Con Japón en el pensamiento.
– Tengo aquí unos cincuenta mil yenes. Quisiera gastarlos de una sola vez en algo divertido. Me avergüenzo de admitirlo, pero no sé cómo hacerlo.
– ¿Usted quiere que yo le enseñe?
– Sí. Sé que es una petición muy indiscreta. Pero es un dinero que he ahorrado durante años…; quiero decir que ya no me importa tenerlo o…, o…
– Le entiendo; pero, por favor, guarde ese dinero. Esta noche lo invito yo (…). En efecto, es verdad que la desgracia tiene otro lado bueno. La desgracia enseña al hombre la verdad. El cáncer le abrió a usted los ojos hacia la vida. Los hombres son frívolos, ellos se dan cuenta de qué bella es la vida sólo cuando se enfrentan a la muerte. Además, esos hombres son pocos; los peores mueren sin saber lo que es la vida. Es usted un hombre maravilloso, está usted rebelándose contra eso; me ha impresionado su espíritu de rebeldía. Su vida hasta ahora ha sido la de un esclavo. Ahora está intentando convertirse en su amo. Gozar de la vida es el deber del hombre; malgastar la vida concebida es una profanación contra Dios. El hombre debe ser codicioso en vivir. La codicia es considerada como un vicio, pero esa filosofía ya es anticuada: la codicia es virtud; especialmente aquella que sirve para gozar de la vida. Vámonos, vamos a recuperar su vida malgastada. Yo con mucho gusto interpretaré para usted el papel de Mefistófeles, el papel de un buen Mefistófeles que no demanda la recompensa.
Ikiru. Akira Kurosawa (1952).
Hermosa peli, compa Alfredo, tan dura como tierna; un buen acercamiento al modus vivendi (y «pensandi») japonés, tan lejano a nuestros usos y miradas. La ví hace mucho, quizá demasiado, tiempo, y no sería mal momento éste (¿y cuál podría serlo, para el buen cine?) para volver a echársela al coleto.
Un fuerte abrazo y seguimos trasteando.
No sé si demasiado cinematográfico, pero de lo que no cabe duda, es que es un diálogo de lo más vitalista.
Lo que creo más destacable, amigo Manuel, es que siendo muy muy japonés, Kurosawa toca temas que, desde la particularidad de sus matices nacionales, son universales, saltan la barrera cultural y social y resultan cómodos, asequibles y fáciles de identificar para el espectador común, independientemente de su procedencia. Eso no ocurre con otros directores japoneses, menos aún del periodo clásico.
Abrazos
Demasiado literario, más bien, pero a veces es más cosa de las traducciones que del guión en sí. De todos modos, nos viene al pelo con la que está cayendo estos días por allí.
Impresionante elección.
Y dedicatoria que suscribo… Con Japón en el pensamiento.
Para mi vergüenza no he visto nunca Vivir…
El otro día también me grabé a Japón en el pensamiento mientras volvía a ver Hiroshima mon amour…
Besos
Hildy
Ostras! Mi querida Hildy: te va a encantar cuando le pongas los ojos encima. Poquito larga, eso sí.
Besos.
Muy acertada elección, Alfredo. Resulta un diálogo comprensible universalmente pero con ciertos matices particularmente japoneses.
Con Japón en el pensamiento
No todo va a ser «Humor amarillo»…
Otro Ivan Ilich perdido entre la burocracia kafkiana.Gran película.Por cierto;la canción que canta Ikiru la volví a escuchar en El imperio del sol,de Spielberg.
Un abrazo.
Hay que vivir, claro que sí. Gran diálogo.
Cierto, es uno de los guiños de Spielberg a uno de sus directores favoritos.
Abrazos
Y si es con tantos miles de yenes, mejor…
Gran película, magnífico diálogo.
Kurosawa no se crece únicamente en lo épico. Sabe ser excelente en sus momentos más líricos.
Del 52. ¿Te das cuenta? Han pasado casi sesenta años y esos diálogos sirven ahora para recordar a un pueblo que sufre, como cinéfilo homenaje.
¿Qué diálogo del año pasado se podría escoger dentro de sesenta años en semejante situación?
Un abrazo.
¡Vaya inyección de energía postivia!. Es un texto estupendo, Alfredo. Me hace reflexionar. Dice que hay personas que mueren sin saber qué ha sido la vida. Admirable.
No es mi peli favorita del maestro KUROSAWA pero sí ayuda a entender un poco que la vida debe ser aprovechada porque cuando menos lo esperas… se va o puede irse.
Buen resumen Alfredo!!
Qué texto y qué foto tan sugerentes, tan misteriosos. ¿La peli será así, con esa especie de Mefistófeles, enseñando al protagonista lo que se ha perdido hasta ahora?
Por otro lado qué cierto es eso de que la desgracia nos enseña la verdad…La catastrofe de Japón nos enseña hasta donde llega en realidad, la Seguridad, la Confianza, la Vanidad que nuestro mundo rico y tecnológico nos proporcionaba…Pero no voy a ponerme en plan pesado de apocalíptico ecologista ó religioso, porque todos sabemos que este desastre se olvidará en poco tiempo.
No la he visto pero prometo hacerlo.
Japón en el pensamiento,precioso.Nos dan la vida y se nos olvida vivirla.
Saludicos.
CGPC, en Kurosawa, como en Ford, lo lírico y lo épico con casi consustanciales.
Ni del año pasado ni de los últimos dos o tres lustros, me temo, Josep. El cine ha perdido profundidad, pero también humanidad.
Un abrazo
Lo triste es que es una verdad como un templo, Marcos. Y más habitual de lo que creemos.
Amigo Alberto, eso del carpe diem es bien antiguo. La virtud de Akira es sintetizar todos esos valores culturales occidentales con la tradición japonesa y vendérnoslos como si fueran algo nuevo. Un genio.
Uy, Carlos, la película es un análisis profundo, triste y lleno de sensibilidad sobre las relaciones entre la vida y la muerte; esto sólo es un episodio de esas relaciones.
No estoy tan seguro que esto se olvide en poco tiempo; en Japón nunca olvidan. Por otro lado, la dimensión nuclear del asunto hará que, al menos en cuanto al debate energético, todo esto se mantenga candente mucho tiempo. Y así debe ser.
Te encantará, Carmen, fíjate lo que te digo: te lo digo con la misma seguridad que te dije lo del cine indio.
Saludos.
Vi esta película en la Universidad el semestre pasado. Me gustó muchísimo. Un poco dura si no estás acostumbrado al cine de Kurosawa, pero una vez pasado el primer shock… Se me hizo un poco larga la resolución, pero me encantó la historia.
El tiempo del cine asiático de esta clase, en general, María, es diferente, porque no consiste en la acumulación de acontecimientos en el guión, sino de emociones y sugerencias. Cuestión de costumbres; una vez que te haces, te concentras en las historias, y las hay verdaderamente maravillosas. Te animo a ver más cosas de Kurosawa y de otros directores japoneses y del resto de Oriente.
También he visto Kagemusha y me pareció preciosa. Tengo muchas ganas de ver otras más. ¿Alguna sugerencia?
Bueno, María, de Kurosawa, muchísimas, desde Ran a Trono de sangre, de Yojimbo a Los sueños de Akira Kurosawa, de Rashomon a Los siete samuráis… Y muchos otros cineastas japoneses y orientales: Mizoguchi, Ozu, Inagi, Oshima, Yamada, o, ya fuera de Japón, Kim Ki-Duk, Wong Kar-Wai, Zhang Yimou, el propio Ang Lee…