El húmedo calor del golfo de Florida hace que la ropa se adhiera al cuerpo como una segunda piel, una agobiante capa que limita los movimientos, que convierte cada intento de desplazarse, adelantar una pierna o levantar un brazo en un lánguido y mojado esfuerzo por superar la perezosa quietud a la que obliga la crueldad de los rayos del sol y la ausencia de brisa, pero que permite que los más bajos instintos se cuelen a través de las fibras y los pliegues del algodón mientras que empapa de sudor los pensamientos, las intenciones y, sobre todo, los deseos. Cuando los cuerpos se liberan de esa cárcel, cuando por fin con las últimas horas del día la brisa de los Cayos y los suaves vientos del Caribe logran abrirse paso entre las palmeras a través de las ventanas, los deseos vuelven a ser libres para imponer sus dictados. Y entonces, todo es posible. Así, Ned Racine (William Hurt, en su tercera película), un abogado de dudosa fama, se siente irremisiblemente atraído por los encantos y el sensual magnetismo de Matty (Kathleen Turner, en su debut ante la pantalla, apenas unos pocos años antes de que su incipiente carrera se viera cada vez más devaluada hasta el punto de limitarse a «engordar como una cerda», en palabras de Javier Gurruchaga en un programa televisivo en que coincidieron…), la esposa de un rico hombre de negocios (Richard Crenna) que ha labrado su enorme fortuna en asuntos algo turbios. Ned, cuyos días transcurren entre el trabajo, en el que no goza precisamente de buena reputación, aventuras ocasionales con camareras, enfermeras y azafatas, y la amistad de un fiscal del distrito (Ted Danson, el camarero de la serie Cheers) y un policía (J.A. Preston), se obsesiona hasta tal punto con esa mujer que discurre un plan para acabar con la vida del marido y que ambos amantes puedan así disfrutar de la cuantiosa herencia. Con ayuda de un ex-convicto al que consiguió sacar de la cárcel (Mickey Rourke), Ned elabora un meticuloso ardid para conseguir que las sospechas del evidente asesinato recaigan en los socios del marido, y no en su «desconsolada» viuda. Pero no cuenta con la ambición y la falta de escrúpulos de Matty…
Lawrence Kasdan, director que ha bebido de diferentes fuentes clásicas para construir la decena de títulos que constituyen su filmografía (con películas dignas pero que, por alguna razón, no terminan de ser redondas, casi siempre faltas de garra o entregadas a una comercialidad o a un sentimentalismo excesivo), consigue aquí, en su primer largometraje, su mejor película recuperando las mejores esencias del clásico cine negro de los treinta y cuarenta y añadiéndole un barniz de erotismo que, por razones de censura, este género casi nunca pudo mostrar explícitamente, gracias a lo cual, la verdad sea dicha, los guiones del mejor cine negro siempre se enriquecieron con la gran carga de ironías, sugerencias e intenciones veladas que se escondían en la mayor parte de diálogos y situaciones aparentemente banales y que forman parte consustancial del género. Tenemos todos los elementos: un crimen, una mujer fatal (estupenda como nunca Turner, muy desenvuelta en un dificilísimo papel para un debut) que esconde más cartas de las que muestra, una víctima propiciatoria para sus manejos, un sabueso que no se deja engañar, y una serie de trucos, giros y sorpresas que terminan llevando la historia hacia donde no parecía.
Kasdan consigue alcanzar cotas cinematográficas que luego no ha podido igualar y se apunta el mejor tanto en la recuperación el cine negro de los últimos treinta años. Se maneja ágilmente con un guión, también obra suya, lleno de recovecos y trampas, no tanto para el espectador, sino en cuanto a tentaciones en forma de cebos para el público que, para bien, logra evitar, por más que algún cabo suelto o no demasiado bien atado invite a rechazar el ejercicio de manipulación en las expectativas del espectador que en determinado momento plantea, y, asimismo, lo inserta adecuadamente en una acertadísima puesta en escena que de manera muy efectiva consigue imbuir al público de esa atmósfera tórrida e incómoda en que el cerebro se relaja y son las bajas pasiones las que deciden por uno. Excelentemente narrada, la trama se sustenta en unas magníficas interpretaciones, sobre todo la del trío protagonista (incluyendo a un Crenna que no se sabe si es demasiado ingenuo o demasiado listo), que da solvencia a una historia que con otras caras bien hubiera podido naufragar y que, con breves y sutiles avances en forma de aviso para navegantes, transmite con anticipación al público los diversos juegos de sospechas a la vez que los personajes van descubriendo las distintas capas que cubren unos hechos que no son lo que parecen y, sobre todo, no parecen lo que son. En este sentido, los magníficos diálogos, agudos, certeros, irónicos, y llenos igualmente de dobles sentidos que adquieren nuevos significados según avanza la trama, retrotraen a los viejos tiempos de los guiones de Raymond Chandler o Dashiel Hammett y ganan muchos enteros con nuevos visionados.
Así, con unas eficaces pero estéticamente contenidas escenas eróticas (que sin embargo fueron consideradas casi pornográficas al inicio de los ochenta desde algunos sectores) y con la magnífica partitura compuesta por el maestro John Barry, Kasdan nos introduce en una sólida historia de deseos insatisfechos, ambiciones privadas, envidias ocultas, bajos instintos mal digeridos y mucha pasión, por el sexo, por el dinero, por, pura y simplemente, salirse con la suya. Película recomendable para estos tiempos de bochorno, sudor, ventanas abiertas y aspas girando en los techos, eso sí, guardando bajo llave los revólveres y siendo muy conscientes de que siempre es mejor esperar los primeros frescores de la caída del verano antes de tomar decisiones de las que uno pueda arrepentirse.
La película es realmente interesante. Mucho, diría yo.
Por un lado contamos con la fisicidad de la Turner, una MAGNÍFICA actriz perdida, increíblemente, entre kilos de grasa.
Tenemos también a un Hurt casi imberbe, con esa mirada tan nítida (casi transparente) que por momentos conmueve (luego la volveríamos a disfrutar en el Turista Accidental).
A un Kasdan inocententemente enamorado de lo que hace, entregado a la historia y sin ningún exceso (no son propios de este director los excesos, sino precisamente todo lo contrario. De ahí que tengas razón al decir que en sus películas suele faltar un pelín de chispa, de compromiso, diría yo).
Y por último tenemos los Cayos. Qué coño tendrán los Cayos que tan propicios son para las historias de la carne.
El cine de género siempre ha sido difícil de hacer, un riesgo evidente para quien lo intenta, una prueba de fuego que no todo el mundo supera (hay mucho pretencioso por ahí). Y Kasdan, aquí, lo consigue.
Buen fin de semana.
Hola Alfredo, ya estoy de vuelta y te aseguro que no vuelvo en plan peleón pero tengo que defender a K. Turner, una actriz que me parece magnífica delgada o gorda, no creo que los kilos de más influyan en las aptitudes interpretativas de nadie, o sino que se lo pregunten a Marlon Brandon, aunque me imagino que a ella la habrán tratado peor que a él en Hollywood, seguro que después de engordar le habrá costado un triunfo encontrar trabajo. Además no sabemos que circunstancias se han dado para que haya engordado así, puede que un problema de salud u otro problema de tipo más personal… ya sé que solo estás citando a Gurruchaga pero queda claro con está pensando ese hombre, chica rubia y superbuena pasa a gorda y fea ¿y qué? supongo que ella tendrá los mismo derechos que el resto de la humanidad ¿no?
Que conste que no estoy enfadada es que la considero muy buena actriz y estoy cansada de oír hablar de ella en términos de gordura.
Un abrazo.
Por alusiones:
Supongo que Alfredo irá por los mismos pastos que yo cuando conteste a Lucía, pero en todo caso, que se defienda él, que ya es mayorcito.
En mi comentario anterior cuando hablé de K. Turner dije: «una magnífica actriz perdida, increiblemente, entre kilos de grasa». La expresión «entre kilos de grasa», que aisladamente suena fatal y sin duda está descompensada, venía siguiendo la estela de la que Alfredo utiliza en su magnífico post al hablar de esta actriz (la verdad es que no me lo curré mucho, y me quedé en el guiño cómplice al autor de este blog, lo que ahora lamento) y lo único que pretendía con ella, era denunciar «la dejadez» interpretativa en la que esta fantástica actriz (puse el adjetivo MAGNÍFICA en mayúsculas, al hablar de su arte) parece haber caído de un tiempo (mucho) a esta parte.
Quiero decir con ello, que afortunado o no con la expresión, nada más lejos de mi ánimo referirme despectivamente a la persona, a la suya, ni a la de nadie. Faltaría más.
Inicias el post tocando el calor que desprende la película,y es cierto.Camisas sudadas,pelo grasiento y el cuerpo de la Turner resbaladizo.Fuego en el cuerpo es una excelente película que inauguró en los ochenta y los noventa una serie de estupendos filmes de gran éxito, como Melodía de seducción,Atracción fatal,Instinto básico,entre otras.El guión de Kasdan bebe,sobre todo de Perdición de Wilder y Chandler,que fue realmente la precursora de todo el cine negro moderno americano.
Y sí,la Turner jamás estuvo tan bien,tan guapa y tan tia buena.
Excelente post.
Un fuerte abrazo.
Si uno tuviera en cuenta el presente de estos actores, podríamos llegar a la conclusión de que el pecado siempre paga. No es que KT esté gorda, querida Lucía, es que se ha vuelto tan paradojalmente gesticulante como inexpresiva. Él, que nunca fue un actor extremado, ha ganado en distanciamiento, lo cual no es nada de agradecer en una persona de por sí fria. Tal vez, y me lo pregunto de forma constante, hemos confundido belleza con buen hacer.
Es la Roberts buena actriz o tiene un carisma tan grande como su sonrisa? Brad Pitt compone bien o es que sus pectorales nublan nuestra visión?
Perdona, Lucía, me he expresado horriblemente. Hacía referencia al comentario de Gurruchaga porque recuerdo el momento y lo recuerdo con humor a pesar de resultar realmente ofensivo por la situación, la forma en que lo dijo y las risas que se echó ella. Pero no cuestiono su labor como actriz y la cita venía precisamente para recalcar que su pérdida de bastantes enteros se debe a ese cambio de condición física, que la ha obligado a desarrollar una carrera bien distinta a la que seguro hubiera disfrutado de haber ido por otro derroteros (en lo cual tiene tanta culpa su éxito con Robert Zemeckis como ella misma y quienes no proporcionan buenos papeles a las actrices americanas). Pero, aun en cine de segunda, ha trabajado muchísimo. Recuerdo «Detective con medias de seda», una peli aparentemente facilona en que ella lo bordaba.
En fin, que no era mi intención hacer comentarios sobre el físico de las personas (entre otras cosas porque el primero que no es un Adonis es mi menda), sino señalar de manera un poco ligera una de las causas de su declive. Y en eso, claro está, me he equivocado. Lo siento.
Besos
Pues eso Raúl, que la situación de Turner es la que es poc culpas compartidas. Ay, esos Cayos…
Buen fin de semana tú también.
Gracias, Francisco, siempre aportas el toque que le falta a mis textos.
Fuerte abrazo.
Amigo Dante, cierto en que Turner ha variado su forma de interpretar, pero quizá haya tenido que hacerlo al verse continuamente relegada, no lo sé.
Por otro lado, la cuestión que apuntas es de primer orden: confundimos estética con calidad, lo que me recuerda a cuando los jueces de tenis le pitaban bolas dentro a Kournikova que habían sido fuera, mientras que a otras las bolas siempre eran fuera…
Ya sé que tu intención era buena Alfredo, soy yo que estoy tomando cociencia de que el tiempo pasa y de que el cuerpo va declinando ¡no se pueden cumplir los 40 y no quieron ni pensar cómo va a ser la cosa con 50!. Besos.
Bueno, piensa que algunos acabamos de superar los treinta como quien dice y que hace días que hemos declinado… ¿Por qué te crees que uso una foto del monstruo de Frankenstein? Para verme guapo en al menos una foto…
Besos.
Cine negro, Raymond Chandler…. bien, ya me has dado dos razones fijas para ver esta película. Gracias, otro descubirmiento.
Buenooo, de nuevo un comentario magnífico que suscita un caluroso debate, y yo que llego tarde.
De entrada, como que soy el más veterano, puedo dar fe que en su estreno Fuego en el Cuerpo causó verdadera conmoción por el altísimo voltaje de sus escenas de sexo, como casi nunca después han sido filmadas en los USA, dejando aparte el revolcón de Jack y Jessica, mucho más animal, menos refinado y sensual que el de la Turner y Hurt.
Añado al respecto un dato: antes de rodarse las tórridas escenas, ambos actores saludaron personalmente a todo el personal que estaba trabajando en el set: los actores iban en pelota picada.
La película, para ser una ópera prima con una novata de protagonista y mujer fatal, es más que extraordinaria: se respiraba en la sala de cine el olor húmedo del sexo apasionado y mortífero. Fue un éxito de los grandes, porque satisfizo -y mucho- a todos los amantes del cine negro clásico y abrió los ojos a los neófitos que ya empezaban a tragarse una tras otra aventuritas galácticas y efectos especiales a tutiplén.
Ese trío completó siete años más tarde la jugada, con El Turista Accidental, que también arrasó y demostró que ésta no fue una casualidad. Kasdan sabe mucho de guiones y también, de vez en cuando, sabe dirigir: no hay duda. No fueron casualidades.
Respecto a la Turner, decir, primero que nada, que Gurruchaga es un bufón de medio pelo pasado de moda: un tío que cantaba mal clásicos melódicos y de jazz y hacía «gracietas» bastante estúpidas y llenas de injustificable orgullo.
Y la Sra. Turner, con una filmografía bastante interesante ¿Nadie ha visto, por casualidad Prizzi’s Honor?¿Peggy Sue Got Married?¿Han olvidado la voz de Jessica Rabbit? ha acabado, por imperativos de la deplorable industria hollywoodiense, como tantas otras, excepto la Streep, en el teatro, donde ha triunfado con piezas tan «fáciles» como Cat on a Hot Tin Roof (nominada al premio Tony), The Graduate (en Londres, levantando taquilla con sus 45 años desnudos) y en Quien teme a Virginia Woolf (otra nominación al Tony), así que, con más o menos kilos, la señora Turner sigue siendo una excelente actriz; seguramente no tan sexy como en el 81, pero igual de eficaz y seductora.
Saludos.
Josep,totalmente de acuerdo con lo que dices de Kathleen Turner.
Estupendo coment por cierto.
Saludicos.
Como siempre vengo, leo, y hoy escucho estas disertaciones sobre el cambio de físico de las actrices y lo que supone en su carrera. Y en esta caso, un poco de todo, un círculo vicioso en el que no se sabe si fue primero la pérdida de la belleza o la desgana en la interpretación (por falta de buenos papeles sobre todo). Recuerdo «Detective con medias de seda», entre otras cosas porque esta basada en una novela de Sara Paretsky, y eso ya es decir mucho.
Saludos
Gracias a ti, Dana. Si no sabías nada de esta película, te va a encantar, de verdad.
Bueno, Josep, menudo comentario, así da gusto. A mí «El turista accidental» me gusta menos, quizá por el final demasiado happy-ending, pero no cabe duda de que ambos son los mejores trabajos de Kasdan, creo yo.
Pues sí, Alma, un círculo vicioso. Pero el hecho de que luego Turner haya tenido tantos y tan buenos papeles en teatro y en mucho cine, aunque sea menor, deja bien claro que los culpables son quienes no escriben u ofrecen buenos papeles a las actrices veteranas que se salen de los cánones de belleza hollywoodienses. Si es que eso es belleza. Yo me quedo con Turner incluso subida de peso.
Saludos.
Bueno, bueno, Escalones. Me has tocado el corazón. Esta es una de mis favoritas de siempre. Los personajes protagonistas dan para tesis doctorales y ya para mi for ever el calor será siempre sexy.
Cuánto me alegro, Noe, aunque, con lo del calor, al menos en ZGZ, lo sexy, no sé, no sé… Lo que a mí me gusta del género, precisamente, es que, salvo fatales excepciones, es posiblemente el que mejor refleja nuestras contradicciones como seres humanos, la relatividad de todo valor o forma de pensar según la circunstancia. Lo frágiles que somos, vamos.
La tengo muy perdida en el tiempo.No la he visto pero recuerdo que se comentaba por las escenas entre Turner y Hurt .Aunque bastante tórridas,como dicen por ahí arriba,delicadas y sensuales.La Turner es para mi ,una actriz sexy y a la par muy sensual.De ella he visto por ejemplo ,El honor de los Prizzi,Peggy Sue se casó y luego aunque no tiene mucho que ver con las anteriores,la recuerdo bellísima junto a Michael Douglas en Tras el corazón verde.
Tu post ,Alfredo ,es estupendo.Dan ganas de irse a algún cayo con tu chic@ a mojar camisassssssssssssss .
Desde luego yo prefiero allí que no en ZGZ,Je,Je…
Prolífico Jhon Barry.Mira que ha hecho buenas bandas sonoras.Oye Alfredo ,para cuando una foto tuya.Si te veo por la calle no te podré dar ,saludicos.
Camisas o lo que se tercie, Carmen. Oye, que ZGZ también tiene su encanto…
La Turner sin duda hubiera sido una pedazo de estrella si no fuera por cómo es Hollywood con las actrices en cuanto cumplen unos años. Igual que Debra Winger, Rosanna Arquette, etc.
En cuanto a la foto, ¿qué te hace pensar que la que utilizo no es mía…? Hablando en serio, lo de la foto es complicado porque no tengo ninguna para subir (no me gusta hacerme ni que me hagan fotos) y si la tuviera con toda seguridad tampoco la subiría, pero de vez en cuando aparece mi careto sin querer en alguno de los blogs amigos, como en Irlanda por ejemplo… y de momento no te doy más pistas.
Saludos.
Te tengo.Me encanta ahora tener tu cara de ir por casa y la del trabajo.Después de decir que encuentro atractivo a Woody Allen,mejor no te digo nada .Bueno solo una cosica ;Tienes una geta y una pinta ( no de birra ) buenísima), me ha encantado conocerte.
Saludicos
¡Que torrida! Qué increíble la señorita Turner, qué poluciones nocturnas me generó esta película. Para mi una de las mejores de los ochenta, tenía un elenco inmejorable, y un Kasdam con grandes ideas, y sabio en la planificación. Es una obra maestra.
Sorry.Jeta no geta.
Saludicos
Pues sí, Alfie, un peliculón en toda regla. Yo creo que luego Kasdan ha ido perdiendo cada vez más pie hasta que ya no se ha encontrado. Pero esta, mmmmmm…
Pues, Carmen, que conste que el día de esa foto iba sin maquillaje. ¿Entiendes ahora por qué pongo una foto de Frankie? Para que luego me digan que en persona gano… Ahora ya sabes lo que te toca: principio de reciprocidad.
Saludos.
Doy fe de que esta película causó sensación en su día y comentarios mil. Realmente es puro cine negro, como el que se hacía en el viejo Hollywood y que cada vez escasea más.
En cuanto a la decadencia de la Turner: coincido con Alfredo en que el cine estadounidense es muy cruel con las actrices en cuanto pasan de cierta edad y un determinado peso. El caso de Debra Winger, a la que cita Alfredo, también me parece de lo más injusto, perdida la pobre en papeles secundarios de películas desustanciadas donde cuesta trabajo reconocerla.
Por cierto, la carrera de William Hurt tampoco anda ahora muy boyante, ¿no?
Saludos
Pues no, Carmen, William Hurt anda arrastrándose por ahí en cosas como Hulk, aunque todavía tiene pequeños papeles en películas como «Una historia de violencia», magnífica, por cierto.
Te recomiendo el documental «Buscando a Debra Winger», del que ya escribí un post aquí hace algún tiempo: un recorrido por los testimonios de mujeres de edad a las que Hollywood ha dado la espalda. Buenísimo.
Saludos.
He leído tu entrada sobre el documental. Muy buena, y la película tiene pinta de ser interesante. Habrá que estar al loro por si la vuelven a echar en la tele, porque me temo que será difícil de conseguir por ahí, ¿no?
Pues sí, localizarlo por ahí no es fácil, pero seguro que La2 lo repone: puedes prestar atención a «La noche temática»; en periodos vacacionales suelen recuperar documentales ya emitidos.
Ahí me reencontré con maravillosas actrices, favoritas para mí, como Holly Hunter, por ejemplo.
Una película sensacional, con un guión que funciona con precisión milimétrica, una ambientación espléndida y una embriagadora banda sonora del gran John Barry. Si esta película podía suponer, en el momento de su estreno, una revitalización del género negro, ha resultado ser algo más. Posee magia, el calor traspasa la pantalla y el director nos convierte en cómplices de una trama que, aunque narrada de forma sencilla, resulta ser más compleja de lo que aparenta y va ganando en matices conforme se vuelve a ver, como los buenos vinos.
Para el final dejo lo mejor del film: la incandescencia, erotismo y sensualidad que desprende una Kathleen Turner en auténtico estado de gracia; una femme fatale como no se había visto en años, que consigue que el espectador acabe tan embelesado con ella como el propio protagonista.
Saludos!!
Genial comentario, Miriam, muchas gracias. Sin duda la película va más allá de donde los clásicos del género solo podían limitarse a insinuar, por aquello de la censura.
Saludos