Mis escenas favoritas – Gran Torino (Clint Eastwood, 2008)

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Tragicomedia de iniciación y relato de despedida en clave personal, esta película de Clint Eastwood es probablemente una de las más incomprendidas e injustificadamente denostadas de su filmografía, en especial en la que se refiere a su prolífica producción a una edad ya avanzada. Sin embargo, el tiempo ha terminado por poner el cine de Eastwood en su sitio, y es razonable pensar que con este título (máxime a la vista de ciertas cosas que ha hecho después, merecedoras, sí, de mayores varapalos que la que nos ocupa) sucederá lo mismo.

En la película, Eastwood parodia y se despide de toda una línea de caracteres y temáticas que, junto con el western, que ya tuvo su propio y monumental final en la carrera de Eastwod en la década anterior, han presidido la parte sustancial de su obra: los polícias, los militares, los tipos duros y expeditivos de inspiración conservadora y modales y actitudes propios de lo más oscuro de los tópicos asociados a la cultura norteamericana. Como muestra de esa óptica paródica, la secuencia de la peluquería, en la que queda en primer plano la absoluta ridiculez de ciertos modelos de masculinidad y aceptación tantas veces representados por Clint Eastwood en la pantalla (de modo no menos paródico en más de una ocasión).

6 comentarios sobre “Mis escenas favoritas – Gran Torino (Clint Eastwood, 2008)

  1. Decir a estas alturas o bajezas de la vida que el viejo Clint es ya un clásico está de más. En Gran Torino Clint redime respecto a lo que le hizo popular en la mayoría de sus películas (también criticadas por otros sectores más puritanos): «el lado fascistoide». Aquí lo vemos una cuantas veces apuntar con el dedo índice y el pulgar alzado… ¡pum! imaginamos nosotros al igual de cuando críos sin pistola a falta de dinero. Es algo racista, pero a medida que avanza el filme (redime de nuevo). Es preciosa esa escena donde Clint mira con recelo la sala de espera de un hospital repleta de extranjeros y una enfermera mestiza pronuncia mal su apellido. Esa mirada es la de un Clint totalmente nuevo. Nada de Harry el sucio o sargentos de hierro.

    En mi modesta opinión, creo que Clint debería haberse retirado como director en Million Dollar Baby, sin embargo, como actor dio en el clavo con Gran Torino. Es lamentable que este maestro del cine no esté aprovechando su situación, por otro lado, tan privilegiada, a su edad. Billy Wilder no tuvo tanta suerte, y Clint realizando bodrios muy por debajo de su enorme potencial.

    Fuerte abrazo y buen finde, amigo.

    1. Eso es cierto. Lo mismo que tuvo ojo para abandonar del western a tiempo, debió tenerlo para pensar mejor su retirada en lo alto. Y menos mal que su «Ha nacido una estrella» con la Beyoncé, de momento, no ha salido…
      Abrazos

  2. Coincido en mi apreciación de «Gran Torino» y discrepo cordialmente de los varapalos que merezca por pelis posteriores. Al menos «Más allá de la vida» me pareció excepcional. Y si bien es cierto que «Invictus» o «El francotirador» no son de lo mejor suyo, si se ven con atención saca petróleo de donde otros harían un ramplón telefilm. Para mi gusto, uno de sus méritos es ése, saber sacar partido de materiales a veces anodinos.

    1. Uf, ahí sí que no vamos a estar de acuerdo. «Más allá de la vida» me parece tan irregular, superficial, cansina y sensibleramente autocomplaciente que solo por breves destellos parece que hay alguien tras la cámara, y menos veces aún parece que ese alguien sea Eastwood. Yo me paro en «Gran Torino», no voy más allá.
      En todo caso, muchísimas gracias por dejar constancia de tu gusto por la peli.
      Saludos

  3. Esta escena siempre me hace reír. Yo creo que se parodia a sí mismo y a a todos esos absurdos clichés de americanismo que vistos desde la actualidad resultan ya tan previsibles en las películas. ¡Si hasta el barbero tiene en la peluquería un arma! Tremendo. Abrazos Alfredo.

    1. Absolutamente. Es una especie de redención (con la boca pequeña, eso sí).
      Lo del arma del barbero tiene esa lectura, pero también la acentuación del tipo de barrio en que se ha convertido desde los tiempos «residenciales» del Kowalski joven.
      Abrazos

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