DOLWORTH: Nada menos que cien mil dólares por una esposa. Debe de ser toda una mujer.
FARDAN: Será una mujer de esas que convierten a algunos niños en hombres y a algunos hombres en niños.
DOLWORTH: Si es así vale lo que piden.
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EHRENGARD: ¿Y qué hacían unos norteamericanos en una revolución mexicana?
DOLWORTH: Tal vez sólo haya una revolución. Desde siempre. La de los buenos contra los malos. La pregunta es: ¿quiénes son los buenos?
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DOLWORTH: Nada es para siempre, excepto la muerte (…).
JESÚS RAZA: Todos ellos murieron por un ideal.
DOLWORTH: ¿La revolución? Cuando el tiroteo termina los muertos se entierran y los políticos entran en acción. El resultado es siempre igual. Una causa perdida.
JESÚS RAZA: (…) La revolución es como la más bella historia de amor. Al principio, ella es una diosa, una causa pura, pero todos los amores tienen un terrible enemigo.
DOLWORTH: El tiempo.
JESÚS RAZA: Tú la ves tal como es. La revolución no es una diosa sino una mujerzuela; nunca ha sido pura ni virtuosa ni perfecta. Así que huimos y encontramos otro amor, otra causa, pero sólo son asuntos mezquinos. Lujuria pero no amor, pasión pero sin compasión. Y sin un amor, sin una causa, no somos nada. Nos quedamos porque tenemos fe. Nos marchamos porque nos desengañamos. Volvemos porque nos sentimos perdidos. Morimos porque es inevitable.
The professionals. Richard Brooks (1966).
Pocos escenarios más apropiados para filosofear, que un western fronterizo y tardío.
Es curioso la de cosas que se nos pasan por alto cada vez que vemos una peli; estos diálogos escritos por Brooks, por ejemplo.
Sobre todo pasa con algunas películas que hemos visto de pequeños y hemos catalogado como «de aventuras» o «de acción» y que, encasilladas así cuando las vemos de más mayores, vamos descubriendo en ellas pequeños tesoros. Es el caso.
Y puestos a descubrir, menuda Claudia Cardinale por aquel entonces…
Desde luego la frase final de Jesús Raza no tiene desperdicio. Cludia Cardinale…¡buf! reconozco que fue uno de mis amores platónicos desde que la ví en La Pantera rosa de princesa Dala. Por cierto, cambiando de tema, Lee Marvin impone hasta en foto.
Un puñado de ilusiones están a tu disposición.
http://www.miniguias.com/blogueando/blog-medio-compartir-regalar-ilusiones/
Que perlitas! Gracias por rescatarlas.
Pues no, Dana, un poco pillada por los pelos para provenir de un campesino mexicano analfabeto, ¿no te parece? Pero cuela porque los buenos cineastas hacen que eso cuele… más o menos.
Lee Marvin es el tipo duro por excelencia. Cuando mencionan a Bruce Willis me entra la risa floja…
Gracias, Martín, nunca vienen mal unas cuantas ilusiones. Aunque sean monetarias.
Gracias a ti, Eric, por apreciarlas. Hoy en día una película de 1966 es para mucha gente material de arqueología.
DIALOGAZO …Eso quiere decir ,pedazo dialogo.Me quedo con una de las frases.
La revolución es como la más bella historia de amor.Al principio,ella es una diosa,una causa pura,pero todos los amores tienen un terrible enemigo…….
Bueno,y os dejo con Claudia Cardinale.
Saludicos.
Bueno, Carmen, era el mejor momento de la Cardinale; como todas las bellas floreros, no tardó en pasar a otras cosas y a ser un recuerdo.
Saludos.
Me gusta mucho esta sección porque siempre me trae muy buenos recuerdos.
Además, como llego tarde, he disfrutado de los comentarios, aunque me dejan sin nada que decir, pero no me resisto a resaltar tres conceptos:
Lo bien escritos que estaban los guiones antes, que nos permiten relecturas conforme avanzamos en edad.
La perfecta simbiosis de hombre duro en Lee Marvin (me río al leer tu dardo contra el macho-man)
Y lo buenísima que estaba la Cardinale, aunque discrepo un poco respecto a lo de florero, porque tiene en su haber alguna buena actuación: si no, Visconti la hubiera despachado, creo…
Saludos.
Se me olvidaba: con esos tres de la foto…. ¿cómo iba a ser mala una película? 😉
Pues sí, Josep, tiempos aquellos en los que podían coincidir individuos como estos (y alguno más) en un reparto. Aquello era otra cosa.
Tienes razón sobre Cardinale; sólo me refería, torpemente, a ciertos papeles que le salieron en Hollywood por su belleza más que por su buen hacer (como suele pasar allí, incluso hoy todavía más que antes). Pero, ciertamente, tiene algunas películas memorables en las que su belleza, siendo mucha, no es lo más.
Saludos.
Es una de mis películas pendientes. Es una de las que me queda por ver de la filmografía de Burt Lancaster, que me encanta. De la imagen que rescatas me parece muy interesante la figura de Woody Strode que sobre todo gracias al western pudo conseguir buenos papeles…, pero también estaba en Espartaco como uno de los gladiadores-esclavos…
Otro aspecto interesante es el director Richard Brooks que no era especialista en películas del oeste y, sin embargo, es curioso cómo a ciertos directores ajenos al western les llama la atención el género y siempre realizan una incursión en sus carreras (como Fritz Lang y su Encubridora).
Como ves y con los diálogos que apuntas tengo muchos motivos para que Los profesionales desaparezca de la lista de pendientes.
Besos
Hildy
Pues nada, Hildy, hay que verla.
Woody Strode es uno de los pocos casos en que un actor negro ha interpretado a un indio (en «Dos cabalgan juntos»).
De lo que comentas, efectivamente, el western ejerce una extraña atracción entre muchos directores poco habituales (añado Winterbottom a la lista y esa rareza llamada «El perdón») e incluso entre actores que pasaron a dirigir (Kevin Costner o Ed Harris, por ejemplo). Un secreto: siempre he creído que, de dirigir yo alguna vez una película, siempre sería un western.
No te la pierdas; en esencia es una película hoy en día muy sencilla, pero efectiva.
Besos.
Los profesionales es una grandísima película con un elenco de actores insuperabres y ya sabes,mi querido amigo lo que admiro a Richard Brooks y no se admira hoy lo suficiente.Rescatas unas magníficas frases,Alfredo.Una noche perfecta sería el visionado de Los profesionales y Grupo salvaje,es decir,cine en estado puro.
Un fuerte abrazo.
Un grandísimo director, Francisco, con una colección de películas muy estimables en un buen puñado de registros diferentes y siempre con eficiencia. Ahora mismo pienso, por ejemplo en «A sangre fría» o «Dulce pájaro de juventud».
Menuda velada la que propones.
Abrazos.
Maravillosa película y gran escritor y director Richard Brooks. Acusado a menudo de ser demasiado literario en un tiempo en el que abundaban los grandes escritores para cine. Ésos que ahora se echan tanto en falta.
La frase de Jack Palance originalmente éra: «La revolución éra una p… a la que todos nos tirábamos»; naturalmente los productores metieron la zarpa. Sergio Leone se acordó de esta película y de esta frase en el flash-back de «Agachate maldito»,
-cortado en alguna edición en VHS-.