–¿Qué es el honor? Aire. Sólo aire. ¿Quién lo obtiene? El que murió el miércoles pasado. ¿Lo siente? Nooo… ¿Es cosa insensible? Sííí, para los muertos. Pero… ¿puede vivir entre los vivos? Nooo… Las malas lenguas no lo permiten, por tanto no quiero saber nada de él. El honor es un escudo… funerario. Éste es mi catecismo.
Guion de Orson Welles, a partir de varias obras de William Shakespeare y de la obra de Raphael Holinshed.
A mí cada vez me gusta más Orson Welles, y la culpa es de los tiempos que nos ha tocado vivir, donde la charlatanería hueca y la estupidez generalizada se han convertido en norma. Sí, nos hace recular hacia este tipo de literatura, cine y artistas que tuvieron el sentido común de universalizarlo todo, de inmortalizar lo que valía la pena. A Welles se lo pusieron difícil, su carácter, su moral, su genio, no era de este mundo. La guerra de los mundos se está produciendo ahora y no precisamente por culpa de los extraterrestres sino por los innumerables subnormales ubicados en los lugares más estratégicos de la vida cotidiana. De ciudadano Kane pasando por Falstaff y terminando en Mr. Arkadin, Welles es mucho Welles. Hoy he roto, por mi torpeza, con las muletas el espejo del lavabo. He visto mi rostro en un cuadro cubista, pero de inmediato Picasso se ha ido y en su lugar a entrado la escena de los espejos de esa maravilla titulada La dama de Shanghai. Como podrás imaginar no me parecía al gran Orson, sino a Everett Sloane. Creo que algún día deberíamos hablar de él.
Abrazos, amigo.
El cine está en todas partes. ¿Y no andas un poco a lo Brick, el de La gata sobre el tejado de zinc? En fin, amigo, Welles, Mankiewicz, tito Wilder, el gran Gordo… Son buenos sitios donde volver. Al menos uno se siente, cuando admira sus obras, que lo tratan como mayor de edad.
Cuídate, amigo. Fuerte abrazo.
¡También! ¡También! Además de este calor tan sureño y tan caro a Tennesse Williams. No llevo ese pijama azul que tan bien le quedaba al amigo y entrañable Paul Newman. Voy en calzoncillos. Brick maneja las muletas de una manera prodigiosa. Deberías verme, amigo, doy pena. Brick bebe y bebe tan bien que a uno le da ganas de hacerse alcohólico, pero con este calor el whisky hace subir la temperatura interior como una vieja locomotora. Luego está ese señor caserón sureño. Mi piso es una caja de zapatos. Brick se rompe una pierna realizando una pequeña rebeldía, yo, por subir a una bicicleta de mujer… el cine, amigo mío, el cine es mucho más grande que la vida. Al final, Brick se lanza de cabeza hacia la cama para engendrar hijos…
Más abrazos.
Desde luego, uno no se rompe cosas en la vida como se las rompen en el cine… Las rupturas, en general, en el cine saben mejor.
Bueno, voy a intentar borrar de mi mente esa imagen tuya en calzoncillos…
Abrazos
El honor, en este gran discurso de Falstaff (Welles) -o de Shakespeare-, es un poco como los principios, y ya lo decía el gran Groucho … si no le gustan tengo otros.
Efectivamente, que es lo que el propio Orson muestra en Ciudadano Kane, cuando Charles F. redacta los principios que han de regir su conducta al frente del periódico y Joseph Cotten le pide el texto original para conservarlo. Ay, caballeros de la prensa…
… Me bañé el año pasado de películas y películas de Welles, como actor y como director. No revisité, sin embargo, Campanadas a medianoche. Sin embargo, es curioso, pero normalmente cuando imagino a Welles le veo ataviado como Falstaff.
Beso
Hildy
Vaya… Afortunadamente, como nosotros no nos movemos por efemérides, tenemos a mano el cine que queremos cuando queremos. ¡Viva Welles y sus lorzas!
Besos