Siegfried Albon Rumann, espléndido actor hamburgués nacido en 1884, sentó las bases caricaturescas de los estereotipos alemanes para la gran pantalla. Conocido en su país como actor de teatro, pronto dio el salto a Broadway, ya como Sig Ruman, donde cosechó varios éxitos durante la década de los años 20.
Sus apariciones más conocidas y recordadas, aunque ni mucho menos las únicas, tienen lugar junto a los hermanos Marx, especialmente en la desternillante Una noche en la ópera (A night in the Opera, Sam Wood, 1935), pero también en Un día en las carreras (A day at the races, Sam Wood, 1937) y Una noche en Casablanca (A night in Casablanca, Archie Mayo, 1946), o bajo la dirección de Ernst Lubitsch, como en Ninotchka (1939), Lo que piensan las mujeres (The urcentaily feeling, 1941), Ser o no ser (To be or not to be, 1942) o La zarina (A royal scandal, 1945), finalizada por Otto Preminger.
El gran Billy Wilder recogió el testigo de Ernst Lubitsch en el trono de la alta comedia, y también contó con la participación de Ruman en títulos como El vals del emperador (The emperor waltz, 1948), Traidor en el infierno (Stalag 17, 1953) y En bandeja de plata (The fortune cookie, 1966).
Otras películas importantes de su filmografía son la comedia La reina de Nueva York (Nothing sacred, William A. Wellman, 1937), junto a Carole Lombard y Fredric March, Sólo los ángeles tienen alas (Only angels have wings, Howard Hawks, 1939), Mi marido está loco (Love crazy, Jack Conway, 1941) o El gran Houdini (Houdini, George Marshall, 1953), con Tony Curtis y Janet Leigh.
Sig Ruman murió el día de los enamorados de 1967, a los 82 años.
Una de las cosas que adoro con locura del Hollywood clásico es la cantidad de maravillosos actores secundarios que habitaban sus películas… y cómo eran capaces (aunque a veces tan sólo salieran unos minutos) de crear personajes completos… de los que podíamos construir toda una vida.
Y de esos actores a veces no recordamos su nombre, como el que traes hoy a tu valiosa sección de Vidas de Película, pero sí que recuerdas totalmente sus personajes.
Un brindis por Sig Ruman.
Besos, siempre
Hildy
Esto ha sido a petición de mi hermano de cine, Paco Machuca, que tiene bien presentes a todos aquellos geniales intérpretes que integraban los repartos y sin los que el cine no hubiera podido ser lo que ha sido. Tipos como Ruman, desde luego.
Besos
Quiero mucho a este actor como la copa de un pino.Discreto pero que deja huella.Villano que no llega a ser odiado.De Lubitsch a las películas de los hermanos Marx y actor fugaz en las películas del viejo zorro de Wilder; Traidor en el infierno (magnífico nazi con un corazón de oro) como el otro nazi de La gran evasión temeroso de ir al frente ruso. Y su intervención en Bandeja de plata, aquel médico nazi que dice constantemente: ¡Fraude! dejando caer del ojo su monóculo.Me gustaría ver a un actor actual interpretando ese papelito.No he visto nunca a ningún actor llevando tan bien esa barba de chivo en Una noche en la ópera (tras la cortina de espaguetis),Un día en las carreraras («No me apunte con esa barba que se le va a disparar» le dice Groucho) o Una noche en Casablanca (allí el pobre intentando llenar el baúl con su ropa).Estoy completamente convencido que Sig Ruman es la pareja perfecta de Margaret Dumont;dos flipados de la vida,pero luego llega Groucho y todo se va al traste.Sig Ruman aquí,en este espacio en todas partes,sobre todo en la memoira que últimamente anda la mar de mal.
Un fuerte abrazo,hermano.