El piano, la excelente película de Jane Campion (1993) protagonizada por una espléndida Holly Hunter, Harvey Keitel y Sam Neill, no hubiese podido existir sin la sublime partitura de Michael Nyman. Ejemplo de cómo la música complementa el poder emotivamente evocador del cine con mayúsculas.
Nyman es grandioso. Todas sus bandas sonoras me resultan fascinantes (y la del Piano es de las más populares, pero tiene muchas mejores).
Puede ser un poco monótona la melodía pero tal vez por eso resulte tan hipnotizante. Y acompañada de esas misteriosas escenas en la playa (no he visto la peli y digo lo de misteriosas por lo incongruente del piano en el arenal, aunque recientemente hemos visto otro en Nueva York ) resulta un poco como un sueño ¿no?
Maravillosa.
Efectivamente es ese poder evocador lo que hace especial la banda sonora. Suena ese piano y a tu cabeza regresan un montón de escenas llenas de sensualidad y belleza. Campion tiene el poder de hacer cine-poesía. Que no es fácil. Para mí volvió a conseguirlo en Bright star.
Besos
Hildy
Un músico excelente, Roberto. Lo recuperaremos en más ocasiones, seguro.
Te recomiendo la película, Carlos. Eso sí, su tono es pausado y melancólico (que no monótono), pero vale la pena.
A mí ninguna de sus películas ha vuelto a interesarme tanto, mi querida Hildy. Estos fragmentos, sin embargo, valen un clásico.
Besos.
Todo un regalo para esta mañana dominical, Alfredo. Un abrazo.
Magnífica película, perfecta banda sonora.
La imagen de Holly Hunter vista de atrás, como siempre de negro, hundiéndose, disolviéndose en el fango, se ha quedado para siempre en mi memoria como una de las cumbres dramáticas del cine.
Me has dejado rizada para todo el día. Este tema me duele, me transpira, en fin…
Ayer no te llamé, pero te esperamos en La Campana.
Mañana pasaré a última hora. Ahora preparo un post para esa Rebeca.
Kisses, rey, llama alguna vez,
Marta
Mejor que una misa, Marcos…
Tú sí que sabes, amigo Dante… Una película que rebosa tantas y tantas cosas, y todas tan sensibles, tiernas y tristes…
Abrazos
Te escribo ya mismo, Marta, disculpa.
Ay, que ando más liado que la pata de un romano…
Besos
La mezcla de esta extraordinaria banda sonora y las preciosas imágenes son una sutil poesía.
Hay ganas de verla de nuevo. 🙂
No sé las veces que he visto esta película; mi hermano me la regaló en cuanto salió en video seguro de que iba a estar entre mis favoritas. No se equivocó, no.
Sigo sintiendo algo especial cuando escucho esa música, supongo que es esa emoción que provoca el buen cine y las buenas bandas sonoras.
El cine con mayúsculas, si.
Besos.
¡Ayayayay! ¡Que me vas a dar un palo! Tengo el dvd de esta película prácticamente desde que salió y todavía no la he visto. Si es que ya me da casi vergüenza reconocerlo: y además un poco de miedo, no vaya a ser que luego me defraude.
Mira: la tengo al lado de El Pianista, que tampoco he visto.
Uff: que mal estoy….. 😉
Saludos.
Sin embargo, Alberto, yo creo que es una película a economizar, no conviene abusar de ella, como en general de todas aquellas películas que hacen de la evocación su arma fundamental. Pero sí, es de las visitas anuales a la videoteca, fijo que sí.
Es el tipo de película, Inma, que demuestra lo difícil que es contar buenas historias con contenido, meticulosidad y sensibilidad. Tanto, que a la Campion, y mira que lo ha intentado, incluso repitiéndose, ya no le ha vuelto a salir otra igual.
Besos
Bueno, bueno, Josep, esa vagancia cinéfila ocasional hay que corregirla. Venga ya un programa doble con las dos de pianos lo antes posible. ¿Tienes algo contra los pianos, o qué?
Saludos
Una pieza incontestablemente bella.
Yo creo que es la única peli de Campion que no me aburre. Aquí rozó lo excelente. en cuanto a Nyman, éste si que no defrauda nunca.
Bellísima; incluso en esta misma banda sonora, no obstante, hay otras menos conocidas pero igualmente bellas.
Campion a veces es un poquito espesa, sí, Raúl. Creo que la necesidad para ella de repetir un éxito tan fulminante, de convertir las notas de esta película en sus señas de identidad como cineasta, han jugado en contra. Lo que aquí salió casi de manera natural, espontánea, no puede igualarse cuando se quiere hacer a la fuerza. Creo.
Entre PIANOS y PIANOS creo que disfruté más con EL PIANISTA en el cine. De todos modos, tengo las 2 en DVD y ahora me apetece más revisionar la de Campion. Seré raro, jajaja.
Bueno, no diría yo tanto, Alberto; el cine también es un estado de ánimo, y nosotros también cambiamos, como personas y como público.
Soberbia música y gran película.Recuerdo también el gran tema musical de Carros de fuego,pero la película es un bodrio.
Un fuerte abrazo.
Y que lo digas…
Abrazos.
Creo sinceramente que la música hace casi el 50% de esta película. Lo que me ocurre con ella es que se nos machacó tanto con la pieza principal (hasta en “los 40 criminales” la ponían) que llegué ha cogerle un poquito de asco. Aunque con el paso del tiempo reluce de nuevo.
Abrazos
Bueno, ya sabemos, AdR, cómo son a veces los medios aquí, no tienen sentido del límite en ninguna cuestión, política, deportiva o cultural, y machacan hasta que le hacen a uno reventar la sesera. Cuestiones como la dosificación o el sentido del límite, sencillamente, nos son ajenas.
Abrazos.
Bueno, bueno, compa Alfredo, vaya regalito (que se me había “pasado”, por cierto…). Esta hermosísima música, de una no menos hermosa peli (que, además, tuve ocasión de volver a ver hace muy poquito, en un pase televisivo de mi autonómica; no la veía desde su estreno en salas, hace la pila de años…), la tengo asociada a las vacaciones de verano del año de su estreno (1994, si la memoria no me falla), en el balneario de Panticosa (antes de que lo arreglaran, con todo su apabullante encanto de instalación medio hecha polvo, en ese paraje tan brutal…), donde nos la ponían de música de fondo para desayunar, para comer y para cenar, día sí, día también. Pocas veces habré hecho mejores y más relajadas digestiones que ésas, te lo puedo asegurar…
Un fuerte abrazo y buena mañana.
Anda, en Panticosa, aquí al lado como quien dice… Un lugar muy muy especial, seguro, como la película.
No sabía yo de esos periplos tuyos por Aragón…
Abrazos.