El otro día me encontré en la cola del cine un tipo que me recordó esta secuencia… Curiosamente, él tampoco me dejó disertar sobre Fellini ni sobre McLuhan 😉 En realidad, Luis Buñuel no aceptó la propuesta de Allen de participar en esta secuencia, de modo que Woody echó mano del filósofo canadiense, que también se embolsó los treinta mil pavos que ofrecía por una tarde de trabajo.
Esta escena me encanta por lo mismo que tú dices, amigo Alfredo. No hace mucho fui a un cine de Barcelona (el Comedia), donde reponían unos clásicos en formato original, es decir, nada de proyector de DVD, sino esas grandes y maravillosas bobinas de celuloide). Pues bien, allí estaba yo en la cola para ver Doctor Zhivago y La leyenda del indomable. Como ya puedes imaginar llevaba un babero puesto. En la fachada de este cine hay una pantalla gigante donde va mostrando las carteleras de las películas que se proyectan allí. Delante de mi había un par de adolescentes que iban a comprar unas entradas del último excremento de Crepúsculo, y una de ellas le decía a la otra cuando vio el cartel de La leyenda del indomable: «Tía, menudo rollo de peli. No entraría ni aunque me pagaran la entrada». Y la otra le respondía: «Ya te digo». Pensé en la escena de Annie Hall, pero un pelín más bestia. Imaginé que salía por una grieta abierta de repente delante de ellas un alien loquito por introducir sus metálicos dientes en…
Buñuel cuenta en sus memorias que después fue a ver la película y no le gustó mucho. De todas maneras Annie Hall es una película estupenda llena de recursos cinematográficos rescatados de otros directores.
Fuerte abrazo, amigo.
Ay, qué peligro tienen las colas… del cine. En ocasiones, no obstante, la falta de criterio de las nuevas generaciones viene de perlas, por ejemplo, cuando en un montón de ofertas de DVD en cualquier supermercado te das cuenta de que han mezclado obras maestras con vídeos de gimnasia, pelis de acción de cuatro perras y demás morralla. El otro día me llevé a casa una docena por menos de diez euros. Mientras, la gente sigue comprando en Blu-Ray por 25 euros la última mamarrachada de J.J. Abrams. Así vamos.
Abrazos
Esto que cuentas me ha hecho recordar una anécdota que me pasó hace ya tiempo. Te cuento: cierto día encontré a un tipo que conocía de vista y saludo. Se detuvo y me dijo muy indignado que estuvo en un bazar chino y allí encontró toda la colección de películas de la Jane Fonda. Luego de dio cuenta que se trataba de aquel programa donde ella daba clases de Aeróbic. Se cabreó mucho y su mujer le echó un vistazo al pack. Más adelante, ella se aficionó a la gimnasia y se puso como un tren. Resultado: que se fue con el vecino. Este tipo, algo botarate, le echó la culpa al chino del bazar por no haberle informado como es debido, que por cierto, el antro chinil ya no existe, en su lugar cuelga un enorme cartel de «En alquiler».
En fin, misterios de la vida.
Más abrazos, amigo, y buen finde.
De lo más woodyalleniano, por cierto. Ay, cuánto daño hace la gimnasia, para que luego digan que el deporte es sano…
Fuerte abrazo.
La de veces, en situaciones cotidianas, que me ha venido esta escena a la cabeza. ¡Ay, si la vida fuera tan sencilla a veces!
Imagínate, sacarte de la manga, según el caso, a quien convenga… Aunque me temo que empezarían a cobrar por los servicios prestados.
¡Jamás me había percatado de que era McLuhan! es bastante «mind blowing» ver a un teórico-crítico de medios, criticando el producto de un medio, en un medio.
Desde luego, como opción B, no está nada mal. Eso sí, supongo que el susodicho no criticó los dólares que le cayeron encima…
¡Eso sí! En todo caso, si hubiese sido yo creo que tampoco los hubiera criticado jejeje
Ni otro que yo me sé… 😉
Superior, cósmico.
Descubrí a Woddy Allen cuando era un adolescente (hace ya eones) y jobar, el mundo fue un lugar mejor.
Esta escena de Annie Hall es «chispeante».
Me quedo también con, a mi modo de ver, una de tantas escenas descojonantes de su genial filmografía:
«La última noche de Boris Grushenko».
Cuando en la escena del baile aquel capitán o coronel o quien fuere le espeta «¡Hombre! Boris Grushenko, el joven cobarde del que todo San Petesburgo habla» y él le responde «no tan joven Señor, tengo treinta y tres años».
Por ahí iba la cosa más o menos.
Brutal.
Y en relación con la escena mostrada a mi pasó una cosa no muy diferente.
Fui con un colega a Oviedo a ver el estreno de Terminator 2.
Iba a ser una tarde gloriosa; delante de nosotros se sentó un pollo con dos chicas y venga a dar la brasa y comentar todas las escenas,
Hasta que no se aguantó y suelta «no os lo he dicho pero es que ya la vi en versión original en Londres hace tres meses; es un poco rollo y total, al final, se suicida».
Faltaba una media para el final…
Mirad, monté tal bronca en el cine que casi nos echan a mi amigo, al pollo y a las chicas que iban con él.
Por supuesto, fue amenazado de muerte; es que eso del diálogo está un tanto sobrevalorado (a mi modo de ver, claro está).
Muchas gracias por tan formidable Blog.