La tienda de los horrores – El reino de los cielos

cielos

Un tema atractivo: Las Cruzadas. Un director de renombre: Ridley Scott. Un reparto de altura (por el caché más que nada): Orlando Bloom (por cierto, la foto no pertenece a ninguna evacuación intestinal, aunque se encuentre en cuclillas y con careto de trance), Liam Neeson, Jeremy Irons, Edward Norton, Michael Sheen (Tony Blair, para entendernos), Brendan Gleason, Eva Green, Ulrich Thomsen, David Thewlis… Un presupuesto enorme al estilo Hollywood: ciento treinta millones de dólares. Un guión creado por cuotas para garantizar la atracción de todos los públicos: tanto por ciento de épica, tanto de romance, tanto de violencia, tanto de mensajes políticos subrepticios, tantos personajes buenos, tantos malos… Grandes expectativas: abundantes y majestuosas localizaciones, vestuario y escenarios meticulosamente recreados, ordenador potente con el que maquillar errores, redondear atmósferas o crear ejércitos en medio de la nada. Resultado: un cagarro mayúsculo, inigualable, de récord.

Segunda ocasión en que Scott aparece en esta sección tras Gladiator, pero no es para menos. Cielos, sí. Esa es la expresión recurrente que, invocada como una desesperada plegaria ante el hecho de haber perdido ciento cuarenta y cuatro irrecuperables minutos de existencia con el visionado de este engendro, acude irremisiblemente a la garganta, no se sabe si por el deseo de que la divinidad nos guarde de otros bodrios semejantes o por la incredulidad de haber asistido a uno de los fiascos más clamorosos del cine reciente, de 2005 en concreto, cuando parecía tenerlo todo a favor.

Pero el tiro de gracia, lo que resulta ya de juzgado de guardia, es la unánime acogida favorable a este petardo por parte de la crítica, no ya la americana, acostumbrada a dejarse impresionar por grandilocuentes ramplonerías, sino por la europea, en la que el criterio, sometido a otras preferencias, empieza a no sobrar. Ante ciertos comentarios entusiastas sobre la película, cabe preguntarse si toda la crítica «especializada» se ha vendido ya a los intereses comerciales o corporativos de los medios para los que trabajan o si, simplemente, les ha dado un tabardillo. La historia, que tantas posibilidades hubiera permitido a poco que Scott se hubiera acercado a un fenómeno histórico de tanto calado y tanta riqueza cultural, espiritual y política como Las Cruzadas con algo de sinceridad, seriedad, curiosidad y rigor, es la devaluación en clave contemporánea pasada por la batidora de los tópicos más nauseabundos, los mensajes más superficiales y políticamente correctos y cierta mentalidad de culebrón barato, de uno de los episodios más emblemáticos de la Edad Media y del que más conclusiones pueden extraerse en orden a entender las relaciones entre el Próximo Oriente y Occidente. Sin embargo, la película se queda en mera y pretenciosa ambición formal y renuncia totalmente a explorar cualquier aspecto intelectual, cultural o que invite a la reflexión más allá de los cuatro manidos eslóganes tipo «We are the world, we are the children» que diferentes personajes cacarean en plan Kofi Annan de tercera división a lo largo del metraje.

Y es que El reino de los cielos es al cine lo que tantas y tan mediocres novelas históricas suponen al mundo de la literatura: 1186, entre la Segunda y Tercera Cruzada. Godofredo (nombre recurrente se supone que inspirado por Godofredo de Bouillon, rey de Jerusalén tras la Primera Cruzada, título éste más bien honorífico y que curiosamente recayó con los siglos en los reyes de Aragón y, a través de éstos, en los de España), interpretado por Liam Neeson, es un caballero cruzado amante de la paz y la justicia que aboga por la convivencia pacífica entre musulmanes y cristianos en Tierra Santa (mal empezamos), bajo dominio cristiano, eso sí, que una cosa es vivir todos revueltos y otra muy distinta compartir el mando. Como el hombre tuvo sus devaneos de juventud, vuelve a Europa (escenas rodadas en Loarre, Huesca, el castillo románico mejor conservado del continente) en busca de su hijo ilegítimo, Balian (Orlando Bloom, actor plano, sin registros, sin personalidad, sin carácter, sin nada que no sea cara de póster para quinceañeras), herrero de profesión que acaba de perder a su mujer y su hijo (ineludible y cutre toque de culebrón). Balian está hecho un trapo, pero el manual de baratillo del guionista dice que tiene que sentirse culpable de la pérdida de su familia y que tiene que ir a redimirse luchando a Tierra Santa, a expiar los pecados causantes del castigo divino recibido, y encontrarse consigo mismo, así que va allí como podría haberse ido a Sebastopol. El caso es que Balian se une a su padre y adopta sus bienintencionados (y completamente fuera de tiesto en pleno siglo XII para los sangrientos y criminales conquistadores cristianos -recuérdense las matanzas de judíos y musulmanes con cada «reconquista» de Jerusalén u otras plazas de Palestina-) planteamientos sobre la vida, la guerra, la convivencia y sobre todo, la religión (imposible encontrar en el siglo XII a un Cruzado precursor de la, no tolerancia, sino libertad religiosa, incluido el agnosticismo y el ateísmo), además de su título y sus tierras cuando fallece. Hasta aquí, folletín puro y duro.

Lo peor comienza cuando se nos retrata una Jerusalén de color de rosa, en la que el (abominable, falso, ridículo y patético) mito de la convivencia pacífica de las tres culturas vive todo su esplendor. Este «estado de extraordinaria placidez» (en palabras de Jaime Mayor Oreja referidas a la dictadura franquista) vive en continuo equilibrio ante fuerzas opuestas que pretenden destruirlo, llevar el caos y la guerra a los mundos de Yuppi que el rey de Jerusalén, un joven aquejado de lepra, ha logrado montar con ayuda de un puñado de caballeros leales (en eso los judíos y los musulmanes no han participado). Así, entramos en una vulgar historia de buenos y malos en la que éstos, los Templarios (sobre los que tantos ríos de tinta han corrido a raíz de la subliteratura de tanto mangurrián suelto y cuya realidad histórica es mucho más interesante que esotérica), no paran de sabotear la frágil paz lograda con Saladino para provocar la guerra, erigirse en salvadores de la Cristiandad y aprovechar su protagonismo para derrocar al rey. Y a los malos malísimos se oponen los buenos buenísimos, que respetan a los musulmanes y a los judíos y tienen frases memorables de tan absurdas para el siglo XII. Entre ellos, el mozo Balian que es tope íntegro, leal, noble y guaperas que te pedes, Mercedes, y que se encandila de Sibylla, la hermana del reinaldo de por allí, en lo que es una introducción bastante torpe, manida y metida con calzador del «momento romance-erótico-pseudoasexuado» de turno, como ocurre con el resto de la película, meramente superficial.

Como no podía ser de otra manera, Balian se opone a los malos malosos para hacer piña con los musulmanes que quieren la paz como Saladino, que es el «buen moro» que se ve obligado a ir a la guerra por las circunstancias, pero que es un hombre justo y cabal, aunque no tanto como para reconocer el valor y la nobleza de Balian, que para eso es el guapetón del filme. Y como le obligan a ir a la guerra (le obligan a pesar de que su primera ambición al tomar el poder fuera expulsar a los cristianos de Palestina, detalle histórico que al guionista se le pasó por alto, claro, despistado que es el hombre), pues ahí que va Saladino con mogollón de tropas digitales a tomar Jerusalén. Y ahí está Balian, que encima es un estratega superlisto (afición que debía combinar con su labor de herrero en un poblado de mierda) que le hace polvo la táctica a Saladino y consigue por agotamiento que Jerusalén resista al malévolo musulmán, cediendo solo entregar la plaza ante la promesa del sultán de conservar la vida de los defensores y mantener un corredor sanitario por el que puedan escapar. Los mensajes ridículamente pacifistas tras la orgía de mandobles digitales que nos han enchufado resultan, además de una babosa concesión, un fuego de artificio tendente a camuflar el mensaje final, esto es, el supremo valor, la nobleza superior, la legitimidad moral de los cristianos (Balian) por encima de los musulmanes (Saladino), valerosos, sí, nobles, quizá, pero menos.

De este modo, esta muestra del cine-espectáculo termina resultando no sólo aburrida, que lo es y mucho, sino vacía, mero pretexto para una falsa espectacularidad basada en (horrorosas, como siempre) técnicas digitales, que no viene sostenida ni por un guión ni por unas interpretaciones siquiera dignos. Especialmente horribles son los diálogos, escenas breves, cortas, construidas sobre frases sueltas pretendidamente solemnes pero en realidad huecas, de manual para mercachifles de la política de discurso banal. Las batallas tampoco se salvan. El abuso (aunque menos que en otras ocasiones) de lo digital y la construcción de los combates, no a la antigua usanza, con grandes tomas de masas en movimiento sobre el terreno, particularizando en una serie concreta de individuos a los que se seguirá durante el combate, sino con mareantes tomas aéreas, recreaciones digitales de fuerzas en carrera y continuos cortes que pasan de un lado a otro para retratar la casquería resultante de manera mareante, aparentemente no para mostrar sino para camuflar, hacen que la épica se quede coja, que se sustente nada más que en un discurso pobre y un puñado de tomas de estimable belleza.

Resulta curioso que aspectos tan evidentes no sean apreciados por la crítica y que llegue a decir las cosas que dice: «mejor que Gladiator (lo cual tampoco es muy difícil), más profunda, te hace pensar más» (¿mande?), «épica descomunal» (si llamamos épica a un publirreportaje sobre Orlando Bloom en todas las posturas, echando miraditas y poniendo morritos, puede ser), «visualmente emocionante» (sin duda el color y la fotografía, ordenador aparte, es lo más aceptable), «históricamente respetable» (menuda cogorza llevaba el que escribió esto), «impecable», «colosal»… Los hay que se conforman con muy poco o cuyo punto de mira queda mediatizado por razones extracinematográficas, desde luego.

Lo más repugnante, con todo, es el mensaje final aparecido en texto acerca de la permanencia del conflicto en la zona, tratando de enlazar el problema secular palestino-israelí con el asunto de Las Cruzadas, acertadamente quizá, pero obviando la ineludible cuestión de las responsabilidades, como en toda la película. Porque, recuérdese una vez más, fueron los cristianos los que, creyéndose en su derecho y apelando a su Dios, fueron a una tierra musulmana a conquistarla por la fuerza, a asesinar, deportar y torturar sobre la idea de la fe, y a utilizar ésta como pretexto con el que legitimar una guerra cuyo fin era asegurar sus rutas comerciales. Visto lo cual, sí, caben lecturas actuales de la película, pero no las que pretende insinuar de manera bastante estúpida. Pretendiendo hablarnos de una tierra en conflicto permanente, la elección del momento de inicio de la historia que se cuenta (un Jerusalén cristiano acosado por los musulmanes) y la evolución de la trama y personajes, muestran que Scott ha escogido el periodo del fenómeno histórico de Las Cruzadas (entre la Segunda y Tercera) que más a mano le ha venido para su mensaje complaciente con las tesis de la superioridad moral y política de occidente que defienden los neocons. Cualquier otro momento, pongamos por ejemplo, las apelaciones a la fe de los caballeros de la Primera Cruzada, la sangre corriendo a mares por las calles (como describió la escena el cronista Ekkehart de Aura), las matanzas de judíos o musulmanes a cargo de los piadosos cristianos o el saqueo de Constantinopla por los cristianos en 1204, darían otra imagen más ajustada y realista del fenómeno de la que quizá podrían extraerse lecturas distintas, llamémoslas Iraq o Afganistán. Por eso hay quien hace cine de buenos y malos y política de buenos y malos. Y por eso uno y otra resultan detestables.

Acusado: Ridley Scott
Atenuantes: la primera parte de su carrera, cuando podía llamársele cineasta
Agravantes: precisamente eso mismo, el hecho de dejarse caer de manera complaciente en brazos de su propia decadencia
Sentencia: culpable
Condena: barrer el desierto de Palestina con su vello púbico

42 comentarios sobre “La tienda de los horrores – El reino de los cielos

  1. jaja, con eso de barrer… Ya hacían falta estos textos, o estas puyas a lo más, ejem, selecto del cine, a lo más, ejem, premiado del cine. Cosas por ver: al fin me vi Fat City: me divertí muchísimo, me encantan esas historias de perdedores. Me quedde de rodillas agradeciendo haberla visto. Ahora voy por un coreano muy poco conocido, llamado, Sang-soo Hong, ni idea, pero me pudo la curiosidad. Por cierto;
    no me quedsa claro si el del fotograma que pones tiene peluca, o es su pelo, o acaba de barrer con ella, o él, el desierto.

    Un abrazo, amigo

  2. Otra vez completamente de acuerdo… o eso creo porque es que, la verdad, dos veces que he empezado a verla, dos veces que la he dejado al poco, por previsible, por aburrida y por lo tan mentirosa y empalagosa…y yo que sé porque parece que como Troya o Alejandro, las cuales tampoco he visto, son películas que por fuerza te han de desencantar porque no pueden albergar las historias que pretender contar, por medida y por ceñirse a los cánones holliwodienses…yo ya casi prefiero que estas pelis las hagan al estilo de 300. A ver si esta nueva de Amenabar va por derroteros diferentes.
    Buena sentencia, bueno que se queda corta, Palestina es pequeña.

  3. Me alegra verte por aquí de nuevo, amigo Andrés. Y me alegra ver que sigues viendo buen cine. Sang-Soo Hong tiene alguna comedia interesante. Ahora está en Cannes con su nuevo trabajo.
    Tampoco a mí me queda muy claro lo del pelazo, la verdad.
    Abrazos.

    Es que es muy aburrida, Carlos, muy folletín. Las otras que citas no le van a la zaga, por cierto, aparte de ser escandalosamente estúpidas en relación con las narraciones clásicas sobre los mismos acontecimientos. Personalmente estoy de acuerdo contigo, prefiero que se haga una cosa como «300», deliberadamente de serie B, en lugar de darse ínfulas de trascendente.
    La nueva de Amenábar me daba cierto repelús, y al ver la respuesta de la crítica y los comentarios entusiastas en los telediarios, ahora todavía me da más.
    Es que Arabia y el Sahara me lo reservo para otros…

  4. Es que con estas cosas no me extraña. Sin embargo, hay magníficas expresiones épicas en el cine, no te cierres al cien por cien. Claro, que ahora mismo no se me ocurre ninguna…

  5. ¡¡Jajajajaaaa!! Qué gran condena XDD
    De ésta he visto algunos trozos, los suficientes como para comprobar cuánto aburrimiento soy capaz de soportar antes de quedarme «sopa». Una vez nos la pusieron en la tele del autobús del instituto, yo creo que para ver si nos dormíamos un rato y dejábamos de dar «polculo».
    Y luego está Orlandito… reconozco que durante los tres años que duró la fiebre de El Señor de los Anillos (que yo tenía 14, 15 y 16), produje toneladas de babas ante su élfica efigie… pero, no es por meterme con el chaval, pero parece como si en el momento en que se quitó por última vez la peluca rubia y las orejas de gelatina se le hubiera quedado una tremenda cara de «gili» que le dura todavía… aunque al menos la contemplación de sus muslos me ayudó a soportar mejor ese tostón llamado Troya, lo cual es de agradecer. Aquí en Sevilla también rodaron algo, lo sé porque Orlando se estuvo alojando (que es gerundio) esos días en el hotel Alfonso XIII, para desgracia de los que estudiaban entonces en el rectorado (yo aun no), que tenían que abrirse paso entre la masa de fans histéricas… menos mal que en ese tiempo yo ya no estaba entre ellas…
    Besos.
    Rosa.

    Pd: ¿te acuerdas de aquello que mencionaste sobre una serie dedicada al cine fantástico? ¿has pensado más en ello?

  6. Jo, Rosa, casi eres tú más cruel con la peli que yo mismo… El chaval hay que reconocer que para los pósters vale, pero que más allá tiene la misma capacidad dramática que un salchichón.
    De todos modos en Sevilla, con esa pedazo de Plaza de España (en la que por cierto, en el mapa de la provincia de Zaragoza, sale mi pueblo, Miedes), ruedan de todo y ese hotel ha visto más estrellas que el observatorio de Maspalomas.
    En cuanto a la serie de cine épico, de espada y brujería, ya tengo pensados los títulos: no he querido empezarla antes del verano para no dejarla interrumpida, pero a la vuelta, cuenta con ella.
    Besos.

  7. Mi buen olfato (ya no tengo abuelos: que passsa) me libró, una vez más, de ese truño; cierto que me tragué Gladiator y posiblemente me vacunó, aunque tuve una recaída con American Gangster.

    Esos peplum modernos con tanta infografía y relumbrón me dan mal fario: y si la crítica mass-media los ensalza, peor.

    Ese apunte sobre la crítica que haces resulta certero: hace años que no leo una sobre papel, porque un buen día descubrí que, según los críticos «oficiales», no existían los truños…

    La condena me parece acertada: máxime teniendo en cuenta que en el polvo del desierto habrá algún que otro alacrán harto de tanta soledad…. 😉

    Dos mini apuntes:
    Lo de la épica, véase algo de David Lean: Lawrence de Arabia, por ejemplo.

    Y a mí me sorprendió bastante Troya (con el ínclito «caganer» Orlando con la misma carita) por la forma en que se describe la batalla y asedio: he de revisarla algún día con calma; no es una gran película, pero, salvo el «caganer» y el protaPitt, me pareció aceptable. Y sí he leído La Ilíada…

    Saludos sabatinos.

  8. No la he visto, pero hay una historia muy bella con esta peli.
    Se necesitaron varios perros y acudieron a una protectora de animales. Después de utilizarlos se enamoraron de ellos el guionista, el productor y más gente. Al final se los llevaron a sus casas donde viven felices. Pasaron de una jaula a un valle.
    Vamos que yo por eso les atenúe la condena.
    Ademas me gusta Orlando Bloom, es muy mono.
    No sé, debe ser que me dura la anestesia del dentista, pero estoy blanda hoy. La próxima seré más dura.

    Por cierto, los exteriores preciosos, aunque se vea poco el Castillo de Loarre. Y no sé, que puedo decir.
    Kisses,

    Marta

  9. Vaya repaso Alfredo, siempre que vuelvo por aquí te veo dando caña a quién lo merece, jeje. A mi esta me parece bastante peor que Gladiator, que me resultó simpática…para verla una vez. Lo peor es que tiempo después de verla, me comentaron lo de la versión extendida y me hice el loco, por si se ofrecían a verla conmigo, jaja.
    La épica buena no entiende de grandilocuencia, y el sr.Scott a veces se le va la mano en ese sentido.
    Lo de la crítica no recuerdo la verdad, pero creo que ya va siendo hora de convencer a todo el mundo que la crítica…no sabe de cine, lo he comentado en bastantes ocasiones y es una verdad como un templo, su opinión es tan válida como la de cualquier aficionado al cine, una opinión sobre gustos, no se molestan en analizar la película como es debido para detenerse en lo que uno debe detenerse, sino sería imposible que ni una persona en este planeta pusiera como buena una película como ésta.
    Un placer volver por aquí, un abrazo Alfredo.

  10. ah por cierto, yo hice de crítico en alguna publicación virtual y escrita, de ahí mi conocimiento de causa. No pretendo criticar sino aclarar xD
    Saludos!!

  11. Hablando de Cruzadas y del «moro bueno» he recordado el Robin Hood del Costner donde la relación entre el cristiano y el musulmán me pareció tratada de una forma idealista seguramente, pero basada en algo más sencillo, profundo y humano que la artificial corrección política de esta película que mencionas, algo que entre personas valientes y de honor, que no tienen que perder bien puede suceder, ya que su amistad se basa al principio en algo tan honroso como devolver el favor prestado (el salvarle la vida en la prisión de Jerusalen) además esta relación da lugar a simpáticas contradicciones entre ambos mundos.
    Vale, se nota que tengo simpatía por este Robin Hood y sus personajes principales y por el malo también.

  12. Josep, con lo de la épica me refería a la medieval, aunque no lo he dicho… Efectivamente, la épica es un componente sustancial de la historia del cine, de determinados géneros, sobre todo el western, e incluso camuflada en otros, pero quizá precisamente en las películas sobre la Edad Media, cuna de la épica literaria, es donde faltan muestras más evidentes y reconocidas. Será por los leotardos…
    En cuanto a Troya, el problema no es el guión ni su tergiversación o faltas de alusión a algunos pasajes de la obra de Homero. Creo que son precisamente los guapos la que la estropean. Parece que en determinados momentos pese más el retrato del guapo que lo que requiere la historia, aparte de los efectos digitales que se utilizan con abuso y para mí le hacen perder encanto. Pero estoy de acuerdo contigo en que es mejor que «Alejandro Magno» y desde luego, que ésta.
    Saludos.

    Noe, pues eso, que no lo he dicho pero me refería a la épica medieval. Y me reitero, igual es culpa de los leotardos…

    Marta, desconocía esta historia que cuentas, pero como la cosa va del guionista y el productor, a Scott le mantenemos la condena. Orlando Bloom, en efecto, parece muy mono: que se dedique a cultivar plátanos y que deje el cine por el bien de todos.
    No sé, no sé, esa anestesia… Con las condenas que tú impones…
    Besos.

    Iván, encantado de verte por aquí de nuevo, que se te echa de menos. Vaya por delante que los tiros a la crítica van por los grandes gurús, los que pretenden sentar cátedra con su gusto. Para mí está claro: a mí si a un crítico le gusta o no algo me la suda; quiero que me diga, porque se supone que está preparado para ello, por qué tengo que ver o no algo en función de los valores artísticos que posee, y qué tipo de público debería acudir o no a algo, intentar descifrar los mensajes últimos de la película y relacionarlos con el momento en el que ésta se ha escrito o rodado. Exactamente igual que un crítico de arte. Porque el cine, creo recordar, era un arte. Por eso aquí no nos consideramos críticos, dios nos libre, sino comentaristas, lo cual es muy distinto.
    Pero entiendo que en la crítica sí hay gente muy válida que escribe sabiendo lo que dice. Aunque no están en los medios generalistas ni la gente conoce sus nombres. Algunos de ellos incluso intentan saltar al otro lado… Incluso a algunos de ellos estoy seguro de que les va a ir muy bien…
    Un abrazo.

    Carlos, la única razón por la que el Robin Hood de Kevin Reynolds no ha aparecido ya en esta sección es precisamente Alan Rickman. La relación entre cristiano y musulmán que apuntas es, sencillamente, imposible. Ni siquiera resulta creíble si sustituyéramos la Inglaterra de entonces por su contemporánea Península Ibérica, que es junto a Sicilia o los Balcanes los únicos lugares de Europa donde sería previsible una relación menos chocante. No me creo esa relación, no la veo posible, y por tanto el resto de situaciones tampoco. Ni aceptable, ni mucho menos soltando arengas a los ingleses para que luchen «por su libertad»… Horroroso.
    En cambio, Rickman está genial. Es el mejor sheriff de Nottingham de la historia del cine, porque no sólo dota a su personaje de un carisma irresistible para ser malvado (además de frío y calculador, tirano y asesino, es entrañable, simpático), sino que ha incorporado a su personaje todos los Sheriffs de Nottingham que anteriormente ha retratado el cine, incluido el tigre del clásico de Disney.

  13. Mira que dos hombres en una situación limite por muy contrarias que sean sus posiciones iniciales pueden ser o tienen que ser perfectos aliados para salir de ella, y si alquien te salva la vida en una prisión, supongo que ello te debe vincular a él, sobre todo si eres proscrito en tu paía y debes huir…si se han dado casos de piedad y camaradería en el frente entre bandos enfrentados ¿de verdad no sería posible entablar esa amistad en la mazmorra? Bien, doy por hecho que yo no sería tan leal con un extranjero enemigo y tampoco abandonaría mi mundo árabe para largarme a la desconocida Inglaterra a que me desprecien… seguramente tienes razón yo es que soy un ingenuo redomado.

  14. Lo comprendo, Carlos, y sin duda se han dado múltiples situaciones en la vida en el mismo sentido. Pero hablamos de la Edad Media, Las Cruzadas, el fanatismo religioso en todo su esplendor, el racismo y el exterminio del infiel como primer mandamiento de una fe opresiva, radical e inculta. Es muy difícil imaginar la desaparición de ciertos esquemas mentales en un inglés del siglo XII. Simplemente, un caballero inglés jamás hubiera salvado a un preso árabe, así de simple, y mucho menos con el discurso que maneja Costner.

  15. Es que estamos hablando de cine,no de sesudos libros de historia,aún así, interpretada según la visión mas o menos objetiva de cada historiador.No se puede pretender que el cine,sus directores ,guionistas, etc traten la historia con absoluto rigor.
    Creo que el cine es mas espectáculo que otra cosa.¡Poderoso caballero es don dinero!.Que yo sepa,y hablo desde la ignorancia después de leerme todos los coments,por cierto ,con nivel en conocimientos que yo ,ni por lo más remoto poseo,opino que en hora y media o poco más,no se puede contar ,y mucho menos con rigor,siglos de historia.
    La peli que aquí estamos comentando,la he visto a trozos y mi opnión es de lo más frívolo.No está nada mal Orlando,sobre todo para posters de habitación de adolescentes,y parece mentira gastarse esa cantidad de dinero en una película para mi ,sin pena ni gloria.Alfredo,yo estoy expectante sobre la última de Amenábar.He leído tanto de ella ,que casi me parece haberla visto.Me encantaría ,de verdad,que no me defraudara.A ti no te veo muy optimista.Por cierto ,la condena,ja ja ja .Saludicos

  16. Cierto, Scott se queda en la mera estética y nada de contenido. Su Blade Runner es otro ejemplo de peli con buenas críticas que se queda a medias, el libro es muchísimo mejor.
    Orlando es sólo un poster. A mí Troya me pareció bastante salvable, El Robin Hood de Costner es sólo un mero entretenimiento sin ninguna pretensión.

  17. Correcto, Carmen, tienes razón. Pero yo no aspiro a que una película sea un tratado histórico. Sólo quiero que no me cuenten milongas, que no se retraten personajes del siglo XII de manera imposible para su época, con mentalidades, ideas y maneras de razonar que les son ajenas histórica e intelectualmente, que piensen en plan ONG-antiglobalización y que bajo la (falsa) idea de que el cine es espectáculo, una coartada extendida deliberadamente por quienes filman este tipo de engendros a sabiendas de que bajo ella pueden colar toda una serie de mensajes políticos subrepticios bastante poco edificantes, se rueden unas películas cuya intención última no es el entretenimiento, sino el adoctrinamiento.
    En este caso sería mucho más interesante una cinta que retratara las motivaciones, desde las más elevadas a las más viles, de quienes recorrieron la mitad del mundo conocido a hacer una guerra y conquistar una tierra ajena por su fe. Pudiendo rebozarla de todo el espectáculo que quieras, es la película que espero ver de Las Cruzadas, no esto, la única digna, si me apuras.
    En la medida que Amenábar sepa librarse de esa tendencia absurda a retratar el pasado con mentalidades actuales, su trabajo será más o menos acertado, más allá de la estética o el espectáculo, aspectos que para mí son completamente secundarios y a veces incluso superfluos.
    Saludos.

    Luis Cifer (bonito nombre, por cierto), con «Blade Runner» haría bastantes salvedades, aunque me parece ciertamente sobrevalorada en algunos aspectos. En cuanto a tu comentario de «Robin Hood», estoy convencido de que no existen las películas concebidas como «mero entretenimiento sin ninguna pretensión». Al menos no en Hollywood. Aunque la invención de este aserto les ha salido bien. Mucha gente da por hecho que existen.

    1. De acuerdo,totalmente de acuerdo, Alfredo. Tu mismo lo dices en el post. Por ejemplo, con los»críticos de cine» , que ahora hay,que se han vendido a los intereses comerciales o corporativos. Hoy en día no hace nadie nada por amor al arte,excepciones aparte. Scott, como tantos otros no se rompe el coco interesándose por un fenómeno histórico sea cual fuere. Mensajes superficiales y políticamente correctos, no se moja ,no, y mentalidad de culebrón barato….hay que vender. Lo crematístico pesa mucho mas.
      Alfredo,tu eres de un altruista fuera de lo común, poco frecuente vamos.
      Claro que sería mas interesante una cinta que retratara motivaciones elevadas o viles, haciendo de ello un buen espectáculo.
      A lo mejor,por desgracia,no hay gente válida en este mundo del celuloide para hacerlo.Sería bueno ¿no?.Saludicos

  18. A ver, a ver, dos cosicas (como decís por ahí):

    1ª.- Déjame discrepar (eso es retórica, porque ya sé que me vas a dejar) contigo, Alfredo, en eso que dices negando que haya películas que pretenden ser un mero entretenimiento sin ninguna pretensión: supongo que admitirás como pretensión la de hacer caja, principal motivación de los productores actuales.
    Pero no hace tanto (bueno, según…..) sí que el conseguir entretener al espectador era una meta que, en orden de preferencia, primaba sobre la difusión de una idea o mensaje; la caja era un resultado esperado por muchos Directores, pero también existía el anhelo de explicar una historia, de «hacer una buena película», esa llama de artista que el cineasta lleva en su interior y siempre, como yo lo veo, la función del espectador como receptor es importante. De ahí que genios como Don Alfred o Billy tuvieran tanto respeto por la inteligencia del espectador; así que, resumiendo, existir sí que existen; su fecha de rodaje, ya es cuestión para un comentario más extenso. Creo, vaya.

    2ª.- ¿Pero hoy no es domingo? ¿Dónde está la banda sonora «dominical»?

    Saludos.

    1. Ahí esta el quid de la cuestión. La fecha de rodaje….¿Irá esto hacia atrás como el cangrejo?
      Eso ,eso la banda sonora.Se echa de menos….
      ¡Pobre Alfredo como trabaja poco encima exigiendo…je je.Saludicos

  19. Hubo una vez un director que prometía,y mucho.Los duelistas,Alien,el octavo pasajero,Blade Runner,La sombra del testigo y;para de contar.No he visto esta película,Alfredo,es más,no he visto casi nunguna película a escepción de las mencionadas.Eso si,has sido pelín duro con el pobre Scott.

    Un fuerte abrazo,amigo.

  20. Creo que sí hay gente válida, Carmen, pero no es la que decide, por desgracia. Las cortapisas a la libre creación por parte de quienes manejan el dinero son tan antiguas como el hombre, sobre todo si la obra tiene lecturas políticas, llamémoslas, subversivas o que contribuyan a abrir los ojos. Y de eso se trata, de no abrirlos. En cuanto a las canciones, mujer, dejadme pensármela para el próximo domingo…
    Saludos.

    Perdona, Josep, me he expresado mal. Por un lado tienes razón en que es cierto que el cine de entretenimiento al menos intentaba lograrlo a partir de cierto rigor, no de la verosimilitud quizá, pero sí desde una historia creíble. A lo que yo me refería en mi comentario anterior es que en la actualidad el cine, digamos, «sin pretensiones» por lo general tiene una que va más allá de la taquilla: conseguir que el espectador tampoco las tenga: espectador acomodaticio y plano en lugar de espectador activo. Eso era lo que intentaba decir, bastante mal por cierto.
    En cuanto a las musiquillas dominicales, la cosa es quincenal, querido amigo.
    Saludos.

    Creo que somos muchos los que hemos desconectado de Scott y que a regañadientes y cuando no queda más remedio nos acercamos a sus últimos trabajos. Se lo ha ganado a pulso, visto lo visto.
    Abrazos.

    Pues sí, Dana, una pena, porque no hace justicia a su talento. O lo que quede de él.

  21. A ver si por fin, ya de una, alguien me da la razón; Ridley Scott no sabe dirigir (ejemplos, mil) por lo que los dos o tres títulos rescatables de su filmografía (sí, éesos que todoso sabemos) se los hizo un familiar… que no era su hermano, claro.

  22. ¿Cuando se admitirán devoluciones en el cine cuando el producto no te gusta o te han timado, porque te han vendido algo que no és?.
    Y te riño un poquito, si me lo permites (sonrío). Para ser un excelso aburrimiento (que lo es y mucho) has escrito mucho sobre la no película. Me da la impresión de que la decepción en este caso es mayor porque el director lo hubiera podido hacer mucho mejor vistos los atenuantes.

    Un placer siempre leerte, a ti y a los comentaristas.

  23. No entiendo… lo tenía todo para triunfar. La época en la que está ambientada, los actores, el director… Una pérdida de dinero. Y en cuanto a Gladiator: me parece igual, no sé por qué esa película gusta tanto, pero no me creo el papel de Russel Crowe ni harto de vino, y del malo.

    La condena es ejemplar, eres único castigando, realmente perverso.

    Abrazos

  24. Bueno, Raúl, no estoy seguro de que sea así. Yo creo que más bien se deslumbra fácilmente por pésimos guiones e historias bastante pobres. Cuando el guión es bueno, en cambio, comete menos errores o son menos evidentes. Pero, si damos por bueno que no sabe dirigir, desde luego Tony no fue quien le ayudó.

    Pues Alma, supongo que nunca.
    La cantidad de texto se debe precisamente a mi grado de frustración. Cuanto más pretenciosa y larga es una película que por el tema puede atraerme y resulta aburrida y penosa, primero me da lástima y luego rabia. Y escribí con rabia.
    Gracias, Alma.

    Gladiator es penosa, por muchas razones, pero sobre todo por la que comento más arriba referida a la mala caracterización de los personajes dentro de su época.
    Y las condenas…, es que tengo una vena sádica que no veas…
    Abrazos.

  25. Llego un poco tarde, pero qué le vamos a hacer.

    Voy a poner un granito de arena en favor de esta película:
    Cuando la vi en el cine, tuve la misma impresión que manifiestas en este post. Y también la sensación de que se quería abarcar mucho, y que todo quedaba deshilvanado.

    Posteriormente vi en casa la versión extendida, montaje del director, o como se quiera llamar. En fin, que dura al final, no sé, como 3 horas.
    Con ese metraje, no hay dios que se la trague de un tirón, por supuesto. Ahora bien, si uno se pasa por el forro esta usanza, y se va visionando en dos o tres entregas, como si de una miniserie se tratara, el producto gana con creces. El argumento sí queda bien desarrollado. Los personajes adquieren consistencia. Bueno, la interpretación de Orlando sigue siendo plana, claro, el pobre no tiene remedio. Sigue siendo maniqueda y el trasfondo histórico sigue plagado de valores anacrónicos. Esto último es un inconveniente, pero también lo comparte Espartaco, y es soslayable si se compensa con otros valores.
    En definitiva, se queda en una miniserie (que no película) que sí llega a emocionar. Y en parte, redime a su director.

  26. Gracias por la aportación, JMongil; prometo ponerla en práctica, si logro vencer tan mal recuerdo… La pregunta en este caso sería: ¿es que acaso Scott no sabe montar? ¿No dirigió el montaje? ¿Le impusieron una vez más qué tenía que aparecer y qué no a fin de asegurar la banalidad-comercialidad del producto? ¿Por qué casi nunca es capaz de hacer un montaje en condiciones a la primera? ¿Acaso no incluye en sus contratos una claúsula de control sobre sus rodajes?
    En cualquier caso, concediéndole el beneficio de la duda al hecho de que con un material más extenso las piezas puedan encajar mejor, los defectos resultantes de los prejuicios a la hora de concebir el film me parecen irresolubles.
    Gracias por tu comentario, muy enriquecedor. Espero coincidir y tener que retractarme.

  27. Bueno. Que yo sepa en Hollywood sólo hay cuatro pelagatos (más bien privilegiados) a quienes se les confía la dirección y el montaje.
    Sospecho que Ridley Scott no está en ese selecto grupo.
    Ya sabes el pánico que tienen los productores a filmes de más de dos horas. Así que se impone el tijerazo salvaje. Desgraciadamente en esto último no todos tienen la maestría de Woody Allen.
    Esta tarea es más compleja si cabe en películas con mucha acción y efectos especiales, en donde lo que se sacrifica son las escenas de diálogos. Así pasa lo que pasa: que Balian por la divina providencia es un experto en maquinaria de asedio y que a Sibila la pintan como a una buscona caprichosa. Y de su hijo ya ni las raspas.

    Rectifico: esta peli con montaje extenso dura 4 horas. Obviamente no es recomendable intentar verla de un tirón ni de coña. Pocas películas resisten una prueba semejante. Que se me ocurra ahora mismo, El Retorno del Rey versión extendida (también 4 horillas), pero porque servidor en un pelín friki, que si no…

  28. Bueno, después de haber visto de un tirón «Novecento», cualquier cosa… Las extendidas de El señor de los anillos sí las vi de tirón; aún no he recuperado del todo la movilidad en el lado izquierdo… Lo dicho, intentaré ver esta versión completa a ver si merece la rectificación.

  29. Confieso que no vi EL REINO DE LOS CIELOS en su momnto (por falta de tiempo, más que otra cosa). Al final pasó el tiempo y me quedó pendiente porque tenía curiosidad, aunque sea por el personaje «tapado» de Norton haciendo de sarraceno. Ahora me entran más dudas porque te sumas a la larga lista de los que no traga la peli…

    Saludos!!

  30. Requetecomparezco de nuevo para:

    Adherirme a Raúl en su idea nada descabellada que hay alguien que dirige las películas de Scott y, desde luego, no es su hermanito pequeño.

    Adherirme a Alma, al proponer la devolución del abono en taquilla al padecer semejantes engendros.

    Replicarte a tí, Alfredo: está clarísimo que Ridley «tampoco» sabe montar una película.

    Dudar de la aseveración de jmongil respecto al supuesto pánico de los productores ante metrajes de más de 120 minutos, visto lo que se suele ver en las pantallas actuales.

    Asegurar que, para mí, con los dedos me sobra para contar películas de más de dos horas que no produzcan hastío y aburrimiento. (Comprendo la discapacidad motora después de tragarte esos rollos élficos: conozco a una muy buena fisio…. 😉 )

    Y por último, de acuerdo contigo en el peligroso camino de descenso acelerado en la carrera de Norton….

    Saludos.

  31. Jo, Josep, menudo repaso…
    Ciertamente, no sé cómo he omitido responder a esa aseveración anterior acerca de la duración de las películas. Realmente parece que los derroteros no van por ahí. Menos mal que estás al quite.
    Y Norton, pues eso, cuesta abajo y sin frenos.
    Esa fisio, que se vea…
    Saludos.

  32. Estoy de acuerdo contigo en el análisis que haces de la película. Es cierto que es muy superficial, incluso maniquea, y que no tiene ni pizca de alma, aunque yo me la tragué como entretenimiento menor. Es decir, de estos que te permiten dormitar con la mente a medio gas mientras Orlando Bloom (que es un bello sin alma) se dedica a dar saltitos por ahí y a organizar la defensa de Jerusalén. La veo una película para pasar el rato, aunque, desde luego, para entretenerse sin más hay mejores películas.
    Por cierto, ¡qué terrible condena!
    Saludos

  33. Terrible, sobre todo para Palestina…
    Pues es que yo ni siquiera me entretuve. Es más, me aburrí como una ostra y ni siquiera mi recurso de empezar a buscar pifias e incongruencias para descojonarme un rato sirvió para aliviarme algo las dos horas y media de truño: Loarre y poco más.
    Saludos.

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