Diálogos de celuloide – ¿Qué ocurrió entre mi padre y tu madre?

¿Tres horas para almorzar?

Sr. Ambruster… Aquí no nos vamos corriendo a la cafetería a comernos un bocadillo con un refresco. Aquí vamos piano, piano. Cocinamos nuestra pasta, luegos le echamos queso, bebemos vino y amamos.

Entonces, ¿qué hacen por las noches?

Volvemos a casa a ver a nuestras esposas.

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Debe de estar cansado, ha hecho un viaje muy largo. Mientras esté aquí quizá quiera tomar un baño de lodo.

No, gracias, ya lo tomé en el tren.

¿En el tren?

Me lo bebí. Lo llaman café espresso.

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¿Baños de lodo?

Famosos en el mundo entero, curan el reumatismo, la artritis, neuritis, flebitis, dolencias urinarias, hiperacidez, impotencia…

¿De veras? Vaya… Quizá me fueran bien para mi…eeh… acidez.

No tema, después de los baños tendrá usted la acidez de un chico de 20 años.

Avanti!. Billy Wilder (1972).

23 comentarios sobre “Diálogos de celuloide – ¿Qué ocurrió entre mi padre y tu madre?

  1. Hasta en sus pelis «menores» (por clasificarlas de alguna manera), este tío, compa Alfredo, era un auténtico genio. A veces, tengo mis dudas acerca del líquido que le debía correr por las venas: ¿no sería, más bien, sosa caústica, en vez de sangre…?

    Un fuerte abrazo y buen día.

  2. Como se dice siempre de Woody Allen, amigo Manuel: ya quisieran muchos haber filmado sus peores películas con la calidad de lo peor de Wilder.
    Yo creo que era un gigante intelectual, sin más.
    Abrazos.

    Mejor de lodo, voluntarios y en un balneario, que esta continua ducha urbanita. Estoy hasta el gorro (literalmente, como se verá pronto) de este invierno de temporales y agua.
    Saludos.

  3. Pues a mí esta comedia, entre romántica y negra, me encanta porque la califico dentro de las películas medicina que te dan un buen rollo cada vez que las ves impresionante. Y eso que es continúa la presencia de la muerte.
    En esta película Jack Lemmon está gigante de hombre estresado, serio, encorsetado y amargado a resultar un tipo atractivo, divertido y hombre enamorado. Y esa transformación se nota en su rostro, en sus movimientos, en su forma de hablar…, eso es hacer evolucionar a un personaje y que yo como espectador me dé cuenta. Y ahí está esa Juliet Mills que también le acompaña, divertida y tierna, con todos sus complejos y verborreas.

    Vamos que esta película tierna es receta ideal para verla de vez en cuando.

    Besos
    Hildy

  4. Pues sí, Hildy, es uno de esos reconstituyentes para el ánimo de los que hablamos por aquí de vez en cuando.
    Voy a decir una cosa que quizá suene exagerada pero no lo es en absoluto: Jack Lemmon es el mejor actor, para mí, de todos los tiempos.
    Besos.

    Y con muy mala leche además, Roberto, como siempre en Wilder.

  5. Estoy de acuerdo con que esta película es un reconstituyente para el ánimo. De hecho, al leer la entrada me han dado ganas de revisarla.
    Por cierto, creo recordar que la película empieza con «Senza Fine» de Gino Paoli, una canción que me encanta.

  6. ¿Poco entendible, Mna? Yo diría que demasiado…

    Pues no recuerdo si es al princpio, Carmen, pero sí sale. Eso sí, la que seguro la usa es Isabel Coixet, que también es una de sus canciones favoritas.

  7. Supongo que con la que está cayendo por el mundo, los baños de lodo se pueden tomar a cielo abierto. Y si no que se lo cuenten a los italianos del sur, que si no me equivoco también aparecen en esta película. Senza fine por Ornella Vanoni es una de las canciones de mi vida. No recordaba que estuviera en la BSO. Cómo se atreve, la Coixet?

  8. Y dígame, señor Armbruster, ¿los calcetines negros son porque está de duelo? Qué detalle,,,,

    No he podido resistirme, querido Alfredo: lo cierto es que en esta «película menor» del amigo Wilder, el guión es de aquellos que, habiéndola visto en el cine y en la tele, y en el dvd, y en el dvd, y en el dvd, y……… uno llega a la conclusión que, desde luego, ya no se escriben guiones así….

    Saludos.

  9. Es una canción maravillosa, Dante. Y hay que reconocer que en «Mi vida sin mí» (creo que es ahí) la canción adorna un momento muy bello del cine de Coixet.
    Abrazos.

    Quizá la mejor dupla de guionistas (aunque el puesto oscile a veces a favor de Charles Brackett) de la comedia de todos los tiempos.
    Abrazos.

    Qué bueno, Josep, fíjate que se me pasó… Quizá es que ya no hay el ingenio para escribirlos, el productor para sostenerlos, ni el público (joven) para apreciarlos. Triste realidad.
    Saludos.

  10. Gran película, y, los diálogos seleccionados son graciosos.

    Aprovecho para decirle que le he visto a Ud. en su corto promocional de su presencia en las «Tardes de blog» del Pequeño Teatro de los libros y le veo muy bien … llena la pantalla, como se suele decir. 😉

  11. Tenía una mala leche especial, AdR. Con las frases de sus películas y con sus comentarios sobre ellas podría hacerse un libro de aforismos desternillante.
    Un abrazo.

    No sé cómo tomarme eso de «llenar la pantalla», Celebes. Pero si se me está quedando tipín… Una gamberrada simpática.

  12. Me gusta tanto esta película que para mí no es un título menor dentro de la filmografía de Billy Wilder. Se inscribe dentro de una moda dentro del cine americano de los 70 que consistía en ír a rodar en lujosos exteriores europeos reales, iniciada seguramente con el film «Dos en la carretera» de Stanley Donen; esta es una de las mejores,si no la mejor, de las que se hicieron siguiendo esta premisa. Con un sensacional Jack Lemmon y con unos guionistas en el zénit de su talento, lo que podía haber sido una vulgar comédia negra, o un vodevil macabro de mal gusto, de ésos con un cadaver travieso que aparece y desaparece se convierte en un prodigio fílmico a caballo entre la sátira costumbrista y la comedia sentimental sobre lo caprichosos que pueden llegar a ser los sentimentos amorosos, que en ningún momento excede ninguno de los límites de la delicada operación.

    A nivel personal te diré que cuando Jack Lemmon va desubriendo como éra su padre en vacaciones, bien por lo que le cuentan, o bien por lo que va viendo: la ropa, o los objetos de su despacho; tengo la sensación de estar viendo al fantasma del padre por ésa habitación del hotel, que és Jack Lemmon de mayor, álgo así como lo que le ocurre en «Rebeca» de Hitchcock a Joan Fontaine.

    1. Es que a la gente que habla de «películas menores» según de quién más le valía cortarse un poco. Si siguiéramos ese grado de racionalización, el cine entero sería menor desde hace más de treinta años.

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