El ser humano frente a la adversidad: After hours

noche

Si Taxi Driver constituía un alucinante viaje al corazón de la angustia, a una noche desolada, deshumanizada, violenta y salvaje como metáfora del atormentado interior del ser humano alienado y perdido en la inmensidad de una sociedad decadente y opresiva, After hours, traducida estúpidamente en España como Jo, ¡qué noche!, película dirigida por Martin Scorsese en 1985, es una especie de emulación en apariencia (pero sólo en apariencia) amable, también con Nueva York como marco, de ese mismo y desigual enfrentamiento entre el hombre con aspiraciones de bienestar y felicidad y un contexto colectivo que lo reduce a mera estadística, que lo ningunea, coarta, utiliza y pervierte, que le hace perder sus puntos de referencia y su lugar con respecto a sus semejantes.

Griffin Dunne (también productor de la película, que consiguió imponerse como intérprete por delante de Robert De Niro, para quien estaba pensado el papel en lo que, si volvemos a pensar en la anterior película de Scorsese, hubiera constituido un irónico guiño al público y a la propia carrera del director), inolvidable en esta película por su magistral encarnación y caracterización de lo que comúnmente llamaríamos un «pringao», es Paul Hackett, un discreto y anónimo empleado de una multinacional de la informática dedicado a cuestiones de programación. Es un hombre solitario: la enorme oficina, en la que prácticamente no tiene relación con ninguna de las decenas y cientos de personas con las que se cruza diariamente, exceptuando a aquellos a los que tiene que adiestrar en los instrumentos de su trabajo, gente a la que no volverá a ver ni a hablar, es una metáfora de su propia vida. Largas jornadas de trabajo, desplazamientos interminables de punta a punta de la ciudad, horas y horas sin hablar con nadie, concentrado en el cajón en el que trabaja sin dirigirle la palabra a cualquiera de las personas que, no obstante, lo rodean constantemente, triste soledad compartida con una cena rápida y el televisor cada noche al regreso a casa… Una perspectiva de vida que amenaza con prolongarse sine die y para la que parece no encontrar alternativa. El actual y prolongado insomnio que padece no ayuda a mitigar los efectos de la soledad forzosa en la que se encuentra, y las salidas nocturnas a horas intempestivas para cenar o tomar café en alguno de los locales próximos a su casa no le sirven de consuelo ni de remedio. Al menos hasta que, una noche cualquiera, una joven atractiva (Rosanna Arquette, sutilmente perturbadora), se interesa por el libro que está leyendo mientras su café se enfría (de Henry Miller, para más señas), traban conversación, y le da su teléfono. Paul, acostumbrado a encerrarse en sí mismo, a vivir de espaldas a una sociedad que suele darle pescozones cada vez que es capaz de asomar la cabeza fuera de su armadura, se retrae todo lo que puede, pero finalmente marca el número… y su vida cambia. Por lo menos, durante una noche: su llamada de teléfono le abre la puerta a un mundo de extrañas circunstancias encadenadas, una especie de apoteosis del mal fario, de casualidad adversa, de azar tramposo que se ensaña, se recrea en el destino de Paul haciéndole vivir una continua sucesión de fenómenos absurdos, inexplicables, retorcidamente ilógicos, en el peor barrio de Nueva York, un microcosmos nocturno vestido de cuero y poblado por islotes, por territorios humanos a la deriva, una fauna de lo más variopinto que incluye sombríos artistas amantes del sadomasoquismo, camareras desquiciadas, desvalijadores de pisos, porteros de discoteca, almas solitarias que beben sus copas en un rincón oscuro, contorsionistas de la música disco y demás criaturas de la noche que transitan por camuflados locales nocturnos abiertos hasta el amanecer y tan vacíos como la propia vida de quienes se encargan de mantener el neón encendido.

Inquietante, absorbente, fascinante y también arriesgada aventura urbana en la que el protagonista se ve inmerso de manera imprevisible, la película representa, con la metáfora minimalista del viaje constante a través de las calles desiertas, los locales vacíos y los apartamentos despoblados de un barrio cualquiera, una introspección al interior de cada individuo y al planteamiento de cuestiones acerca de nuestro lugar en la sociedad, lo que significamos para los demás y el forzoso anonimato al que somos conducidos, convertidos en cifras asépticas, en una sociedad moderna que ha perdido el trato y contacto humanos como vehículo de relación y de enriquecimiento vital y personal. Todos los personajes de la película vacilan, dudan, se equivocan, luchan denodada, desesperadamente, por tender puentes de comunicación hacia los demás (como grita Paul en un momento del metraje: «¡yo sólo quería salir con una chica a tomar una copa, pasar un buen rato»), y es la incomprensión, la falta de entendimiento e incluso el estallido de la violencia y el odio irracionales el único resultado de este empeño profundamente humano y destinado al fracaso absoluto (metáfora visual y narrativa de incalculable valor es la de Dunne introducido en una de esas esculturas tamaño natural elaborada con yeso y recubiertas de papel de periódico).

Este enloquecido periplo de Hackett a través de un planisferio de soledades compartidas no deriva como en otros trabajos de Scorsese en una orgía de violencia y sangre, sino que la visión quiere ser más esperanzada: Paul, a pesar de todo, encuentra ayuda en medio del cataclismo de absurdos en el que se ha metido, una mano tendida que, aunque sea de casualidad a través de un memorable final que todavía contribuye más si cabe, como otro absurdo esta vez dirigido al público, a cerrar el amplio catálogo de rocambolescas vivencias nocturnas del protagonista, le pone de nuevo en la senda correcta, la simple, monótona, aburrida vida diaria de la que no cabe intentar salir sin exponerse a una vorágine de imprevistos que caen como rayos y centellas sobre el pobre insensato que ha osado intentar romper el equilibrio metódicamente dispuesto sobre el que se ha diseñado nuestra vida de máquinas del siglo XX (o ya XXI). Así que Paul vuelve, o mejor dicho, le hacen volver, a su vida gris y triste, pero al menos ha conseguido una leve brizna de calor humano en forma de abrazo que le haga recobrar la esperanza en el género humano, de que en este mundo de cemento y vidrio todavía pervive algo de humanidad, justo antes de que su ordenador, como cada mañana, y siempre porque a alguien se le ocurrió programarlo así, le suelte de sopetón su metálico, frío y burocrático «Buenos días, Paul. ¿Cómo estás hoy?».

Bellamente rodada, retrato preciosista y meticuloso de la noche neoyorquina y de sus habitantes, la película combina una estética sombría y decadente, llena de espacios vacíos, despoblados, excelentemente sugerida por planos generales de espacios abiertos por los que pulula un único personaje solitario, o de rincones coquetos en los que un ser olvidado busca la compañía de un instante, con un tono ligero salpicado de fenomenales momentos de comedia basada en los malos entendidos y en desesperantes casualidades que complican a cada minuto el regreso de Paul a casa para protegerse en el aburrimiento de su insombio bajo las sábanas. Junto a Dunne y Arquette, rostros habituales del cine y la televisión americanas (Linda Fiorentino, mucho antes de convertirse en femme fatale oficial de los noventa, Bronson Pinchot, John Heard, Teri Garr, Cheech Marin, antes de ingresar en el grupo de Robert Rodriguez, o el propio Scorsese en un cameo discotequero) recrean de manera efectiva cada uno de esos universos humanos solitarios y un tanto desequilibrados que se cruzan con Paul en su singladura nocturna, un viaje que viene acompañado de imágenes tan sugerentes (maravillosa Arquette en la intimidad de su dormitorio) como inquietantes aderezadas con la ya proverbial excelente utilización de la música (desde piezas clásicas hasta incluso una guitarra flamenca ilustrando el demencial y memorable trayecto en taxi, billete volando por la ventanilla incluido, de Dunne hacia lo que él cree que es su cita de amor; trayecto de ida y vuelta, como se ve más tarde…) por parte de Scorsese.

En suma, una divertida, inquietante e intrigante parábola de la soledad del ser humano en la sociedad actual que, además de hacernos reír (y no poco) y mantenernos en vilo ante el incierto y amenazado destino del protagonista, no obstante, intenta rebuscar la persona que llevamos dentro como única vía para impedir la subsunción de la especie en este ecosistema de consumismo, deshumanización y cúmulo de absurdos vitales que llamamos sociedad, democracia o economía de mercado en el que nos vemos reducidos a números que sólo se consideran en términos de rentabilidad, en el que nos enfrentamos solos a la adversidad, en el que enfermamos de un mal llamado soledad.

29 comentarios sobre “El ser humano frente a la adversidad: After hours

  1. Has hecho que tenga que verla otra vez. La vi hace muuuuucho tiempo, y la recuerdo con agrado, pero con tu excelente disección, tendré que hacerlo de nuevo

  2. Sinceramente, compa Alfredo, y sin ánimo de bronca, creo que este es uno de esos curiosos casos en que la reseña va bastante más allá del film reseñado -al menos, en términos de calidad-. En mi modesta valoración, creo que tu texto es «mejor» que la peli, y la dibuja con un nivel y unas connotaciones que yo, particularmente, no he sido capaz de apreciarle -y he tenido ocasión de revisarla hace no mucho-. Me temo que, también, será un problema de mirada; en tu caso, desde luego, ha sido profunda y, a la vez, cariñosa.

    Un fuerte abrazo y buena semana.

  3. Bueno, Alfredo, esta película se ha quedado un pelín a la sombra y me parece que merece salir a la luz, aunque yo la veo de una manera más modesta, como una película menor y más ligera, sin pretensiones y sin embargo lograda. Y desde luego la prefiero a películas más recientes de Scorsese, incluso condecoradas. Un abrazo.

    1. Para mi «After hours» está lejos de se una película menor de Martin Scorsese, como muchos puedan pensar y la situaría entre sus mejores y mas ambiciosas películas, por encima de obras que podrían considerarse mejores tanto por la crítica como por el público como «El cabo del miedo» o «Casino»; empezando por la asombrosa ambientación y fotografía de ese Nueva York solitario, decante, parece sacado de un cuadro de Edward Hooper; la película transcurre en una noche y no se hace nada pesada, ese ritmo conseguido en la sala de montaje, solo lo realizar un autor con mucho talento, si juntamos esto con las interpretaciones y la increíble banda sonora, podría poner a «After hours» como una de las cimas del director, junto con «Taxi driver» que para mi sigue siendo su obra maestra absoluta, y otras grandes películas del director.

      1. Pues, Javier, como yo mismo le contesté a Sam, efectivamente, no me parece una película menor y, desde luego, para mí también es muy superior a las dos que citas, y a alguna más, y por supuesto, superior a todas las obras de Scorsese posteriores a «Uno de los nuestros». De hecho, es de mis favoritas, y siempre que le echo un ojo no puedo dejar de verla. Ah, y no olvides «Toro salvaje».

  4. Me alegra despertaros el apetito, Gabriel. Ya me contarás si con los años no ha perdido…

    Creo, Manuel que sin darnos cuenta subestimamos algunos productos por su tono narrativo. La película es ligera, incluso amable y simpática, pero la comicidad aparente, creo yo, no obsta a la existencia de un trasfondo profundamente dramático claramente perceptible. Hay una notable disensión entre forma y fondo, y éste es precisamente el mayor valor de una historia que sólo como comedia sería realmente poca cosa.
    Pero tienes razón, le tengo cariño especial a esta peli.
    Un abrazo.

    Sam, insisto en la misma idea. ¿Por qué es menor? Puede ser que por ella misma, o también porque no haya trascendido frente a otras obras de Scorsese más importantes o más publicitadas. Yo no la considero en modo alguno menor, ni por su estilo visual ni por su tema, sino camuflada, injustamente olvidada, y no me parece para nada desprovista de pretensiones, aunque sí de ser pretenciosa intentando abordar un gran tema con una gran sencillez. Insisto en una cosa: no nos engañemos por la forma. Recuérdese que la comedia es un medio para soltar verdades como puños, que por sí sola no vale mucho.
    Un abrazo.

  5. Pues nada,ya estamos en lo mismo.No se porque narices he leído tu reseña sobre esta película.Sabía lo que me iba a pasar si pinchaba donde decía, seguir leyendo.Esta visto que soy masoca.Tendré que verla para poder opinar.De todas maneras,muy buena tendrá que ser.Como dice alguien por ahí arriba,parece que tu reseña supera en calidad al rollico de celuloide.Saludicos

  6. Me ha encantado la frase de «quienes se encargan de mantener el neón encendido». Por lo demás, me gusta la película y odio cada vez que intentan reinventarse los títulos de las películas… «Jo, qué noche» (absurdo). Como siempre, Nueva York, un gran telón de fondo. Debe de ser fácil rodar películas ahí.

  7. Espera Alfredo.No te he contado la verdad;Esta mañana me he leído tu reseña a las siete y me he prometido a mi misma,que no continuaba leyéndola.Pero ,mortal que es una,y curiosa también,he caído en la tentación……Saludicos

  8. Muy interesante (y bella) descripción, 39escalones, de una película que tengo vista sólo a medias, porque cuando la estrenaron el título me echó para atrás las ganas de verla, y luego la ví en la tele a trozos; me parece coincidir en parte con Manuel, pero aun así, he de conseguirla para verla en condiciones; ya ni me acordaba de ella, pero ahora, después de leer el comentario, ya no la olvidaré.
    Saludos.

  9. Carmen, llegados a este punto creo que será más pertinente que me preguntes por qué creo que deberías pasar de la peli. Soy casi abogado; puedo encontrar argumentos para sostenerlo casi todo. Hasta lo insostenible…
    Saludos.

    Es un enorme plató en sí mismo, Dana. ¿Sabes que se ruedan diariamente, aunque sea una sola toma, entre cincuenta y cien películas diarias en Nueva York?

    Josep, adelante, no me importa ser minoría (estoy en mi salsa, de hecho, nací para ser minoría absoluta…). Lo importante en este caso, creo, es no dejarse llevar por las desventuras del protagonista, sino mirar donde no está él. Pero sólo lo creo. Ah, y gracias por lo de bella; espero que lo mantengas cuando veas la película de nuevo y no me eches los perros por vender humo…
    El título español, eso sí, es para denunciarlo.
    Saludos.

    1. ¿ Debería pasar de verla ?. Hay mas coments a favor que en contra.Le voy a preguntar a un amiguete mio,que de esto algo entiende ,que me de alguna razón por la cual debería pasar de ella.Te advierto que puede sostener argumentos hasta casi la extenuación.Yo he sido testigo.Saludicos

  10. Por un momento me ha recordado esa otra noche prodigiosa como es la que vive Max Estrella en Luces de Bohemia, 60 años antes. Por aquello de la descripción de la fauna y los ambientes nocturnos de la ciudad…

  11. Me gusta After Hours, y de hecho, creo que es un error considerarla una obra menor eh, porque contiene tan buen cine como las obras más populares de su director. También vi en su momento un trasfondo bastante más trabajado de lo que parece, y detalles de puesta en escena muy sorprendentes y brillantes. Es una gran película, no hay que confundir la popularidad (o fama) con la calidad de un filme, bajo mi punto de vista.
    Saludos Alfredo!

  12. Bueno, Carmen, no pretendía que no la veas, al contrario. Pero si para ti es un problema intentar echarle un ojo a todo lo que se pone por aquí no me cuesta nada darte algún argumento para pasar de largo…
    Saludos.

    Algo de eso hay, Carlos, aunque cualquier atisbo de lucidez brilla por su ausencia en este caso.

    Estoy de acuerdo, Iván. Como decía más arriba, el hecho de que el tema de la soledad y la incomunicación se toque con ligereza de formas hace que mucha gente lo considere un pretexto para la comicidad. Yo creo que es justo al revés, que la comicidad es una manera de meternos en una historia de soledad e incomunicación, muy triste, muy dura y muy premonitoria.
    Un abrazo.

  13. A mí me parece, sino excelente, sí muy buena película. Cada vez que la he visto -no sé si era el objetivo de Scorsese- me ocurre una cosa curiosisima con esta peli. Y es que siempre me acojona. Sí, sí, me da un poco de miedo recorrer junto a Hacket los rincones de esa ciudad desconocida, asonantey enigmática. me da miedo la indefinida presencia (nunca sé si va a resultar una psicópata) de Arquette, aquel loft tan de Tribeka o el Soho, en el que vive rodeada de extrañas esculturas de papel maché… Acojona, ya digo.
    No voy (sonrío) a cometer el desacierto de comparar tu arte al de Scorsese, Alfredo (vuelvo a sonreir) pero eso no quita para que aplauda, una vez más, esta trabajadisima entrada.

  14. A mí me parece un pedazo de película. Buenísima. Eso sí, mejor verla con un cubata en la mano y no un café, porque es algo cardíaca. Ël prota está soberbio. Me gusta mucho y recuerdo que la vi el día antes de irme al campo una temporada en plan tranquilo. Qué bien me vino ver la peli antes!!!

    Marta

  15. Gracias, Raúl. Es que la película resulta realmente inquietante en algunos momentos. No sabes si reírte de las torpezas de Dunne por si bajar la guardia nos expone a las amenazas que adivinamos duermen en los rincones a medio iluminar. Comparto tus sensaciones, desde luego.

    Marta, es verdad que la cadencia de la película es un tanto sporífera en algún momento (adecuadamente, a mi modo de ver, dado que relata la odisea nocturna de un insomne agotado) y el cubata viene de perlas.
    Besos.

  16. las obras menores de los grandes autores son mejores que las obras mayores de los pequeños autores, Alfredo, y tengo a Scorsese por un gran autor, y After hours me parece mejor que Infiltrados, por ejemplo y sin embargo le dieron un oscar… que sea más desconocida a mí no me importa, pero Alfredo, comparada con Taxi driver a mí me parece que no llega a su altura, lo que es simplemente una opinión, Taxi driver para mí está entre las obras mayores, y After hours, tienes razón no es una película menor, mi error quizá sea llamar película menor a una película buena pero que para mí no llega a obra maestra, quizá el gran error muy común en la crítica de cine es el término «película menor» cuando en realidad se habla de películas magníficas que tienen la desgracia de estar al lado de obras maestras. A los grandes les cae el sambenito ese de que lo que no es sobresaliente es menor, incluso a Hitchcock, cuántas películas impresionantes del maestro las calificamos de obras menores… Quizá sea el error ese de César o nada… Ya se sabe que el cine apasiona y con frecuencia se exagera en la alabanza o en la disección, así es el amor. Un saludo.

  17. De todos modos, no pretendía comparar su calidad con la de «Taxi Driver», sino señalar que abordan un mismo problema desde ópticas muy, muy diferentes y con protagonistas diametralmente opuestos.
    Saludos.

  18. Pues sí, la he visto 2 ó 3 veces y en cada una de ellas he disfrutado con las peripecias del protagonista por la noche neoyorquina. El que termine en su puesto de trabajo después de la noche que todos conocemos es un final redondo, sublime.

    Saludos.

  19. Eso sí, lo hace en unas condiciones muy distintas de las que se fue… Yo siempre me lo imagino entrando poco después al despacho del jefe para decir que se larga…
    Saludos.

  20. Casualmente me acordé hace poco de esta peli. No es de las más recordadas de su director, tampoco la reponen mucho en la tele, que es donde refresco yo mis clásicos, y, sin embargo, en mi opinión, es una de las mejores de Scorsese, por sobria, por sencilla, por original, por dar, sin pretensiones, en la diana de la verdad.

  21. Totalmente de acuerdo, Noe. Está desprovista de cualquier artificiosidad o concesión pensada para su recepción, lo cual la hace más fresca y auténtica que otras obras más recientes y reconocidas y, para mí, mucho peores.

  22. Gran post,Alfredo.Esta película junto a Malas calles y Taxi Driver son la trilogía perfecta de un iluminado de los años setenta.Lástima que se apagara su luz después de Toro salvaje.Creo que parpadeó un poco en Gran casino.

    Alfredo,te recomiento la lectura de Moteros tranquilos,toros salvajes,de Peter Binskind publicado en Anagrama.Creo que es el mejor documento escrito sobre la década de los setenta en Hollywood.El autor hace un recorrido exhaustivo a través de miles de entrevistas a esa generación de cineastas que cambiaron el mundo del cine y de la manera de verlo y también su inmediato declive.

    Gran texto,mi querido amigo.

  23. Gracias, Francisco. Gran libro el que citas, básico para entender lo que fue el cine de los setenta (para muchos su peor década con diferencia) y lo que supuso el cambio de los ochenta hacia esa fórmula actual tan mercantiloide. Creo que la última gran película de Scorsese fue «La edad de la inocencia».
    Fuerte abrazo.

  24. Antes de empezar a verla me he vuelto a leer tu post.La peli me ha gustado mucho,quizá porque ya la he empezado a ver con una visión diferente a otras películas de las cuales no tenía una información tan amplia como la que tu das en tu post.La música perfecta en cada momento de la peli.Como tu dices,una visión muy buena de la noche en esa gran manzana que es N.Y .¡Vaya fauna de todo tipo!.¿ Como se puede alguien sentir se tan solo rodeado de tanta gente ?.No me he reído mucho,alguna que otra sonrisa.El me produce pena y a la vez ternura.Dan ganas de meterte en la pantalla para ayudarle.Al principio,me ha recordado un poco a Dustin Hoffman en El graduado.Resumiendo,ha merecido la pena verla.Saludicos agradecidos .Como siempre te digo ,tus posts ganan quilates despues de ver la peli.

  25. Gracias, Carmen. Me alegra mucho que os acerquéis a descubrir o a revisitar las cosas que comentamos por aquí. Algún día tendremos que pensar en lo del cinefórum, je, je…
    Saludos.

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