Cine en fotos – Terry O’Neill


Paul Newman y Lee Marvin caracterizados como Jim y Leonard, respectivamente, en Los indeseables (Pocket Money, Stuart Rosenberg, 1972).

TEXTO DE CAROLINE BRIGGS. BBC WORLD.
En los revueltos años 60, O’Neill marcó un hito en el arte de fotografiar a los famosos. Para él posaron iconos de la época como los Beatles, Paul Newman, Brigitte Bardot y los Rolling Stones. Pero para él, el éxito de su carrera se debe a un factor ajeno a las lentes: la suerte.

En Estados Unidos, O’Neill se encontró con Ava Gardner y Frank Sinatra, a quienes dedicó sus negativos. «Echando la vista atrás me doy cuenta de la vida tan increíble que he tenido», dijo a la BBC desde su soleado estudio de Londres, mientras -como buen cazador cazado- se disponía a posar para una sesión fotográfica. «Cuando pienso que he conocido y pasado tiempo con toda esa gente… simplemente lo doy por hecho». Y eso que nunca había pensado en ser fotógrafo profesional. «Era percusionista de jazz y quería ir a América, así que salí del ejército y me uní al departamento fotográfico de British Airways. Sólo lo hacía para pasar el tiempo».

Un día, en un aeropuerto, vio a un hombre vestido con un traje a rayas, dormido entre un grupo de africanos ataviados con ropas tribales. Lo que a O’Neill le pareció sólo una foto divertida resultó ser un retrato de Rab Butler, secretario de Asuntos Exteriores británico. Un periódico le compró la imagen y O’Neill dio, sin quererlo, un giro de 180 grados a su carrera. Pronto se convirtió en una figura de culto -«el niño con una cámara de 35 mm» le llamaron- y comenzó a trabajar para el tabloide Daily Sketch. «Me ofrecieron el trabajo y me dije, ‘vamos a intentarlo’, de otro modo me hubiese pasado siete noches a la semana tocando la misma canción. Estaba harto de aquello», confesó.

Tardó tres meses en publicar una fotografía de los Beatles, pero gracias a ella se convirtió en el chico de moda, un cómplice del pop en el mundillo de los periódicos. Recorrió hasta el último bar londinense de moda para retratar a sus famosos. «Luego fui a Hollywood y conocí a Fred Astaire. Cuando salimos a cenar todo el mundo quería hablar de los Stones, Twiggy y Mary Quant. De repente comprendí que se tomaban en serio aquellos nombres». Con estos codiciados británicos como carta de presentación, O’Neill se encontró con Ava Gardner y Frank Sinatra, aunque él era el único entre la manada de fotográfos de Hollywood que seguía usando la 35 mm. «Me miraban como a un loco», dijo. Su foto de Faye Dunaway tomando el sol en un hotel de Beverly Hills el día después de ganar su Oscar, en 1977, se convirtió en un icono. Luego ella se haría su esposa, lo que terminó de apartarle para siempre del parapeto de imparcialidad que le suponía su cámara. De ella se separó, pero de la fama, que según confesó le acabó «aislando», nunca pudo escapar.

Todavía es más feliz cuando otros son los protagonistas. Eso sí, éstos deben ser de alto nivel. Sólo los mejores están en su lista de espera. El resto, dijo, son todos clones. «Brad Pitt y Robert Downey Jr. son más como las estrellas de antaño; cuando trabajaba con Paul Newman, Robert Mitchum, y John Wayne todos eran diferentes. Ahora esta gente tiende a ser igual que el resto». Entre sus últimos negativos se agolpan ídolos como Nelson Mandela o Bruce Springsteen, aunque ya quedan pocas presas que quiera cazar para su colección de caras exquisitas.


Christopher Lee, Vincent Price, John Carradine y Peter Cushing


Audrey Hepburn


Nastassja Kinski y Terence Stamp

20 comentarios sobre “Cine en fotos – Terry O’Neill

  1. A mí la que más me ha gustado…y más miedo me ha dado también, es la de los 4 fantásticos del Terror. (Bueno para ser sincero sólo reconozco a 3 de ellos)

  2. Pues sí, Roberto, el que sabe, sabe…

    Eso, Carlos, es porque al bueno de Carradine todos lo asociamos con personajes en los que era mucho más joven. No hubiera ido mal compararla con otra foto de los mismos tipos en su plenitud (bueno, Lee tampoco estaba tan mayor ahí…).

  3. Geniales las fotografías y genial la suerte de O’Neill y todo lo que pudo captar su objetivo de 35 mm. La de Audrey y la paloma no la conocía y me encanta. Y ese retrato de la Taylor y Burton…, ufff, dice un montón de su historia en común.
    Besos
    Hildy

  4. Y eso que no he puesto las de mi comunión, Carmen…
    Saludos.

    Yo, como soy así, mi querida Hildy, me quedo con los cuatro malos malosos. Ah, y por supuesto, con cualquier cosa en la que sale Lee Marvin.
    Besos.

  5. Es maravillosa la fotografía de Audrey Hepburn. Me da la sensación de que todos los artistas que retrata estan en una actitud de relajación, muy distinta a la que presentaban en escena o en la gran pantalla. Curiosidad en esta fotografía de Sinatra que, dicho sea de paso, me encanta. Está extraída, como se puede ver, de su camerino, un poquito antes de rodar un show televisivo del año 1968. En la mesilla descansa un collar hippy que le regalaría Mia Farrow y que exibió, sin ningún tipo de complejo, ante las cámaras. El matrimonio tenía que salir mal por fuerza…
    Un abrazo.

  6. Es magnífico lo que se puede contar en una sóla instantánea de una persona. Y en todos los casos que ilustran el artículo se cuenta algo. Y es fácil para el observador leer eso que se cuenta.

    Bien elegidas las fotos. Son 8 fotos totalmente diferentes, cada una con su historia, y, en todas ellas, la firma inconfundible de un gran fotógrafo.

    Saludos,

  7. Magnífico post para el recuerdo Alfredo.Incluso la fotografía parece ya desaparecida o entendida en su justa medida.
    Un fuerte abrazo.

  8. Gracias, Francisco. Yo creo que a la fotografía le está ocurriendo como el buen cine (como buenos parientes): están necesitados de tiempo, necesitan pausa, y en el mundo de hoy se está fomentando completamente lo contrario, la velocidad, la superficialidad, el pasar de largo.
    Abrazos.

  9. No conocía a este fotógrafo. Sí da vueltas la vida, sí.
    Y encima se casa con Faye. Otro se casó con Catherine Deneuve. Tenía que haberme hecho fotógrafo.
    Bonitas fotos, por cierto.
    Un saludo.

  10. Había visto ya algunos trabajos del amigo Terry, en alguna revista de fotografía de hace tiempo: vaya, de cuando se hicieron las fotos… 🙂

    Simplicidad, buen ojo en el encuadre y modelos perfectos: así de difícil, Alfredo: ya desde la primera se observa que, retratar a esas gentes que saben interpretar, es un lujo y una suerte: te miran y están emitiendo una sensación.

    Es cierto, naturalmente, el desengaño de Terry con las nuevas estrellas, porque parecen moldeadas con el mismo patrón y no saben emitir nada; pero eso ya lo vemos nosotros en pantalla.

    Lo de tirar con una 35 mm. imagino que se refiere a que en los setenta cualquiera mataba por una Hasselblad (6×6) o una Mamiya (6×4,5), pero lo cierto es que ya Henri Cartier-Bresson demostró que con una buena 35 mm (Leica, claro) ni siquiera hacía falta que fuera réflex para captar el momento de un buen retrato.

    Saludos.

  11. Vaya, veo que entiendes de fotografía, Josep. Yo no llego a tanto, pero sus imágenes transmiten una gran serenidad no exenta de una inquietud última. Era gente, sin duda, que llevaba la cámara en la sangre.
    Saludos.

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