Esta película de Robert Zemeckis, el ‘pequeño Spielberg’, inicio de una saga que, como suele ser habitual, decaía con cada nueva entrega, aglutina lo mejor y lo peor del cine palomitero de los ochenta, que no por casualidad es, en términos generales, la década menos afortunada de la historia del cine.
Entre aquellos aspectos del filme que cobraron más trascendencia destaca la banda sonora de Alan Silvestri, y acompañándola, el tema The power of love, de Huey Lewis and the News, grupo de estilo indefinido que se llevaba grandes palos de la crítica, y no por nada.
Grande!
¡Madre mía, 30 añazos que ha cumplido la peli! Y ya por eso te das cuenta de cómo pasa el tiempo. Como las pelís que veías de niña, cada vez son más lejanas, glub, glub, glub. Aquí en Madrid se realizó una proyección con la banda sonora en directo… ¡en concierto! Pero no fui a tal evento…, sin embargo, reconozco que llamó mi atención.
Besos
Hildy
Dice el tango que 20 años no es nada, pero 30… Ay, madre…
Ya lo dice Garci, los cinéfilos no cumplimos años, cumplimos películas.
Besos
La primera de «Regreso al futuro» es divertida. Me gusta el papel de Michael J. Fox. Y este tema, es marchoso. En ocasiones, lo escucho cuando voy en coche…(Sí, es la hora de las confesiones) Abrazos!
Bueno, si viajas en un Delorean, es de lo más apropiada…
Abrazos
Después de George (papada) Lucas, todo cambió en el cine, junto a su amigo Spielberg y sus acólitos de los ochenta. Cine infantilizado, para no pensar y pasarlo bien al mismo tiempo que adquirían colesterol por las palomitas demasiado saladas y las coca colas demasiado dulces. No obstante, Spielberg produjo buen cine de entretenimiento por aquellas fechas,como Los goonies, El secreto de la pirámide, la saga de Regreso al futuro, Los Gremlisn, Postergeits, etc. De esta última cabría decir que el pequeño Spielberg acabó con la carrera de Tobe Hooper, aquel niño malo que escandalizó al mundo con aquella ricura de matanza por parte de unos lindos granjeros en Texas, entre otras interesantes del género de terror. ¿Qué pasó? Ya te lo contaré cuando nos veamos, amigo. Incluso podría decirte lo que ocurrió en el rodaje de En los límites de la realidad, donde el pequeñísimo Spielberg hizo otra de las suyas. Y Lucas, ay, este hombre de carácter introvertido y poco hablador quiso hacerse millonario para crear su propia productora y realizar buenas películas al márgen de lo que se hacía, y, además, quería apoyar a las nuevas promesas que estaban en la periferia de los planes de los grandes tiburones de las productoras. ¿Y qué hizo? Una película sobre un pato, unos muñecos cabezones acompañados de David Bowie con los pelos blancos y de punta, y lo más doloroso; vivir de las rentas de sus muñequitos salidos del armario de su infancia. Ah, me olvidadaba, y dejarse crecer la barba, perdón, quería decir, la papada.
Abrazos mil.
Ya echaba yo de menos esa papada…
Toda la razón, amigo. Creo que la infantilización es algo ineludiblemente ligado al consumismo, más que nada porque para los genios del marketing, el niño es el consumidor perfecto: si tiene pasta en el bolsillo y un antojo de comprarse algo, no le quita la idea de la cabeza ni dios.
Abrazos