Cine para pensar – El rey pasmado

reypasmado

Que Dios me perdone, pero ese hombre no cree en Dios.

Qué dice, padre Almeida…

Ese hombre sólo cree en la Santa Madre Iglesia Católica Apostólica y Romana, dentro de la cual espera medrar, y sobre todo, mandar.

Para haber vivido tanto tiempo entre salvajes, su paternidad manifiesta un profundo conocimiento de los hombres civilizados.

Es que los salvajes no creerán en nuestro Dios, pero sí creen de verdad en los suyos.

Este diálogo publicado en esta misma escalera hace algo más de un año no se refiere a José María Escrivá de Balaguer, fundador de una secta católica denominada Opius Dei que años después compró su santidad al Vaticano con cuantiosos emolumentos y oscuros y subterráneos servicios prestados, polémica figura a la que se ensalza y critica por igual (aunque las críticas vengan sostenidas con un rigor y unos hechos difícilmente rebatibles con otra cosa que no sea la fe, que, como ya se sabe, es a medida de uno mismo, o el fanatismo, que es a medida de otros) y al que una mente preclara del Ayuntamiento de la «siempre heroica» e «inmortal» (aunque con hechos como éste lleva camino de perder la «t» de su histórico apelativo) ciudad de Zaragoza ha decidido ponerle una calle en pleno centro urbano en sustitución de su actual nombre tributario de un general golpista y en aplicación de la Ley de Memoria Histórica: utilizando la paradoja evangélica, una vez más se sale de la sartén para caer en las brasas; se pasa de nombrar a una calle como un partidario, discreto y de segunda fila, de Franco, a sustituirlo, con grandes dosis de maquillaje mercadotécnico y con un estrafalario argumentario pseudopolítico aparentemente democrático de la Señorita Pepis, por el de uno de sus más firmes apoyos y sostenes durante cuarenta años de larga y criminal dictadura. Lo cual está dicho y escrito por él mismo, por si acaso alguien cae en la tentación (lo cual es pecado, recuerdo) de discutirlo o de intentar matizar una verdad histórica indiscutible o de rehabilitar con deformaciones interesadas a semejante personaje al que la Iglesia ha elevado a los altares sin que la necesidad de inventarle un milagro sobrenatural haya sido obstáculo para ello en pleno siglo XXI. El favor con favor se paga.

Y decimos que el diálogo no va sobre este individuo, pero bien podría ser. La conversación tiene lugar en el breve descanso de una Consulta de Teólogos convocada por el Conde Duque de Olivares (espléndido como nunca Javier Gurruchaga), valido del rey Felipe IV de Castilla y III de Aragón, que tiene como objeto dilucidar si el augusto soberano tiene derecho a ver a su esposa desnuda, «por muy francesa que sea», y si tal antojo responde a la sospechosa presencia del Maligno en la Villa y Corte, tal como parecen augurar las inusuales señales en el cielo vistas en las pasadas noches. El padre Almeida (el actor portugués Joaquin de Almeida), un jesuita recién llegado de Brasil, habla con el Gran Inquisidor (el gran Fernando Fernán Gómez) sobre el capellán de la Corte, Villaescusa (superlativo Juan Diego), hombre intolerante, autoritario y que no vacila en la utilización de métodos criminales para la imposición de la recta fe.

El director vasco (aunque nacido en El Salvador) Imanol Uribe adaptó en 1991 la aguda novela de Gonzalo Torrente Ballester para filmar una de las mejores cintas españolas de aquel año y triunfar en los premios de la Academia del Cine con ocho galardones. La película gira en torno a la hecatombe político-moral que se produce en la Corte cuando el rey (enorme Gabino Diego en el retrato del pasmo auténtico del pánfilo de Felipe IV de Castilla y III de Aragón, extensible a sus parientes y, tiempo después, sucesores Borbones), impresionado al descubrir el cuerpo desnudo de Marfisa (Laura del Sol), la puta más cara de la Corte, con la que se acuesta regularmente gracias a la labor como intermediario del Conde de la Peña Andrada (Eusebio Poncela), exige contemplar de igual modo a su católica esposa (Anne Roussel).

Esto origina un terremoto moral en el que política y religión se mezclan y ante el que todo personaje relevante de la Villa debe tomar partido. De inmediato se crean dos bandos, los que están en contra de tentar a Dios permitiendo pecaminosos comportamientos al soberano, espejo de su pueblo ante los juicios divinos y la concesión de sus favores, y los que desde el principio se saltan a la torera los apocalípticos e interesados mensajes del miedo que sirven para el control político por parte de la Iglesia más cerril, y conspiran para que los jóvenes reyes pasen una noche de amor en libertad entre los muros de un convento de monjas (cuya priora es Carmen Elías), justo el mismo día que en el altar mayor el Conde Duque copula con su esposa en búsqueda de una bendición divina en forma de sucesor.

La película, que no destaca precisamente por su virtuosismo cinematográfico, sí resulta en cambio rica en ingenio, agudeza, profundidad y poder de mensaje, además de resultar una comedia simpática, divertida, aparentemente ligera. Esa supuesta ligereza no evita que sea sincera, directa, demoledora, que dé que pensar desde el primer minuto (la aparición de extraños cuerpos celestes en los cielos de Madrid se interpreta ya como una señal diabólica precursora de lo que va a venir), ni tampoco impide que se constituya en una explícita condena contra cualquier tipo de comportamiento intolerante y defienda la libertad de conciencia y de obra de una manera elegante, sutil, entretenida y perspicaz.

Al extraordinario trabajo de vestuario y dirección artística y a la música de José Nieto hay que sumar unas interpretaciones solventes (sobresaliendo por encima de todas la excelente recreación por Juan Diego de ese capellán intransigente y fanático partidario de los autos de fe para la expiación de los pecados del pueblo) y, sobre todo, un texto que juega continuamente con la duplicidad divina y diabólica del fenómeno religioso (Peña Andrada y Almeida parecen un personaje desdoblado, un demonio llegado a la Corte con el único fin de permitir la lujuria del rey, y que sin embargo, hace el bien en contra de los defensores de Dios, quienes tratan de imponer la represión, la intolerancia, una vida de permanente luto), no en cuanto a la esfera personal de cada uno o sobre la respetabilísima idea de Dios, sino tratando la religión desde la perspectiva de su carácter como instrumento de dominación, represión y restricción de derechos y libertades, y que posee frases de guión extraídas directamente de la novela que bien podrían servir a algunos poderes públicos a la hora de tomar decisiones estrambóticas, sobre todo cuando suponen un lavado de cara institucional y con dinero y reconocimiento públicos a personajes que han hecho su (cuantiosa) fortuna a base de sectarismo, oscurantismo y totalitarismo.

Porque, como dice el Conde Duque en la película (y como bien sabían muchos jerarcas nazis), mucho mejor que quemar judías es acostarse con ellas.

26 comentarios sobre “Cine para pensar – El rey pasmado

  1. A estas horas el señor alcalde de ZGZ ha renunciado a su proyecto de sustitución de un nombre franquista por otro para proponer que Escrivá, franquista de pro, tenga una calle propia en otro barrio de la ciudad. Añade que esa decisión es «irreversible». Una calle a la medida de Escrivá, sin duda: impuesta de manera antidemocrática para homenajear a un acólito de la dictadura. El alcalde, por cierto, para quien no lo sepa, es del PSOE.

  2. 🙂
    Muy buena esta entrada… Y coincido en lo de Gurruchaga

    (vuelvo a verle negro gracias a dios y no a la Santa Madre Iglesia CAtólica espero)

  3. tal vez por prejuicios o porque también yo sufro ataques de pasmo, nunca vi esta película…debería hacerlo, supongo.
    En cuanto a las estatuas y los homenajes, yo creo que habría que dejarlo todo, agregando a su lado las nuevas interpretaciones, para que los que recién llegan se enteren de qué va la historia y no intenten repetirla por pura ignorancia.
    No soy del PSOE, tampoco lo respeto. Resultan ser la misma mercancía con distinta envoltura.

  4. Le tengo un especial cariño a esta película, otra de las que de vez en cuando revisito encantado.

    Alabaré de nuevo tu forma de criticar, tu forma de poner sobre el papel aspectos del objeto analizado, que ayudan a constatar la existencia de realidades o lecturas, que a simple vista pudieran pasar desapercibidas. Dicho esto, denuncio la tibieza con la halagas esta maravillosa película de Uribe, (sonrío) dado que yo si que le encuentro valores cinematográficos lo suficientemente importantes como para considerarla una muy buena peli.

    Más allá del aspecto meramente visual (efectivamente la dirección artística es sobresaliente) considero que la narración tiene la cadencia adecuada, que no es demasiado explicativa (eror en el que suelen caer las películas históricas), que como dices es ingeniosa, etc. En fin, todas y cada una de las virtudes que tú aplaudes, pero para desembocar en un calificativo mucho más encendido que el que tú, querido amigo, le dispensas. Es decir, creo que es algo más que una comedia simpática y divertida.

    Como anécdota señalar, que recuerdo muschisimo la pequeñísima pero ilustrativa intervención del bueno de Enrique San Franciso en los albores de la peli, cuando caracterizado como un menesteroso y rodeado en corrillo de algún otro ciudadano, refleja en brevísimas palabras aquel aspecto misterioso, aquel carácter supersticioso y aquel futuro desalentador de la sociedad española de aquel tiempo. En su cortisimo monólogo, decía algo así como que: «(…) y dicen que en la calle Del Pez, se ha abierto un agujero que llega al mismisimo infierno…»

    Lo primero que hice al ir a Madrid tras ver por primera vez la película, fue visitar la calle citada.

    Soberbio.

  5. Gracias Kaos, me agrada volver a mi negrura habitual…

    No es mala solución, amigo Cacho de Pan, conservar y divulgar, en efecto.

    Raúl, es posible que tengas razón. Más bien quería decir que, como en todo el cine de Uribe, por lo general resulta eficaz pero no extraordinario (como también en casi todo el resto del cine español). Sí que diría, y lo he omitido inadvertidamente, que es una excelente adaptación literaria, a veces incluso textual, de una novela.
    Recuerdo el momento que citas de Enrique San Francisco, y compruebo satisfecho que no fui el único en hacer este periplo por el Madrid clásico: una calle de las de más solera de la Villa. ¿Seremos unos frikis?

  6. Solo dos cosicas;como siempre magnifico y ameno tu comentario de El Rey Pasmado y segundo ,me sigue pareciendo un abuso de poder y una deslealtad hacia los votantes del PSOE poner el nombre del fundador de la «secta opusariana»,si sirve el palabro,a una calle de nuestra»Muy Noble,Muy Leal,Muy Heroica e Inmortal Ciudad de Zaragoza.Me parece que ¿nuestro alcalde? no va por buen «camino»,sobre todo para los que entendemos por camino lo que dice el diccionario,vía por la que se va a un lugar y que suele ser de tierra.Pues eso señor Belloch ponga los pies en la tierra no intente elevarse tanto,que con este Cierzo corre el peligro de caerse…..Saludicos

  7. Recuerdo que me gustó esta película cuando la vi hace años, aunque ahora no la tengo ya muy fresca en la memoria. Habrá que revisitarla.
    PD: Lo de cambiarle el nombre a la calle General Sueiro por el de Escrivá de Balaguer es hilarante. Parece sacado de «Sopa de ganso» de los Hermanos Marx.

  8. Gracias Carmen. Has hecho un buen resumen de la situación. Supongo que nuestro Jaffar particular (léase su clon de «Aladdin») ha resultado imbuido de eso que se llama posteridad y que tarde o temprano afecta a quienes padecen delirios (políticos) de grandeza: Felipe Glez., Aznar, Belloch… Sobredosis de posteridad.
    Saludos.

    Carmen S., revisítala, resulta tremendamente actual y muy aguda. Yo creo que ni Groucho podría imaginar un asunto tan grande. Lo más repulsivo de la situación son los insultos del alcalde a todos los que estamos en contra de semejante despropósito.

  9. Manchas de tinta, hasta el ciudadano Borbón que hoy por hoy ejerce de Jefe de Estado alabó en su momento el gran parecido (nariz grande, boca sin cerrar, expresión de alucine, etc.) entre Gabino Diego y Felipe IV de Castilla y III de Aragón, chin pon.
    Un abrazo.

  10. Voy deprisa, escucho deprisa y leo deprisa y encima esta peli la vi…deprisa.

    Tu texto lo he leído despacio y es buenísimo, los comentarios me parecen un complemento al post.

    Sobre la calle ganicas de llorar me dan o de reír que ya no sé que produce todo esto y es que me quede como el rey PASMADA. Sobre todo con los argumentos. Casi ná.

    Besos,

    M

  11. Voy a ser un poco soez…pero, verás, me jode mucho que pongan el nombre de ese tipejo a la calle donde se compró su primera casa mi abuelo, y donde nacieron mi tío y mi medre. La verdad no creo que General Sueiro sea santo de nuestra devoción tampoco pero, por lo menos, no creó una secta tan abominable. Además en una calle que tiene tanto sentimentalismo para mi… ¡no hay derecho!. Voto porque la calle siga siendo General Sueiro.

  12. Déjame que me ría un poco, amigo, porque cuando escuché el otro día en la radio y luego leí en el periódico acerca de esa alcadada, no pude menos que pensar en tí: ya veía alguna Tienda… sin contenido cinéfilo y veo que me equivoqué, pero no demasiado…

    La cosa es para formar parte del afamado Celtiberia Show…

    Respecto a la película, decir que la ví hace muuucho en la tele, y tu reseña más que encomiable muy recomendable, hace que aflore el recuerdo de una adaptación magnífica de la novela, como en muy pocas ocasiones se ha visto en el cine español: y no será porque nuestra literatura sea pobre, pero eso ya es harina de otro costal.

    Respecto a lo de las sustituciones en virtud de esa Ley de la Memoria Histórica, creo que le hacen justicia ( a la ley, digo) porque, habiendo visitado Roma, no dejo de admirar como los romanos han sabido mantener el enorme pastel marmóreo de Mussolini con más talante que algunos de sus antecesores que destrozaron el Coliseo para erigir catedrales que, por suerte, sí han sido respetadas.

    Quitar de la vista objetos que rememoran un pasado no querido en nada ayuda a evitar que vuelva a suceder lo mismo y perjudica a la historia propia de un país, hecha de grandes momentos, buenos y malos, también.

    Y os ha tocado a los de Zaragoza pechar con ese ridículo empeño. Si el Alcalde fuera tan inteligente como se las dá, hubiera dado ese nombre a una calle nueva y todos tan contentos; lo ha hecho de la peor manera. Lo siento por vosotros, pero bienvenidos al club….

    Saludos.

  13. Marcos, la calle va a dejar de tener ese nombre en aplicación de la Ley de Memoria Histórica. La cuestión es que cambiarlo por uno peor, no es plan. Ahora el alcalde ha reculado y pretende ponerle a Escrivá un nuevo vial. Como si eso fuera mejor.
    Saludos (y calma).

    Josep, veo que cada día soy más previsible… Cierto lo que comentas de Italia, en efecto. Yo tampoco soy partidario de quitar nada, sino de añadir algo para que a todo el mundo le quede claro. En fin, menudo club…
    En cuanto a la película, apuntas una cuestión muy interesante. ¿qué pasa con la literatura o con la historia? ¿No son fuentes suficientes para nuestra ficción? ¿Por qué se deja siempre de lado? También lo has dicho muy bien: por el condenado Celtiberia Show.
    Saludos amigo.

  14. Ja, ja: deja que me tire flores: no es que seas previsible: es que soy muy sagaz… 🙂

    Lo cierto es que eres el único zaragozano que «conozco», así que… 🙂

    Saludos.

  15. Como dice mi padre, estoy más visto que unas medias negras…
    Oye, pues ZGZ no es mal lugar para conocer buena gente. No te lo digo especialmente por mí, es una realidad empírica. En serio. Si no contamos al alcalde, claro.
    Saludos.

  16. La vi hace siglos y la novela me la leí mucho después.
    Gabino Diego hace un papelón y me parecía que era el mismo Rey Felipe IV.

    Recomiendo leer la novela, que es muy amena y entretenida.

  17. Vaya tela con lo del alcalde, ¿no? Hace unos años a lo mejor me hubiera sorprendido saber que era un alcalde del PSOE, ahora la verdad es que me lo espero todo, exactamente igual que de los otros.
    La película suena muy interesante, lástima que los medios españoles con más audiencia sólo mencionen el cine español «amlo» para hacer chistes, pero casi nunca mencionen el bueno…
    Besos.
    Rosa.

  18. Bueno, Rosa, al menos esta la ponen en televisión de vez en cuando. Sin embargo, el buen cine español de décadas atrás está continuamente relegado en la televisión pública mientras ésta hace apologíá del cine franquista los sábados por la tarde.
    Como decía alguien por ahí arriba, Celtiberia show.
    Besos.

  19. Hubo un tiempo que admiré la obra del maestro Torrente Ballester.No he visto la película.Lo cierto es que me cuesta mucho ver películas de época producidas en España,bueno,en general.Pero te prometo que tras leer esta estupenda reseña me pongo a verla y te comento.

    Un fuerte abrazo.

  20. Creo que te gustará, Francisco. Es muy fiel a la novela, no le resta ni un ápice de su ingenio y agudeza, y permite asistir a un recital interpretativo de Juan Diego y a una sutil riqueza de matices en el papel de Fernán Gómez, que a pesar de ser actor de reparto en esta cinta, está que se sale.
    Abrazos.

  21. 39, eres la leche! sales en todas partes…Te cuento, resulta que ayer mismito terminé de leer el libro que me ha dejado una buenísima impresión de este Torrente Ballester, tanto que incluso he pensado en leer los Gozos y las Sombras, que no sé de que va pero que su título me echa un poco para atrás hacíéndome pensar en novela realista del XIX…bueno, a lo que voy: busco en Internet algún artículo sobre la novela, esto me lleva a la peli que no he visto y por ahí veo asomar tu reseña, que coincide exactamente con todo lo que acabo de leer en la novela…¡Te estás convirtiendo en todo un gurú de esos!

  22. Léelo, Carlos, no hagas caso de los prejuicios.
    Me alegra que hayas empezado por el libro, así notarás que el guión de la película recoge frases tal cual las ideó Torrente Ballester.
    Hombre, tanto como gurú…

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