La desaparición de la frontera, la imposibilidad de la revolución, último acto del viejo oeste, canto del cisne del western (con permiso de Clint Eastwood), callejón sin salida para sus héroes, espalda contra la pared, sin más camino que una muerte a tiro limpio, una lucha desesperada, sin huida posible, tan aceptada y conscientemente buscada como ineludible.
Grupo salvaje (The wild bunch), de Sam Peckinpah (1969). En recuerdo de una charla con buenos amigos en la noche zaragozana del pasado 21 de mayo.
Es un acto de honor guerrero no dejar abandonado a un colega a su suerte: un final mítico donde los haya, una balacera irrepetible aunque imitada, una auténtica sensación en su época, lo nunca visto.
Recuerdo que me chocó muchísimo el uso de pistolas: pocos años más tarde, en un reestreno veraniego, capté mejor la esencia del dato.
Es curioso que siempre se invoca Grupo Salvaje como muestra de baldón de cierre del western, cuando todavía en la década siguiente (de hecho yo la vi estrenarse en 1970) se estrenaron muchísimos western, por lo menos en comparación con lo que ocurrió a partir del 80.
Yo creí y sigo creyendo que esa fama se debe a las pistolas… 😉
Saludos.
Y recortadas, que también las hay…
Yo creo que recurrir a «Grupo salvaje» como cierre del western (como ocurre con «Dos hombres y un destino», pero también con «El hombre que mató a Liberty Valance», de varios años antes) es que lo que muere en realidad es una forma de entender el western y, en general, el cine. Hubo, por suerte, más westerns, pero el oeste de John Ford había muerto con Leone primero y Peckinpah después: ahora el oeste era de Leone, Siegel, Peckinpah, y después Eastwood, que tiene su propio baldón de cierre del western (y aunque se han hecho algunos después, parece que éste sí más en serio) con «Sin perdón».
Saludos.
Gran película, gran escena. Salvaje y poético a un mismo tiempo. La belleza de la destrucción.
Es un prodigio de película Alfredo y es una lástima que no se pueda apreciar en su formato original,es decir,en la gran pantalla.Peckinpah en estado de gloria.Creo que su última gran película fue La cruz de hierro.
Un fuerte abrazo.
Esto es una autoinmolación y lo demás son cuentos.
Además es un filme con mucha más enjundia de lo que se espera en un western.
Pues sí, Francisco, es una escena para ver (y oír) en grandes dosis. La violencia como metáfora para un mensaje demoledor; qué poco sucede eso ahora.
Abrazos.
A mí se me pone el vello de punta (y no es metafórico) cada vez que la veo.
Qué manera más estoica y resignada de enfrentarse al final. Pues a pesar de la cara de sorpresa de Borgnine (más que de sorpresa, de asco ante el degollamiento) todos saben a lo que han ido.
Creo que es la única película que conozco en la que acepto, perdono y disfruto con la cámara lenta.
Yo creo que la clave está en aceptar que, dado que el único final posible para ellos es ése, da igual retrasarlo y es mejor quitárselo de enmedio cuanto antes.
En cuanto a la cámara lenta, hay algunos casos excepcionales en los que no queda nada mal, que, al contrario, suponen un plus. Ahí está «In the mood for love», de Wong Kar-Wai, por ejemplo.
Y seguimos buscándola Alfredo y seguimos teniéndola pendiente. Me ha gustado eso de «con permiso de Clint Eastwood»… se lo merece. A ver si encontramos la frontera de una vez jejeje. Un abrazo.
Desde fechas parecidas, busco la película, la encontraré… gracias por la recomendación. Suelo escribir poco pero, leo mucho. Un saludo
Pues hay que encontrarla, Marcos. Me temo que la frontera, en efecto, desapareció, pero por el lado equivocado…
Un abrazo.
Cuidadín con la violencia, hay chicas a las que Peckinpah tira para atrás (la gran mayoría) por eso, por las escenas de violencia. Es una violencia que encaja en la trama, que tiene «sentido» (si la violencia alguna vez lo tiene), pero quizá no apta para todas las sensibilidades.
Saludos.
Casi que después de leer… no voy a ver el enlace y me voy directa a por ella… Espero que no sea muy difícil conseguirla(sonrisa).
Besos
no se por qué razón pero nunca vi esta peli, tampoco puedo ver ahora la escena, pero SP es un grande y supongo que tendré que hacer un viaje, corto, hasta el videoclub de mi manzana.
un abrazo, forajido.
La vi en el cine cuando la estrenaron.
Me impresionó mucho esta escena.Era la primera vez que veía algo tan fuerte.Tenía 17 años.El sonido era atronador.
¿La has visto en pantalla grande?.
Saludicos.
Cuidado, repito, con la violencia…
Besos
Pues sí, Dante, supongo que sí. Imprescindible de verdad.
Abrazos, forastero.
Pues no, Carmen, ya me gustaría. Aunque no voy mal de pantalla…
Saludos.
Cuidado he tenido al ver la escena, no he visto la película, pero si ya solo la escena me pone los pelillos de punta …, no se que haría la peli entera, no soy especialmente de western, aunque si me encantó «Sin perdón», que reseñas por allá arriba.
Me ha encantado la frase: La violencia como metáfora para un mensaje demoledor: Qué poco sucede eso ahora.
Intento alquilarla una de estas tardes de futbol y lluvia.
Abrazos.
En realidad, Gema, sólo tiene dos momentos de exaltación violenta, el principio y el final. En ambos casos la violencia sirve a un propósito narrativo, a la traslación de un mensaje. En la opertura de la película, habla de la inexistencia de salidas; al final, del único final posible para Pike y compañía.
Un abrazo.
A mí esta película me dejó mal cuerpo cuando la vi. No dudo de su calidad y, efectivamente, el final es la única salida posible para el grupo, pero para mi gusto, al cine de Peckinpah le sobra violencia. Te deja con una angustia en el alma que no veas.
Saludos
Lo que pasa es que en el cine de Peckinpah la violencia va ligada al cineasta: es una válvula de escape, una forma de expresión de frustraciones y conflictos propios. Sin violencia, Peckinpah, sencillamente, no se hubiera dedicado al cine. Por eso su cine es lo que es, para bien y para mal.
Saludos.
Uno de los mejores, si no el mejor final en la historia del Cine. Además la historia de la escena en la que se dirgen andando a ver a Mapache es curiosa, no aparecía en el guión original; fue una idea de Warren Oates que improvisaran esa caminata mientras les iban grabando, Peckinpah aceptó a regañadientes (así era él) y se grabó en una sola toma, tal y como aparece. Leí que Warren Oates se refería a ese momento como que mientras iban andando todos eran conscientes que estaban haciendo algo que pasaría a formar parte de la historia del Cine
He tenido la suerte de verla en pantalla de cine en la filmoteca de mi ciudad. Aunque algún espabilado, para no retrasar la película que venía después, se cargó media hora del metraje. Aún así, impresiona verla en cine, aún cortada
Recortar metrajes por prisas es un acto que debía penarse como crimen artístico con varios años de cárcel.
No estoy yo tan seguro de que fueran conscientes de que estaban haciendo algo grande. El montaje manda, y ahí, ni paseos ni nada.
Hay que creerse a Warren Oates, que además así queda más impresionante aún
Pues tienes razón, Antoine, el cine sin sueños y sin épica no sería lo mismo. ¡Que viva Warren!
…traigo
sangre
de
la
tarde
herida
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazón
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro…
desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ
TE SIGO TU BLOG
CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía…
AFECTUOSAMENTE
ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE BLADE RUUNER ,CHOCOLATE, EL NAZARENO- LOVE STORY,- Y- CABALLO, .
José
ramón…
Pues muchas gracias, José Ramón.
De toda la escena, lo que siempre recordaré es la risilla nerviosa que se le escapa a Ernest Borgnine justo después de matar al general Mapache; en un instante te muestra el nerviosismo, la tensión del personaje y su incredulidad porque parece, por unos segundos, que aún se van a salir con la suya una vez más.
P.D: Qué grandes actores escogía Peckimpah para sus películas… ¡Qué ojo tenía el condenado!
O la caída en la locura de la violencia, qué también…
Efectivamente, Peckinpah sabía elegir bien. También había rostros con más personalidad que hoy, todo hay que decirlo.