La tienda de los horrores – Hostel

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Si la dieta de Eli Roth incluyera la ingestión de barrenos tal como sugiere el cartel, además de que de inmediato se le quedaría tipín, nos hubiera ahorrado esta bazofia que rodó en 2006, un auténtico despropósito cinematográfico que sólo puede contentar a fans entregados del gore o del peor terror de serie B (o C, o D, y así hasta la Zzzzz…). El buen cine de terror asiste últimamente a una continua degradación del género que confunde el morbo, la repulsión y la falsa y vacía presunta espectacularidad de las imágenes de contenido explícitamente sangriento o visceral con lo que siempre ha significado el cine de terror: la utilización creativa, a través de recursos exclusivamente cinematográficos, de la propia psicología del espectador como vehículo para, a través de la sugestión y de la identificación entre público y personaje, lograr que en ambos se produzcan idénticas respuestas emocionales ante las evoluciones de la trama. Esta confusión, que hace prevalecer los aspectos visuales desagradables, denigratorios, zafios o sucios, identificando terror con asco o repulsión, además de tratarse de un reduccionismo empobrecedor, resulta de lo más vulgar, tramposo y simplón, con lo cual suele tener asegurada cierta repercusión en taquilla, todo hay que decirlo.

Esta tendencia presente desde siempre en el cine de tercera clase, sin embargo ha logrado de nuevo relevancia, esta vez con pretensiones artísticas, a raíz de fenómenos como la saga Saw (una de ésas en las que la primera entrega tiene cierta gracia y frescura, la segunda resulta comercial, la tercera innecesaria y ridícula, y las demás vomitivas), tras cuya primera parte surgió de nuevo todo un catálogo de memeces sanguinolentas propagadoras de una asquerosidad que poco o nada tiene que ver con el miedo. Un miedo cuya aparición se reduce a la sensación incómoda de que algún manchurrón de sangre vaya a salpicar de la pantalla a la camisa recién planchada.

En esta ocasión, la mezcla barata de sangre, torturas y vísceras tiene como excusa el viaje iniciático de dos universitarios norteamericanos que, en compañía de un joven islandés, recorren Europa mochila al hombro en una constante búsqueda de alcohol, chicas, drogas y juerga. Al llegar a Eslovaquia, despoblada de hombres por culpa de la guerra (¿de qué guerra, una guerra de almohadas? ¿Es que no hay hombres en Eslovaquia desde 1945? ¿Acaso pensaban que Eslovaquia está en la ex-Yugoslavia? ¿Quizá confundieron Eslovaquia con Eslovenia?), conocen a dos mozas que están para mojar pan y que encima les va la marcha, morbosas, sexys y tal y cual, con las que aspiran a pasárselo teta, nunca mejor dicho. Lo que pasa es que sendas chorbas son una puerta insospechada a un oscuro mundo de sangre, vísceras, torturas, menudillos, extracción de órganos con abrelatas, amputaciones de ciruelo y de castañas, exaltación del mondongo, quema de mamellas a fuego lento y demás violencia gratuita y sin sentido ni finalidad alguna más allá de asquear al personal. En fin, el producto de una mente enferma y agilipollada que piensa que el espectador comparte sus taras, eso sí, con el cinismo que supone escudarse y utilizar como coartada la idea de cine como medio de entretenimiento para legitimar la producción de petardos fílmicos como éste. Un cinismo sólo comparable al hecho de que el contenido sexual de la película sera recortado o presentado de una forma light y sin embargo se dé rienda suelta sin cortapisa alguna a la violencia salvaje que busca mostrar. Parece que hay quien considera al sexo más peligroso para el público (para el americano, se entiende) que la plasmación directa y salvaje de una sucesión de torturas y asesinatos sanguinolentos; lo dicho, mentes enfermas y agilipolladas muy típicas de la doble moral del otro lado del océano (y por desgracia, cada vez más abundante en éste).

Esta manifiesta asquerosidad incide en los males que poco a poco se van adueñando de géneros como el cine de acción o el de ciencia ficción, la preponderancia del efectismo y la pirotecnia en la búsqueda de la emoción por encima de la inteligencia, la profundidad y el cuidado y minuciosidad en la elaboración de historias que busquen, a través de la creación de personajes y situaciones no necesariamente verosímiles pero sí por fuerza creíbles, la identificación del público con la trama. En ese sentido, el guión, de una pobreza que roza casi el analfabetismo funcional por la ignorancia que destila y la cantidad de contradicciones, sinsentidos, incongruencias y trucos facilones, zafios, cutres y tontos que contiene, sirve de motivo exclusivamente a una profusión de todas las categorías de grupos sanguíneos existentes en diversas modalidades de chorro.

Acusados: todos
Atenuantes: para los chicos, las chicas; para algunas chicas, las chicas; para el resto de chicas, ninguno
Agravantes: cualquier aspecto de la película
Sentencia: culpables
Condena: fimosis con hacha de doble filo practicada por las chicas de la peli tras la ingesta de licor de bellota a mansalva; las chicas, libre absolución (bastante tienen con que las pongan de floreros)

25 comentarios sobre “La tienda de los horrores – Hostel

  1. Lo que da terror es, pues, que los adolescentes con la personalidad formándose vayan a ver toda esa serie de aberraciones tan a la vista. ¿puedo filosofar? Creo que sí, que tienen que volver los dos rombos y cierta censura por lo menos para intentar que desde los medios oficiales (un cine) los chavales puedan acceder a cosas así.

  2. Que profusión de adjetivos,perfectamente escritos y descritos.Vaya «Mierda»,con perdón ,de cine.Acusados,atenuantes,agravantes,sentencia,condena, totalmente de acuerdo.Y lo que dices de la educación …..eso es lo que hace falta,no los rombos.La educación es la única arma que tenemos contra esta clase de cine y otras tantas cosas.Saludicos

  3. ¿Y ésto qué es?.
    Mi pregunta no es retórica. Es que no tengo ni pajolera idea de la existencia de esta ¿película?.
    Alfredo, no te arriendo las ganancias por tener/querer ver estas pelis. O estás purgando errores en vidas pretéritas, o vamos a tener que hablar con un psiquiatra amigo mío.

  4. Se me olvidó. Lo de la doble moral de «Allende los Mares»…..Esto no tiene ningún peligro para la degeneración del ser humano, ¡pero Dios nos libre del sexo !. ¿Puede existir mayor cinismo?.Saludicos

  5. No la he visto. De hecho, ya incluso el póster me da asco.

    Coincido con la tesis, que en cierto modo me preocupa y abruma.

    ¿Son esos engendros reflejo de la sociedad actual?

    ¿Cómo es que tienen su público? ¿Está su público equilibrado emocionalmente o son una panda de tarados?

    No soy partidario acérrimo de la censura, pero, de haberla, preferiría que se prohibieran aberraciones de este tipo antes que censurar película con «tetas y culos» (para entendernos).

    No deja de ser curioso, soociológicamente hablando, que el cine actual es mucho más violento -como media- que sexy en comparación con el que se destilaba en la década de los 70.

    La condena me parece bien, aunque la ampliaría a las féminas, por aquello de la «igualdad»: a ellas que les extirpen el clítoris con unos alicates oxidados, por ser cebos conscientes. ¡Hala!

    Saludos sabatinos.

  6. Excelente comentario que ya quisieran suscribir muchos «ilustres» críticos cinematográficos de prensa que bailan demasiado el agua…
    Da gusto leerte, 39. La peli, por cierto y por fortuna, no me suena de nada…
    Abrazos.

  7. Cómo me pones este cartel a mí!!!,
    tengo pendiente una visita al dentist y ahora no podré olvidar esta imagen, me desmayaré en la sala y todo por tu culpa.

    Aggg, si esto es cine yo soy sueca…
    No pienso verla jamás.
    Qué espanto!!!

    Kisses,

    M

  8. Esta si que la vi, y fíjate que pensaba que el raro era yo, que me dejó frío como un témpano. Mira que soy aficionado a descubrir rarezas dentro de cualquier cinematografía pese a mi tendencia al cine más clasicón, pero me la recomendaron como una salida de tono muy destacable, y solo se queda en salida de tono a secas.
    No entendí muy bien el culto a esta película, que empieza como un Road Trip, American Pie y similares, y acaba como cualquier exploit setentero. Ni es subversiva, ni tiene especial gracia, ni tan siquiera es tan rompedora como decían.
    Me pasó lo peor que le puede pasar a alguien con una película, el distanciamiento, si al menos me hubiera cabreado…..
    Un abrazo Alfredo, gran texto, jeje.

  9. Es que, Carmen, yo soy partidario de la utilización pedagógica del cine (con todas las reservas sabidas) y también y para ello, de la impartición de asignaturas de educación audiovisual. El triunfo de buena parte del cine actual se debe a la falta de exigencia y de preparación del público. Más o menos como en la tele… Y lo del sexo, pues más de lo mismo. Que se vean vísceras o intestinos da igual, pero ojo con que salga una teta, uyuyuyuyyyyyy. Sin embargo, si preguntas a los censores si prefieren comerse un intestino o una teta (o alguna parte del cuerpo masculino), todos te responderán lo mismo. Hipócritas.
    Besos.

    Querido amigo Raúl, yo tampoco sé cómo aguanto esto. Antes las cosas surgían por casualidad, pero ahora, te lo reconozco, hay buena parte de masoquismo en ello. Tendrías que ver cómo me dispongo de ánimo a la hora de ver una cosa que yo creo susceptible de entrar en esta sección: dejo a Bela Lugosi y Boris Karloff a la altura del betún… Te reconozco que hay cosas que sólo las veo si creo que van a aparecer aquí: ¿crees que es grave?

    Alma, ni se te ocurra ver esto, resfriada o no, con palomitas o sin ellas. Si la ves en pleno estado de salud, enfermarás, así que imagínate si la ves enferma… Huye, huye de esto.

    Acepto la propuesta, Josep, condena para todos. Creo que lo que ocurre con el cine actual, el norteamericano en su mayoría, en efecto preocupante. Sobre todo porque ha conseguido moldear los gustos del espectador hacia un lugar impensable hace unas décadas: la falta total de gusto. Creo que la desaparición de los géneros y el hecho de que el marketing haya terminado mezclando lo que es cine con las series B y demás letras han terminado haciendo un batiburrillo en el que el que más grita es el más visto. Y así nos va. En todo.
    Por otro lado, saber que hay quien ni siquiera había oído hablar de esto me reconforta no sabes cómo.
    Saludos domingueros.

    Muchas gracias M.A., me alegra que la desconozcas por completo. El problema a veces de los críticos «ilustres» es que sus «ilustres» medios tienen negocios con las «ilustres» productoras o distribuidoras, y eso pesa. Y eso es así porque hasta me ha ocurrido a mí (una vez y no más, espero), y eso que no escribo en ningún medio «ilustre».
    Un abrazo.

    No te preocupes, Entrenómadas, si a éstos no les interesaban los dientes, iban más abajo… No te apures que estos días habrá alguna imagen más chula, mañana por ejemplo.
    Esto no es cine, así que, lo siento, no eres sueca.
    Besos y good luck

    Buena definición, Iván: es que la peli o te da asco o te deja indiferente o incluso deseando que corten y pinchen a los protagonistas, lo cual no sé qué es peor. Yo es que cada vez entiendo menos eso de «película de culto»; ya no sé si es una de ésas que ganan con el tiempo y boca a boca o si se trata de que la vean cuatro frikies, cuanto más frikies mejor. Cosas del marketing. No entiendo como ésto y Woody Allen pueden ser cine de culto.
    Un abrazo y gracias.

  10. Estoy de acuerdo con el primer comentario. Es una pena que los adolescentes llenen las salas de cine para ver estas cosas, sus secuelas, resecuelas, postsecuelas y demás. Yo no hablaría de censura pero sí de «filtro» por parte de las personas, autoridades o empresas que tengan que ver con el mundo del cine para que estos productos no lleguen a las salas. Pero claro, el dinero, dinero es.

    Un saludo.

  11. Lo malo, Quevedillo, es que el único filtro que hay actualmente es el del dinero. Por eso estas cosas llegan a las salas y otras se pudren en un cajón o duran una semana en cartel. Lástima.
    Saludos.

  12. Eso sí es felicidad, Noe. No, por dios, no se te ocurra ni ver ésta. Una cosa es que el texto pueda hacerte más o menos gracia, pero no te acerques a esto si puedes evitarlo; las consecuencias pueden ser terribles.

  13. Bueno,bueno.Veo a mi hijo un par de veces al mes y él me pone estas películas para que las compartamos juntos.Luego discutimos sobre el tema.Claro,lo que hablamos no tiene nada que ver con la película,pero sí lo que suscita.Te puedo asegurar que creamos un hambiente de los más terrorífico.Nos preguntamos qué és lo que pasa en el mundo sin que nosotros lo sepamos y en qué cosas se entretiene la gente millonaria,asqueada de todo.Cuantos lugares existen,retirados de la civilización o dentro de ella,pero en las periferias industriales y que sirven para desahogo de lo que pueden pagar las más horribles de las bajezas.Cuanta gente desaparece misteriosamente y que se hace de ellos,etc.Claro,los temas suscitados por mi hijo y por mí nada tiene que ver con esta película.

    Un fuerte abrazo,amigo.

  14. En efecto, son ambientes reales, fenómenos en la sombra que, como sucede con las snuff movies, es real, subterráneo y terrible. Pero otra cosa es hacer, en vez de un retrato serio y riguroso del fenómeno y de las causas que lo producen, una orgía gratuita e innecesaria de mal gusto.
    Abrazos.

  15. Pues ya sé que ésta no la tengo ni que oler… con el mal cuerpo que me dejan a mí las películas llenas de casquería, y si encima no tienen nada más aparte de eso, me ahorro el mal trago.
    Me acuerdo que cuando yo estaba en segundo de Bachillerato se puso de moda una de Saw (la segunda, creo, pero no me acuerdo), a mí me describieron una escena y me bastó para tener muy claro que jamás la vería… y encima, me quedo sin atenuantes. A las chicas, no sé si sentencia, pero algún que otro rapapolvo sí que les echaba yo, por dejarse utilizar de esa manera.
    Besos.
    Rosa.

  16. Hombre, Escalones, te haré caso y no la veré, pero, además de que disfruto con tus textos, me dan ganas de verla porque el cine chungo y malorro me enternece y me divierte mucho. Una pequeña perversión. Beso.

  17. Bueno, en ese caso, dópate con algo llevadero y que te facilite la risa y disponte para un rato impagable. Con estos bodrios suele pasar: si te pones a verla en plan reírte de todo, a veces uno se pasa un buen rato.
    Besos.

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