No, no se trata de una biografía de George Bush, sino de una verdadera joya de programa de mano para una verdadera joya de película, un clásico de 1940 producto de la factoría Alexander Korda con la maravillosa y hechizante música de Miklos Rozsa, la dirección por triplicado de Ludwig Berger, Tim Whelan y nada menos que Michael Powell, y el inolvidable Sabu acompañando al califa Ahmed (Conrad Veidt), derrotado y ciego, en su lucha contra el malvado visir que le ha robado a su amada, la hija del sultán de Basora.
Una obra maestra para cuyo estreno zaragozano en el desaparecido, como tantos, cine Dorado, Gráficas Echevarría imprimió este programa de mano en forma de libreto. La portada reproducida arriba se abre en un díptico repleto de colores en el que se muestran dibujos de alfombras mágicas, palacios míticos, jardines esplendorosos, parejas que se aman a la luz de la luna y genios a punto de conceder tres deseos. La leyenda que acompaña las imágenes dice:
Alexander Korda en un supremo alarde cinematográfico ha superado en belleza y mágico encanto las narraciones de Scheherezada (sic), en la más portentosa realización de la actual generación. El ladrón de Bagdad es la obra definiiva de un arte completo y maravilloso.
Para la contraportada queda el mensaje corporativo:
Cine Dorado
Empresa Quintana S.A. – Representante: E. María
PRÓXIMAMENTE
¡Sensacional E S T R E N O!
¡¡ El mayor alarde cinematográfico de todos los tiempos !!
EL LADRÓN DE BAGDAD
En mágico Tecnicolor
Por Conrad Veidt – SABU – Jude Duprez – John Justín (sic)
Una producción Alexander KORDA
La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood creó un premio especial para esta película.
COMENTARIO: qué tiempos aquellos en los cuales el nombre del productor era un aval para la película que pretendía venderse. Entonces el nombre de Korda o Selznick bastaba para que el aficionado o el público en general se hiciera una idea aproximada del grado de calidad cinematográfica que le esperaba en la pantalla. Anunciados con letras en algunos casos de mayor tamaño que las estrellas del filme, el nombre del productor bastaba para demostrar la categoría de una película. Entonces no se decían mamarrachadas tales como «del productor de Stuart Little«, «del guionista de Cariño, he encogido a los niños«, «de los maquilladores de Los zombis comedores de carne, parte III«, ni mamonadas por el estilo que hoy en día dan más ganas de pasar de la película que de hacer cola o indigestarse a palomitas en un cine. Era otra época en la que la magia, en Tecnicolor o no (cómo iba a ser de otro modo en este caso el color si no fuera mágico, tratándose de Las mil y una noches), formaba parte ineludible del cine y del acto solemne y casi litúrgico de ir al cine, algo que gracias a los telediarios, las multisalas, los botes de cola y palomitas gigantes, youtube y los documentales del making of, ya no existe. Si al cine le quitamos la magia, ¿qué nos queda?: Adam Sandler y compañía.
Precioso, precioso, preciosooooo. Estoy segurísima que yo hubiese sido de las que se guardaba los programas (lo hacía incluso con las entradas de las pelis que me gustaban mucho…).
Bueno, esa no la he visto y sería una caña. La pena es, como dices, no poder hacerlo en condiciones. En un cine sencillico, pero en ese acto solemne del que hablas. Era así. Totalmente.
Ahora es otra cosa (simplemente distinta, también tiene su aquel) pero tremendamente diferente.
Que delicia nos traes hoy Sir..mmmmmm…
La película es una delicia, Mima. Pelín ingenua, con efectos especiales artesanales un poco cutres, pero sin duda era más capaz de dejar a la gente con la boca abierta que cualquier tontería de las que se hacen hoy modelo «imaginación por ordenador».
Besos.
qué regalos nos haces, Alfredo… una joya… un abrazote!
No sé que haríamos sin ti y sin Marta…
Cierto que las cosas han cambiado muy mucho desde entonces, pero la magia no se ha perdido aún, persiste en los corazones de los amantes del cine como tú, como Marta, Samuel, Francisco y todos los lectores de 39 Escalones.
Un abrazo.
No sé quién regala más a quién, amigo Sam.
Abrazos.
Y tú, Lucía, no te escaquees… Afortunadamente es así, pero no sé cuánto durará. El ritmo de vida y el modo de producir y vender cine ya no permite ciertas cosas, por no decir que es totalmente contraproducente a la idea de magia, ilusión…
Un abrazo.
Qué joya. Qué nostalgia de Douglas Fairbanks.
Pues en efecto, Noe, ésta conserva lo mejor de la versión de Fairbanks (que creo que es de 1924 o 1925) en cuanto a ambientación, tono onírico y espectacularidad y con el añadido del sonido y de una banda sonora magnífica. Ambas merecen más de un visionado.
Besos.
Me ha encantado el texto de presentación de esa pequeña maravilla que he copiado con todo el morro para mi archivo. Hago mías tus palabras: se ha perdido la liturgia del ir al cine….
No obstante, quisiera elevar una queja al Defensor del Lector:
¿Es que el escánner se ha negado a copiar el resto del libreto?
¡Queremos más! ¡Queremos más! De hecho: ¡Lo queremos entero!
🙂
Saludos.
Me encantan los viejos carteles de películas y estos programas de mano que nos ofreces. Esta película la vi de pequeña en la tele y me hizo soñar muchísimo.
Tienes razón en que se ha perdido el «acto solemne y casi litúrgico de ir al cine». A mi lo que me da una grima horrorosa son esos cubos gigantes de palomitas que deglute la gente, acompañados de un vaso no menos grande de Coca Cola. Menuda indigestión. Si a eso le añadimos a Adam Sandler, un señor que me parece una pesadilla haga lo que haga, dan ganas de quedarse en casa. Mejor no pensarlo.
Saludos
¡Que gozadica de película!.Me recuerda mi niñez.Como Carmen.S.la vi en la tele y es una película que recuerdo con una maravillosa nostalgia.Lo que molaría poderla ver en el cine Dorado,y que a la entrada te dieran ese programa.La magia no se puede perder,por supuesto que no.Está en los corazones de los que amamos el cine,en especial en el tuyo Alfredo,que nos haces recordar estas autenticas joyas cinematográficas,Gracias.
Saludicos.
Josep, copia cuanto quieras, faltaría más. En muchos de los programas que tengo hay textos similares, si te interesa alguno en particular…
En cuanto al tema del escaneo, hay varias cuestiones: primera, mi aparato en una patata (sólo escanea en blanco y negro y los archivos que genera me dan problemas de tamaño a la hora de colgarlos), por lo que tuve que recurrir a mi señor hermano para que me los copiara; segundo, eran tantos, que el hombre tomó la vía rápida de seleccionar lo que copiaba y lo que no; tercera, hay algunos programas y carteles en tan delicado estado que no permiten manipularlos mucho sin miedo a que se deshagan; cuarto, soy prácticamente inútil en cuestiones técnicas, como bien sabes. No obstante, traslado la queja al Defensor del Lector a ver qué puede hacerse. La verdad es que son una joya auténtica y merece la pena que se compartan.
Saludos.
Carmen S., el cine está quedando relegado al mero ocio (de hecho ya hay más salas dentro de los centro comerciales, como una tienda más, que fuera de ellos) y por tanto los hábitos que adquiere el hecho de ir al cine son los mismos que los hábitos de consumo de cualquier otro producto. Por eso algunos ya no vamos al cine, o vamos muy poco.
Un abrazo.
Carmen, gracias a todos los que apreciáis este (leve) esfuerzo. No tendría sentido de otro modo. Eran otros tiempos, había cosas que nos movían a evocar, a sentir, a disparar la imaginación. Hoy todo está hecho, envuelto y ofrecido a capricho. No es que sea malo (hoy tienes acceso gracias a Internet a todo lo que nadie podía acceder hace apenas unos años), pero ha perdido encanto, es indudable.
Un abrazo.
Los programas de mano y también aquellos maravillosos «cartelones» que decoraban el frontis de los cines.
A resultas de alguna entrada tuya de esta categoría, ya te he comentado en otras ocasiones, el gusto de coleccionista que le tengo (o tenía, pues ya no sé ni por dónde paran la mayoría) a estos programas de mano o fotocromos, como también se les dio por llamar.
Desde aquí quiero hacer un alegato en contra de las palomitas y demás chucherías en las salas de cine. Deberían estar prohibidas, al cine se va a ver la peli o a meterse mano en silencio en la fila de los mancos, pero nada más. Parece que todo el mundo está esperando a que empiece la película para abrir bolsas de palomitas, chucherías y refrescos, con el consiguiente ruido de bolsas de plástico.
Lo siento Alfredo, pero tenía que decirlo, aprovechando que se habla de la «magia» y nostalgia de las antiguas salas en este post.
Un saludo.
Son verdaderas joyas muchos de ellos, auténticas maravillas. En algunos casos incluso mejores que la película. Al lado de muchos carteles de ahora, y de la mayoría de los tráilers, salen ganando.
Quevedillo, suscribo tu comentario al cien por cien, así que no te disculpes que no hace falta.
Saludos.
Pues me has dado. Cuando tengo el día regular me pongo esta película, tengo unas cuentas, pero El ladrón no falla. Me gusta tanto que no sé por donde empezar. La entrada de hoy me gusta mucho, muy completa. Me gusta Alexander Korda. Me gusta Sabu, tiene un rostro tan perfecto. Ay, que me pongo melancólica.
Y además el título es perfecto. «El ladrón de Bagdag»
Esta noche me la pongo.
Besos,
Marta
Si es posible me gustaría pedirte un favor.¿Podrías decirme que día se estrenó la película en Zaragoza?.Saludicos.
Es que es una peli muy muy evocadora, Marta, de otros lugares, otros tiempos. Ahora una película así, con un retrato amable y onírico de lo musulmán sería impensable (en occidente).
Espero que la disfrutaras.
Besos
Carmen, lo miro y te lo digo. La peli es del 40, pero por entonces todo llegaba aquí con retraso. Será difícil enterarse porque otras veces pone la fecha en el propio programa, pero intento enterarme de todos modos y te digo algo, ok?
Saludos.
Ojalá volvieran estos programas de mano, yo también los coleccionaría… estupenda imagen, dan ganas de ver la película, trasmite muy bien el encanto misterioso de estas historias.
Besos.
Rosa.
Cine de papel… o en papel del bueno, que recuerdo la primera vez que cayó en mis manos, allá por la década de los 80, yo crío aún. Qué razón tienes con eso de los productores…
Abrazos.
En realidad no es mi colección, Rosa, me cayeron del cielo, como quien dice… Auténticas joyas.
Besos.
AdR, yo creo que no estaría nada mal una película de productores mutantes… Real como la vida misma.
Un abrazo.
Son realmente encantadores,remontan irremediablemente a la infancia.Hay tantas cosas que se han perdido.Quizá la vida sea solo eso,ir perdiendo en el camino,sensaciones,olores,tonalidades,amores,el acomodador que esperaba la propina,la taquillera melancólica que esperaba un golpe de suerte para abandonar la provincia para siempre,el ozonopino de los lavabos,etc.¿Y por qué te estoy diciendo todo esto?Ay,la nostálgia comporta un síntoma de envejecimiento.
Un fuerte abrazo,amigo.
Correcto, Francisco, pero la nostalgia, el haber vivido momentos y situaciones que otros no pueden sino imaginar, comporta también experiencia y sabiduría. Eso nunca está de más; sin la memoria, la nostalgia de quienes vivieron un momento o una época nada podemos hacer los que hemos venido después. Y quien crea que no, tiene un problema.
Abrazos.
¿Invasión extraterrestre?
Casi, casi…
estoy enamorado de una chica llamada yanty
Pues allá tú.