hollywood muy a menudo, los deben tener como una especie de «manuel de instrucciones». No he visto la película (ni la pienso ver) pero sí he sufrido lo mío con los antecedentes del director.
    Saludos¡¡

  12. Gracias, Cantal. Lamentablemente el guión en Hollywood, huelga incluida, es una profesión un tanto devaluada.
    Huye, huye de Zwick.
    Ah, y felicidades por tus críticas, son agudísimas.
    Saludos.

  13. Mis sufrimientos me cuesta mantener esta sección, Chorche, el éxito de la misma no viene compensado por la factura del psiquiatra… Por culpa de «Resistencia» llevo una semana con la cabeza dándome vueltas como la niña de «El exorcista»…

  14. El sarcasmo es una bendición. No pierdas el tuyo. A mí también me dejó alicaído esta película sin personalidad, que ví con la esperanza de volver a sorprenderme con este director, como me ocurrió con Diamante de sangre, y, lo reconozco, Leyendas de pasión (yo tenía vena sensiblera y no lo sabía).
    Saludos.

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