Pues no, El motorista fantasma no es el título de la autobiografía de Nicolas Cage, aunque bien podría serlo; no sabemos en qué grado se considera motero, pero sí que es un fantasmón de la peor especie de entre todos los que han aparecido en la pantalla de cine, o incluso fuera de ella. Sin embargo, en justicia, la última tienda de la temporada tiene que estar dedicada, y por todo lo alto, a quien más momentos de gloria ha dado, y seguirá dando, a esta sección escrita desde la perplejidad y la mala leche. En este caso, para juntar el hambre con las ganas de comer, tenemos a Cage protagonizando una horrorosa adaptación -una más- del mundillo del tebeo norteamericanoide, en concreto de su matriz principal, la Marvel, que tanta bazofia convertida en filme ha copado en las carteleras de medio mundo a golpe de talonario y de vaciado de neuronas.
Johnny Blaze (Nicolás Jaula) hace un pacto con el diablo (Peter Fonda, cuya filmografía transcurre entre moto y moto), así, como quien no quiere la cosa, el día que se entera de que su padre está mortalmente enfermo, para protegerle a él y de paso a su joven y virginal novia, Roxanne (Eva Mendes). Como, a diferencia de los diablos de verdad, los de los Consejos de Administración (o de Ministros), el diablo de los tebeos tiene palabra y cumple los pactos, le exige a Johnny que haga su parte, que consiste, básicamente, en la busca y captura de demonios díscolos, de diablillos corruptos (¿¿¿¿¡¡¡¡!!!!????). Claro que eso lo hace por las noches, porque en «prime-time» el tío es un temerario acróbata de motos que, como tiene bula con Luzbel, no teme hacer las insensateces más bestias a lomos de su burra porque no tiene nada que perder excepto una vida que depende de los deseos del demonio. Vamos, lo que se dice una vida agitada.
La película pronto rompe con la mayor de las expectativas que despierta. El motivo estético del filme, cómo las llamas devoran al personaje cada vez que se cabrea, especialmente su cabezón, y que llevan a desear que en algún momento lo frían vuelta y vuelta, en plan barbacoa, y que se retire del negocio, se ve traicionado al instante, porque los retoques digitales flamígeros, que parecen pintados con rotulador fosforito, resultan tan vacíos y acartonados que no llegan ni a mascletá. Así que, asumiendo que Cage sobrevivirá a la retahíla de mamarrachadas y delirios que componen el guión, vale la pena concentrarse en el cúmulo de paridas que acumulan los ciento cinco minutos de metraje de esta castaña motorizada. La premisa inicial parece ser elevar un monumento a la sandez hecha cine, pero además regodeándose de ello. La abrumadora mayoría de los diálogos, postizos, con una solemnidad de cartón piedra, pronunciados con toda seriedad, rigor y dramatismo pero de una profunda naturaleza de corte absurdo, ridículo, risible, hacen pensar en si Mark Steven Johnson no es un cachondo mental y se ha dedicado a hacer una parodia del cómic, y no una adaptación con pretensiones e ínfulas serias.
Elementos a considerar «favorablemente»: alguna que otra escena de acción, aunque casi todas son una fantasmada de las que no se permiten ni las de James Bond; la presencia de Eva Mendes, perchero que solo puede aportar eso, presencia física, porque como actriz habrá que juzgarla el día que haga algo que se pueda calificar como actuación; algún que otro diálogo con el que carcajearse gracias a su patetismo y su estupidez intrínsecas; por último, la fastuosa ridiculez de algunos de sus momentos, situaciones e imágenes. La caracterización de Peter Fonda no es la menor de ellas, pero es que la permanente cara de asomado de Nicolas Cage, la inexistencia de una trama ordenada y contada con cierta gracia, la escasez de momentos verdaderamente dramáticos o cómicos, y la tontería general que imprime el conjunto, rebozada de una solemnidad de baratillo, convierten al film en una colección de fotogramas, efectos especiales y dibujos de cómic que despierta un asombro -en negativo- difícil de digerir. Cage pocas veces ha estado más odioso (el título lo tiene la película Ojos de serpiente –Snake eyes-, Brian de Palma, 1998), la Mendes, como si no, Fonda, que parece una silueta de cartón piedra de su personaje envejecido de Easy rider, y la atmósfera general, ese mundo de espectáculos ambulantes, las carreteras desérticas, las noches cerradas cruzadas por llamaradas y la persistencia de las hogueras, que casi hacen de la película la noche de San Juan, contribuyen a crear lo que los matemáticos llaman un conjunto vacío.
Una chuminada realmente imposible de tragar, de la que, en la mejor tradición del cine reciente, se ha hecho una secuela, probablemente más estúpida, inútil e intrascendente que ésta, que ya es decir. Con todo lo dicho, el mayor pecado, sin embargo, viene de la traición que la película supone a la idiosincrasia del tebeo, a su espíritu de rebeldía, a su irreverencia, a su voluntad por ofrecer personajes e historias que contravengan los tópicos, que resulten complejos, contradictorios, que buceen en las dudas y contradicciones del ser humano. La película vacía la historia de cualquier connotación racional o cerebral, la despoja de todo valor o ideario y la convierte en un producto de acción y efectos especiales ramplonamente convencional, simplón, facilón, ligero y olvidable. Peor que una adaptación de un tebeo a la pantalla es aquella que no sabe adaptar y que se limita a caricaturizar.
Acusados: todos
Atenuantes: el humor involuntario
Agravantes: el humor involuntario
Sentencia: culpables
Condena: introducción de cerillas de chimenea empapadas en queroseno por el conducto rectal y degustación a punta de pistola de varios kilos de tabasco, chile, guindillas y demás picantes y erosionantes digestivos…
¿Cómo que la última de la temporada?¿ya te largas de vacaciones? jo…..
Esta horrorosa película no la he visto pero siento por ella muchísima curiosidad, porque hace años leí algún tebeo y me pareció una idea interesante, algo así como una adaptación faústica con música de rock duro…
Pero no me atreví a verla en el cine, como tampoco he visto su secuela (¿para qué, si no he visto la primera?) porque me olía la tostada, que además tendrá sabor de gasolina y aceite…
Después de reirme contigo al leerte, me alegro de no haber ido al cine, pero, lo confieso, sigo con una curiosidad, que, como la del gato, me traerá problemas…. o una siestecilla reparadora, si tengo la prudencia de colocármela después de una buena comida… 😉
Un abrazo.
Es increíble: gundillas por un sitio y cerillas ardiendo por el otro… ¡lo que se perdió la inquisición! Pues tú lo has dicho, chuminada. Otra más del asomado. Admiro esa capacidad para flagelarte, viendo estas películas pero lo agradezco porque, de otra manera, no tendríamos esta sección. Un abrazo.
Y encima hay segunda parte…
Se te indigestará, seguro, así que no tientes a la suerte, Josep…
Un abrazo
Marcos, hay películas malas, pésimas, lamentables o, como ésta, lo siguiente.
Abrazos
La mayoría de la cartelera actual va de este palo:subnormales realizando subnormaleces para subnormalizar,aún más,al personal.Resultado:un mundo perfecto de idiotas.Los ricos por una parte y los pobres por la otra.Es que a la gente le fascina Walt Disney y Marvel.Me imagino,sin desprecias estas dos potencias,a Mickey Mouse subido en una moto impartiendo la ley de la Parca,y,a Nicolas Cage, en el papel Mickey en Fantasía,pero en vez de escobas,danzarían todos los superhéroes americanos.
Estoy de resaca.No me hagas mucho caso.El mundo está bien,muy bien.Abrazos.
… no he visto El motorista fantasma ni uno ni dos… ni tres si la hubiera o hubiese… en un futuro.
Pero tengo algo que confesar ¡yo tengo un cariño inmenso al bueno de Nicolas Cage y a sus múltiples peinados! Lo sé, lo sé… es habitante de La tienda de los horrores… su carrera está jalonada y adornada de interpretaciones que van a parar a tan ilustre tienda pero otras tienen un rincón eterno en mi memoria… Su carrera cinematográfica es digna de estudio, entre montañas y valles.
En cuanto Eva Mendes… es de esas actrices que empiezan su carrera tan sólo como bella dama (y es lo único que se destaca de ellas) y van de película en película hasta que hay directores que buscan algo más que esa belleza (y ella también busca algo más en su carrera como actriz)… por ahora tiene tres interpretaciones que vislumbran algo más que belleza: LA NOCHE ES NUESTRA, TENIENTE CORRUPTO (que todavía no la he visto, la versión americana… y de nuevo con Cage) y SÓLO UNA NOCHE. También está presente en una de las películas que más reacciones ha suscitado en Cannes, Holy Motos de Leos Carax.
Besos
Hildy
Mi querido Paco, compartimos angustias y desesperaciones, por lo que veo… Forman parte de lo mismo, no cabe duda. Por otro lado, al menos Cage no interpretó el regreso de «Superman», como estaba previsto en su momento. ¿Te lo imaginas, con esos músculos de plástico, envuelto en el mono azul con el calzón y la capa rojos, y con esos pelos de asomado?
Abrazos
No te falta razón, mi querida Hildy, como siempre: en «Birdy», en «Leaving Las Vegas» o incluso en «Hechizo de Luna», me vale. Pero eso, con el tiempo, no han sido más que excepciones primerizas en una carrera que, en su desarrollo, es simplemente ridícula.
En cuanto a la Mendes, su problema, como el de millones de actrices antes, ha sido dejar atrás el florero; como no lo consiguen, en cuanto dejan de ser físicamente apetitosas, dejan de ser actrices. De las que señalas, «La noche es nuestra es interesante», pero ella hace de florero. Si la quitas o la cambias, no pasa nada. «Teniente corrupto», la de Herzog -las dos versiones son americanas…-, me sorprendió muy gratamente. No por ella, que está como si no, hace de florero-consolador y punto. Tampoco por él, que está en su línea, aunque aquí al menos no chirría (ahora, su peinado es lamentable de veras), es su mejor personaje e interpretación en muchísimo tiempo. Lo sorprendente es cómo Herzog cambia la peli de Ferrara donde tiene que hacerlo para mejorarla, lejos del morbo gratuito y buscando las necesidades de la historia por sí misma.
Besos
… je, je, je tienes toda la razón, se me ha ido la olla con El teniente corrupto… las dos americanas pero una dirigida por un italoamericano y otra por un alemán… Madre mía. A mí la de Ferrara me dejó una sensación amarga (y por supuesto seguir amando a Harvey Keitel)…
… ¿no piensas que la culpa de las mujeres floreros (con mayor o menor profundidad) es cuestión de mentalidad, es decir, de cómo se representan-construyen estos personajes… y no culpa de la actriz que los representa?
Beso
Hildy
Por supuesto, es una cuestiòn socio-económico-cultural prácticamente imposible de superar, y producto de la sociedad patriarcal, y también del consumismo y de lo fácil que es su uso como vehículo de comercialización de una imagen determinada que produce unos buenos réditos económicos.
Los «culpables», por supuesto, somos todos, los que miramos a las mujeres de determinada manera, cuando encajan en lo que se nos dice desde otras instancias que es lo bello, lo moderno, lo deseable. Y, desde luego, de quienes, a través del cine, contribuyen a construir esos falsos modelos de mujer tan irreales como Alien.
Dicho esto, también es verdad que hay actrices que han labrado sus carreras gracias a que esto es y ha sido así, y que son actrices-florero profesionales. Y no es menos cierto que de haber existido otro tipo de intereses, personajes e historias, éstas probablemente hubieran tenido que dedicarse a cualqueir otra cosa que no fuera «actuar».
Besos
La peli, afortunadamente, no la he visto, compa Alfredo, pero ya supe de sus ‘bondades’ gracias a un especial que un podcast de cine que suelo seguir le dedicó hace algunos meses (p0r cierto, coincidiendo de manera bastante exacta con tus salerosas apreciaciones). Lo de Cage supongo que será pasto de tesis doctoral llegado el momento histórico oportuno; porque yo creo que este tío podría haber llegado a ser un actor potable, pero, ya se sabe, la historia se escribe como se escribe, con los renglones de aquella manera…
Un fuerte abrazo y hasta pronto.
P.S. Eva Mendes está buenísima. Afirmo. Que me barrunto que entre disquisiciones variadas y profundas, igual no había quedado muy claro, y sobre eso supongo que hay consenso, ¿no…?
No dudo de que pueda ser así, amigo Manuel -lo de la Mendes, digo-, aunque a mí no me convence. En todo caso, eso no la cualifica como actriz, que es lo único por lo que aquí estamos dispuestos a valorarla. Ahora, fuera de aquí…
Abrazos