El talento de Mr. Ripley, la voluntariosa pero algo fallona película de Anthony Minghella, posee una ambientación de escenarios y una atmósfera realmente brillantes, aunque algo tópicas, en su recreación de la Italia de finales de los cincuenta. En ello cobra gran importancia la música, tanto la partitura original de Gabriel Yared como las distintas melodías y canciones de autor incorporadas a la banda sonora. Mayor valor incluso tiene la presencia del jazz, que además posee una importante carga narrativa simbólica, dado que en ella recae buena parte del retrato de la personalidad psicopática de Ripley (Matt Damon, para una buena amiga de quien escribe, el eterno comedor de anchoas), quien utiliza a Chet Baker o Dizzie Gillespie, entre otros, para acercarse a Dickie (Jude Law; nótese la proximidad con el significado coloquial de la palabra «dick» en inglés) y, poco a poco, ir mimetizándose con él hasta arrebatarle su personalidad y su vida.
De entre las muchas y excelentes músicas que suenan brevemente en la cinta, destaca, como siempre, My funny Valentine, de Chet Baker. Una joya.
Mira que me gustan las mañanas de domingo con música 39… Gracias!!!
Sí que es una joya… Esta mañana y esta canción. Sonrisa
Besos
Mientras no cante yo…
Besos
… ¡Qué canción más evocadora! Chet Baker tiene una voz que arrastra al recuerdo. Me puse bastante melancólica con un documental que estrenaron hace relativamente poco sobre su personalidad y su música.
A mí la versión del Minghella de El talento de Mr Ripley me gusta. Me tiene ahí atrapada en la pantalla. Y es verdad que tiene sus momentos musicales, recuerdo sobre todo, cuando los protas se ponen a cantar Tu vuò fà l’americano…
Besos
Hildy
A mí me parece una película muy descompensada, muy bien llevada hasta el episodio de la barca; a partir de ahí, se vuelve un tanto lánguida, cansina, reiterativa, sin saber explotar del todo el clima de thriller y las relaciones entre personajes. Luego, al final, retoma un poco el pulso.
Lo que más me llama la atención es la recreación de la Italia de los 50, que alterna los tópicos habituales del país desde el punto de vista de los extranjeros con una recreación más «real».
Besos
Los temas elegidos para la banda sonora son excelentes y la partitura creada a tales efectos por el amigo Yared no desentona lo más mínimo. Magnífica selección.
Por cierto, que este miércoles a las 9 de la mañana empieza una nueva edición del concurso sobre bandas sonoras que monté en el blog el año pasado. Estás cordialmente invitado a pasarte a probar suerte y, por extensión, lo están todos aquellos que por aquí dejan su impronta.
Saludos y espero verte por el ladrillo en un par de días ( o antes, que, como imaginarás tampoco me va a importar. De hecho, sería mejor)
Desde luego, Tarquin, contribuyen decisivamente a situar la película en su contexto temporal e incluso la dotan muy adecuadamente de una atmósfera propicia a la neurosis y la paranoia.
Tomo nota del concurso; me pasaré por curiosidad y por mera hambre de aprendizaje, pero ya te adelanto que no participo en concursos: una de las peores cosas que nos ha traído esta falsa modernidad es la competitividad, y huyo de ella siempre que puedo.
Por cierto, acabo de ver tu último post: me lo apunto porque desconocía todo sobre ello.
Saludos.
Yo le tengo cariño a la película. Y aunque no me atrevería a decir que es redonda del todo (¿no?) tampoco sabría dónde se esconde el pero. En cualquier caso, mi juicio se saldaría con algo más -bastante más- que el calificativo de «voluntariosa».
Y la bso, una auténtica pasada incluso para mí, que tampoco soy tan amante del jazz.
Pues a mí, compa Alfredo, como a Hildy y a Raúl, esta peli de Minghella me parece una propuesta más que potable, con un trío protagónico manejándose a un nivel bastante solvente (de hecho, me cuesta mucho recordar trabajos de más nivel a cargo tanto de Damon como de Law) y una trama bien llevada. Eso sí, hace ya algún tiempo que la ví y ya sería cuestión de ir echándole una nueva miradita, claro…
Un fuerte abrazo y buena semana.
Me encanta esta música.Como dices tú,una joya.
La peli,no tengo el gusto.
Saludicos
Pues a mí me parece que la película pierde pie, Raúl, cuando la acción pasa a situarse en Roma, en la duplicidad de hoteles y personalidades de Ripley, y a partir del momento de la muerte del amigo juerguista (Philip Seymour Hoffman); a partir de ese momento, el ejercicio de orfebrería de guión, el juego de coincidencias, casualidades y salvadoras circunstancias me resulta continuamente traído por los pelos.
Es más que potable, sí, Manuel. Yo recuerdo a un espléndido Law como fotógrafo psicópata en «Camino a la perdición»; de hecho es lo mejor de la película, y lo único que la salva, diría yo, junto a la presencia de Paul Newman. De los otros, en efecto, nada mejor que rescatar. Aunque a mí aquí Damon tampoco me gusta demasiado.
Abrazos.
Pues, Carmen, ocasión has tenido, porque esa seguro seguro que ha pasado por tu casa…
Saludos
Seguro que si.Lo mio es un problema muy grande.Odio la tele a muerte y solo me gusta el cine en pantalla aunque ,esta, sea pequeña.Y a ser posible fuera de casa dónde nadie me pida nada y me haga levantar 30 veces.Lo que te digo,un problema.
Por cierto ,ve preparando bolsas porque tengo una metralla…
Saludicos
Dick en diminutivo… ¡mal asunto! Bueno, se comenta que es la mejor versión que existe de «My funny Valentine» y es que Baker tenía cierta maestría al ejecutar los temas más tristes… y no solo por su lánguida trompeta, también por esa voz entre inocente y hastiada. Volveré mañana para leer todas las entradas que tengo pendiente. Un abrazo.
Bueno, no sé si es la mejor: a mí es la que más me gusta. Quizá es triste, sí, pero también invita a la intimidad, al recogimiento, a mirarse a uno mismo.
Un abrazo.
La película no la he visto, pero la versión de la canción me encanta, sí señor…
Un abrazo.
Bueno, pues supongo que la película va para clásico de los noventa, si no lo es ya. Aunque claro, hablamos de los noventa…
Un abrazo
El Mr.Ripley de la gran Highsmith;uno de los personajes más fascinantes que ha dado el género negro no se acerca ni a una uña del bobo de Matt Damon.
Y,ay,el viejo Chet,ése sí que era un poeta del jazz.
Un abrazo.
«El bobo de Matt Damon»… Je,je,je… No me gusta este actor en prácticamente ningún papel que encarna. Me parece el prototipo del actor que se lleva hoy en Hollywood (Pitt, DiCaprio, etc.): nula expresividad facial, nulo lenguaje gestual, nula capacidad para transmitir a uss personajes bagaje vital alguno con el que alimentar su complejidad y su historia, que se vea en sus gestos y sus arrugas… Nada de nada. Aquí me parece pasable en cuanto a que era más joven que ahora, pero con el tiempo ha ido a peor, y la saga Bourne lo ha convertido en un maniquí más.
El careto de Chet en cualquier fotograma alimentaría cualquier película de todo y para todo.
Un fuerte abrazo.
Yo es que me canso de ver en el cine de hoy todas esas caras aniñadas que tocan casi los cincuenta años,joder.Ahora están de moda ir con la capucha del chándal y venis en la cartelera de la última película de Cruise con la capucha puesta.Y haz el favor de no meterte con DiCaprio,que ahora amenaza de nuevo con Titanic en 3D,para hundirse de nuevo.Haz el favor.
Mira,el otro día volví a ver otra vez La jungla de asfalto,una película que me fascina.Está genial incluso el jorobado que regenta aquel bar tan cutre.Qué rostros,por dios.Te crees todo lo que ves.Todos curtidos por la vida.Matt Damon quedaría fatal incluso fregando los platos de ese bar.
Un abrazo,amigo.
Pues sí, entre el Titanic en 3D y el tío Lucas (George) en las mismas, el panorama es desolador. Tranquilo, les van a hacer la promoción gratis para que un montón de merlúcidos vuelvan a gastarse el dinero en algo que ya han visto.
«La jungla de asfalto» es maravillosa: ahora mismo recuerdo a Louis Calhern y a su gatita, una joven Marilyn tremenda.
Abrazos.