NEFF: Quisiera saber qué hay grabado ahí.
PHYLLIS: Mi nombre.
NEFF: ¿Cuál?
PHYLLIS: Phyllis.
NEFF: Phyllis, ¿eh? Creo que me gusta.
PHYLLIS: Pero no del todo, ¿eh?
NEFF: Suelo pensar las cosas antes de decidirme.
PHYLLIS: Señor Neff, ¿por qué no viene mañana noche a eso de las ocho y media? Estará aquí.
NEFF: ¿Quién?
PHYLLIS: Mi marido. Tiene usted interés en hablar con él, ¿no?
NEFF: Así era, pero… Se me están pasando las ganas, créame.
PHYLLIS: En este estado hay un límite de velocidad: 70 km/h.
NEFF: ¿Y a cuál iba, agente?
PHYLLIS: Yo diría que a 140 km/h.
NEFF: Pues bájese de la moto y póngame una multa.
PHYLLIS: Mejor dejarlo en advertencia por esta vez.
NEFF: ¿Y si no da resultado?
PHYLLIS: Le daré con una regla en los nudillos.
NEFF: ¿Y si me echo a llorar y pongo la cabeza en su hombro?
PHYLLIS: ¿Y por qué no intenta ponerla en el de mi marido?
NEFF: Se acabó…
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NEFF: Pensé de repente que todo acabaría mal. Parece absurdo, Keyes, pero así fue. No oía mis propios pasos. Eran los de un hombre muerto.
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KEYES: Un crimen nunca es perfecto. Se descubre tarde o temprano. Y cuando intervienen dos personas, más bien temprano […]. Y eso no es como subir juntos a un tranvía del que cada uno puede apearse cuando quiera. Tienen que seguir juntos hasta el final. Y es un viaje de ida tan solo, porque el final de la línea es el cementerio.
Double indemnity. Billy Wilder (1944).
Geniales, absolutamente geniales, compa Alfredo, como todo lo que aparece en este pedazo de obra maestra, con mención especial para una Barbara Stanwyck que, cada vez que aparece en pantalla, pone el celuloide a punto de ebullición (si lo pone a la misma temperatura a la que me pone a mí, incluso algo más…). En fin, que es temprano, y hay que currar, vamos a ir reseteando…
Un fuerte abrazo y buen día.
Y eso, a pesar de la peluca que le pusieron a la pobre, que parece aquella que le ponían al pato Donald en los dibujos… Pero está fantástica, es fantástica…
Reseteémonos pues.
Abrazos
¡Brutal! Incluso con peluca y todo.
¿Te refieres a la bárbara Barbara o es una indirecta…?
Esta peli es mi perdición…
… y la de Woody Allen, que la considera la mejor película de todos los tiempos.
Ohhhhhhh, sí. Un orgasmo cinéfilo para los sentidos. Todo el cine negro del mundo solo puede ser entendido si se vuelve una y otra vez a esta obra maestra.
Un abrazo!!
Como la vieja del anuncio de las tarjetas de crédito: ¡subidón! ¡Subidón!
Quizá sea la mejor película de cine negro de siempre, y mira que hay mucho y bueno donde elegir.
Abrazos
Una de las películas más importantes del género negro de todos los tiempos.Director,guionistas,actores y James M.Cain,responsable de la novela.
Dudo que vuelva a ocurrir una unión semejante,amigo.
Un abrazo.
… cuando te encuentras con una buena película de cine negro…
Son muchísimas las sensaciones que te recorren todas las terminaciones nerviosas…
Perdición.
Qué protagonistas…
Qué diálogos…
Qué manera de contarla…
Me viene a la cabeza un último cigarrillo que te enciende un amigo que acaba de escuchar tu confesión.
Me viene una cadena en un tobillo.
Me viene una melena rubia con flequillo.
Unas gafas negras.
Un supermercado.
Las puertas…
Me viene el sudor de un hombre.
Su enamoramiento súbito.
Su lenta caída a los infiernos… más hombre enamorado…
Besos
Hildy
Fíjate,con todo lo que me revienta que cambien el nombre original de las pelis,en esta ocasión,me gusta mucho más «Perdición» que «Doble Identidad»
Pedazo de película.
Saludicos
Me temo que tal conjunción de talentos e intereses es ya imposible, Paco. Tampoco pienso que las futuras generaciones dispongan de las herramientas para saber apreciarlo.
Estamos en decadencia total, amigo.
Abrazos
Yo hablaría más de deseo que de amor, mi querida Hildy. A pesar de la peluca…
La corrupción, los bajos instintos, el destino implacable. Ya no se hacen películas así.
Besos
En realidad, Carmen, es «Doble indemnización», referido a la cláusula de la póliza de seguros que prevé multiplicar por dos el dinero si la muerte se debe a un accidente violento. Pero sí, por una vez, los duendes de los títulos no la pifiaron.
Saludos.
magnífica película con un lapsus (la puerta imposible) que Wilder supo disimular callándose…aunque nunca entendí que la Stanwick del filme pudiera enloquecer amorosamente a alguien…
un gran abrazo
Efectivamente, una pifia muy notable, junto a otra de procedimiento: el propio asesinato en el tren, demasiado endeble, sujeto a azares, para que fuera realmente viable creer en él. Más que pifia, en este caso, es una debilidad de guión, puede que la única.
Por eso, por la Stanwyck, pienso que hay más deseo que amor en esta historia.
Abrazos
Por si no estaba bastante claro, Alfredo, con estas muestras nadie podrá dudar que no tan sólo es que ya no se hacen películas así: es que ya no se escriben películas así. Seguramente habrá una relación causa-efecto, digo yo… ;->
Un abrazo.
Pues la hay, la hay, me temo. Porque quienes escriben películas o quienes las filman no tienen bagaje vital ni cultural alguno. Porque quienes las ven, tampoco. Ahora es un entretenimiento vacío. Antes tampoco es que pretendieran hacer arte, pero tenían una dignidad humana y profesional que les llevaba a dar lo mejor de sí mismos, a vencer y convencer. El cine de los 30-40-50 con el tiempo será considerado como un movimiento artístico equiparable a la mejor pintura, a la mejor arquitectura, de la humanidad. El de hoy ni se recordará.
Un abrazo
Magistral. Esa frase de escuchar en sus propios mpasos, los de un hombre muerto es de las que quedan grabadas para siempre. Y al principio Phyllis, qué inocente parece! Un abrazo
Eso enlaza un poco con la cita que pusimos hace poco de «M» de Fritz Lang.
Phyllis engaña mucho, como buena mujer fatal. Es una guarra de primera categoría.
Abrazos
Ay!!! Es que … el crimen huele a veces como la madreselva.
Sí, bueno, si atendemos a la primera versión del montaje de la película, en realidad el crimen olía a gas en doses letales.