Mis escenas favoritas – Una tarde en el circo

Para echarse unas buenas risas siempre funciona recuperar una escena de los Hermanos Marx, en esta ocasión de Una tarde en el circo, quizá la última de sus grandes películas, dirigida por Edward Buzzell en 1939 (un año pésimo para la Historia de España pero glorioso para la Historia del cine). Nos quedamos con la inolvidable escena de los cigarros.

28 comentarios sobre “Mis escenas favoritas – Una tarde en el circo

  1. No ha nada mejor que empezar la mañana con una escena desternillante de los Marx. ¿Me da uno de sus cigarros? Anda, me queda uno, un habano. Ellos empleaban la repetición como nadie. Y también dos huevos duros. ¡¡¡Más madera!!!
    Besos
    Hildy

  2. Siempre son una apuesta sobre seguro, Hildy.
    Besos.

    Hay otro momento, Celebes, en el que Groucho, cuando le presentan a un tipo dice: «El gusto es tuyo». Unos fenómenos.

    Anónimo (pero poco), ¿quién no ha pensado eso en secreto sobre alguien en algún momento? Incluso sustituyendo la plancha por una apisonadora…

  3. ¿Te das cuentan de que ya no se hacen películas tan inteligentes y con tanto ingenio? (Excepto Woody Allen).
    El otro día vi una foto en el blog de una amiga de Groucho sin bigote y no lo reconocía, me parecía otra persona totalmente diferente.
    Voy a comprar buñuelos de viento para desayunar mañana.
    Un abrazo.

  4. ¿No consigue ninguna prueba?
    ¡No! Pero pondré un estanco… 🙂 🙂

    Eso sí es saber construir diálogos hilarantes. Los Marx son mejor que una aspirina contra cualquier clase de dolor…

    Saludos.

  5. ¡Qué genios!. Y éste Harpo sin palabras ¡cuántas cosas decía!. Otra escena inolvidable para ponerle una sonrisa a éste octubre. Qué tendrán que nunca termina uno de reírse con ellos. Aunque lo hayas visto varias veces, te ríes en los mismos momentos.

  6. Ahora la comedia y sus nuevos «genios» (Jude Apatow, Wes Anderson, Ben Stiller…) están profundamente devaluados y sobrevalorados, excepto Allen, por supuesto («Si la cosa funciona» es una delicia).
    Hay por ahí (youtube y tal) una entrevista de un Groucho ya mayor con Bill Cosby que no tiene desperdicio.
    Abrazos.

    Pues sí, Josep, y anda que no me duelen a mí cosas… Menos mal que nunca fallan.
    Saludos.

    Aunque no te lo creas, yo estornudo igual que él: tengo los muebles clavados al suelo.

  7. Estos días y por esta fiebre que nos ha entrado de lavarnos las manos, no hago mas que acordarme de la escena de cuando se hacen pasar por médicos o veterinarios, supongo será «Un día en las carreras» y no hacen más que repetir algo así como «a lavarnos las manos» cuando se les pide algo. Genial.

    Un abrazo

  8. Para mi son los mejores,mi querido amigo.Ver cualquiera de sus películas te hace sentir bien.No dudas de nada.Todo cobra sentido.Sin ellos la historia del cine quedaría a medias.Siempre nos quedará París o las películas de los Hermanos Marx.

    Un abrazo.

  9. No estoy seguro de en qué película es Alma, pero podría ser, en efecto, en ésa.
    Abrazos.

    Especialmente «Sopa de Ganso», Carmen, porque no había interludios de piano o arpa tan cansinos…
    Abrazos.

    Y además son más reales que la realidad, más kafkianos que Kafka, más Marx que Karl… Mi libro de cabecera son las «Memorias de un amante sarnoso», de Groucho. Así me va…
    Abrazos.

    Anónimo, pues eso.

    1. Cierto, Alfredo. Los números musicales cansan lo suyo. Supongo que serían una concesión de cara al público y en su época tendrían éxito. Esas cosas si que suelen envejecer, aunque en el caso de los Hermanos Marx, las parrafadas de Groucho compensan con creces estos devaneos musicales. «Sopa de ganso» es genial.
      Hablando de los libros de Groucho: a mí me gustó mucho «Groucho y yo».
      Abrazos

  10. Bueno, supongo que los números musicales son una prolongación de su época circense bajo los auspicios de su madre. A mí me cortaban bastante el rollo, tengo que reconocerlo. Pero sí, lo compensaban con creces.
    Abrazos.

  11. Yo sólo he visto Una noche en la ópera y salvo gags como el del camarote o la parrafada de la parte contratante, la verdad, sobre todo aquélla parte de la tramoya, me pareció un poco «sinsustancia».

  12. Carlos, tal afirmación es causa casi casi de excomunión, pero has tenido suerte: los aperos de excomulgar me los he dejado en mi otro traje. Vuelve a verla abriendo los ojos y los oídos, por favor. Y de paso puedes ver ésta y «Sopa de ganso». Es su tríada por excelencia. Eso sí, elude lo musical, si quieres, excepto en «Sopa de ganso», que es genial.

  13. Creo que es maravilloso que rescates a éstos cómicos inolvidables que siempre nos regalan algo tan importante como la risa. Inagotables fuentes de buen humor, los tres. Gran escena de una de mis películas favoritas.

  14. Es inevitable recuperarlos, Antonio; suponen un hito en la comedia que nadie, quizá sólo Peter Sellers o Woody Allen han logrado igualar posteriormente. Junto a Chaplin, Lloyd, Keaton…, el olimpo de comediantes del cine.
    Saludos.

  15. ¡Fantástica esta escena favorita!.Geniales,hilarantes,especiales y únicos los Hnos.Marx.
    El que no se ría con ellos………….
    Saludicos.

  16. Que grandes, jeje, unos genios del humor. Hilando fino es una pena que solo fueran dirigidos con maestría por un par de directores en su carrera, porque cuando fueron otros los encargados de dirigir el tema dejaban que desear cuando no salían los hermanos en pantalla.
    Yo los reviso una y otra vez, y nunca me cansan, supongo que es significativo.

    Veo que tienes el blog a toda máquina Alfredo, demasiado tiempo sin pasarme, jeje. Saludos!!

    1. A toda máquina, sí, y un poco cuesta abajo y sin frenos.
      En efecto, son películas que, en general, dependen exclusivamente de ellos, y eso es bueno para ellos y malo para las propias películas. Sobre todo, por esos galanes y bellas tan cursis y almibarados que sacaban siempre. Y por esos interminables interludios musicales de arpa, que me sacan de quicio…
      Un abrazo.

  17. Lo mejor de este reiterativo film, para mi gusto, son Grocho cantando: «Lydia, la mujer tatuada» y las escenas en los camarotes del enano fumador de puros y del gigantón Goliath durmiendo, con unos hiperactivos Chico y Harpo haciendo lo imposible para que siga durmiendo el grandullón y consigiendo justamente todo lo contrario.

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