Rodrigo Martín Noriega, Israel Gutiérrez Collado, Diego Luis Sanromán, Fernando López Guisado, José Óscar López, Juan Vico, Raúl Herrero Herrero e Iván Humanes son los forajidos que acechan tras los ocho relatos que componen Extraño Oeste, volumen editado por Libros del Innombrable. Su portada, híbrido de los diseños de las tapas blandas de las antiguas novelas baratas de quiosco del Oeste (Francisco González Ledesma-Silver Kane, José Mallorquí, Marcial Lafuente Estefanía) y de las criaturas que suelen surcar los universos del terror y de la ciencia ficción, y el título, que nos advierte de que el contenido versa sobre un Oeste para nada convencional, avanzan la heterogénea y sabrosa mezcolanza que esconden sus páginas: Oeste, porque en sus relatos viven y transitan caravanas y desiertos, pueblos mineros y tribus indómitas, aguerridos pistoleros y pioneros esperanzados, parroquianos de iglesia y de saloon, salteadores, bandidos, cuatreros, sheriffs, tahúres, predicadores, peones de ganado, buscadores de oro, mujeres «de la vida» y maestras de escuela. Extraño, porque en el Oeste de John Ford, Sam Peckinpah o Sergio Leone encontramos además seres mutantes, apariciones espectrales, seres dotados de insólita clarividencia, dioses ancestrales ocultos en las profundidades de las montañas, futuros desolados poblados por humanos y androides, exploraciones espaciales de universos a lo Ray Bradbury o Philip K. Dick, misteriosos escritores de fantasías o incluso maestros de lo oculto revestidos de celebridades de las artes marciales.
En esta colección de vibrantes y sorprendentes relatos se dan la mano la visión castiza y nostálgica del Oeste más ortodoxo con las parábolas apocalípticas de un reinventado porvenir, la búsqueda del mar con el terror psicológico de Stephen King, el desierto de Tabernas con holocaustos nucleares que refundan la humanidad, osamentas de vacas muertas y rifles Winchester con dioses olvidados y monstruos tentaculares, H. P. Lovecraft con Sergio Corbucci, el spaghetti-western con criaturas venidas de otros mundos, sangrientos ceremoniales del pasado con el cine de palomitas y programa doble, Blade Runner, La zona muerta, La ingenua explosiva o Caravana de paz con Oro sangriento, Los crímenes del museo de cera, Furia Oriental o Le llamaban Trinidad, John Ford con William Beaudine, en una mixtura nada chirriante y perfectamente ensamblada porque todas sus historias comparten una base, un territorio común que hace del western, del terror y de la ciencia ficción géneros hermanos: el concepto de frontera.
Fronteras físicas, ríos, montañas, valles, costas y desiertos, planetas, galaxias y sistemas solares, pero también mentales, emocionales, sensoriales, espirituales. El misterio, el terror que nace de lo desconocido, de lo temido, de lo perdido, elevado a la máxima frontera. Los relatos que conforman Extraño Oeste parten de un territorio seguro y conocido para indagar más allá, subvertir las reglas y los compartimentos de los géneros para cruzar la frontera de lo inusual, de lo inesperado, de lo chocante, de lo desconocido, para adentrarse en inexploradas oscuridades de la imaginación en un tiempo en que las cartografías digitales han revelado todos los secretos y misterios de nuestro mundo, de una realidad en la que ya no queda nada que explorar. El culto al misterio, a la eterna búsqueda, a la búsqueda interior y exterior de nosotros mismos y de nuestro entorno, el ser humano revisitado por la imaginación, el humor y el divertimento, y la advertencia, como en toda buena ciencia ficción, que implica recrear otros mundos para hablar del nuestro, componen los pilares centrales de un libro de relatos que no se lee; se absorbe, se piensa, se ríe y se siente. Pero que, sobre todo, se disfruta. Un Extraño Oeste que, aunque es muchas más cosas, no deja de ser, ni por un momento, nuestro Oeste de siempre.
Maravillosa reseña que te agradeceré siempre. Un abrazo.
Hombre, siempre, siempre… Siempre es mucho tiempo…
Abrazos
Creo que mereció la pena hacer «Extraño Oeste» para poder leer una reseña así. Gracias.
A ustedes-vosotros. Se lo pasa uno pipa, o viendo la portada, teta… Y eso que no he nombrado «Almas de metal», de Michael Crichton, que es ya la repanocha western-ficción…
Grande, Alfredo y tu visión cinematográfica. Veo que también has disfrutado este Oeste. Y lo peor de todo es que ese futuro apocalíptico de algunos relatos cada vez es más palpable y parece más cercano. Abrazos.
Me temo que el apocalipsis que nos aguarda, o en el que ya estamos, es mucho peor que el literario, más feo, más despiadado, más brutal, y sobre todo mucho más estúpido.
Abrazos
¡Coño! A mí me va todo ese rollo de lo híbrido en los géneros, siempre y cuando no se parezca en nada a Cowboys & Aliens con Daniel Craig y Harrison Ford. King tiene esa famosa serie titulada La Torre Oscura, que es un western en clave de mundo postapocalíptico. No está mal, me lo pasé de coña. Una vez escribí sobre el steampunk otro subgenerito que me gusta leer de vez en cuando, siempre que no sea muy subnormal, claro. Así que me lo apunto. A veces, incluso va bien escribir cosas como estas aunque sea solo para uno mismo, despejan la mente y no tienes que complicarte demasiado. Contra más bombardees los géneros mejor. Recuerdo lo que dijo una vez Alessandro Baricco: “Siempre deseé escribir un western. Es muy divertido y, a la vez, muy difícil. Te pasas todo el tiempo preguntándote cómo demonios vas a escribir el tiroteo final.” Ya ves, la gamberrada te puede salir redonda. Cuando llega el momento álgido te sacas de la manga una explosión de cojones. ¡Han llegado los extraterrestres! ¡Chicas al saloon! Y son unas hembras verdosas con dos vaginas y…
¿Se puede comprar en cualquier librería? Ya me dirás.
Abrazos, mil.
Te contesto aparte, mi querido Paco.
Afortunadamente, cualquier parecido con «Cowboys & Aliens» es pura (y perversa) coincidencia. Yo creo que va a encajarte muy muy bien.
Te cuento por email, mi querido amigo.
Abrazos
Siempre es interesante caminar por caminos desconocidos… así que viajar por el extraño oeste debe prometer sorpresas inesperadas.
Beso
Hildy
Y tanto, mi querida Hildy. La verdad, uno espera encontrarse, como mucho, con algún mexicano mugriento de esos que interpretaba el aragonés Fernando Sancho en los «chorizo-western». Y sin embargo, aunque algo de eso hay también, eso es lo más «normal» que te encuentras. Afortunadamente, porque la combinación de fantasía y western es de lo más efectiva en este caso.
Besos