Tortilla francesa: En el centro de la tormenta (In the electric mist, Bertrand Tavernier, 2009)

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Dirigida en Estados Unidos por el francés Bertrand Tavernier, uno de los grandes cineastas europeos que nos quedan de la vieja escuela y también uno de los más importantes eruditos sobre la historia del cine, En el centro de la tormenta (In the electric mist, 2009) revela su híbrida naturaleza cultural desde el primer fotograma.

Porque Luisiana, la antigua colonia francesa -y, por momentos, también española- en territorio hoy estadounidense (en realidad el dominio francés no se limitaba al actual Estado de ese nombre, sino que era una enorme franja de territorio que ocupaba la mayor parte del centro de los Estados Unidos y que, ante las dificultades que entrañaba su defensa en sus planes imperiales, Napoleón Bonaparte decidió vender al país americano como años más tarde España y Gran Bretaña venderían, respectivamente, Florida y Oregón…; a título de ejemplo: los indios lakota son conocidos en América y en todo el mundo por su denominación francesa: sioux) es el escenario que Tavernier escoge para esta atípica (no pocos dicen que fallida) intriga policíaca que conjuga elementos muy heterogéneos, quizá demasiado, y que transforma la investigación puramente criminal en una búsqueda personal de índole espiritual.

Pocos meses después del paso del huracán Katrina, Dave Robicheaux (Tommy Lee Jones; nótese el apellido francés del personaje), un detective de la policía de un pequeño condado de Luisiana, sigue la pista al asesino de una joven de la zona de vida licenciosa y prostituta ocasional, cuyo cadáver ha aparecido atado y salvajemente mutilado. Al mismo tiempo, Elrod Sykes (Peter Sarsgaard), un famoso actor que se encuentra en las cercanías rodando una película, le comunica el hallazgo en un paraje remoto de los manglares de un cuerpo en avanzado estado de descomposición y atado por una cadena, en el que Dave reconoce un homicidio del pasado del que él mismo fue testigo… La sospechosa coincidencia de ambas noticias llevan a Dave a la convicción de que los dos hechos guardan alguna relación, y de inmediato se encuentra en un embrollo en el que se mezclan de manera desconcertante un asesino en serie, un crimen del pasado, un importante hombre de negocios del lugar (el gran Ned Beatty), el rodaje de una película, la presencia del crimen organizado en la persona de ‘Baby Feet’ Balboni (John Goodman), el FBI, policías de otros condados, la vida familiar del propio Robicheaux (es padre adoptivo de una niña salvadoreña), las labores de reconstrucción que siguieron al huracán y un curioso elemento sobrenatural, la existencia de una unidad derrotada del ejército sudista en la Guerra de Secesión, congelada en algún momento del pasado de los pantanos y comandada por un oficial que camina ayudado de una muleta y que se erige en augur y consejero de aquellos personajes que andan lo suficientemente drogados o borrachos como para verlo, pero que después les acompaña en el momento menos pensado.

La mixtura de tantas y tan diversas fuentes hace que la película, según avanzan sus 118 minutos de metraje, se vaya abriendo como un abanico, al mismo tiempo que hace que la intriga criminal se disuelva progresivamente entre otras cuestiones existenciales y espirituales, diálogos grandilocuentes y con vocación de solemnidad, y el preciosismo de un trabajo de cámara y de puesta en escena que, como suele ocurrir con los grandes estudiosos del cine que además son directores, aspira a la perfección estético-artística en cada uno de sus planos, sus ángulos y sus luces, de modo que el argumento estrictamente policial sólo recupera intensidad e interés puntualmente, acompañado en ciertos momentos por una violencia brutal, de estallidos repentinos y salvajes, que rompen de alguna forma el bello marco visual que proporcionan los hermosos paisajes naturales de las zonas pantanosas de Luisiana. Esta historia de averiguación y persecución, tanto criminal como espiritual en lo que al personaje de Robicheaux se refiere, no está construida desde el punto de pista de la exhaustividad narrativa (es decir, crónica de hechos, presentación lógica de crímenes, pistas y resolución del caso), aunque así lo parece al principio; al contrario, los hechos se van produciendo sin que Robicheaux tenga el más mínimo control sobre lo que está ocurriendo, desorientado, desconcertado y superado, a veces por las acciones de los otros personajes y en no pocos momentos por elipsis que ocultan al público la relación de los demás personajes con los acontecimientos, y que al detective se le presentan ya consumados y conocidos. Eso hace que los espectadores que pretenden asistir a un relato policiaco canónico puedan verse un tanto decepcionados por la falta de pulso que la película de Tavernier muestra en este aspecto, aderezada con la intrusión de tantos y tan diferentes ingredientes que van desde la reflexión sobre el racismo a temas ligados a la herencia cultural.

Como sí funciona, y notablemente, En el centro de la tormenta (estupendo título, por cierto), es como fresco de la identidad de Luisiana y de sus habitantes, su puzle de rasgos, mezclas, relaciones y fusiones, que van desde la omnipresencia de la comida criolla a la asunción de un pasado en el que se entrecruza lo indígena, la influencia de los antiguos esclavos y de la actual población negra, la cultura francesa y española y las huellas que de todo ello quedan en la vida actual, de lo que es buena muestra la música que aparece en buena parte de la película, temas de jazz, blues o rock que responden a ritmos puramente americanos pero que son interpretados en lengua francesa. Al mismo tiempo, apostando por un escenario rural y no urbano (la visita de Dave a la gran ciudad se liquida rápidamente y se limita a entornos deprimidos, afectados por el huracán), representando sus paisajes, su inmensidad, su soledad, Tavernier acentúa ese aspecto espiritual de la búsqueda de Dave, en la que quizá puede leerse la necesidad de recuperar cierta conjunción con la naturaleza que rodea al hombre perdido en la impostura de la civilización de las grandes ciudades. Ese detalle espiritual, trocado luego abiertamente en mágico, desequilibra el aspecto criminal, aunque confiere al film una vertiente que, en la línea de David Lynch, parece interesar al director más que la propia resolución de los asesinatos, despachada, por otra parte, de una forma excesivamente convencional. Sin embargo, como otro valor a considerar en el grado suficiente como para disfrutar del visionado del film, está la interpretación de Tommy Lee Jones, consagrado en su madurez, en cuyo rostro surcado de arrugas y en cuyas miradas perdidas se cuenta la historia de un crimen, de un territorio, de un hombre que busca incesantemente sin saber cuál es el objeto de su búsqueda ni tampoco qué es lo que puede encontrar.

11 comentarios sobre “Tortilla francesa: En el centro de la tormenta (In the electric mist, Bertrand Tavernier, 2009)

  1. Ostras! …con lo de la fantasmal unidad militar sudista, me has matado.
    Desde luego que parece un cacao todo esto, pero no me importaría verla, no. Y ya podían ponerla, ésta y tantas otras que comentas, los de la Paramount o la la Sexta 3, en lugar de tantas bazofias (El justiciero de la noche) o los 4 clásicos repetidos que siempre dan (El último tren a Gun Hill)
    Y como siempre, me encantan tus apuntes historicistas.

    1. Bueno, a veces es «de gratis», pero en esta película acordarse de la historia viene al pelo, porque es uno de los temas de la película, y también su marco estético referencial.
      Lo has definido muy bien, es un «cacao»… Me temo, eso sí, que esta película es «carne de La2».

  2. A mí me parece una película fascinante, no de lo mejor de Tavernier pero sí supera la Alrededor de la medianoche,otra película con aires americanos visto por un francés muy cinéfilo. ¿Has leído su 50 años de cine americano? Yo no estoy de acuerdo en un sesenta por ciento de esta obra, por lo menos, porque le sale esa vena intelectual muy a lo Cahiers du Ciéma y el cine para mí también es otra cosa a parte de intelectualidad. El centro de la tormenta me encanta ese elenco de actores que están,simplemente,magníficos en este drama delirante pots-Katrina en donde se desarrolla todos los elementos de una manera magistral,como por ejemplo,la música y el tratado del color,muy sureño.Ay,que tenga que ir un franchute a realizar una peli yanqui. Lo único que vi sobre la catástrofe del katrina fue Brad Pitt ayudando a transportar alimentos surgidos de su bolsillo.

    Abrazos,amigo.

    1. Ya veo, ya, que te entusiasma… A mí todos los elementos, a priori, me resultan más que atractivos. Es en la ejecución, donde tengo alguna reserva, especialmente en el último tramo, el último tercio o el último cuarto. Como bien dices, el cine no es sólo análisis intelectual, sino, sobre todo, emoción y memoria personal y sentimental, pero por eso mismo, para mí, la película peca en ese desarrollo final de exceso de frialdad, de «academicisco».
      Tengo el libro de Tavernier sobre mi mesa de trabajo como instrumento de consulta habitual, no te digo más. Para mí es un receptáculo de datos, no espero de él otra cosa.
      Abrazos

  3. ¡Créetelo querido mío, pero a Bertrand Tavernier le tengo muy abandonado! Tanto su historia del cine (que es de esas lecturas pendientes), esos 50 años de cine norteamericano, como su filmografía… ¡Tavernier es otras de mis lagunas-océanos!

    La única película que he visto de su filmografía y que he visto varias veces es HOY EMPIEZA TODO. Y es una película que me encanta. No olvido al personaje protagonista, ese director entregado de una escuela infantil, Daniel Lefebvre. Una película que no ha perdido un ápice de actualidad.

    Tu análisis de su incursión en el cine norteamericano… abre el apetito.

    Besos
    Hildy

    1. A mí me gusta mucho «El relojero de St. Paul», y también «Capitán Conan» (que nada tiene que ver con el Bárbaro…). Pero bueno, como digo por ahí, a veces uno echa de menos más emoción y menos frialdad académica. Pero es un grande, qué duda cabe.
      Besos

    1. Pues es interesante eso que dices. No, no siempre ha sido viejo, pero sí ha sido un actor de perfil medio-bajo la mayor parte de su vida. Fíjate, desde «Love Story» (1970), película mítica en su día y hoy muy trasnochada, en la que sale jovencito de verdad, y «A la caza del lobo rojo» (1989), en la que hace de asesino del presidente de USA perseguido por Gene Hackman (en la que también está joven, aunque menos, y se da uno cuenta de lo mal que actuaba entonces), su carrera fue siempre en películas mediocres, tirando a malas, y en telefilmes y adaptaciones literarias para televisión. Su explosión como referente es en «JFK» (1991), de Oliver Stone. A partir de ahí es cuando empieza a ser cabeza de cartel en los papeles que más o menos todos recordamos.

  4. Yo descubrí a Tavernier en Ley 627; sesión golfa en un cine de Valencia. El impacto fue importante, con lo que empecé a bucear en su cine anterior y a disfrutar, no menos, con algunas películas que vinieron después, ‘Capitain Connan’ u ‘Hoy empieza todo’, verbigracia. Pero esta de hoy, no he llegado a verla.

    1. Pues yo te la recomiendo: el peligro de esta cinta puede ser asistir a ella desde un concepto equivocado (o sea, el típico «thriller» de misterio en plan «whodunit») y por tanto verse un poco desencantado. Pero sabiendo lo que uno va a ver, tiene otros ingredientes para hacerla muy atractiva.

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