Lo que «Lincoln» no dice sobre Lincoln, de Vicenç Navarro

Vaya por delante una cosa: soy muy escéptico con la última película de Steven Spielberg (bueno, como con todas, y generalmente con acierto). Obviamente, todavía no la he visto (ni la veré, al menos en la sala; no es el tipo de producto que prefiero sustentar con mi dinero), pero la publicidad atronante que la presenta, eso de «el presidente que cambió el mundo», ya da ganas de echar la pota (¿realmente cambiaron las cosas para los negros, o para alguien? Sí cambiaron para el Sur, que no pudo ejercitar su derecho de abandonar la Unión tal y como la Constitución de Estados Unidos preveía, y se vio sometido por las armas a un régimen colonial). Tengo tan poca confianza en su rigor histórico y en su objetividad como seguridad en su moralina, propaganda e idealismo barato marca USA (ni Spielberg ni sus guionistas son precisamente intelectuales; poco más se les puede pedir), y también absoluta fe en que la interpretación de Daniel Day Lewis será espléndidamente brillante. Esta visión responde a una teoría personal: Steven Spielberg es un gran cineasta para adolescentes (él mismo es, en esencia, una especie de adolescente conservado en el cuerpo de un yayo), pero ha fracasado, en mayor o menor grado, en todos sus intentos por ganarse la misma reputación como director de películas adultas y maduras. Con Lincoln, personalmente creo que intenta de nuevo obtener esa reputación, apostando a caballo ganador después de décadas sin que el presidente aparezca como protagonista de una película, y mediante la confección de un producto diseñado para arrasar en los Oscar, heredero directo, pero a la baja, de dos grandes: D.W. Griffith, que filmó su película sobre el presidente con Walter Huston, y John Ford, absoluto devoto de la figura del político republicano, que además de rodar una película sobre su juventud con Henry Fonda como protagonista, incluyó abundantes referencias a su persona y a su (presunto) legado en otras muchas de sus películas. Y, honestamente, creo que si Spielberg no ha solucionado su amor por el cine en términos de parque temático, volverá a fallar, al menos en su intención de parecer un cineasta mayor de edad.

En todo caso, reproducimos a continuación, y casi casi a petición del autor, el excelente artículo de Vicenç Navarro visto en el Público.es del pasado 18 de enero.

Lincoln-39

La película Lincoln, producida y dirigida por uno de los directores más conocidos de EEUU, Steven Spielberg, ha reavivado un gran interés por la figura del presidente Lincoln, uno de los presidentes que, como el presidente Franklin D. Roosevelt, ha intervenido siempre en el ideario estadounidense con gran recuerdo popular. Se destaca tal figura política como la garante de la unidad de EEUU, tras derrotar a los confederados que aspiraban a la secesión de los Estados del Sur de aquel Estado federal. Es también una figura que resalta en la historia de EEUU por haber abolido la esclavitud, y haber dado la libertad y la ciudadanía a los descendientes de las poblaciones inmigrantes de origen africano, es decir, a la población negra, que en EEUU se conoce como la población afroamericana.

Lincoln fue también uno de los fundadores del Partido Republicano que en sus orígenes fue directamente opuesto al Partido Republicano actual, que está hoy altamente influenciado por un movimiento –el Tea Party- chauvinista, racista y sumamente reaccionario detrás del cual hay intereses económicos y financieros que quieren eliminar la influencia del gobierno federal en las vidas económicas, sociales y políticas del país. El Partido Republicano fundado por el presidente Lincoln era, por el contrario, un partido federalista, que consideró al gobierno federal como garante de los Derechos Humanos. Y entre ellos, la emancipación de los esclavos, tema central de la película Lincoln, fue al que Lincoln dio mayor hincapié. Terminar con la esclavitud significaba que el esclavo pasaba a ser trabajador, dueño de su propio trabajo.

Ahora bien, Lincoln, incluso antes de ser presidente, consideró otras conquistas sociales como parte también de los Derechos Humanos, y entre ellas, el derecho del mundo del trabajo a controlar, no sólo su trabajo, sino también el producto de su trabajo. El derecho de emancipación de los esclavos transformaba al esclavo en una persona libre asalariada, unida –según él- en lazos fraternales con los otros miembros de la clase trabajadora, independientemente del color de su piel. Sus demandas de que el esclavo dejara de serlo y de que el trabajador –tanto blanco como negro- fuera el dueño, no sólo de su trabajo, sino también del producto de su trabajo, eran igualmente revolucionarias. La emancipación de la esclavitud requería que la persona fuera la dueña de su trabajo. La emancipación de la clase trabajadora significaba que la clase trabajadora fuera la dueña del producto de su trabajo. Y Lincoln demandó los dos tipos de emancipación. El segundo tipo de emancipación, sin embargo, ni siquiera se cita en la película Lincoln. En realidad, la ignora. Y utilizo la expresión “ignora” en lugar de “oculta”, porque es del todo posible que los autores de la película o del libro sobre el que se basa ni siquiera conozcan la historia real de Lincoln. La Guerra Fría en el mundo cultural e incluso académico de EEUU (que continúa existiendo) y el enorme dominio de lo que en allí se llama la Corporate Class (la clase de los propietarios y gestores del gran capital) sobre la vida, no sólo económica, sino también cívica y cultural, explica que la historia formal de EEUU que se enseña en las escuelas y en las universidades sea muy sesgada, purificada de cualquier contaminación ideológica procedente del movimiento obrero, sea socialismo, comunismo o anarquismo. La gran mayoría de estudiantes estadounidenses, incluso de las universidades más prestigiosas y conocidas, no saben que la fiesta del 1º de Mayo, celebrada mundialmente como el Día Internacional del Trabajo, es una fiesta en homenaje a los sindicalistas estadounidenses que murieron en defensa de trabajar ocho horas al día (en lugar de doce), victoria que inició tal reivindicación exitosa en la mayoría de países del mundo. En EEUU, tal día, el 1º de Mayo, además de no ser festivo, es el día de la Ley y el Orden -Law and Order Day- (ver el libro People’s History of the U.S., de Howard Zinn). La historia real de EEUU es muy distinta a la historia formal promovida por las estructuras de poder estadounidenses.

Las ignoradas y/o ocultadas simpatías de Lincoln

Lincoln, ya cuando era miembro de la Cámara Legislativa de su Estado de Illinois, simpatizó claramente con las demandas socialistas del movimiento obrero, no sólo de EEUU, sino también mundial. En realidad, Lincoln, tal como indiqué al principio del artículo, consideraba como un Derecho Humano, el derecho del mundo del trabajo a controlar el producto de su trabajo, postura claramente revolucionaria en aquel periodo (y que continúa siéndolo hoy), y que ni la película ni la cultura dominante en EEUU recuerda o conoce, convenientemente olvidada en los aparatos ideológicos del establishment estadounidense controlados por la Corporate Class. En realidad, Lincoln consideró que la esclavitud era el dominio máximo del capital sobre el mundo del trabajo y su oposición a las estructuras de poder de los Estados sureños se debía precisamente a que percibía estas estructuras como sustentadoras de un régimen económico basado en la explotación absoluta del mundo del trabajo. De ahí que viera la abolición de la esclavitud como la liberación no sólo de la población negra sino de todo el mundo del trabajo, beneficiando también a la clase trabajadora blanca, cuyo racismo él veía que iba en contra de sus propios intereses. Lincoln también indicó que “el mundo del trabajo antecede al capital. El capital es el fruto del trabajo, y no hubiera existido sin el mundo del trabajo, que lo creó. El mundo del trabajo es superior al mundo del capital y merece la mayor consideración (…) En la situación actual el capital tiene todo el poder y hay que revertir este desequilibrio”. Lectores de los escritos de Karl Marx, contemporáneo de Abraham Lincoln, recordarán que algunas de estas frases eran muy semejantes a las utilizadas por tal analista del capitalismo en su análisis de la relación capital/trabajo bajo tal sistema económico.

Le sorprenderá a gran número de lectores saber que los escritos de Karl Marx influenciaron a Abraham Lincoln, tal como documenta en gran detalle John Nichols en su excelente artículo  “Reading Karl Marx with Abraham Lincoln Utopian socialists, German communists and other republicans” publicado en Political Affairs (27/11/12), y del cual extraigo las citas así como la mayoría de datos publicados en este artículo. Los escritos de Karl Marx eran conocidos entre los grupos de intelectuales que estaban profundamente insatisfechos con la situación política y económica de EEUU, como era el caso de Lincoln. Karl Marx escribía regularmente en The New York Tribune, el rotativo intelectual más influente en Estados Unidos en aquel periodo. Su director Horace Greeley se consideraba un socialista y un gran admirador de Karl Marx, al cual invitó a ser columnista de tal diario. En las columnas de su diario incluyó gran número de activistas alemanes que habían huido de las persecuciones ocurridas en la Alemania de aquel tiempo, una Alemania altamente agitada, con un naciente movimiento obrero que cuestionaba el orden económico existente. Algunos de estos inmigrantes alemanes (conocidos en el EEUU de aquel momento como los “Republicanos Rojos”) lucharon más tarde con las tropas federales en la Guerra Civil, dirigidos por el presidente Lincoln.

Greeley y Lincoln eran amigos. En realidad Greeley y su diario apoyaron desde el principio la carrera política de Lincoln, siendo Greeley el que le aconsejó a que se presentara a la presidencia del país. Y toda la evidencia apunta que Lincoln era un ferviente lector del The New York Tribune. En su campaña electoral para la presidencia de EEUU invitó a varios “republicanos rojos” a integrarse en su equipo. En realidad, ya antes, como congresista, representante de la ciudadanía de Springfield en el Estado de Illinois, apoyó frecuentemente los movimientos revolucionarios que estaban ocurriendo en Europa, y muy en especial en Hungría, firmando documentos en apoyo de tales movimientos.

Lincoln, gran amigo del mundo del trabajo estadounidense e internacional.

Su conocimiento de las tradiciones revolucionarias existentes en aquel periodo no era casual sino que era fruto de sus simpatías con el movimiento obrero internacional y sus instituciones. Animó a los trabajadores de EEUU a organizar y establecer sindicatos y continuó haciéndolo cuando fue presidente. Y varios sindicatos le nombraron miembro honorario. En su respuesta a los sindicatos de Nueva York subrayó “vosotros habéis entendido mejor que nadie que la lucha para terminar con la esclavitud es la lucha para liberar al mundo del trabajo, es decir, a liberar a todos los trabajadores. La liberación de los esclavos en el Sur es parte de la misma lucha por la liberación de los trabajadores en el Norte”. Y durante la campaña electoral, el presidente Lincoln promovió la postura en contra de la esclavitud indicando explícitamente que la liberación de los esclavos les permitiría a los trabajadores exigir los salarios que les permitirían vivir decentemente y con dignidad, ayudando con ello a aumentar los salarios de todos los trabajadores, tanto negros como blancos.

Marx, y también Engels, escribieron con entusiasmo sobre la campaña electoral de Lincoln, en un momento en que ambos estaban preparando la Primera Internacional del Movimiento Obrero. En un momento de las sesiones, Marx y Engels propusieron a la Internacional que enviara una carta al presidente Lincoln felicitándolo por su actitud y postura. En su carta, la Primera Internacional felicitaba al pueblo de EEUU y a su presidente por, al terminar con la esclavitud, haber favorecido la liberación de toda la clase trabajadora, no solo estadounidense, sino también la mundial.

El presidente Lincoln respondió, agradeciendo la nota y respondiendo que valoraba el apoyo de los trabajadores del mundo a sus políticas, en un tono cordial, que, por cierto, creó gran alarma entre los establishments económicos, financieros y políticos a ambos lados del Atlántico. Estaba claro, a nivel internacional que, como señaló más tarde el dirigente socialista estadounidense Eugene Victor Debs, en su propia campaña electoral, “Lincoln había sido un revolucionario y que por paradójico que pudiera parecer, el Partido Republicando había tenido en su orígenes una tonalidad roja”.

La revolución democrática que Lincoln inició y que nunca se desarrolló.

Ni que decir tiene que ninguno de estos datos aparece en la película Lincoln, ni son ampliamente conocidos en EEUU. Pero, como bien señalan John Nichols y Robin Blackburn (otro autor que ha escrito extensamente sobre Lincoln y Marx), para entender Lincoln hay que entender el periodo y el contexto en los que él vivió. Lincoln no era un marxista (término sobreutilizado en la literatura historiográfica y que el propio Marx denunció) y no era su intento eliminar el capitalismo, sino corregir el enorme desequilibrio existente en él, entre el capital y el trabajo. Pero, no hay duda de que fue altamente influenciado por Marx y otros pensadores socialistas, con los cuales compartió sus deseos inmediatos, claramente simpatizando con ellos, llevando su postura a altos niveles de radicalismo en su compromiso democrático. Es una tergiversación histórica ignorar tales hechos, como hace la película Lincoln.

No hay duda de que Lincoln fue una personalidad compleja con muchos claroscuros. Pero las simpatías están escritas y bien definidas en sus discursos. Es más, los intensos debates que ocurrían en las izquierdas europeas se reproducían también en los círculos progresistas de EEUU. En realidad, la mayor influencia sobre Lincoln fue la de los socialistas utópicos alemanes, muchos de los cuales se refugiaron en Illinois huyendo de la represión europea.

El comunalismo que caracterizó a tales socialistas influenció la concepción democrática de Lincoln, interpretando democracia como la gobernanza de las instituciones políticas por parte del pueblo, en el cual las clases populares eran la mayoría. Su famoso dicho (que se ha convertido en el espléndido eslogan democrático más conocido en el mundo –Democracy for the people, of the people and by the people- claramente señala la imposibilidad de tener una democracia del pueblo y para el pueblo sin que sea realizada y llevada a cabo por el mismo pueblo. De ahí que viera la liberación de los esclavos y del mundo del trabajo como elementos esenciales de tal democratización. Su concepto de igualdad llevaba inevitablemente un conflicto con el dominio de tales instituciones políticas por el capital. Y la realidad existente hoy en EEUU y que detallo en mi artículo “Lo que no se ha dicho en los medios sobre las elecciones en EEUU” (Público, 13.11.12)es una prueba de ello. Hoy la Corporate Class controla las instituciones políticas de aquel país.

Últimas observaciones y un ruego

Repito que ninguna de estas realidades aparece en la película. Spielberg no es, después de todo, Pontecorvo, y el clima intelectual estadounidense todavía está estancado en la Guerra Fría que le empobrece intelectualmente. “Socialismo” continúa siendo una palabra mal vista en los círculos del establishment cultural de aquel país. Y en la tierra de Lincoln, aquel proyecto democrático que él soñó nunca se realizó debido a la enorme influencia del poder del capital sobre las instituciones democráticas, influencia que ha disminuido enormemente la expresión democrática en aquel país. Y la paradoja hiriente de la historia es que el Partido Republicano se haya convertido en el instrumento político más agresivo hoy existente al servicio del capital.

Por cierto, agradecería que todas las personas que encuentren este artículo interesante lo distribuyan ampliamente, incluyendo en su distribución a los críticos de cine, que en su promoción de la película, seguro que no dirán nada del otro Lincoln desconocido en su propio país (y en muchos otros, incluyendo España). A uno de los fundadores del movimiento revolucionario democrático ni siquiera se le reconoce como tal. Su emancipación de los esclavos es una gran victoria que hay que celebrar. Pero Lincoln fue incluso  más allá. Y de esto ni se habla.

25 comentarios sobre “Lo que «Lincoln» no dice sobre Lincoln, de Vicenç Navarro

  1. Interesante perspectiva, aunque hubiese preferido leer tus impresiones respecto a la película, Alfredo. El viernes vi el trailer en «mi cine», así que supongo que sí la veré, aunque desafortunadamente doblada, porque desde hace meses pienso que le van a dar el oscar de nuevo a Day Lewis por ese caramelo de personaje. Veremos si el guión merece el esfuerzo y si el dire da el callo, aunque como tú, huelo a chamusquina ante tanta publicidad.

    Un abrazo.

  2. Pues es que me temo, Josep, que no la veré en el cine, sino que esperaré a otros medios más económicos, aunque tarden más. No creo que valga la pena tener prisa. A decir verdad, poco a poco he ido abandonando la costumbre de ir a las salas, no por las subidas de precios precisamente, sino porque éstos rara vez se corresponden ya con la calidad de lo que uno ve. No tengo prisa; no me importa esperar meses o un año para ver una película. Hay tanto tanto cine pendiente, que prefiero no someterme a la tiranía del márketing, a la prisa de lo inmediato, al bombardeo mediático. Ver pronto y olvidar deprisa. Nada, paciencia, y ya iremos viendo.
    Abrazos

  3. Reblogged this on cronicas del desierto and commented:
    No me resisto a rebloguear este artículo de Vicenç Navarro publicado por 39 Escalones sobre Lincoln, la película y el personaje histórico. Siento que mi primer reblog a esta enorme bitácora sobre cine sea, precisamente, para una entrada ajena, pero como bien dice, la súplica de Vicenç Navarro era difícil de ignorar y era justo reconocer la fuente de la que proviene.

  4. Vale. Lo siento… No he podido con el artículo. Y he leído el libro de Howard Zinn al que alude Vicenc… y no recuerdo que Zinn se detuviera mucho en los aspectos «socialistas » de Lincoln…Es más, recuerdo que criticaba alguna otra cosa…que si Lincoln se inclinó por la abolición de la esclavitud fue por pragmatismo… que él estaba en contra, pero si para mantener la Unión… tendría que revisarlo…
    De todas formas esto da un poco lo mismo, ¿no?
    ¿Te gusta menos Murieron con las botas puestas porque es más falsa que yo qué sé?
    Hablamos de cine..FICCIÓN… No, de Historia. E incluso la HISTORIA no deja de ser ficción… que aquí cada uno la cuenta según le va… No digo que sea el caso del artículo que aquí has traido, ¿eh?
    Por otra parte… lo de Spielberg como cineasta para adolescentes… a eso se acerca más Tarantino, me parece. «Atrápame si puedes» y sobre todo «Inteligencia Artificial» me parecieron tal vez las películas más «adultas» (hace nada hice una entrada en Safari sobre eso del término «adulto») que pude ver aquel año)…
    Ah! Y «las cosas», empezaron a cambiar… Ya sabemos que no fue ni de un día, ni de un año, y ni siquiera de una década para otra…pero bueno, cambiaron un poco… Y como te digo…ya sé un poco cómo siguieron sin cambiar porque me leí el libro de Zinn (estupendo libro, por cierto).
    Quería haberme leído la entrada que hiciste sobre la peli de Aldrich, y también la de Lean, pero es que de lo de Lean me lo habían pasado un par de días antes por mail, así que ya lo conocía, lo había comentado con los amigos del mundo no virtual y…bueno, da igual. Lo de Robert Mitchum me pareció genial 😉
    Y poco más…que imagino que me vas a rebatir, discutir y todo eso… y no vamos a estar de acuerdo…pero no pasa nada, claro 😉

  5. Pues no, David, no voy a rebatirte nada ni vamos a discutir. Diré sólo dos cosas:
    – quien crea que la Unión provocó al Sur para que empezara la guerra para tener una excusa para abolir la esclavitud por la fuerza, no sé si es un mendrugo o un pazguato
    – tanto «Atrápame si puedes» como «Inteligencia artificial» me parecen de lo más infantiloides. La primera, por su falso tono ligero, su frivolidad gratuita, su falta de hondura en un tema que daba para mucho màs. La segunda, porque donde Kubrick diseñó una obra mayor, Spielberg construyó un videojuego moralmente superficial y lacrimógeno.
    Y una más de propina: ¡viva Robert Mitchum!

    1. Jajaja…Pues menos mal que no me vas a rebatir.
      – Quien crea que detrás de las guerras no hay más que intereses económicos y de poder principalmente sería el pazguato, ¿no?
      – Disiento en tu apreciación sobre estas dos pelis… Y mucho. De Atrápame si puedes hablé en Safari… y de Inteligencia, brevemente también. Pero ni vayas, porque no vas a cambiar de opinión por mucho que te diga.
      ¡Viva Mitchum!, desde luego

      PD: Creo que eres más cascarrabias que Josep (y lo digo en plan cariñoso, conste (JAJA) )

      1. Ser más «lo que sea» que Josep lo recibo como un halago…
        Bueno, dime qué hay en las guerras que no sean intereses económicos. La Unión no quería que el Sur formara otro país. Punto. La esclavitud fue el pretexto. Los yanquis siempre buscan pretextos para sus guerras porque necesitan convencerse de que son respetables, justos, de que son los buenos.
        En cuanto a lo otro, discrepamos, pero no discutimos. Aborrezco a DiCaprio y a Hanks en esa peli. Y en la otra, constantemente me pregunto qué hubiera podido ser de ella si la hubiera hecho un director competente en el tratamiento de profundidades.

  6. -Adoroa DiCaprio y a Hanks en esa peli (aunque al que más adoro es a Walken) y la película la hizo un director competente en el tratamiento de profundidades…otra cosa es que estas se le escaparan a algunos, como aquellas críticas que mencionaban que Spielberg volvía a traer extraterrestres al final de la película. La visión de Kubrick hubiera sido otra… distinta… no creo que más profunda necesariamente.

    1. Uf, estoy empeñado en no discutir, así que no diré nada sobre eso de la competencia de Spielberg. Si hasta la cagó con «La lista de Schindler»… Es posiblemente el director de éxito más superficial (precisamente, por eso mismo) de la historia del cine.

  7. No sé si está bien que nos pongamos a hablar aquí de I.A (o A.I) cuando la entrada es sobre Lincoln, pero bueno… (es que la de Lincoln igual voy a verla el miércoles o el jueves).
    Leí sobre el proceso de producción de I.A, cambios de guión etc… Y en mi blog dije:
    «Como ya sabéis, esta historia era un proyecto de Stanley Kubrick. Así que muchos pensaréis que Kubrick habría acabado cuando el niño se lanza desde el rascacielos al agua. No fue así. Kubrick también tuvo la idea de «revivir» a la madre… pero el niño, al contrario que en ese final tan poético que escribe Steven (el guión es suyo, o firmado por él al menos)… se quedaba mirando en una imagen que se repetía una y otra vez cómo los robots del futuro trataban inútilmente de no «perder» a su madre una vez reanimada. A pesar de eso, Steven dice que el final de la película era palabra por palabra el que había pensado Stanley, que las partes «duras» eran en realidad las suyas y las «blandas» las de Stanley. Pero creo que Steven no fue tan fiel palabra por palabra como ha dicho, a lo que tenía pensado Stanley. No sólo en el final, sino en detalles como que la madre no pedía al niño-robot que le preparara un café al al levantarse, sino un Bloody Mary. Con cambios o sin ellos, la película es magnífica. Otro día hablaré más detenidamente sobre ella. « Pero todavía no he hablado de ella…
    Espero que tú sí te dieras cuenta de que eran robots, y no extraterrestres los que trataban con el niño… Cuando leí varias críticas de cine y la ponían mal y aludían a eso de «y Spielberg se saca unos extraterrestres de la manga que…» me di cuenta de que esos críticos y yo habíamos visto distintas películas. Y eso que en posteriores visionados y cuando vemos la imagen de David, el niño-robot por una puerta de cristal, esta distorsiona su imagen avisándonos del aspecto que los robots tendrán en el futuro…. En fin… De verdad, no considero que ninguna de esas dos películas sea infantiloide. Otra cosa es que no te guste el punto de vista o cómo lo cuenta su director… ¿Qué Atrápame si puedes podía haber sido más dura? Sin duda. Uno de los cambios que hubo en el guión…espera (al final te traigo casi una entrada del blog; jaja…espero que no te moleste)
    ¿Qué cambios se realizaron en esta?
    Pues unos cuantos importantes, que creo que ayudaron a suavizar bastante el film, convirtiéndolo en esa comedia agridulce de persecución en lugar de algo más serio que tal vez le hubiera dado más realismo, pero le hubiera quitado encanto.
    Si recordáis la pelicula, el personaje interpretado por Leonardo Di Caprio, tiene idealizado a su padre (un magnífico Christopher Walken, impresionante su actuación, de verdad)… Su padre le cuenta cómo conoció a su madre.. «Fue en un baile, éramos todos
    soldados.. Pero allí estaba ella.. Etc.» Pues bien. Cuando Tom Hanks atrapa a Leo en Francia, Steven había filmado unas escenas en las que Leo se relacionaba en una cena con su familia materna, y después de que éstos se cansaran oyendo la anécdota de cómo su padre conquistó a su madre, uno de ellos le cortaba diciéndole que tuvieron que casarse porque la dejó embarazada. Sí. Así es la vida, en muchas ocasiones. Pero después de perder a su mujer, tienda, posición y estatus para acabar trabajando como cartero (y no tengo nada contra el gremio.. pero si veis la peli entenderéis lo que digo) supongo que Steven decidió que eso era «rebajar» mucho la imagen del padre.
    Es más. Hay otro cambio significativo en la película que ahonda más en esto. Cuando Leo se escapa del avión por el w.c no sabemos muy bien cómo ha desenroscado los tornillos. Pues bien, había una escena previa en la que su padre le explicaba cómo desenroscar tornillos con una moneda (que luego se desechó, claro)… Cuando Leo se entera de la muerte de su padre y va al w.c del avión… el «flash-back» del personaje de Leo consistía en el recuerdo de cómo su padre le enseñaba el truco de la moneda, pero Steven (muy acertado en mi opinión) lo cambió por la imagen del padre bailando enamorado con la madre. Y es que eso es lo que importa al final. El recuerdo que le queda al personaje de Leo es la figura (distorsionada, sí) de su padre, los momentos felices que tuvo con él… Cómo se escape por el w.c no tiene tanta importancia como esto.»

    En fin… si hubiera visto la película de Lincoln, hubiera hablado de ella…bueno…tú tampoco la has visto, después de todo, pero sí estas dos

    Un abrazo.

    PD: No molesto más.

  8. No, si todo lo que cuentas de «A.I.» me parece de lo más oportuno e interesante. Mis objeciones son previas a todo eso. De la película como concepto, de ese sempiterno rebozo de Spielberg, de su continua búsqueda de un padre ausente que impregna todo su cine y lo vuelve infantil, porque su tratamiento de la pérdida y la ausencia siempre es así, infantil.
    De la otra, tú mismo en lo que relatas muestras bien claramente que la película es una colección de estampas, pero que el tema, de qué va, queda diluido en el tono. La comedia agridulce es del todo inadecuada. Es como pretender hacer «Los miserables» en plan screwball. Y el resultado es que las cuestiones serias quedan marginadas cuando, precisamente, la comedia está para contar cosas serias, para ser irreverentes, no para unir a tipos supuestamente ingeniosos y ocurrentes en historias y hacer hagiografía de ellos. La sensación que queda al final es que no te han contado nada de los personajes más que pequeños capítulos escogidos que dicen poco o nada de ellos. Al final resulta que no hay personajes ni historia más allá de un dibujo esquemático alargado, reiterativo.
    Pero vamos, que no voy a discutir…
    Un abrazo
    PD: no molestas

  9. Vale..me alegra saber que no no molesto…pero tú tampoco «no discutes», ¿eh? Jaja…

    Discrepamos, Alfredo… Discrepamos como aquella vez con el tema de Capra y la peli de Horizontes Perdidos (que creo que fue de las primeras; si no la primera) vez que vine por aquí. Y yo aquí no lo veo como tú lo ves. Para mí hay personajes e historia. Pero bueno, que está bien…

    Otro abrazo.

  10. Querido, Alfredo. Te entiendo en el matiz inicial, que elucubras; qué difícil se hace ver buen cine en estos tiempos. Por ello no hago ninguna crítica actual en mi espacio. Ya que hay un montón de sitios, lugares, revistas, blogs que lo hacen muy bien y también muy mal. He visto, Lincoln y me ha decepcionado mucho en su conjunto. Solo, hay dos focos que alimentan sus cientoventitanos y largos minutos; su operador de cámara Janusz Kaminski y ese prodigio de la interpretación que es el irlandés, D. Day Lewis. Spielberg se deja atrapar por los buenos haceres del televisivo Sorkin “En el ala oeste de la casa blanca” y John Adams (brutal Paul Giamatti) de Tom Hooper, producido en esa caja mágica llamada HBO, junto con un buen alumno del genio de Cincinnati, Tom Hanks—de donde el cine que va a las pasarelas— fagocita desesperadamente. Tarantino, del que no digo nada porque no se corta en decirlo; le chifla CSI, y terminó dirigiendo su capítulo. Menudo, desparrame de western el Django desencadenado, mejor haberle puesto un verja metálica al film. Pero bueno, por ahí se escribe que es el nuevo Sam Fuller. En fin, sobre gustos. Paella, calimocho y trankimazín para combatir el tedio… Cuando la veas, igual no sé es una obra maestra, que yo no he visto por miope o corto de ralentí. De momento, sólo creo en esa bestia austriaca llamada Michael Haneke, extraordinario. Y volviendo a la esencia del post. Sabía del artículo del del catedrático V. Navarro, buen amigo de mi antigua profesora de Contemporánea 2, la Catedrática Teresa Carnero, otra especialista en la materia. Menudo examen le hice—dijo, lo has hecho tú sólo. —Memoria, Doña Teresa. Uno era joven…Las dendritas funcionaban a todo meter. Lo cual, no me sorprende. Pero, no sé en que consiste el rebuscado prurito de establecer paralelismos entre la cultura política norteamericana y Europa. No existen. Yo invito a cualquiera de vosotros a vivir en USA. Primer consejo, no se le ocurra a nadie decir que es ateo y segundo, no depreciar el dinero. Aunque, parezca de tontos. Luego, lo que se comenta de Lincoln es verdad. No me sorprende Y yo que soy un pequeño hijo de la gran puta y no me da vergüenza decirlo. Me creo las pirulas de D. Abraham como las de Obama y ese trilero de Barcenas. Me gusta la gente que escupe en la mano, se mira a los ojos y se da un apretón de manos. Luego en en la trinchera comparte su lata de sardinas. Ahí reside la hermosura del humano. Venga que me voy a ver “Anna Karenina” destrangis, gracias a un colega. ¡Me he gastado una fortuna en levantar las salas de cine de este país! Creo que me he ganado lo de Tolstói. Abrazos desde Babel

  11. Guau, vaya debate guapo que me estoy perdiendo. Después de leer, leer y leer… digo yo, que sigo teniendo mis pequeñas expectativas con Lincoln.

    La primera de ellas es que se centra en un hecho muy concreto: conseguir que se redacte y apruebe la enmienda que suponga la abolición de la esclavitud en EEUU, mientras sigue transcurriendo la guerra entre el norte y el sur.

    Creo que transcurre en tres meses (y corresponden a los tres meses antes de su muerte… después tendríamos LA CONSPIRACIÓN de Robert Redford) y la película visita más los despachos que el campo de batalla.

    Y es precisamente eso, los entresijos del poder lo que me interesaba ver y lo que creía que me podía proporcionar esta película. Me interesaban esas conversaciones de despacho y pasillo y lo que creo podría haber aportado el dramaturgo Tony Kushner que se encargaba del guion (y ya colaboró con él en MUNICH).

    Ya he oído varios comentarios sobre ella… los más… que es demasiado aburrida.

    Yo sigo teniendo mis pequeñas expectativas.

    Además de Daniel Day Lewis… me han susurrado que el personaje más interesante es el de Tommy Lee Jones… y que lo borda.

    Una de las cosas que quería ver con mis ojos es esa elección de casting que me parece extraño pero a lo mejor crea a un personaje interesante: ¿Sally Field esposa de Linconl-Lewis? ¿Cómo serán sus duelos?

    Ahí estoy con mis pequeñas expectativas… aunque son tantas las pelis que quiero ver ahora mismo que a lo mejor espero al DVD. Pero que la veré seguro…

    Besos
    Hildy

  12. Menudo repaso torrencial, JC. No pensaba que la difusión del artículo diera para tanto, pero estoy más que satisfecho con la que hemos montado entre todos.
    De entre todas las cosas que dices, me quedo con una. ¿El nuevo Sam Fuller? ¿Quién se tomó los tranquimazines con calimocho antes de decir, de siquiera pensar, semejante cosa?
    Abrazos

    Mi querida Hildy, ser tan tan buena persona es lo que tiene. Citas precisamente una de las razones de mi escepticismo: ¿por qué elegir precisamente ese segmento de un fenómeno mucho más complejo que serviría para cuestionar, para indagar, para profundizar, en vez de buscar el eslógan, la propaganda barata? Mal empezamos.
    De Lewis me han dicho que está pasadísimo. Ya sabes que «La conspiración» me pareció horrible, y, en particular, cuanto menos se parezca a «Munich», mejor. Porque ahí tenemos de nuevo un punto de partida viciado y un desarrollo que, por fuerza, es parcial, o lo que es lo mismo, embustero.
    Así que yo, expectativas, también tengo, pero no demasiado buenas. Hace años que no me creo a Spielberg, ni siquiera como técnico (con el tiempo ha resultado ser más bien chapucero a pesar de tanto computador a su disposición).
    En toco caso, como tú, la veré, y escribiré de ella, supongo, aunque no sé cuándo. Ya sabes que a mí seguir la estela de los estrenos no me interesa demasiado, y que es el poso del tiempo el que permite mirar además de ver.
    Besos

  13. Alfredo, tu sabes que con los años se peca cierta honestidad. Te voy a decir el nombre, no me importa. Yo a él—personalmente—no lo conozco y en el medio que trabaja muy conocido en la piel de toro. Tengo su revista, que se la he regalado a una vecina, porque el banco no me daba un calendario y en los chinos, no tenían o no querían saber nada… La más barata con un calendario de números grandes era la suya 3 euros. No voy a darle publicidad. Bueno, no hace mucho salió en el programa de Cayetana de cine español TVE-2. El nombre, Jordi Batlle Caminal y si quieres leer su crítica es fácil; en la Vanguardia también está. Lo que te he dicho, sobre gustos no hay nada escrito. Pero de adicciones… Ah, el diablo nos lleva a Gomorra, que diría el gran Mitchum… Por cierto, Hildy lo ha clavado. Qué peliculón “La conspiración” de R. Redford 2010, excelente. Pedazo de operador de cámara, Newton Thomas Siegel—aprovecho para mandarle un beso, como los ciclistas— gana por goleada a un Spielberg muy pacato en este proyecto. De verdad, y sigo pensando que es un grande. Un fuerte abrazo

  14. Pues a mí «La conspiración» no me gustó nada de nada. Recuerdo que a la pobre Hildy, que lo tuvo que aguantar, casi llegué a acogotarla. Pero nada de nada, de verdad. Ni la fotografía, que me pareció un espanto.
    Abrazos

  15. Alfredo, un último estímulo; por si se acercas a ver a D. Esteban. La fotografía de Lincoln es la misma que “La conspiración”(tienes razón, tampoco es un film para tirar cohetes pero está bien hecho), con el matiz de que Thomas Siegel aclara los contraluces porque donde se desenvuelve el proceso es un espacio abierto (un fuerte militar) y Kaminski hace lo mismo, pero oscureciéndola (capitolio y similares) como John Sale en “Could Montain”. Nombrado este film, al loro con los primeros 5 minutos de Spielberg; te sabrán al publicista Mathieson buscando esencias en la pintura de Gilbert Stuart. El único que las vio fue Fujimoto junto a Cohen en esa maravilla que es “John Adams”. Bien, hoy toca fiesta en el poble S. Vicent, ósea, que aprovecharemos el día de asueto. Abrazos

  16. Creo que a Lincoln hay que verlo como un personaje de cómic o,al menos es como lo han retratado últimamente incluso cazando vampiros.Claro que sí,esto es América.Spielberg no es un director que ha tratado aspectos de la historia como debía.Al viejo Steven no le interesan los libros (lo dijo en una entrevista), le interesa los videojuegos y cuando realiza películas como Amistad,La lista de Schindler,Múnich,War Hose o Lincoln,parece una broma fastuosa de virtuosismo técnico y grandeza en la banda sonora,pero en los sustancial se queda siempre en nada.Steven es un director de entretenimiento porque su cultura viene de la televisión y creo que esto lo ha hecho bien.A Steven le va el storyboard en detrimento del guión.Escenas de acción muy bien rodadas,pero entre acción y acción ¿qué pasa?.El niño mimado de Hollywood puede hacer lo que quiera y creo que se autoengaña cuando recurre a estos historiones históricos,lacrimógenos a acompañado de la música de Williams.Creo que su mejor película histórica es E.T,histórica por la recaudación,claro.

    Interesante debate,amigo.

    Fuerte abrazo.

  17. Ya sabes, querido Paco, que coincidimos en lo sustancial en cuanto a lo que Spielberg ha significado para el cine, y más todavía en cuanto a lo que no ha significado.
    Desde ya propongo una película española con un personaje histórico nuestro como cazavampiros: Mllán Astray, por ejemplo, o Amadeo de Saboya. Primo de Rivera, el Conde-Duque de Olivares, Pedro Almodóvar…
    Abrazos

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