Periódicamente un servidor tiene que discutir, más o menos acaloradamente, con lectores y comentaristas de éste y otros blogs cuando uno se queja amargamente de la dependencia del cine-espectáculo actual de los aparatitos con teclas, botoncitos, pantallitas y numeritos. En esos casos, uno generalmente recibe amables calificativos que van desde el tan manido «gafapasta» hasta sarcasmos e ironías bastante ridículos en cuanto a la supuesta avanzada edad de mi menda o a la antigüedad de los gustos de uno aplicables a otras esferas de la vida más personales, hechos que, según estos humanoides, dificultarían la adaptación de un servidor a la vida moderna, eso por no hablar de las proclamaciones públicas como ignorantes de quienes no sabemos apreciar las virtudes del cine colonizado por el videojuego.
Quien escribe no es enemigo, ni mucho menos, del empleo de efectos especiales ni del uso de las nuevas tecnologías aplicadas al cine (sí de cruzar, eso sí, los límites insalvables de la dependencia de la tecnología contra los que ya nos advirtió, por ejemplo, Luis Buñuel, hábito de nuestro tiempo cuyo único fin suele ser recaudatorio y no artístico); lo contrario sería una estupidez: es propio del cine la investigación y la experimentación técnica y creativa como vehículo de retroalimentación. Lo que no entienden los partidarios del cine «de muñequitos» (término en absoluto despectivo con el que aquí nos referimos a esos circos de pirotecnia que copan por aplastamiento las multisalas) es que a veces hay modos mejores y más efectivos (y también más baratos) de hacer las cosas que el recurso al ordenador, y que muchas veces éste es una coartada para la falta de talento y de capacidad de los promotores de un filme. Los efectos digitales pueden apabullarnos la vista, cortocirtuitar nuestros cerebros, colman nuestras retinas, llenan nuestros ojos, pero rara vez, por no decir nunca, pasan de ahí, casi nunca llegan al alma o tocan el corazón: nada más espectacular e impactante que Matrix. Y también nada más frío, mecánico, distante y vacío.
Y lo que no entienden, y no entenderán jamás porque hablamos casi de una secta, los hooligans del actual cine «de muñequitos», sea de superhéroes, adaptaciones de los tebeos o demás productos casi siempre prescindibles, es que una computadora, cueste los dólares que cueste, y un ingeniero, ídem de ídem, jamás podrán igualar el grado de perfección técnica y de emoción y calidez narrativas que ofrecen escenas como ésta, creada por ese genio de los efectos especiales y maestro del oficio de especialista que fue Yakima Canutt (el indio que cae a los pies de los caballos en La Diligencia de John Ford, 1939) para la nueva adaptación que del best-seller de Lewis Wallace, Ben-Hur, filmó William Wyler en 1959, protagonizada por Charlton Heston (la primera versión es de 1925 y no es menor en cuanto a espectacularidad y perfección técnica). La película ganó, entre muchos otros, el Oscar de la Academia a los mejores efectos especiales y hoy, cincuenta años después, no tenemos ninguna duda de que si optara al premio volvería a ganarlo de calle. Porque el cine de verdad posee un valor y, sobre todo, un estilo y una fuerza, en suma, un poder, que las vulgares imitaciones mecánicas del cine, hoy por hoy no van a igualar. Aunque claro, para estos esclavos de modernidad, 1959 es la prehistoria, y no digamos ya el cine en blanco y negro (pobres, no saben lo que se pierden), y como tal, hay que despreciarlo. Modernos que son, oye, aunque no se den cuenta de que no se es moderno sólo por parecerlo. Y también son, tristemente, un poco inconscientes.
Y en cuanto al cine «de muñequitos», mientras no sea capaz de crear un prodigio técnico como el que sigue a continuación, seguirá siendo de segunda categoría.
Dramática, trepidante, espectacular y, por qué no decirlo, gloriosa escena donde las haya, grabada para siempre nuestra memoria. Y, añado una característica más, que, claro, es la que la diferencia de otras a las que Ud. se refiere: creible. Nos la creemos porque el escenario, las cuádrigas, los caballos, los corredores … son reales. Alguno, como Mesala, interpretados por el mismo actor.
No hay color.
A mí es una escena que me encanta. En la edición de coleccionista de dvd explican totalmente cómo se realizó y el trabajo de ese especialista en escenas de acción-artista que era Yakima Canutt, un tipo interesante. Dejando aparte mi adoración por el cine de Wyler (es un director que nunca me ha decepcionado), para mí en esta adaptación de Ben Hur llega al clímax total con esta escena. Después para mí la película se desinfla bastante sobre todo porque desaparece un gran antagonista que personalmente es lo que más me gusta de la película: Stephen Boyd y su Mesala.
Besos
Hildy
Totalmente de acuerdo, Alfredo. Ahora suplen con efectos especiales la falta de imaginación y de talento, mientras en la época dorada de Hollywood era todo lo contrario. Le echaban talento y mucha imaginación para aprovechar los medios técnicos de los que disponían en aquellos años.
La escena que has puesto es espectacular. Para mí, lo mejor de Ben-Hur, junto con la parte de las galeras, porque cuando encarcelan a la hermana y la madre del protagonista y acaban las dos leprosas, la historia se vuelve un pelín ñoña y lacrimógena para mi gusto.
Yo también pienso que el malo malísimo Stephen Boyd le daba un toque especial a la película.
Besos
Buen apunte, Celebes, porque una cosa es la verosimilitud y otra la credibilidad. Entender la diferencia entre una y otra es lo que hace de las películas impagables alardes de imaginación o caprichos disparatados.
Antagonista y quién sabe qué más, Hildy, que hay por ahí unas ambigüedades sexuales, muy típicas de la época, por otra parte, que ya ya…
Besos.
Cierto, Carmen. A mí al final todo el fragmento de las galeras, magnífico sí, me recuerda esos chistes de galeras del centurión y los esclavos. Vamos, que cuando últimamente (cada Semana Santa, religiosamente, nunca mejor dicho) la veo, cuando llega esa parte empiezo a partirme la caja.
Besos.
Mira si le tengo cariño a esta escena, que hasta me conozco el nombre de los cuatro caballos blancos que tiran de su cuádriga.
Me ha gustado miuchísimo el enfoque que le has dado a esta entrada, … ¡gafapastas!.
Totalmente de acuerdo con el artículo. Siempre pasa lo mismo, parece como si uno encima deba avergonzarse por preferir cine de calidad antes que el cine actual repleto de supuesta perfección tecnológica (no técnica como he leído más de una vez, porque eso conllevaría saber usar esa tecnología de manera provechosa) pero que no es más que un vacío constante de talento. Es tremendamente contradictorio que cuanto más avanza la tecnología menos talento desprende, y es que siempre ha sido así, la falta de medios fomenta la inventiva y con eso siempre sale ganando la película. Puede que exista algún caso aislado de equilibrio, pero en general no es así.
Tampoco entenderé porque decir que el cine clásico es mejor se considera una postura reaccionaria, ya que no ganamos ni perdemos nada si es mejor o peor, ojalá fuera peor, y ojalá lo sea algún día.
La escena es estupenda por cierto, y le tengo mucho cariño a Wyler, sobretodo desde «El coleccionista».
Abrazos Alfredo
Muy buen blog. Te propongo un intercambio de enlaces con el mío, hotrel Overlook, que también es de cine. Comentamelo en el blog si te parece bien. Un saludo
Pues nada, nada, Raúl, que se vean esos nombres… El enfoque era inevitable, producto de estériles e inútiles charlas con personas que, sin darse cuenta, han dejado de ser exigentes y se maravillan con el traje de un emperador que siempre ha ido desnudo. En fin.
La escasez espolea el ingenio, amigo Iván, eso los clásicos de la Literatura lo tenían clarísimo, y es una verdad como un templo. Lo que no entiendo es por qué esa misma gente aplica distintas varas de medir al cine, o en general a su ocio, que al resto de su vida, por qué exigen formalidad, calidad, responsabilidad, profesionalidad, resultados, etc. en cualquier ámbito de la vida y no se lo plantean en el cine. Bueno, sí lo sé: por la errónea identificación entre pasatiempo y entretenimiento.
Abrazos.
Gracias Rick. Allá que voy.
Saludos.
Como quien dice, tal y como se hacá en Roma 😉
¿Te puedes creer que nunca he visto Ben-Hur? Y eso que, enn Canal Sur al menos, es un clásico de Semana Santa (sigo intentando adivinar qué tendrá que ver…)
Impresionante escena, te mantiene en tensión desde el principio hasta el final… y me han gustado los «detalles» (aunque seguramente me he dejado alguno detrás): el marcador que va indicando las vueltas que dan las cuádrigas, las puntas de lanza en los ejes de las ruedas, los «camilleros» que van a auxiliar a los caídos, los romanos apostados en las salidas de abajo (¿jueces?)… el momento de la caída entre las patas de los caballos, las cuádrigas volcando y el pueblo deleitándose desde las gradas ponen los pelos de punta. Como han dicho por aquí, no es nada difícil creérselo.
Besos.
Rosa.
Bueno, mujer, por la coincidencia en el momento histórico: Jesucristo (o su aura, porque en ningún momento se le ve de frente) aparece en dos momentos clave: cuando Judá Ben-Hur va en una cuerda de presos y un hombre se acerca a darle agua de un pozo que hay junto a una carpintería (inolvidable momento el del soldado romano que, sin entender cómo o por qué, se queda como congelado en movimiento cuando va a sacudirle de latigazos y Jesús se pone en pie frente a él: no hace falta que digan en ningún momento de qué personaje hablamos), y al final, cuando, a la inversa, Heston se acerca a Jesús en pleno tránsito hacia el Calvario y le devuelve el gesto. Genial.
Otra cosa es «Espartaco», que también la ponen siempre en Semana Santa y no tiene nada que ver con religión (sólo la coincidencia de la crucifixión final, nada más).
Besos
Hola, quería decirte que ya te he enlazado en Hotel Overlook. Un saludo.
Te odio. Alfredo, te odio.
Tengo guardado ese enlace a youtube desde hace tiempo, así que supe que pronto se va a presentar un espectáculo teatral basado en Ben-Hur y pensaba insertarla en la mini sección oportuna.
Puede que aun lo haga, ya que tenemos «parroquianos» distintos, salvo excepciones afotunadas (para mí, sobre todo).
Y como soy un tipejo vil y vengativo, te diré una cosa: he visto Ben-Hur por lo menos tres veces en el cine, en pantalla panorámica, que es donde se disfruta mejor de esta celebérrima escena, inigualable. Y si mañana volvieran a estrenarla, sería la cuarta, mira que te digo.
Eso sí: si me tengo que alinear, soy tan gafapasta como el que más, que conste. ¡Anda que no monté un pollo después de ver la paupérrima imitación en la saga de Luqitas -y no me hagas decir en cual, que hace tiempo me he perdido- porque me decían que era genial, con aquellas animaciones voladoras creadas con ordenador!¡Puajjj!
Saludos sin rencor… 🙂
Creo que la mayoría de las películas actuales se escudan en los efectos especiales bajo un soporte magro de la historia,es decir,el guión,que queda relegado en la planificaciòn detallada de un story board,cada vez más completo icónicamente y menos literario.Te entiendo perfectamente Alfredo,pero creo que no vale la pena discutir por lo evidente.Por otra parte,existe una nueva generación arraigada a los videojuegos,como bien dices,y al cómic,y es todo lo que tienen como referente.
George Lukas y Steven Spielberg fueron los que desencadenaron una nueva forma de realizar y de ver el cine.Se puede estar de acuerdo o no,pero lo que si es cierto,que luego vinieron un aluvión de cineastas que denigraron este concepto y llenaron los bolsillos y llenan,a los empresarios de las nuevas tecnologías.
Spielberg declaró recientemente que no le gustaba leer y que era un forofo de los videojuegos.Es más,hizo presencia (y soporte)a una acaudalada empresa muy importante en el mundo de los videojuegos.Ay,siempre llueve sobre mojado.
Si te he de ser sincero,mi querido amigo,todo esto me la suda,mientras pueda ponerme hacia la medianoche Viridiana,La dolce vita,En un lugar solitario,El buscavidas,Casablanca o La gran evasión,entre otras.Que se queden con sus gráficos informáticos.
Respecto a la escena de Ben-Hur,es todo un espectáculo.
Un fuerte abrazo.
Tomo nota, Rick, Gracias.
Es que soy malvado, Josep, pérfido, malévolo, malo maloso… Es más, siento una envidia tan cochina de tus sucesivos disfrutes en pantalla superhipermegapanorámica de esta piazo pinícula que te obligo amenazándote con la saga entera de «American Pie» a que pongas el post que tenías previsto cuando lo tenías previsto.
No me nombres «La amenaza fantasma» (Tienda de los horrores en su día) que me salen pústulas. Incluso pensé en poner también ese vídeo para que la devaluación fuera aún más evidente, pero, bueno que es uno…
Saludos.
Pues tienes razón, Francisco, no vale la pena. Creo que la diferencia es que Lucas y Spielberg hicieron lo que hicieron pero tenían referentes muy válidos (de hecho recuperaron a Kurosawa), y sus imitadores viven de la tele y el videojuego. No conocía las declaraciones de Spielberg; con eso está todo dicho.
Abrazos.
Por supuesto que ésta escena es prodigiosa e irrepetible con los medios de hoy en día. Esto es CINE de verdad y lo demás (lo contemporáneo) no le llega a la suela del zapato. Lo de «gafapasta» me ha gustado y quien lo diga no creo que haya escuchado nunca a Buddy Holly… En cualquier caso el hecho de despreciar elpasado por ser pasado siempre ha sido un rasgo inconfundible de incultura general. Un gran post, como siempre. Un abrazo de otro «gafapasta» (por cierto, durante muchos años las usé).
Pues yo no, Dana, siempre montura metálica (heavy que es uno). Hay mucho fanático, mucho friki, que disfraza de «culto» una gran ignorancia.
Pues si no recuerdo mal, el nombre de los caballos en orden de izquierda a derecha, según la visión del auriga, era el siguiente; Antares, (el más viejo y fuerte) Aldebarán, (el más joven y brioso) Altair y Rigel (obedientes e infatigables.
Totalmente de acuerdo con todo lo que dices.Además lo dices sin acritud,respetando a los que no opinan igual que tu,y dando una lección de conocimientos que ni te cuento.Para los profanos en cine-véase mi caso-es una gozada leer a alguien como tu ,que das en cada post una lección casi casi magistral.
No he dicho magistral solo ,sin poner el casi,para que no me llames exagerada.Esta película forma parte de mi vida en relación con el celuloide.Y esta escena en especial,como tu dices,hoy en día volvería a conseguir lo que en su día.Nombras la escena del indio que cae en la película La diligencia.Esa escena es de un efecto absolutamente real,y de un maestro de los efectos especiales.
Nombras Matrix …..Yo como no soy tan educada como tu,te diré que para mi eso es bazofia del cine………
Esta escena es genial. Pero para mi la película entera no tiene desperdicio.
Saludicos.
Eso no es una amenaza: es una crueldad intolerable, injusta, desproporcionada y, por el bien de los contertulios y su buena salud mental -así como de la mía- deberé ceder.
Yo pensaba que era un poco raro (frikkie, dicen, ahora) hasta que he leído a Raúl.
¡Chapeau!
😉
Joer, Raúl, te ha quedado casi casi friki total…
Bueno, Carmen, aún así tu comentario me parece exagerado igualmente… En el cine hay sitio para todo; lo que no es decente, ni digno, es que por desconocimiento o por desinterés, mucha gente se enclaustra en sus aficiones personales, menospreciando, descartando o ninguneando el resto de productos. Ten en cuenta una cosa: para hablar así del cine «de muñequitos», no me queda más remedio que verlo todo, o casi todo. Y lo veo, por eso opino.
Saludos.
Cede, cede, Josep, que si no ya te digo que atacaré con «Supersalidos» y la filmografía completa de la Paris Hilton ésa…
Raúl se ha salido, sí. No sabía yo de su interés por el caballo; no sé hasta dónde llegará…
Esa escena es brutal sí. La peli en general me parece cojonuda; su sabor añejo además ahora le da un empaque especial. Pero también creo que es una película algo irregular (en cuanto que decae en algunos momentos..).
En cuanto las efectos y esa colonización del cine por parte de los videojuegos… es que era la evolución inevitable. El cine ha pasado por distintas etapas; si ahora se hicieran las mismas películas que en los cincuenta, primero, no tendría sentido, y segundo, ya no tendrían gracia y además hubiesemos pillado manía a las de los cincuenta.
De todos modos, creo que en la obcecación por los efectos especiales en películas vacías, ya se ha pasado por la peor época. Creo que ya hay películas que no basan todas su trama en los efectos, sino que los incorporan a un guión sólido.
Posiblemente los costes de hoy dia sean mayores a los de aquella epoca, teniendo en cuenta el valor del dinero de ayer y hoy. Yo apuesto por hacer el cine de ayer, pues se lleva uno la decepcion cuando ve que no hay multitudes, todo es 50 personas y el resto tecnologia.Hay que ir con los tiempos, queramos o no.
La cuestión, Ángel, es que lo que pueda significar ese «ir con los tiempos». ¿Supone eso que debemos acoplarnos a una tecnología que es más rápida pero de peor calidad? ¿Supone eso que debemos sucumbir a la inmediatez y abandonar el reposo y la reflexión? ¿»Ir con los tiempos» significa preocuparnos de la superficie, del envoltorio, y dejar de lado lo que debe haber dentro? Prefiero no ir con los tiempos, la vedad. La cuestiòn, en todo caso, para mí, no depende del ayer ni del hoy, sino de enfocar el cine con respeto, al propio cine y al espectador. El público han de ser personas con cerebro (lo cual ya no siempre está claro), y no meros consumidores de películas. Saludos
Cierto, Jordim, en especial empieza decaer justo tras este momento. Por otro lado, y ahí sí que discrepo, hablas de la caída en el videojuego como «evolución inevitable»: evolución significa ir hacia adelante, mejorar. Quizá sea una evolución en la forma (muy discutible, eso sí, como demuestra esta escena), pero no en el fondo, donde estamos en clara regresión, tanto de contenido intelectual como narrativo. Tampoco comparto tu reflexión sobre cómo aceptaría el público el cine «de los cincuenta». Se trata de que aprenda a ver cine, buen cine, independientemente de su estilo y época.
Tampoco comparto tu optimismo final, no en términos absolutos: sí es cierto que se nota un cambio, pero, por desgracia, es minoría. Muy minoritaria.
Me refería a una evcolución estética inevitable, dado que los medios para hacer cine aumentan. Y sí, yo diría que en cuanto a la onsesion por los efectos especiales, la peor epoca ya ha pasado, o está comenzando a pasara; más que nada porque la gente ya no se queda atontada con eso, como cuando se estrenó en tiempos Terminator 2, o incluso no hace tanto con matrix. Creo que poco a poco se irá desinflando cada vez más lo del espectáculo por el especatulo, y que además este fenómeno en sí mimso, junto a la tecnología abrirá nuevas posibilidades creativas para el cine; de hecho en algunas muy buenas películas ya se ha puesto la tecnología al servicio del guión, y muy bien.
Y no quería decir que la gente no sepa apreciar el cine de los cincuenta (que bueno, muchos se negarían incluso a ver una peli en blanco y negro…); no hablaba de eso. Quería decir que el cine de los cincuenta es maravilloso, pero colocado en su época, con su cadencia y su ritmo, con sus actores etc. Y ver esas películas hoy en día es una gozada, pero intentar seguir haciéndolas sería un error. El medio ha cambiado mucho, y es normal explorar nuevas posibilidades. Además con tantos años de cine ahora hay nuevos etsilos influenciados por viejos autores. Todo ha cambiado, y en parte es bueno que sea así.
Bueno, aumenta la tecnología, que no la técnica, como decía alguien por ahí arriba. Luego lo de la evolución no está tan claro, aunque entiendo lo que quieres decir.
Espero que tengas razón y que todo eso pase. En lo demás, suscribo lo que dices.
Para que veas hasta qué punto adoro esta peli, te contaré que, cuando era profesora de lengua vasca, se la ponía a los alumnos de bachillerato en una versión con una traducción estupenda y muy poética que hicieron en ETB. Y lo más sorprendente: les gustaba.
Pagaría por ver esa versión, Noe, no lo dudes.
Tampoco esta vez pudo ser verla del todo y eso que la ponían sin cortes…ya sé, ya sé que existen los DVD. Me quedeé tras la batalla de las galeras…Además, si sirve de atenuante, por la tarde volví a verme Espartaco, también sin cortes y sin pestañear, ni adormilarme ni nada.
Qué no sé si ya lo habéis comentado por ahí pero que aún no me había percatado de la escena de contenido homosexual entre Craso y Antonino, la de los caracoles y las ostras y me parece normal que lo censuraran en la España franquista pero me parece curioso que en esa misma España no se censurara el diálogo entre Craso y Graco, con aquéllo de «prefiero una República corrupta que permita la libertad a sus gentes que la dictadura que quieres imponer»…Claro que Craso le viene a responder «lo que yo deseo es el orden…»
Entonces aunque las comparaciones sean odiosas ¿podemos resumir diciendo que Ben-Hur es un espectáculo excepcional (a pesar de los irritantes plumeros de carnaval de los cascos romanos y sus decorados de cartón) y Espartaco es más psicológica y didáctica (me refiero al enfrentamiento político entre los republicanos y los futuros dictadores…)y también más realista aunque fallida en la emoción bélica del combate?
¿Y nunca te has preguntado qué coño tiene que ver «Espartaco» con la Semana Santa si entre Jesús y él hay setenta y pico años de diferencia y ni siquiera las historias tienen nada que ver?
La censura siempre fue bastante torpe, más preocupada de los dobles sentidos sexuales que de leer entre líneas; con unos censores inteligentes películas como «Bienvenido Mr. Marshall» no hubieran pasado el corte: mientras estaban preocupados por la largura de la falda de Lolita Sevilla, el discurso era una bomba antifranquista y antiyanqui…
Podemos resumirlo así, si quieres, pero en las superproducciones el contenido queda supeditado a la forma y a la inversión. En «Espartaco», como está Kubrick por enmedio, hay más chicha, cierto.
Supongo que ambos son tomados como mesias libertadores entregados al sacrificio por el pueblo ¿no? Espartaco es un buen simbolo para el cristianismo, para el liberalismo y para el socialismo originarios…digo yo ¿no?
Un poco pillado por los pelos el argumento. Digamos que en televisión la gente es un poco cenutria y que en cuanto ven romanos y un crucificado sólo piensan en una cosa. En lo del socialismo aciertas: de hecho hubo una rama comunista, especialmente fuerte en Alemania (Rosa Luxemburgo), llamada espartaquista. Pero no te quepa duda de que la Iglesia se hubiera puesto de parte de Roma. Siempre lo ha hecho con quienes estaban en su lugar.
Pues sabes qué te digo? Que estoy de acuerdo contigo…todo lo que sube al poder esta visto que no piensa más que en joder al projimo.
Es que ya me dirás tú para qué sirve el poder si no es para eso…