Para Raúl Ariza, escritor elefantiásico, porque sabemos que esta película le llega.
Uno de los muchos aciertos de La flaqueza del bolchevique, dirigida en 2003 por Manuel Martín Cuenca, estupenda adaptación de la novela de Lorenzo Silva, que también colabora en el guión, protagonizada por el omnipresente Luis Tosar y María Valverde, es adornar su banda sonora con tres temazos de Extremoduro: Standby, A fuego y Puta.
Lejos de ser un grupo de greñudos pelanas ruidosos, los extremeños combinan las armonías guitarreras con un lenguaje de una notable contundencia verbal inscrito en las coordenadas de un cáustico lirismo poético que hace que su música no sea el típico ‘ruido’ de rockeros sin duchar, sino que posee una inusitada y profunda sensibilidad que no evita que llamen a las cosas por su nombre. Su vena más artística puede comprobarse en la primera propina, Dulce introducción al caos, pedazo de tema con homenaje a Bach incluido; sus primeros tiempos como grupo outsider con un puntito gamberro quedan demostrados con la segunda propina: Extremaydura.
Menudos temazos. Robe es grande. Menudo poeta. ¡Viva Extremoduro!
Y la película es una rareza estupenda.
¡¡¡Viva!!!
Películas como ésta dan la medida de lo diferente (para bien) que puede ser el cine español a poco que le den algo de cuerda.
No la he visto. Reconozco que nunca he escuchado a Extremoduro pero prefiero de todos el primer tema. Y no, para nada me han parecido ruido. stán muy alejados de esos grupos jevitrones tan ruidosos. Un abrazo.
La peli, por la que ciertamente tengo un cariño especial, es demás una buena película comedida, discreta, hábil para evitar descalabros panfletarios o desvarios sentimentales. Una película que habla de cosas tan normales,que como dijo Silva, resultarían absurdas o cómicas si no nos sirvieran para adivinar el drama que las produce.
Y luego está esa no-Lolita que compone magistralmente la niña María Valverde. ¡Madre mía!
Ya no recuerdo cuándo fue la última vez que alguien me regaló música, Alfredo. Así que gracias.
Sonrío.
Como uno es sensible siempre he dicho que de Extremoduro lo que más me gusta es su música. Algunas de sus letras escandalizarían a mi madre (bueno, a cualquiera de su generación) y a mí mismo me dan la sensación que emborronan la obra de arte…son tan bruscas… porque claro uno lee ó escucha Bitch de los Rolling y aunque es lo mismo, pues parece otra cosa. Suerte de no saber idiomas.
Oye, Marcos, pues te lo recomiendo. Mezcla extaña de gamberrismo y lirismo.
Abrazos
Comparto ese cariño especial tuyo por esta película y por la joven María Valverde. He de confesar que el inicio, con Tosar en un embotellamiento, y sonando los primeros acordes de Extremoduro, me dejó pillado. Comprendí que iba a ver algo distinto, y por suerte, así era.
Yo creo que la riqueza viene del contraste, y también de la sinceridad. Porque, cuando uno está jodido, lejos de lunas cubiertas de nubes negras, de vientos, tormentas, tempestades y lucecitas, a uno le apetece cagarse en todo lo que se menea.
Pero tienes razón, es una suerte no saber idiomas, pero no por la canción de los Rolling precisamente, sino para que sigamos creyendo que la mayoría de la música en inglés que escuchamos no es una completa gilipuertez.
Madredelamor hermoso, ¡El gran Robe y su banda!, me encanta…, la película también me gustó mucho, diferente sin ninguna duda,casi llorando de alegría con este post. Gracias querido escalones.
Abrazos,
Pues hala, Gema, puestos a llorar, que sea de alegría. Extremoduro era una cuenta pendiente en este blog.
Abraozs.
A mí me gustó bastante la novela de Silva y me gusta mucho Extremoduro, así que no me atreví a ver la película, por miedo a que defraudara mis expectativas.
Comprendo la prevención, Noe, pero yo prefiero comparar la película con otras del mismo año antes que con la novela. Visto así, sale ganando por mucho.