Música para una banda sonora vital – Boyhood (Richard Linklater, 2014)

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Uno de los acontecimientos cinematográficos de este septiembre es el estreno en España de Boyhood (Momentos de una vida), dirigida por Richard Linklater, uno de los cineastas más interesantes de los últimos lustros, y que esta vez se ha apuntado todo un hito en la historia del cine: filmar una única historia en sólo treinta y nueve días de rodaje extendidos, eso sí, durante doce años, a fin de retratar la evolución física y mental de unos personajes interpretados por los mismos actores. El resultado, una hermosa y magnífica película de más de dos horas y media de duración que narra el proceso de crecimiento y maduración de Mason (Ellar Coltrane), que a su vez sirve de vehículo para mostrar los sucesivos cambios en los modelos familiares y de convivencia, así como para presentar el trasfondo de una sociedad igualmente cambiante. El habilidoso guión de Linklater, que consigue dar la vuelta a los tópicos que no logra o no pretende eludir, además de demostrar un sabio manejo de la elipsis y del estudio psicológico de los personajes, está a la altura de la belleza y la dureza de algunas de las imágenes de la cinta.

La película, destinada a ocupar un singular espacio propio dentro de los anales de la cinematografía, resulta asimismo atractiva por la música empleada, que incluye unos cuantos clásicos estimables, como este Band on the run, de Paul McCartney & The Wings, en cuyo vídeo-clip se echa mano del recuerdo y la iconografía de The Beatles. El tema ya ha aparecido antes en varias películas; uno de los momentos más memorables tiene lugar en Los gritos del silencio (The killing fields, Roland Joffé, 1984), en la escena en que los protagonistas acuden a informar del bombardeo americano (una acción que el gobierno pretende ocultar a la opinión pública) de una ciudad camboyana y en los radio-cassettes de los milicianos del jmer suena esta canción de The Wings.

 

6 comentarios sobre “Música para una banda sonora vital – Boyhood (Richard Linklater, 2014)

  1. Una película que no pienso perderme por nada del mundo,amigo. Son de esos pocos momentos que todavía brinda el cine. Recuerdo el placer del visionado de Nebraska, por ejemplo. A estas alturas o bajezas de la vida hay que aprovechar lo poco bueno que va surgiendo. Ayer sin más me regalé la última novela de Milan Kundera, La fiesta de la insignificancia y la primera novela de Nic Pizzolatto, el creador de la magnífica serie True Detective, titulada Galveston que me va pareciendo un novelón. Y bueno, McCartney & The Wings con este buen tema que tantos y tantos buenos recuerdos me trae. Como la música actual también está muy, pero que muy jodida, Paul suena siempre bien.

    Abrazos mil.

  2. ¡Dios mío, querido Alfredo, pero qué envidia! ¡Ya has podido ver BOYHOOD! Y yo aquí esperando impaciente que se estrene en salas… Pero una envidia sana y una alegría enorme de que me anuncies que te ha gustado. Qué ganas, qué ganas de verla ya…

    Besos
    Hildy

  3. Ayer vi el estreno y coincido en lo que dices. Doce años de trabajo para ver el proceso de crecimiento del personaje,y después unas cuantas semanas de rodaje para terminarla. Richard Linklater es un director que llevo siguiendo desde hace años, lástima que sea tan difícil ver algunas de sus películas que no han llegado a nuestras pantallas.Desde su memorable trilogía de amaneceres, atardeceres y anocheceres donde lleva a cabo su personal relectura de esa tendencia del cine europeo tan cara a Woody Allen, por ejemplo, toda una lección magistral sobre los modos en que se realizan determinados trasvases fílmicos entre continentes. Magnífico Linklates que lucha por su independencia artística. Interesante tipo, sí seños, me gusta incluso su Una pandilla de pelotas o Escuela de rock, Suburbia, Fast Food Nation o Me and Orson Welles, entre otras. Todo esto puede dar una idea de la heterodoxia de este realizador norteamericano, uno de los más creativos del panorama independiente actual. Y también deja bastante claros algunos de los propósitos de su cine: la receptividad a cualquier tipo de códigos procedentes de la cultura popular; su remezclado según ciertas consignas de las vanguardias artísticas, en un arco que abarca desde los surrealistas de los años veinte a los raperos de finales de siglo; el interés por las formas de vida de la juventud contemporánea y sus referentes culturales, en fin, para porque dejaré aquí un post de Linklater. Me tienta escribir sobre él y sobre Boyhood.

    Abrazos

    1. Pues ya sabes, Paco, a escribirlo y nosotros a leerlo. A mí de Linklater no me gusta todo, ni mucho menos, e incluso en ese terceto de «Antes de…», hay cosas que me interesan más que otras. Pero tiene voz y mirada propias, con lo difícil que es mantener eso hoy en día.
      Abrazos

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