Si la expresión «escritor de culto» es aplicable a alguien es sin duda a Charles Bukowski, paradigma del llamado «realismo sucio» de la literatura norteamericana contemporánea. Autor de decenas de novelas (La máquina de follar, Factótum o Pulp, por citar tres), multitud de relatos cortos e incontables poemas, era cuestión de tiempo que sus libros o la atmósfera que retrata en los mismos fueran llevados al cine, directamente o por imitación. El no menos de culto cineasta francés nacido en Teherán Barbet Schroeder (convertido en cineasta en plena nouvelle vague junto a Jean-Luc Godard y Jacques Rivette, y autor de películas tan variopintas, tanto en Hollywood como fuera de él, como More, La Vallé, Mujer blanca soltera busca, El misterio Von Bülow, La virgen de los sicarios o la impresionante dupla de documentales General Idi Amin Dada, sobre el dictador ugandés, y El abogado del terror, sobre el abogado Jacques Verges) llevó a la pantalla El borracho (Barfly, 1987), con guión del propio Bukowski inspirado en su propia biografía.
Su trasunto, Henry Chinaski (interpretado por Mickey Rourke en lo que bien podría haber sido el mejor papel de toda su carrera hasta su reciente y magistral caracterización de la derrota en El luchador), es un joven escritor, genial y lúcido, cuyas virtudes son favorecidas por el ingente consumo de alcohol y la vida nocturna a borbotones. Su local favorito es El cuerno de oro, lugar frecuentado por un conjunto de múltiples territorios humanos de la noche de lo más exótico: vagabundos, putas, tipos solitarios, desechos sociales y demás individuos marginales (incluido el propio Bukowski sentado en un taburete ante la barra). El aliciente de la noche suelen protagonizarlo Henry y Eddie, el barman del turno de noche, cuyas peleas son objeto de apuesta por el resto de los clientes. Si Henry gana, se gasta los pavos ganados en copas o putas. Si pierde, Jim, el barman del turno de día, le cura las heridas y le da alguna que otra copa gratis. Y así es la vida de Henry hasta que una noche conoce a Wanda (Faye Dunaway), una mujer de de belleza residual que tiene tanta afición a la soledad y al alcohol como él mismo.
La película es un catálogo de excesos interpretativos y narrativos, aunque para apreciarlos en lo que valen y no llevarse la impresión de que asistimos a una pantomima artificiosa, a un desbocado tributo a una vida al límite de alcohol, drogas y agresividad social, es imprescindible verla en versión original (la diferencia es tal, que la gran interpretación de Rourke se convierte en una nulidad en la versión doblada). Por lo demás, la película es más bien un producto para lectores fieles de Bukowski (o de la música: la banda sonora contiene piezas de Mahler, Beethoven, Mozart o Händel, entre otros), acostumbrados a esos personajes derrotados, a la figura del perdedor en escenarios de tugurios nocturnos, moteles, habitaciones cochambrosas, cucarachas, suciedad y barrios marginales de naves vacías, bares poco frecuentados y calles semidesiertas, retratado como un hombre desaliñado, sin afeitar, de ropa arrugada y llena de lamparones, de talento e inteligencia innegables pero de vida anárquica, sostenida por el alcohol, una vida en la que la comida pinta poco y el agua todavía menos, ni para beber ni por higiene. Y desde esa perspectiva, pequeñas dosis de lucidez en forma de reflexiones interesantes, de píldoras de sabiduría concentrada en lo que es un análisis demoledor de la sociedad actual, críticas devastadoras a una hipocresía instalada como valor fundamental y único de un desierto intelectual en el que los individuos ya no saben vivir como tales, sino produciendo por objetivos, vitales o económicos, utilizando para ello ese ser acabado como metáfora del alma del hombre contemporáneo, consumido por enormes debilidades sin que lo sepa o bien acomodándose a ello, resignándose, entregándose, revolcándose en ellas, asumiendo el final pero disfrutando de todo lo que le dan hasta que ese inevitable momento llegue. Un personaje, un esperpento deliberado cuyo rechazo por parte de la «gente bien» es una inteligente forma de retratar el inconsciente autorrechazo por sí mismos.
Dieciocho años más tarde, el noruego Bent Hamer recupera a Chinaski (interpretado esta vez de manera excelente por Matt Dillon, sin las excentricidades y muecas de Rourke y sin la lela pasividad gestual de Ben Gazzara) en la coproducción noruego-norteamericana Factótum (2005), la cual vuelve a bucear en los textos más sórdidos de Bukowski para componer una nueva historia biográfica sobre el personaje. En esta ocasión lo literario tiene más peso, y lo que en el film de Schroeder es meramente tangencial (Rourke retratado escribiendo en papeles sucios, a veces diminutos, en breves tomas o como voz en off que relata sus propios escritos), aquí es protagonista. Chinaski escribe y envía relatos a las revistas y editoriales. Sus trabajos siempre son rechazados, y tiene que aceptar empleos esporádicos que siempre abandona a los pocos días (incluso horas) para pagar su adicción al alcohol. Renunciando a una vida convencional en aras de la autenticidad, esto es, vivir al límite como única forma de vivir, Hank Chinaski se convierte en observador de una realidad que desgrana en sus escritos, al tiempo que los únicos incentivos diarios son el alcohol, las apuestas en las carreras de caballos y sus dos «amores», Jan y Laura (Marisa Tomei y Lily Taylor). Paradójicamente, estas dos vidas alternativas que plantea Chinaski, la auténtica del observador que exprime el tuétano de la vida y la falseada del hombre acomodado que se miente a sí mismo, que vive una vida de comodidades materiales pero de vaciedad y convencionalidad anímica, sentimental e intelectual, son imcompatibles: sólo obtiene el éxito literario cuando se amolda a la vida común y corriente y pierde a Jan, el vehículo de sus excesos, de manera que una cosa lleva a la otra, o viceversa.
La película de Hamer apuesta por la sobriedad estética para contar su historia de excesos, a diferencia de Schroeder, que visualmente se nutre igualmente de ellos. Con más humor, y más cercana, paradójicamente, al contarnos la historia desde un punto de vista más distante pero con una perspectiva más clara, más global (interna y externa) de la figura del perdedor, resulta más visionable, más honesta y directa, evitando la sordidez innecesaria y haciendo mayor hincapié en el aprovechamiento, por parte del personaje, de sus propias cualidades, su dominio del alcohol y su carácter derrotado pero orgulloso, perdido pero agudo, con los pies en la tierra que quiere tenerlos pero sin desconocer la tierra que de vez en cuando hay que pisar para sobrevivir.
En suma, una excelente dupla de filmes, ninguno de ellos excesivamente largo (apenas superan los noventa minutos), para que los fans de Bukowski disfruten de su particular mundo trasladado a la pantalla grande con gran solvencia y exactitud, para que quienes desconozcan su literatura puedan apreciar los temas y atmósferas que la impregnan, y para que se abstengan los espectadores o lectores que gusten de las historias convencionales y planas que los mantienen a salvo de hacerse preguntas o incluso de la capacidad de respondérselas.
Factotum es una película redonda teniendo en cuenta sus pretensiones; perfectamente enmarcada en el mundo del escritor. La piel de gallina se me puso en sus últimos minutos, con ese Matt Dillon perfecto en su papel, fumando y…. spoilers mejor no…
Me pillas en fuera de juego. No he visto ninguna pero, una vez más, leyéndote apetecen.
Yo también me quedo, Jordim, con el trabajo de Dillon. De hecho no puedo imaginarme la película sin él a pesar de que existan antecedentes. De largo, el mejor Chinaski.
Bueno, Dana, tómatelo con calma. No esperes ver nada bello o complaciente, pero si miras a través de la mugre hay mucho que apreciar y que pensar.
Tengo una deuda pendiento con Bukowski en mi blog.Acaba de publicarse en la editorial Anagrama un libro que recoge piezas sueltas que no llegaron a publicarse.Su título;Fragmentos de un cuaderno manchado de vino.Excelente.
El borracho no es una película digna de Bukowski.Vemos a los borrachos abandonando la barra de un bar con la botella de cerveza a medias.Eso es imposible para un alcohólico.Y los diálogos escritos por Bukowski fueron destrozados.Precisamente,el autor era un maestro a la hora de poner a hablar a sus personajes.Dunaway está muy exagerada y la ropa de los actores no se ajusta al modelo del borracho.
Factótum me gustó más por todo lo que ya dices tan brillantemente.
Bukowski fue el último escritor maldito y una nueva reelectura de su obra consolida en gran escritor de la alcantarilla del sueño americano.Fue también un filósofo de la calle.Hay que leerlo con detenimiento.Chinaski,personaje nihilista y que no bajaba la guardia,tenía tendencia a filosofar,y precisamente,estos pensamientos,si hoy,fueran recogidos en un libro,sería un perfecto muestrario de unos aforismos dignos de un Nietzsche o E.M.Cioran.
Su última novela;Hollywood,trata del rodaje de la película El borracho,y es uno de los mejores retratos de un Hollywood en decadencia,trastornado por incompentes,drogadictos y fantasmas.
Excelente post,amigo.
Un fuerte abrazo.
Gracias, Francisco. Efectivamente, da la impresión de que mientras «El borracho» se queda en la estética, «Factótum» sí se deja impregnar bastante más no por la superficie sino por el contenido de los textos. Espero ese post, como siempre.
Abrazos.
Yo vi factótum hace tiempo, (pero doblada) y me gustó, así que supongo que en versión original la hubiera disfrutado más
Salu2
Mucho más, creo, porque Dillon está inmenso y buena parte de su personaje es su voz, ese deje entre pasota y desquiciado que usa frente a todo.
Saludos.
Pues nunca he leído a Bukowski, pero no puedo evitar que estas historias, sódidas, retorcidas (y reales), me atraigan, como ya e dicho otras veces.
Otro nombre y título a tener en cuenta.
Besos.
Rosa.
Por una parte entro en esa lista de personas que le gustan las historias convencionales y planas que me mantienen a salvo de hacerme preguntas o incluso de la capacidad de respondermelas.
Y por otra parte me apetece verlas, más la segunda que la primera.Nunca he leído a Bukowsky.
No te digo que vaya a buscarlas,pero si pasan cerca seguro que las tendré en cuenta.
El post magnífico.
Saludicos.
Muy interesante reseña de esa dupla que diseccionas de la que tan sólo conozco la primera, Barfly, que me horrorizó : la ví doblada al castellano y me pareció un trabajo pésimo de Rourke, sin pensar que quizás en v.o. la cosa podía mejorar. De Factótum no tenía ni idea, pero, como soy admirdor de Dillon -que me parece casi siempre desaprovechado- me las apunto ambas para darles un vistazo.
En v.o.s.e., por supuesto… 🙂
Saludos y gracias por descubrirlas.
Apúntalo, apúntalo, Rosa. Al menos prueba a leer algo. Siempre puedes cerrar el libro si no te gusta.
Besos.
Mejor la segunda, Carmen. Si empiezas por la otra quizá no quieras ver más.
Saludos.
Yo también creo que Dillon es un actorazo, aunque cosas como «Juegos salvajes» o «Crash» le quitan puntos (volvemos contra Haggis…). En «Factótum» no te defraudará, seguro.
Saludos.
A mí, que Charles Bukowski como escritor me parece hasta parodiable; alguien a quien hay que leer, pero que tampoco aporta un enriquecimiento especial, de las dos películas me gusta bastante más Factótum. Bien cierto que como le ha pasado a Josep, por ejemplo, la del inefable Rourke la vi doblada, y según cuentas, eso en este caso es definitivo.
Pues a mí también me has pillado fuera de juego, como dicen más arriba. No he visto ninguna de las dos, aunque tomo nota en mi lista de películas recomendadas por 39escalones (que eso siempre es garantía de calidad).
Saludos
Bueno Raúl, los reversos de la moneda siempre son interesantes y, me temo, que imprescindibles. Aunque literariamente, la verdad, no suponga un antes y un después en nada.
Uf, Carmen, eso que dices es porque no has visto algunas… Si te acercas a alguna de éstas, que sea a «Factótum».
Abrazos.
«Renunciando a una vida convencional en aras de la autenticidad.» Eso es entrega a la causa, amor al arte, si señor! He visto la de Schroeder, con el -para mi gusto- un pelín excesivo Rourke.
Como siempre, una gozada pasar por este cine escrito.
Saludos.
Gracias Celebes. Un poquitín sobreactuado, sí, lo que pasa es que buena parte de ese efecto, al menos en cuanto a lo verbal, viene marcado por el pésimo doblaje. Pero sí, la película es un catálogo de excesos más en la forma que en el fondo.
Mucho mejor «Factótum», en el fondo y en la forma.
Saludos.
Parece un peli interesante, no habia oido nunca este titulo, me la miraré , y ya dire que me ha parecido
Recomiendo encarecidamente «Fragmentos de un cuaderno manchado de vino», libro de reciente publicación con textos inéditos de Bukowski que servidor está disfrutando de lo lindo. Alguno incluso puede cambiar su opinión respecto a su obra.
Y ya puestos recomiendo también «Mujeres», uno de mis favoritos y creo que de lectura imprescindible.
Tomo nota, Jordim, gracias. El último aún no he tenido oportunidad de leerlo; «Mujeres» es de lo mejor que he leído de él (que, reconozco, no ha sido demasiado).
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sublime, voy corriendo a la libreria para catar este personaje
Pues nada, Pelops, cuando acabes con los libros (mucho tajo tienes por delante, eso sí) empieza con las películas.