Quien escribe no ha hecho la prueba, pero sin duda, si pudiera hacerse como con los antiguos discos de vinilo y poder proyectar al revés un DVD de Piratas del Caribe y el resto de su vomitiva saga, cuya cuarta parte se va a honrar además con la presencia de Penélope Cruz, siempre dispuesta a revolcarse en el cine-mierda para conseguir cuatro portadas y un titular, seguramente obtendríamos signos, palabras entrecortadas e imágenes diabólicas procedentes del mismísimo Satán. O en su defecto, de cualquier mamarracho de los que han convertido a Hollywood en la mayor fábrica de cine basura del mundo. Y no diremos que la cinta no contiene acción en dosis y formas estimables, efectos visuales muy trabajados y conseguidos e incluso una dirección artística, computadora aparte, que merezca no sólo el aprobado sino incluso nota. Pero la perversa y asquerosa concepción de la cinta, unida la desfachatez con la cual es vendida y promocionada cada vez que una de sus repugnantes secuelas es regurgitada o proyectada en televisión es tal, que se ha ganado a pulso un lugar de honor en el escaparate de la tienda de los horrores.
Y no puede ser de otra forma si atendemos a la ecuación, a la espina dorsal que recorre el proyecto de principio a fin: Disney, una atracción de parque temático, Jerry Bruckheimer y Gore Verbinski. Es decir, cuatro pilares del mayor de los estercoleros del cine concebido como pasatiempo (que no entretenimiento, cosa que productores y público intentan o insisten en confundir). La cosa, andando Disney de por medio, es un compendio de hipocresías y dólares, de falsedades y vergonzosas componendas. La película se vendió -y se vende- como la recuperación con los medios técnicos actuales y la actualización visual que permiten, del antiguo género del cine de piratas que tantos y tan buenos momentos proporcionó a varias generaciones de espectadores que lo usaban a edades tempranas, junto con el western, el peplum o el cine negro como puerta de entrada al planeta del cine. Para ello se partía de un presupuesto millonario, de un ingente esfuerzo de producción y de un largo proceso de escritura y reescritura de guiones que derivaría, junto a la contratación de un estelar reparto de nombres de primera fila, en un apoteósico retorno de las antiguas historias de tesoros escondidos, galeones de decenas de cañones, y duelos a espada en el puente de mando. Es decir, mucho aparato publicitario generando falsas esperanzas para un público que hacía décadas que no oía hablar del género más allá del fracaso de la cinta de Polanski en los años ochenta o esa cosa concebida para el lucimiento de Geena Davis llamada La isla de las cabezas cortadas, producto mediocre pero más digno que esta bazofia caribeño-digitaloide.
Andando en el ajo semejante retahíla de impresentables, el producto no podía resultar de otro modo: una estupidez sonrojante sólo apta para cerebros desconectados. Primero, el productor, Jerry Bruckheimer, célebre inspirador de subproductos cinematográficos únicamente medibles en la cantidad de chapa, pintura y cristales que cuestan, generalmente tenidos por cine de acción, no era el más indicado para hacer nada que pudiera contener algo de inteligencia, buen gusto o sabor a las viejas historias de piratas, sino que propiciaba más bien un cóctail de chistes baratos, escenas de acción coreografiadas y efectos especiales gratuitos. Sus socios, Disney, pusieron la materia prima, esto es, una atracción de feria en la que inspirarse (¡¡¡una atracción de feria!!! No un libro, una obra de teatro, un guión original, una biografía, ni siquiera un tebeo o un puto videojuego de mierda) y la correspondiente, innecesaria e imbécil dosis de fantasía que una buena película de piratas jamás ha contenido (porque le hacía maldita la falta): la recurrente, manida, zafia, hastiante, estúpida y ridícula apelación a lo sobrenatural, a los fantasmas, espectros y demás criaturas del más allá, que hace que todo se desvirtúe y se vaya por el sumidero, y la tan cacareada película de piratas se convierta en una memez para pedorros inmaduros, para mentes sin desarrollar, para primates que se tragan cualquier cosa que les sea envuelta en efectos especiales.
Lo de menos en semejante bodrio, fantasmones aparte, es la historia: En el Caribe del XVIII, el capitán Jack Sparrow (Johnny Depp), en una actuación horrorosa, estimable en lo cómico, detestable en lo inconsistente y patético de su personaje, pierde su barco, La Perla Negra, a manos del Capitán Barbossa (Geoffrey Rush, ¿pero cómo llegó a caer en esto?). Barbossa ataca la ciudad de Port Royal y secuestra a Elizabeth Swann (Keira Knightley, a la que no le vendrían mal un par de cocidos como mujer, y tres o cuatro como actriz), hija del Gobernador británico (Jonathan Pryce), único aporte histórico contextualizador que se emplea en la película, aparte de algún que otro nombre español y ciertas referencias geográficas. Will Turner (Orlando Bloom, un individuo que ha terminado siendo actor por pura casualidad, carente de cualquier virtud interpretativa o expresiva que no provenga de su fotogenia en los pósters de las adolescentes), enamorado de Elizabeth, se une a Jack para rescatarla y recuperar de paso el barco. Pero el prometido de Elizabeth, Norrington (Jack Davenport), en contra de la voluntad de ella, claro está, porque Disney también obliga a convertir cualquier historia en la que pudiera caber algo de seso (o de sexo) en un folletín para idiotas, los persigue en un barco de la Armada. Hasta ahí, podría considerarse una trama demasiado esquemática, tonta y simplona para la tan prestigiada vuelta del cine de piratas.
El problema es que además Barbossa y su tripulación de piratas son, tatatachááááán, ¡¡¡¡víctimas de un conjuro por el que están condenados a vivir eternamente y a transformarse cada noche en esqueletos vivientes!!!!, menos el capitán, que se le queda cara de pulpo a la gallega, más o menos en plan Holandés Errante. Pero claro, el conjuro tiene una forma de romperse: devolver una pieza de oro mexicano que robaron en su día y pagar un pacto de sangre… Y claro, Sparrow y Will se las tienen que ver con unos tíos que ya están muertos: ¿cómo vencerles entonces?
Pues eso, una chochez. Una película de piratas sin violencia, sin sangre, sin palabrotas, incluso casi sin piratas (los muertos vivientes entran en la categoría de zombis, se siente…), en la que cuatro elementos del género, los barquitos, los doblones de a ocho, los sables y los cañones, son mezclados con escenas de acción a la hongkonesa, humor blanco típico de Disney, falta total de ambición por querer contar algo e interpretaciones entre irrelevantes y olvidables, las más de las veces debidas más a bustos parlantes que a algo que pueda llamarse actores (excepto Rush, el único que se mueve con algo parecido a la dignidad en todo este despropósito). Pero lo que es más grave, sin cerebro. Vacía, estúpida, risible, la película funciona por su aparato propagandístico, por su asepsia (de hecho rebaja tanto el nivel, es tan plana, que es válida para cualquier tipo de público, incluso para las ranas), y por el amplio y seductor (para quien no sabe ver cine) catálogo de efectismos con el que se pretende paliar la ausencia de guión, de historia y de inteligencia, y sin que su supuesto ritmo vibrante sirva de excusa: quien escribe no pudo aguantar, por aburrimiento, ni un segundo visionado de la primera parte ni más allá de veinte minutos de sus continuaciones; demasiada imbecilidad exhibida sin pudor.
Diseñado para la taquilla, obtuvo lo que buscaba, el éxito de taquilla. Imposible de considerar de otro modo que no sea como comedia, y ni para eso vale (en eso Sparrow sí sale airoso), mientras Bruckheimer, Disney y Depp hacen caja aprovechándose del analfabetismo cinematográfico de los consumidores (que no espectadores) de blockbusters, el cine de piratas sigue esperando que en el nuevo siglo alguien con capacidad y cerebro diseñe y construya una buena película de piratas que le haga la competencia a Russell Crowe y su capitán Aubrey. Mientras tanto, cuarta entrega, cuarto zurullo, esta vez hispanizado, con el que Disney, Bruckheimer, Verbinski y Depp prometen acogotarnos de nuevo con su sarta de imbecilidades. Otros, más dignos (Rush, Kneightly, incluso Bloom, quién lo diría de un tipo que jamás valdrá para otra cosa que no sea participar en estas memeces) abandonaron el barco cuando su vergüenza se lo dictó. Bien por ellos; más vale tarde que nunca. Mientras, otras pierden las bragas para que bodrios como estos le permitan grabar más publirreportajes de tintes para el pelo…
Acusados: todos
Atenuantes: ninguno
Agravantes: la ostentación consciente, interesada, grandilocuente, casi orgullosa, de la estupidez
Condena: culpables
Sentencia: colocar La Perla Negra en una pocilga del tamaño de veinte piscinas olímpicas y pasar por la quilla a todo el que tenga que ver con esto…
Ja,Ja,Ja.De una tirada y riéndome casi sin parar.No se puede describir mejor esta película.
Yo no he visto mas que un trozo de la primera.No la terminé de ver.
Me encanta la expresión que usas de ,caribeño -digitaloide.
La Isla del Tesoro,eso es una peli de Piratas,y el libro de Stevenson,un lujo.Prefiero a Flint que a Sparrow.Esta que dices ,creo que ,ni en libro se salvaría.Por un momento me he imaginado toda una sala de proyección llena de batracios croando y queriendo entrar en la pantalla para darse un remojón….
Conforme con la condena.A alguien que yo me sé,se le iría todo el tinte y la laca y el rimmel y el maquillaje ……….
Saludicos.
Hombre, la película es floja, pero creo que Johnny Depp está colosal. Recrea a su manera el personaje, dotándolo de una gracia sin igual, y si la película se ha convertido en saga es únicamente gracias a él. Es un actorazo, y en esta peliculilla brilla enormemente (incluso fue nominado al óscar, y tiene mérito viniendo de la película que venía).
Stevenson son palabras mayores, Carmen. El que hizo esto ni lo leyó ni vio las distintas versiones, sobre todo la de Jackie Cooper.
Saludos.
Floja no, Roberto, no seas indulgente: es mala de c… Fíjate en que he salvado a Depp en cuanto a lo cómico, pero, ya sabes, en el país de los ciegos… En lo de las nominaciones no veo mucho el mérito: Disney paga cada año lo suficiente como para comprar unas cuantas.
Querido mío: sólo vi la primera. La segunda me pareció un bodrio todo preparado para sacar un videojuego y la tercera no hizo que me acercara a la sala. Con la cuarta que le vaya bien el estreno, gracias.
La primera he de reconocer que me entretuvo y me atrajo y me divirtió el personaje de Jack Sparrow (ay, mi Johnny). Cada vez que aparecía él era una fiesta. Además soy una nostálgica de las películas de piratas (¿recuerdas El terrible burlón?) y en un momento nombras La isla de las cabezas cortadas que recuerdo con cariño y en su momento la disfruté (a pesar del batacazo taquillero). Así me acerqué con ilusión a esta primera parte de la saga de piratas del caribe y cumplió su cometido de tenerme entrenida un tiempecito… ¡¡¡y ya!!!!
Los efectos especiales posteriores y otras gracias ya no me engancharon. Por Dios, Keira, ¿no sabes que te reirás mucho más con Sparrow que con el bello pero frío y correcto Orlando? Para la cuarta creo que estos personajes ni aparecen.
Besos
Hildy
«El temible burlón» es una delicia absoluta, mi querida Hildy. Jack Sparrow es un buen personaje cómico, pero pega en la película como si apareciera Billy el Niño, lo mismo.
Lo que está por ver es si Sparrow se reiría con ella…
Besos.
Primero que nada, déjame decirte, Alfredo, que pongo mi sable a tu disposición porque mucho me temo que con la casi inabarcable retahíla de puyas que has metido en un texto que no tiene parangón ni siquiera en esta memorable sección, te van a crecer los enemigos como hormigas de la marabunta, porque no dejas títere con cabeza. Y me parece bien.
Aunque hablo de oídas, porque, raro que es uno, ni he visto ni pienso ver ninguna parte de tan lamentable saga: con los trailers vistos en el cine ya he tenido bastante, porque yo, como sabes, pertenezco a la afortunada generación que creció adolescente viendo a Errol Flyn y a Tyrone Power en las sesiones sabatinas de la entonces cinéfila TVE y luego me fui haciendo mayor disfrutando de ciclos de western y cine negro en las noches universitarias.
Siendo además La Isla del Tesoro de Robert Louis Stevenson uno de esos libros a los que acudo para reconfortarme, comprenderás que he huído como alma que persigue el diablo de ese capitancito Sparrow y compañía, bien que lo siento porque Mr. Geoffrey Rush es un actor que me gusta mucho.
Es lamentable que, como muy bien apuntas, las salas se llenen con estos productos de consumidores de cine que no son espectadores, distinción que no se me había ocurrido y que te agradezco, fruto de tu fina ironía y disección, aunque también he de decirte que los granos de sal gruesa que has usado en tu garrote a este subgénero me han provocado carcajadas… 😉
Saludos sabatinos.
Solo he visto la segunda pero te he de reconocer que me lo pasé pipa viéndola con mi hijo.
No tenemos video juego, ni disfraz, ni sábanas ni ná del circo que montaron. Solo vimos la peli y pasamos un buen rato. Sin más.
«Ay mi pescadito deja ya de lloraaar»… es que el otro día estuve viendo «Capitanes intrépidos» y como la cosa va de marineros. En fin, a lo que voy. Tuve que soportar en el cine la tercera parte (entonces compartía mi vida con una chica que creía que debíamos verla…) y casi lloro. Pero mi pesadilla se consolidó cuando aquella mujer compró la primera y segunda parte. Siendo completamente sincero diré que había veces en que Johnny Deep me hacía reír pero nunca he podido contemplar este producto como quien disfruta una película de cine. Se puede ver como una feria y, aún así, resulta ridícula… sobretodo la tercera parte. Me has hecho reír con esta entrada (muchas veces más que Johnny Deep) sobretodo en lo de «cara de pulpo a la gallega». Un abrazo.
Es que son muy tontas estas películas. Será el aspecto Disney con esos secundarios (la pareja de soldados: uno gordo, otro delgado. la pareja de piratas: uno tonto, otro listo) que hemos visto mil veces en sus pelis de dibujos. Y aqquí debo decir que me gustan sus clásicos animados. Y también son aburridas en suma, con la segunda aún me lo pasé bien en el cine pero la tercera se me hizo larguísima…Que tienes razón ¡vaya!
lo que no me ha parecido tan bien es que no te guste la conjunción piratas-fantasmas. Entiendo que aquí, como dices, en un engaño mezclarlos en una pretendida peli de piratas. Sin embargo me encantan los relatos de barcos fantasma como uno cuyo título no recuerdo sobre el holandés errante o como el de Poe. Claro que éstos personajes me parece que no eran piratas.
A mí la primera me gustó (y no es una película tan mala. Es un entretenimiento, no pretende más, y tiene detalles majos).
La segunda me pareció mala-mala, y un bajón enorme respecto a la primera… y la tercera no es que me pareciera mala. Me pareció un horror. Mala, soporífera, aburrida (lo que no debería ser una película de «aventuras» por muchos defectos que tenga).
Es más… Recuerdo que le pregunté a una amiga y me dijo: «Si no se entiende. No hay historia». No me lo podía creer. Pero así era. Pena ver el dineral que se gastaron en semejante bodrio. Y encima los guionistas son dos tíos muy majos que tienen un blog muy interesante y no puedes entender cómo en las dos secuelas se saltan todas las reglas o consejos (acertados, muchas veces) que ellos aplicaban. En fin…
En la primera, te guste más o menos, hay una trama que está bien desarrollada, las otras… a evitar (yo tenía hijos pequeños).
Se agradece, y si además tienes algún trabuco por ahí…
La distinción es clara: hay cine hecho por cineastas y cine hecho y vendido por los mismos técnicos en estudios de mercado que hoy hacen una estadística sobre dentífricos y mañana sobre coches de gran cilindrada. Y como a la gente le gustan los mundos ideales de los anuncios, pues así estamos.
Bueno, todos menos los que, como tú, siguen conservando algo parecido al buen gusto, al menos cuando de piratas se trata.
Saludos.
Pues es una pena, Inma, porque la segunda es todavía mucho peor que la primera. Pero claro, en lo que cuentas entramos en el terreno de la diversión particular o privada, y eso escapa a nuestro objeto.
Besos.
Hay que ver qué cosas termina uno haciendo por amor. O lo que sea.
Un abrazo.
Amigo Carlos, nada tiene que ver el Holandés Errante con una atracción de feria de Disney. Me encanta la leyenda del barco fantasma, heredera directa de Ahasvero, el Judío Errante. Pero convertirla en un circo, pues no. Sobre todo cuando la finalidad no es otra que utilizar el mito para contar una idiotez.
David, no me digas que no es tan mala… Es malísima, ridícula. Observa la distinción que pretendo hacer entre pasatiempo y entretenimiento. Tú la defines como lo segundo, cuando sólo aspira como mucho a ser lo primero. Y tampoco acepto que la trama esté bien desarrollada (¿qué trama? ¿Qué evolución hay en los personajes? ¿Qué proceso interno se da en ellos? Si una trama carece de eso, no hay trama).
No la he visto, pero tampoco me apetece mucho verla. Hay otra que sí me apetece, pero no me atrevo ni a decirlo porque es mu mala y me reniegas.
K,
Marta
Dila, dila, no me dejes con la incógnita…
Besos.
Bueno, yo confieso que he visto en el cine las tres, en compañía de l@s amig@s, claro. Eso sí, la primera la fuimos a ver en calidad de espectadores, y la segunda y la tercera más bien de consumidores: yo al menos no esperaba nada más allá de echarme unas risas con los chistes de Sparrow, comentar la película con los amigos sin tener que preocuparme de que se me escape alguna parte fundamental del guión (no las hay…) y de paso alegrarme un poquillo la vista con el Sr. Depp y sus ojos perfilados, todo sea dicho XD.
La primera la puedo ver como mero espectáculo. Las otras dos, en especial la tercera, me marean… de la cuarta ya voy a pasar, demasiado jartibles.
Con todo, el personaje de Sparrow me cae bien… coincido con Hildy, la Kira (que el apellido no me sale XD) debió dejar al niño bueno de Will y largarse con Sparrow… es más gracioso, más emocionante y si se te gasta el lápiz de ojos puedes pedirle prestado el suyo, todo ventajas.
Besos.
Rosa.
Jo, Rosa, vaya aguante… Muy bueno lo del lápiz de ojos. Una maldad: seguro que le podrías pedir alguna cosa más que a ti te pudiera venir bien…
Besos.
Intenté ver la primera, pero nada… no la terminé… Eso sí, en los trenes de alta velocidad que van de Shanghai a Nanjing, la llevan emitiendo sin piedad un par de años, y no hacen falta cascos… Todos los días Piratas del Caribe en Chino… Te puedes imaginar el cariño que les tengo a esta panda… Genial post. Estoy contigo, y la condena me parece más que justa. ¡¡Se lo merecen!!
Besos
No estoy de acuerdo. No es tan mala ni ridícula (eso caería para las dos siguientes). Pero esto es cuestión de gustos. Tampoco digo que sea una obra maestra, una buena película, o incluso una digna película… Es una película normalita que se deja ver. ¿Tiene que haber evolución de los personajes para que haya trama? Pues no sé… Eso ayuda, desde luego, pero tampoco será tan «esencial».
De todas formas, esa película la vi una vez y no la he vuelto a ver, así que no recuerdo si evolucionaban o no los personajes. No la tengo nada fresca, vamos.
De todas formas, que dices que es mala malísima. Me da igual (ja,ja). Eso te lo acepto sin problemas.
Pero en lo de Capra y Horizontes ya sabes que no cedo ni un ápice(ja,ja). Otro saludo.
Jo, menuda tortura… Tortura china, por supuesto.
Besos
No es cuestión de gustos, David, es cuestión de indulgencia. Si te gustan las pelis sin guión ni personajes, con una historia superficial cuyo único fin es servir de pretexto a encadenar un montón de secuencias gratuitas y banales, entonces vale, para ti no es tan mala ni tan ridícula.
Para que exista algo parecido a trama, a guión, tiene que suceder algo, pero ese algo no puede limitarse a ser una vuelta en una noria, algo que venga de alguna parte y vaya a algún sitio, y cuya finalidad no sea el escaparatismo. Evasión sí, entretenimiento, sí, pero atracciones de feria, no. Es decir, que es mala y ridícula por las mismas razones que «Horizontes lejanos» no lo es. No se puede estar al plato y a las tajadas.
Saludos.
Pues a mi la primera me sorprendió, me gustó y me lo pasé muy bien porque no esperaba que fuera así, pensaba que iba a ser más seria. La segunda bajó mucho porque era más de lo mismo, las mismas gracietas y tontadas, que claro, al final cansan. La última fue insufrible.
Un saludo.
Muy buen articulo …
Gracias, me atrevo a decir que, al menos en este caso, no es peor que la película.
Lo suscribo todo. Piqué en las salas con la primera y ya me pareció un bluff monumental. Así que las demás, ni mentarlas. Qué pena de Johny Depp caricato, echando el resto como actor (???¿¿¿) en un productillo tan tonto.
Pues, Quevedillo, eso nos habría gustado, que fuera más seria (y no me refiero al humor, que en el buen cine no está de más).
Saludos.
Completamente de acuerdo en lo de Depp, Noemí, cuánta razón tienes. Y lo malo es que eso parece contagiar al resto de una carrera que en los noventa prometía mucho más.
Don Alfredo, me ha parecido oirle gritar: Al abordajeeeeee …..!!!
Con parche y todo, amigo Celebes. Incluso con pata de palo y loro al hombro.
A mí me pareció entretenida. No es que sea gran cosa, pero sirve para pasar el rato. Y coincido con el comentario de Roberto Malo: Johnny Depp consigue levantar esta película. Sin él, desde luego, se habría hundido en las aguas del Caribe. Eso sí: vi la siguiente y con esa si que no pude. La tercera ya no la he visto ni pienso hacerlo.
Saludos
Yo discrepo, obviamente. Johnny Depp hace de bufón, no de pirata, y como digo, eso lo salva. Pero personalmente estoy cansado de sus histrionismos. Eso sí, cuando va de serio («Enemigos públicos» es aún peor, sólo sabe poner una cara). Me parece muy buen actor, pero en el cine de hoy, o entras por el aro o trabajas en sandeces. Y el pobre Depp, Burton incluido, escoge las sancedes. Encomiable, sí, pero tiene un alto coste: dejar de ser actor y pasar a ser marioneta.
Me estoy devanando el seso por encontrar un nombre para esos bodrios que un servidor se traga, que son muchos, y todos ellos dignos de pertenecer a esta tienda de los horrores, a la que pertenecerá la nueva entrega, porque como bien usted sabrá mi estimado 39 escalones, hay otra parte en preproducción.
Pues sí, querido Alfie, y más que habrá mientras a Depp no se le caiga la cara de vergüenza. En fin, buscaremos un buen nombre que les haga la justicia que se merecen.
Vivimos en una época en donde todo lo jodemos de la peor manera.Las historias de piratas me encantan.La isla del tesoro,las grandes novelas de Salgari.Y me pregunto ¿Por qué todo esto? Incluso Piratas de Polanski me parece mala muy mala.El gran escritor Michael Crichton dejó una novela póstuma titulada Latitudes de piratas.Todavía no se ha traducido a nuestro idioma,pero tengo unas excelentes recomendaciones.Es una novela en donde recrea historicamente lo que representó el mundo de los piratas.Una cosa mala,Alfredo,Steven Spielberg ya ha comprado los derechos.
Un fuerte abrazo.
Vaya, pues me das un disgusto; no sabía nada de que Spielberg se había hecho con la novela. En fin, ya te puedes imaginar; puede dejar lo del parque temático en una broma. Pero no faltará un aparato publicitario todavía mayor que nos lo meta por los ojos. En fin.
El tema de la piratería en el Atlántico durante el XVII y XVIII es apasionante; también el de otros periodos, como el Mediterráneo berberisco. Merecerían mejor suerte en el cine.
Abrazos.
Capitanes intrépidos… ¡qué chulada y qué instructiva (ya lo siento, pero es la única referencia que he encontrado de esta peli en el blog
Aunque, eso sí, encuentro cierto anacronismo entre la tecnología de los barcos y de la pesca y los avances que supongo debería haber ya en la flota pesquera norteamericana de los años treinta en que se ambienta la peli, al contrario que la novela, que sí se desarrolla al final del XIX… ¡apuesto que allí ya irían dotados de un motor de explosión
Pues no tengo ni idea de pesca ni del desarrollo de las tecnologías pesqueras, exceptuando que si te caes al agua, te mojas.
Claro, siendo del Ebro medio, es normal. Jajaja
En otros sitios que no son el Ebro, también te mojas.
Pero puedes pescar algo más fino que los bichos ésos tan horribles y un resfriado…