CRASO: ¿Robas, Antonino?
ANTONINO: No.
C: No, amo.
A: No, amo.
C: ¿Mientes?
A: No, amo.
C: ¿Alguna vez has deshonrado a los dioses?
A: No, amo.
C: ¿Te abstienes de estos vicios por respeto a las virtudes morales?
A: Sí, amo.
C: ¿Comes ostras?
A: Cuando las tengo.
C: ¿Comes caracoles?
A: No, amo.
C: ¿Consideras que comer ostras es moral y comer caracoles es inmoral?
A: Yo.. creo que no.
C: Claro que no. Es una cuestión de apetito, ¿verdad?
A: Sí, amo.
C: El apetito no tiene nada que ver con la moral, ¿verdad?
A: No, amo.
(…)
C: Por tanto, ningún apetito es inmoral, ¿verdad? Es meramente distinto.
A: Sí, amo.
C: Mi túnica, Antonino… Mi apetito incluye caracoles y ostras (…). Está el poder que salva al mundo conocido, como un coloso. Ninguna nación puede resistirse a Roma. Ningún hombre puede resistirse. Y muchísimo menos… un niño. Sólo hay una forma de tratar con Roma, Antonino. Has de servirla. Debes rebajarte, tienes que arrastrarte a sus pies. Debes… amarla.
Spartacus (Stanley Kubrick, 1960). Guión de Dalton Trumbo, sobre una novela de Howard Fast.
Hola, Alfredo, buenos días; ostras y caracoles…No sé si la censura de su tiempo llegaría a captar la ‘sutileza’ de la metáfora (conociendo el paño, igual se les pasó), aunque creo recordar que esta peli no llegó a verse en España hasta muchísimos años después de su estreno en origen. En cualquier caso, el diálogo es uno de los puntos álgidos de la cinta y derrocha morbo sílaba por sílaba. Buena elección.
Un abrazo y buen día.
Buenos días, amigo Manuel. Pues sí, se estrenó… sin esta secuencia. Si te fijas bien, en las versiones dobladas que suelen programar cada Semana Santa por cualquier televisión (o por varias, sin tener en cuenta que Espartaco tiene que ver tanto con la religión como yo con la Beyoncé: ¿porque crucifican a un tipo al final? Caramba: pero si no está casado y ha tenido un hijo en concubinato…), en esta secuencia las voces del doblaje cambian, y esto es porque cuando se permitió colocar esta escena donde siempre debió estar, hubo que doblarla con posterioridad. Evidentente, la censura pilló de lo que iba… Y mira que eran torpes a veces para pillar las cosas.
Abrazos
Gran diálogo. Qué pena la censura, oye… Y sí, se les podía haber pasado, pero al ser de gladiadores ya iban avisados…
Pues mira, es un tema muy interesante ese que planteas. Porque es verdad que una de las causas de la aceptación entre el público y las pantallas españoles del género peplum en aquellos tiempos se debió a que la censura era más que indulgente con los modelitos que vestían ellos y ellas; era un inusual rasgo de erotismo permisible durante aquellos años de la dictadura que, más allá de la calidad final de las películas, atraía muchísimo al público. Fueron no pocos los/las sex-symbol que surgieron de estas producciones, muchos de ellos italianos con nombres americanizados, y otros como Sylva Koscina que dieron el salto -breve- a Hollywood.
… Uno de esos diálogos… que se convierten en míticos…
¡Ahora qué bien estaban y cómo lo ‘recitaban’ Laurence Olivier y el efebo Tony Curtis!
Besos de guion mítico
Hildy
Eso, eso. Y con lo exigente y perfeccionista que era Kubrick, imagínatelos ahí, tres o cuatro días en remojo, como los garbanzos, para sacar la escena perfecta… Eso sí, con esa dieta, el colesterol por las nubes, fijo.
Besos
El final del texto es como lo que te exigen para mal vivir en Cataluña,si no es así ya eres un traidor a la patria. ¡Howard Fast! Hacía tiempo que lo tenía completamente olvidado. Aquí, en la ciudad donde habito existe una mugrienta librería de saldo que puedes encontrar sus libros por un euro. Hubo un tiempo que leía algunas de sus obras. Hoy está totalmente olvidado. Y ¡Dalton Trumbo! Tengo por ahí una de sus novelas más famosas: Johnny cogió su fusil y que él dirigió por allá los setenta. El libro me gustó bastante en su momento, ahora ya no, me resulta bastante falso y muy influenciado por la psicodelia de los sesenta.La película tampoco me gusta mucho. Como historia antibélica sigo prefiriendo Sin novedad en el frente de Erich Maria Remarque. Y bueno, en el caso de Espartaco me sigue gustando mucho más que Gladiator,y,además sale Woody Strode,toma ya.
Abrazos, amigo.
Me acabas de matar, Paco. ya te contaré por qué…
Y de lo que pasa en Cataluña, pues tengo mi propia opinión, que te contaría si nos gustara tener conversaciones estúpidas sobre temas aún más estúpidos. Como no es el caso, creo que la solución pasa por lo mismo que tantas otras cosas en España: papel higiénico.
Con «Gladiator» quisieron hacer un poco lo mismo, poner a Russell Crowe enfrente de un negro. Quedaba todo muy ridículo, claro. Lo que me gusta de la secuencia de Espartaco que comentas son las dos tías que observan el combate: se diría que les pone ver a dos cachas zurrándose. Hay una que tiene una cara de salida que no se la salta un gitano…
Abrazos, monsieur
Esta escena me gusta mucho, aparte de la imaginativa metáfora o símil o lo que sea por la sensualidad que tiene no sólo el diálogo, también la ambientación, el relax que transmite, si no me equivoco con la música de cítaras y tal…y aunque da igual, no soy homosexual.
Y la otra escena que me parece, que es, importantísima y de plena actualidad es el dialogo entre Graco y Craso o Julio César, ahora no recuerdo, en el Senado, creo, cuando se establece el debate entre la decadente República (democracia de aquellas maneras) y la impetuosa corriente de los imperialistas (cargados, en aquel momento, de energía y eficiencia). Creo que los autores intentaban mostrar el reciente choque entre la democracia institucionalizada y el totalitarismo, supongo que fascista. Esto me parece de primerísima actualidad porque es un debate que se está produciendo ahora mismo.
Bueno, y esto ya lo hablamos en su día pero yo sí veo en la peli la relación simbólica de Espartaco-Jesús, eso sí, un Jesús izquierdista: los dos son mesías liberadores del pueblo. Digo yo.
Una escena colosal, esa que planteas, Carlos, en el Senado. Y hay otra más, en las termas, entre Graco y César. Incluso en ese momento en que Laughton hace un elogio de la barriga y recomienda no confiar en aquellos hombres que no posean una bien nutrida… Y sí, es un discurso de actualidad, en Roma, en 1960 y ahora (siempre he dicho que cualquier antecedente a cualquier problema moderno, por más rebozados de tecnología que estemos, ocurrió en Roma antes, y que fijándonos en ella podemos encontrar soluciones y ejemplos, buenos y malos). Los autores son el autor, Dalton Trumbo, uno de los «Diez de Hollywood» perseguido por el Comité de Actividades Antiamericanas, que, una vez culpabilizado, continuó escribiendo películas bajo pseudónimo (esta fue la primera vez en más de diez años que firmó con su verdadero nombre; incluso ganó un Oscar con pseudónimo). Obviamente, tenía ideas izquierdistas, y eso se plasma en muchos de sus guiones, como este o «Johnny cogió su fusil».
Como curiosidad, te diré que por la misma época -incluso un poco antes-, otro estudio pretendía llevar al cine la vida de Espartaco con un guión de Abraham Polonsky (otro damnificado que escribía bajo pseudónimo) y con Yul Brynner como protagonista. Douglas y Trumbo empezaron su proyecto más tarde, pero lo acabaron antes, y aunque tuvieron problemas con la dirección (Kubrick sustituyó a Anthony Mann a los pocos días de iniciar el rodaje por discrepancias insalvables con el productor, Douglas y su compañía Bryna), Martin Ritt y Yul Brynner terminaron por tirar la toalla en la carrera.
Y bueno, como esto está quedando muy largo, no diré nada de tu símil Espartaco-Jesús, apunte muy interesante, por lo que tienen de proximidad (un poco pillada por los pelos, me reconocerás, empezando por los presuntos métodos de uno y otro) y de distancia, en particular en relación con sus respectivos legados. Pero eso queda para otro momento…
Bueno, pues ayer volví a escuchar este diálogo en esa magnífica escena (lo malo es el doblaje moderno, que queda fatal). Lo que pasa es que chirría un poco, después de la escena cargada de sensualidad e inteligencia, la fuga de Antonino porque es un poco increíble -¿es que no hay vigilancia en la mansión de Craso?- y sobre todo porque invita a la sonrisa el hecho de creer que lo que realmente motiva su huída es la insinuación sexual del militar. Jo! es que cualquiera se queda ahí…
Yo no tuve ganas de volver a verla. Además, el cambio de doblaje se debe, obviamente, a la censura que en su día amputó esta parte. En fin… Creo que compartimos la simpatía con la fuga de Antonino…