– Señor Rumson, ¿es que cree usted que todo lo que produce la tierra debe usarse para hacer licor?
– Sí, siempre que sea posible.
– Debería leer la Biblia, señor Rumson.
– Ya he leído la Biblia, señora Fenty.
– ¿Y no le animó a dejar la bebida?
– No, pero frenó mi interés por la lectura.
No me acordaba de este diálogo (qué buenas las réplicas… eso es un arte en el mundo de la conversación)… y en boca del señor Marvin ya ni te cuento…
La leyenda de la ciudad sin nombre, qué buenos momentos.
Beso
Hildy
Y con esa voz… Los tipos duros posteriores, por lo general, tienen voz de niñato y musculatura de clembuterol… Y además, a diferencia de Marvin, no saben ser tiernos, ni cómicos, cuando la situación lo requiere.
Besos
jeje… Buenísimo, oye.
No puedo estar más de acuerdo con tu apreciación sobre Lee Marvin. Los actores «guaperas» y «musculados» de hoy en día son sólo una imagen, pero una imagen hueca. Lee Marvin aportaba no sólo talento – a raudales – sino magnetismo. Era muchísimo más que una gran presencia, podría enumerar un gran número de adejtivos, pero sólo lo expresaré en tres palabras: un auténtico hombre.
Absolutamente de acuerdo, Miriam. Ese carisma que hace que alguien aporte algo a sus personajes, a sus películas, solo con aparecer en pantalla. Ya cuando actuaba como secundario, pero especialmente como protagonista o villano. Puro carisma.
Gracias por tu comentario.