Fragmento de esta maravilla de François Truffaut, su debut en el largometraje en 1959. Toda una declaración de amor al cine inevitablemente compartida, y correspondida, por quienes se asoman a esta deliciosa película.
Reflexiones desde un rollo de celuloide
Fragmento de esta maravilla de François Truffaut, su debut en el largometraje en 1959. Toda una declaración de amor al cine inevitablemente compartida, y correspondida, por quienes se asoman a esta deliciosa película.
«Cine, cine, cine,
más cine por favor,
que todo en la vida es cine
y los sueños,
cine son.»
Cantaba Luis Eduardo Aute, además de toda una declaración de amor al cine de Truffaut, y más concretamente a Los 400 golpes:
«Recuerdo bien
quellos cuatrocientos golpes de Truffaut
y el travelling con el pequeño desertor,
Antoine Doinel,
playa a través,
buscando un mar que parecía más un paredón.»
Ay, espero que Aute se recupere pronto. Estuve en uno de sus últimos conciertos y antes de cantar esta canción dijo que Truffaut se quedó corto al decir que la vida te da cuatrocientos golpes. Un guiño, claro.
Esta película es una de mis favoritas de siempre; una maravilla absoluta llena de momentos maravillosos y a la vez patéticos. Humor y desolación, todo pintado por la magnífica fotografía del maestro Henri Decae. Lo que se ha perdido, amigo mío con el maldijo digital. A Truffaut no le gustaba que la música se impusiera a la historia y Jean Constantin consiguió para esta película unos acordes de piano que parecían lágrimas en la lluvia parisina.
El cine no es solamente ir a comer palomitas y efectos especiales. Es, ante todo, ver películas como estas hacia la madrugada (en aquellos tiempos habían cines que se abrían a las seis de la mañana), cuando París está a punto de despertar acariciada por el sonido de las escobas de los primeros barrenderos. Sales de ver esta película junto a una chica y un par de libros bajo el brazo; un desayuno en una terraza y todo el tiempo por delante.
Perdona por todo este manojo de sueños y emociones, amigo mío.
Abrazos
No te apures, mi querido Paco, un comentario hermoso. Precisamente es esto lo que nos evoca ese París en blanco y negro de la/s película/s. Ay, el cine, ese cine. Vivir París sin haber estado allí.
Abrazos
¿No sería una preciosa sesión doble Los 400 golpes y La piel dura?
Beso
Hildy
De este hombre pueden hacerse programas dobles, o triples, con casi cualquier cosa que haya hecho.
Besos